El agua alcalina está de moda: esto debes saber antes de beberla

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El agua alcalina está de moda: esto debes saber antes de tomarla

En los últimos años, la venta de este tipo de agua va al alza, con la promesa de supuestos beneficios a la salud. ¿Qué tan reales son? ¿Por qué importa el pH? Responden tres nutricionistas.




Hay que tomar agua, dicen los profesionales de la salud. Haga frío o calor, es la manera más efectiva de no sucumbir a la deshidratación, de regular la temperatura corporal y optimizar las funciones de ciertos órganos clave, como el hígado y los riñones. La recomendación es ingerir algo así como dos litros al día, unos seis u ocho vasos diarios.

Ahora, saquemos algunos cálculos económicos rápidos:

  • Una botella de 1 litro de agua mineral está por sobre los 1.000 pesos.
  • Para cumplir con la recomendación de los 2 litros de consumo diario, habría que comprar dos botellas al día y, por tanto, gastar cerca de $2.400, lo que equivale a $16.800 semanales.
  • Ahora, un bidón de agua de 6 litros rinde para tres días, y en el supermercado cuesta algo así como $1.990. Por lo que el ahorro en una semana supera los $10.000.
  • Pero si el tema es ahorrar, existe una opción aún más económica: el bidón de 20 litros. Estos se pueden encontrar en promociones de dos unidades por unos $10.000. Y si consideramos que con cada unidad se cubren diez días de la cantidad de agua recomendada, el ahorro frente a las botellas de litro llega a los $30.000.
  • Algunas marcas incluso tienen ofertas de dos bidones de 20 litros por $5.000, incluyendo el despacho a domicilio, por lo que el ahorro es aún más significativo.
  • No es de extrañar que, a partir de la pandemia, la preferencia por este formato vaya al alza en los hogares.
Agua embotellada
¿Vale la pena comprar agua purificada o alcalina?

Pero, ¿qué tipo de agua es la que se vende en bidones de 20 litros? Respuesta: principalmente la purificada pero también una más reciente: la alcalina. Dos alternativas a la tradicional agua mineral, cuyo mercado a nivel local está en plena expansión con el surgimiento de una gran variedad de marcas, muchas de las cuales acompañan sus ofertas con grandes promesas sobre supuestos beneficios que sus productos pueden proveer a la salud.

¿Qué tan cierto son estas promesas? ¿Cuál es la diferencia entre el agua alcalina y la purificada? ¿En qué deberíamos fijarnos al momento de comprar este tipo de productos?

Todo está en el pH

La principal característica del agua alcalina, como lo dice su nombre, es que tiene un pH más alto al del agua potable. El potencial de hidrógeno (pH) es un indicador químico que permite conocer el grado de acidez o alcalinidad que posee una disolución acuosa. En este caso, el agua.

El pH se mide en una escala de 0 a 14, siendo 7 el número neutral. Si la cifra disminuye, la acidez aumenta, y si sube, entonces lo que se eleva es la alcalinidad. El agua potable, la que sale de nuestras cañerías, tiene un pH cercano al neutro, mientras que la alcalina generalmente está en los 8 y 8,5 puntos.

En nuestro organismo, también encontramos al potencial de hidrógeno como indicador. Y esto es porque el 70% de nuestro cuerpo es líquido. “El pH es de vital importancia para nuestra salud”, dice Daniela Karmy, nutricionista de Examedi. “De este dependen la vida de las células y sus reacciones para el correcto funcionamiento”, agrega.

“El pH es el aliado para que el cuerpo funcione de manera óptima”, complementa Camila Cofré, nutricionista dietista de la Universidad de Playa Ancha (UPLA). Para ello, debemos “mantener un equilibrio entre acidez y alcalinidad”. Es decir, el nivel debe estar idealmente entre 7,35 y 7,45, bien cercano a la neutralidad.

La tarea de mantener el pH en números óptimos recae, principalmente, en los riñones y en los pulmones, que lo gestionan mediante diversos mecanismos. ¿Qué pasa si los niveles se alteran? “Cualquier cambio en estos números es grave y hasta puede causar la muerte”, responde Karmy. Un pH muy elevado puede derivar en una alcalosis respiratoria o metabólica, lo que requiere de hospitalización inmediata.

Pero esto es muy poco común. Más habitual es sentir acidez estomacal, como después de un festín o una comilona de esas que a los nutriólogos les causa urticaria. O después de una noche en que no paraste de empinar el brazo. El pH, en esas circunstancias, se ve trastocado. Y son los riñones y los pulmones los que tienen que salir en auxilio para regular los niveles.

¿Puede el agua alcalina beneficiar nuestra salud?

Algunas marcas de agua alcalina promocionan su producto asegurando beneficios como “equilibrar el pH”, “neutralizar los radicales libres” o “proteger el sistema inmune”. En tanto, otras van más allá y prometen prevenir enfermedades cardíacas, incluso el cáncer, y ralentizar la pérdida ósea. ¿Es posible esto?

De acuerdo a Karmy, “es muy difícil” alterar nuestro pH. La nutricionista explica que, en general, los alimentos que consumimos a diario tienen una composición ácida o alcalina y, si no sufrimos cambios a partir de su ingesta, se debe a que la digestión “es nuestra principal defensa”.

“El jugo gástrico liberado por el estómago para digerir los alimentos es muy ácido (pH menor a 1) y destruye cualquier bacteria o parásito que se encuentre presente en ellos con el fin de protegernos y no enfermarnos. Por lo tanto, el efecto que prometen las aguas alcalinas se pierde de todas maneras. El organismo siempre se encargará de mantener el equilibrio en el pH”, expone Karmy.

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“Actualmente no hay evidencia científica sólida que asegure que el agua alcalina tiene beneficios extras. Es necesario hacer más investigaciones para verificar dichas aseveraciones”, responde Camila Ponce, nutricionista de RedSalud.

Ponce explica que si bien el consumo de agua alcalina no representa riesgos para la salud, “en personas con patologías o enfermedades crónicas podría llegar a aumentar los niveles de sodio en el cuerpo y, por lo tanto, causar algunos desequilibrios en su salud”, complementa Camila Cofré.

La recomendación, si es que se insiste en consumir agua alcalina, es mantener una alimentación “nutritiva y saludable”, rica en frutas y verduras, granos enteros y grasas saludables.

“Si la persona lleva una alimentación deficiente y no nutritiva, como lo es comer demasiada comida chatarra, alcohol, grasas saturadas y azúcar, podrá beber agua alcalina y aún así tener un nivel de acidez mayor causado por todos estos alimentos”, agrega la nutricionista de la UPLA.

Purificada o de la llave

La otra alternativa disponible al comprar bidones de 20 litros es el agua purificada. Esta es, básicamente, agua potable que se procesa para destilar y filtrar minerales indeseables —como el cloro o el sodio—, microorganismos y residuos. Cofré dice que, por esta razón, su consumo se recomienda para pacientes con problemas hepáticos, hipertensos y enfermos renales. “Está libre de sodio”, apunta. Y al contrario, se desaconseja el consumo de la de tipo mineral por parte de estos.

Pero Daniela Karmy dice que ningún agua, ya sea alcalina, mineral o purificada, tiene “más beneficios” que el agua potable de la llave.

“Es de fácil acceso, económica y más ecológica: no tienes que comprar envases ni botellas constantemente. Con el agua de la llave, cuidamos el medio ambiente pues consumimos menos plástico”. Algo que podemos disfrutar en casi todo el país, pues “el 99,9% del agua de la llave es potable en Chile”.

Cofré es algo más precavida al respecto: si se quiere consumir un agua más depurada, recomienda filtrar —por ejemplo, a través de un purificador— o cocer el agua de la llave si se va a beber. “Para evitar la ingesta de algunos minerales que pueda tener, sobre todo en el norte de nuestro país, pues la composición mineral del agua es diferente dependiendo de las zonas geográficas”.

Si no nos gusta el sabor del agua de la cañería, y preferimos el agua alcalina, purificada o incluso mineral, es fundamental que el producto cuente con la debida rotulación, que incluya la información nutricional —por ejemplo, en el caso de las aguas alcalinas, debe señalar su pH— y una Resolución Sanitaria aprobada por el SEREMI de Salud y Reglamento Sanitario de Alimentos. Esta es la manera más práctica y efectiva de corroborar que el producto es lo que dice ser y que su procesamiento está en regla.

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