¿Es tu perro o es tu sombra? Te sientas a teletrabajar, se echa a tus pies. Vas a la cocina por un café, te sigue a exactos cincuenta centímetros. Mientras te sirves una taza, aprovecha de tomar agua. Vuelves al escritorio y ahí está de nuevo, pisándote los talones, y apenas te sientas otra vez él ya se acurrucó en su lugar, que es lo más cerca que se puede estar de ti sin tocarte. En eso se ha transformado su vida desde el confinamiento: tu mascota se volvió un esclavo de tus movimientos y lo único que hace es desfilar detrás tuyo como si jugara al Simón dice, solo que nadie dice nada y no es divertido.

De la oficina te avisaron que, de mantenerse el desconfinamiento, después del Dieciocho será momento de volver a trabajar presencialmente. Lo primero que pensaste fue en tu perro: la única vez que lo dejaste solo en estos casi seis meses fue hace unos días, cuando fuiste a ver a tu mamá para su cumpleaños. No fueron más de tres horas pero la pieza en la que lo dejaste parecía la jaula de un mandril rabioso después de una semana sin comer y escuchando la Radio Agricultura a todo volumen: el papel mural roto, la alfombra mordida, la pared arañada y diez litros de pipí repartidos por el piso.

¿Qué será capaz de hacer cuando tengas que estar afuera toda la mañana y parte de la tarde? Mejor no dedicar la imaginación a eso, sino que a pensar en lo que se puede hacer para evitarlo.

“Una consecuencia de retomar de un día para otro la rutina previa, después de tantos meses de estar juntos todo el tiempo, es que se genere ansiedad por separación”, dice Daniela Reyes, veterinaria y diplomada en etología clínica, que también es entrenadora canina profesional y especialista en terapias complementarias.

La ansiedad por separación no es simplemente la tristeza de ver salir al cuidador, sino que es un problema conductual, “que requiere de una terapia, de tratamientos e incluso, en algunos casos, de psicofármacos”, explica Reyes.

“Puede llevar a conductas en la soledad como destructividad, vocalización excesiva u orinar y defecar en lugares y momentos inapropiados”, dice Constanza Stuart, veterinaria y etóloga, directora ejecutiva del Centro Cican, especializado en comportamiento animal. “Si se presenta, siempre hay que pedir ayuda a un o una especialista”.

Pero hay algunas maneras de anticiparse a este problema. O al menos, de atenuar la angustia de tu perro y reducir los daños colaterales en tu inmueble.

“Si de un día para otro desaparezco tres horas, tras haber estado cinco meses juntos día y noche, es lógico que habrá consecuencias”, previene Daniela Reyes. Por lo tanto, su recomendación es a preparar este cambio de rutina. Si las circunstancias lo permiten, hacerlo paulatinamente, aumentando de a poco el tiempo de separación. Pero si no se puede, entonces realizar una preparación.

El primer consejo de la veterinaria Reyes es fijar los horarios, principalmente los de salir a pasear y los de juego. “Salir con él siempre a la misma hora, simulando los horarios que tendrás cuando entres a trabajar”. Si tu pega será entre 9 y 17, por ejemplo, entonces comienza desde ya a pasearlo a las 8 y a las 18. Lo mismo al jugar: que tú tiempo de corretear y divertirte con él suceda siempre a la misma hora. Así, su rutina no se verá tan alterada.

Puedes estar pensando que antes de la pandemia tu perro era ejemplar, que jamás rompió un cable ni mordió una silla. No hay manera de que sufra de ansiedad por separación. ¿O sí? “Si te sigue a todos lados de la casa, si llora o se queda fuera de la puerta cuando vas al baño, si no puede estar solo durante un rato en una habitación, entonces es probable que la vaya a sufrir”, dice Constanza Stuart. “Hay que estar atentos a esas conductas”.

Para amortiguar el estrés que significa quedarse solos, Stuart recomienda “enriquecer el ambiente”. Esto significa incorporar estímulos en el espacio, como los juguetes cognitivos —aquellos que permiten introducirle alimentos, y que los perros deben ingeniárselas para sacar—, música relajante, o incluso feromonas y flores de Bach.

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Todo esto es bueno comenzar a hacerlo antes de que la rutina cambie, para fomentarle la autonomía y asociar la soledad con momentos de tranquilidad. Para ayudarlo con esta independencia, lo mejor según la directora ejecutiva de Cican son los juegos de ingenio: ponerle premios dentro de botellas agujereadas, en las que el perro debe encontrar la manera de sacarlos; tener alfombras olfativas, que también exigen buscar y encontrar alimentos; cosas para roer, como huesos o juguetes diseñados para eso; y también música para relajarse. “Está comprobado que también funciona en los perros. Hay que probarla previamente en casa, ver cómo reacciona y asociarla a un momento de calma”.

También prender la tele: tener ese sonido constante, sin altibajos, sirve para apaciguar ruidos externos, como bocinas de autos, ladridos de otros perros, timbres o puertas de vecinos, etc., con los que algunos perros se ponen ansiosos.

“Hay que dejarlo que esté solo, que pueda permanecer por su cuenta, y por un rato, en el patio, en la terraza o en su pieza”, agrega Daniela Reyes. Ella también recomienda las alfombras olfativas, unos tapetes de un grueso tejido sintético, en los cuales se puede esconder comida cortada en pequeños trozos. “Olerla y buscarla les significará un desafío mental que ayuda a relajarlos, concentrarlos y también cansarlos”.

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¿Pero qué pasa si mi perro se divierte mucho con los juguetes cognitivos, pero siempre los ocupa a mi lado y nunca solo? “Entonces hay que enseñarle a que se eche, que se quede quieto, ojalá en un lugar cómodo para él, como un cojín o su cama, reforzándole la calma, y ahí pasarle el juguete”, explica Reyes. “Conseguido eso, ir de a poco alejándose, hasta que pueda quedarse solo. No es algo que se consiga de un día para otro, hay que ir entrenándolo”.

Por eso también es útil entrenar las órdenes e instrucciones. “Si un perro sabe distinguir los momentos de juego con los de calma, los de estar echado con los de correr y morder, le será más fácil permanecer tranquilo en soledad”, concluye Daniela Reyes.


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