Manual para enfrentar un evento traumático
La vida diaria no está exenta de eventos potencialmente traumáticos: el riesgo de un accidente en la vía pública, la intimidación laboral, el bullying, los desastres naturales, el abuso sexual, los diagnósticos de enfermedades severas, las enfermedades graves de un hijo, las pérdidas gestacionales y la muerte traumática e inesperada de un ser querido, o incluso la represión sociopolítica, podrían desencadenar un episodio de trauma. Sin embargo, existen tratamientos que ayudan a superarlos y así recuperar la estabilidad. Cuáles son las terapias y cómo enfrentar un trauma es lo que explican acá expertos.
Ese día previo a Navidad, Isabel salió de su casa rumbo a su trabajo. Tomó su mochila y bicicleta y como todos los días se dirigió a la ciclovía del Parque Vespucio. Sin embargo, al llegar al cruce con preferencia para peatones y ciclistas, un furgón la atropelló porque su conductora no respetó la señalización.
"Producto del impacto salí disparada y un testigo, que resultó ser médico, me recogió y ayudó. La conductora me llevó primero a una clínica donde me dijeron que no podían atenderme porque perdería toda posibilidad de cubrir mi tratamiento con el seguro correspondiente a un accidente de trayecto. En completo estado de shock mi pareja me fue a buscar a la clínica y nos fuimos en nuestro auto al hospital de la mutual correspondiente", narra Isabel.
La atención fue eficiente. Al examinarla constataron que se había lesionado gravemente la pierna izquierda y muñeca derecha, además del hombro derecho que se había salido de su lugar. "Todo fue rápido y lento a la vez. Lento, por el dolor indescriptible con palabras, y rápido por la sedación. Me operaron cuatro veces, dos de la pierna y dos de la muñeca. Pasé la Navidad y el Año Nuevo en el hospital junto a mi familia y las enfermeras del recinto. Volví a mi casa en silla de ruedas, que con el tiempo se reemplazó por dos muletas especiales y luego por una, hasta soltarlas por completo", cuenta.
Fueron ocho largos meses en los que Isabel tardó en recuperarse. Primero tuvo que ejercitarse para doblar la rodilla y la muñeca, para poder volver a caminar. "Recuerdo que al principio no podía ir al baño ni bañarme sola. Mi mamá lo hacía por mí, me ponía crema y desenredaba el pelo. Salir de mi cama me daba terror, sentía que se me iba a quebrar la pierna de nuevo… todo el tiempo revivía el chancacazo. En el tratamiento propiamente tal, doblar era el fin, y lo más doloroso que he vivido. Lloré y grité en cada una de las sesiones de kinesioterapia... ¡y eso que soy bien valiente! Mi pareja, mis papás, mi familia nuclear, mis amigos, fueron quienes me hicieron barra todo el tiempo y no me dejaron sola nunca", cuenta.
Durante todo ese tiempo Isabel aprendió a soltar, a dejar de controlarlo todo, a mirar el techo y a no hacer nada. "No fue fácil, pensaba que no iba a poder caminar normal, que no iba a correr más, que iba a quedar coja y caminar torpemente. Quería salir a pasear, pero era toda una logística sacarme. Además, tenía terror a los autos, los veía gigantes y arrolladores. Pero gracias al apoyo de una sicóloga y un siquiatra pude volver a salir sola y cruzar semáforos sin paralizarme. Hasta hoy siento que las personas somos tan frágiles como los pajaritos frente a una mole de fierros en movimiento, así me parecen los autos", comparte.
Un trauma. Eso es lo que Isabel desarrolló luego de su violento accidente. Un hecho que no solo alteró su funcionamiento sicológico sino también cognitivo, su vida emocional y su desempeño social, laboral y familiar, y del que hoy ya está recuperada.
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Cómo superar un evento traumático.[/caption]
Qué es un trauma
La mayoría de las experiencias estresantes o perturbadoras se procesan naturalmente gracias a que en nuestro cerebro existe un sistema fisiológico innato, que tiende hacia la salud y curación, lo mismo que sucede cuando nos hacemos una herida y el cuerpo se prepara para sanarla. "Sin embargo -explica María Isabel García, sicóloga EMDR- hay algunas situaciones que causan estrés y perturbación en las personas, sobrepasando sus capacidades naturales para enfrentarlas y elaborarlas, ya sea, porque el evento es muy grave o no se tiene la edad suficiente para poder comprenderlo y manejarlo; o porque es una situación seria mantenida en el tiempo. Esto se complica si además los vínculos de apoyo (presencia de los padres o cuidadores) es insuficiente y si hay fragilidad en la personalidad".
El trauma psicológico es habitualmente difícil de definir, señala el siquiatra Rodrigo Gillibrand. "Los eventos no son traumáticos en sí, el trauma se desarrolla debido a la compleja interacción que existe entre el suceso y el o los sujetos, por eso preferimos llamarlos eventos potencialmente traumáticos. Cuando en esta interacción surgen en la persona síntomas psicológicos duraderos que alteran el funcionamiento sociofamiliar, laboral y/o académico o generan malestar clínico significativo, podríamos estar en presencia de un trastorno", señala.
Habitualmente se cree que la gravedad de los síntomas traumáticos es equivalente a la gravedad del suceso. A pesar de que la magnitud del factor estresante claramente es un factor importante, no define el trauma. Así lo explican Peter A. Levine y Maggie Kline en su libro Tus hijos a prueba de traumas, en el que los especialistas explican que "el trauma no reside en el suceso en sí, sino (su efecto) en el sistema nervioso. La base del trauma de un suceso único es principalmente fisiológico, más que sicológico. A lo que nos referimos con fisiológico es que no hay tiempo para pensar cuando nos enfrentamos a una amenaza; por lo tanto, nuestras respuestas primarias son instintivas. La función principal de nuestro cerebro, ¡es la supervivencia! Estamos programados para ello. En la base de una reacción traumática está nuestra herencia de 280 millones de años; una herencia que reside en las estructuras más antiguas y profundas del cerebro", señalan.
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Eventos que propician un trauma sicológico
Una guerra, la represión sociopolítica, la tortura, las migraciones obligadas, los accidentes en medios de transporte, la violencia en todas sus manifestaciones (de género, intrafamiliar, maltrato físico y sicológico), la intimidación laboral, el bullying, los desastres naturales, el abuso sexual con o sin violencia, los diagnósticos de enfermedades severas, las enfermedades graves de un hijo, las pérdidas gestacionales y la muerte traumática e inesperada de un ser querido… todos estos eventos son potencialmente traumáticos en la vida de una persona.
"La evidencia científica ha demostrado que los eventos potencialmente traumáticos más severos y que conllevan aspectos interpersonales son los que más trastornos psiquiátricos causan; especialmente la violencia sexual, las violaciones, la tortura, el secuestro, la violencia intrafamiliar, represión sociopolítica, etc. Todos estos hechos determinan una alta tasa de incidencia de cuadros postraumáticos. Los traumas que ocurren durante el desarrollo del psiquismo en la infancia pueden ser devastadores en la estructuración de la personalidad, con cuadros psiquiátricos severos como el Estrés Postraumático Complejo o el Trastorno de Personalidad Borderline", señala Gillibrand.
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Cómo se manifiesta emocionalmente un trauma
Durante los primeros días o semanas posteriores a la situación traumática, explica el siquiatra Juan Martín Castillo, la mayoría de las personas experimentan reacciones emocionales intensas y perturbadoras como insomnio, irritabilidad, miedo ante cualquier situación, ansiedad y nerviosismo a toda hora, recuerdos intrusivos sobre el evento y aversión a situaciones que recuerden el trauma. "Todas estas manifestaciones se pueden considerar como 'normales', pero si después de la tercera semana persisten y afectan el funcionamiento habitual de la persona, esta puede requerir ayuda", señala el facultativo.
Si las manifestaciones clínicas iniciales se hacen más intensas o van apareciendo otros síntomas que tienden a ser invalidantes, sostiene Rodrigo Gillibrand, podríamos estar frente a un cuadro postraumático, cuyo principal exponente es el Trastorno por Estrés Postraumático (TEPT). Según el facultativo este se caracteriza por:
1. La reexperimentación constante del evento traumático en forma de recuerdos, pesadillas, flashback (que se reexperimentan en forma vívida y desconectada del momento actual del evento), sensaciones físicas y emocionales desagradables ante la exposición a ciertos "recordadores" internos o externos (olores, lugares, personas, sonidos, etc).
2. La evitación interna y externa de pensamientos, lugares, personas o situaciones relacionadas con el evento.
3. Alteraciones persistentes en los pensamientos o emociones, como por ejemplo, no recordar aspectos importantes del evento, creencias distorsionadas sobre sí mismos, otros o el mundo; aislamiento de otros y dificultad para experimentar emociones positivas.
4. Hiperreactividad asociada al evento como irritabilidad intensa, reacciones de sobresalto, alteraciones en la concentración e hipervigilancia.
"Cabe destacar que existe otro cuadro que puede ser consecuencia de situaciones traumáticas extremas o cuando estas han sucedido en momentos críticos del desarrollo de la mente humana (tortura, guerra, abuso sexual infantil, maltrato o negligencia infantil principalmente). Este es el llamado Estrés Postraumático Complejo y se caracteriza por presentar fenómenos de desregulación emocional, autoconcepto negativo y alteraciones en las relaciones interpersonales", explica Gillibrand.
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Cómo puedo superar un trauma
Las personas pueden superar un trauma de diversas formas. La mayor parte de ellas logra con el paso del tiempo adaptarse a la nueva situación y dejar atrás el recuerdo negativo. "Estas personas pueden incluso desarrollar lo que denominamos el crecimiento postraumático, que es la adquisición de nuevas herramientas para enfrentar desafíos, un aumento de la fortaleza personal, fortalecimiento de los vínculos y valoración de la vida. Un aspecto fundamental en la superación del trauma es dar un significado a la vivencia y buscar soporte en los vínculos interpersonales saludables. La superación de un trauma, cuando se desarrollan trastornos psiquiátricos, se logra habitualmente con un proceso de tratamiento dirigido por profesionales de la salud mental especializados en el trauma psíquico", detalla Gillibrand.
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A qué tratamientos puedo recurrir
Hay variadas técnicas sicológicas que permiten establecer una nueva memoria emocional que corrija la experiencia dolorosa. "Existen diversos tratamientos tanto psicoterapéuticos como farmacológicos que han sido probados en trauma psíquico. Específicamente en el estrés postraumático la evidencia científica actual es clara en manifestar que la psicoterapia es el tratamiento de primera línea. En ese contexto, la psicoterapia cognitivo conductual focalizada en trauma, la terapia de desensibilización y reprocesamiento mediante movimientos oculares (Eye Movement Desensitization and Reprocessing, EMDR) y la terapia de exposición prolongada (EP) son las que tienen mayor sustento científico y se muestran como tratamientos efectivos por sobre los farmacológicos u otros tipos de psicoterapia", explica Gillibrand.
Así también lo cree Castillo, quien señala que "tanto la terapia desensibilización y la terapia cognitivo conductual son las que han demostrado mayor efectividad en diversos escenarios (accidentes vehiculares, desastres naturales, agresiones físicas y sexuales) y las que presentan menores tasas de efectos adversos. En las sesiones se le pide al paciente que recuerde con todo detalle el trauma para así desensibilizar y reprocesar las reacciones emocionales en un ambiente seguro y controlado como es el de la consulta. También se incluyen ejercicios de exposición en vivo, que consisten en un enfrentamiento real a situaciones, personas o lugares que puedan estar siendo evitados (por ejemplo, pasar por la esquina donde fue el accidente o asalto), lo que se realiza de manera gradual. Además se identifican, cuestionan y modifican los pensamientos, significados e interpretaciones distorsionadas relacionadas con el evento, intentando reemplazarlas por pensamientos más positivos, se hace psicoeducación y se entregan herramientas de autorelajación", señala.
En el caso particular de EMDR (Eye Movement Desensitization and Reprocessing), explica María Isabel García, "se trabaja ingresando a los recuerdos perturbadores que han sido almacenados de manera inadecuada, estimulando el cerebro mediante estimulación bilateral (ocular, táctil o auditiva, dependiendo de la edad) para que pueda cambiarles la sensibilidad a las vivencias traumáticas y quedar reprocesadas de manera adaptativa. En el caso de un niño esto se hace a través del juego, cuentos, dibujos y estrategias de intervención eficientes y atractivas para ellos", dice.
Como segunda línea de tratamiento están también los farmacológicos y otros tipos de psicoterapias cognitivo-conductuales no focalizadas en trauma. Sobre ello Gillibrand señala que "actualmente existe a nivel mundial importantes esfuerzos destinados al desarrollo de nuevos tratamientos que sean efectivos en trauma psíquico, especialmente farmacológicos. Los avances en la neurociencia del trauma nos dan luces para seguir investigando. En el caso de tratamientos para las manifestaciones agudas de exposición a traumas recientes y con el fin de prevenir el desarrollo de cuadros postraumáticos crónicos, se han desarrollado los primeros auxilios psicológicos (PAP) y protocolos de EMDR especiales, los que pueden ser utilizados en casos de traumas masivos (desastres naturales, terrorismo, etc)", puntualiza.
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