“La Tierra no se puede mover sin música”, dijo alguna vez el jazzista Sun Ra, tal vez evocando indirectamente la creencia budista de que el universo se creó a partir del sonido del om. Si no somos capaces de escuchar la musicalidad del universo, su ritmo y sus notas, es porque sus frecuencias escapan del rango auditivo perceptible por el humano. Pero ahí está la intuición para buscarle, el free jazz para interpretarle y, en definitiva, nuestra expresividad —cualquiera sea ésta— para representarle. Al fin y al cabo, somos el universo: una pequeña fracción, pero parte de él.

“Frente a la naturaleza imitativa de las otras artes, la música posee una dimensión ‘expresiva’, en tanto que presenta la voluntad misma a través del sentimiento”, sostuvo Schopenhauer. Para el filósofo alemán, la música se trata en sí misma de un universo “autónomo y sujeto a unas normas propias, que podría subsistir, en cierto modo, aun cuando el mundo no existiese”. De ahí que entenderla como un mero acompañamiento, o simplemente una entretención —como suelen explotar la industria discográfica y los medios—, no es más que un reduccionismo poco comprensible.

Quien escucha música a consciencia, o de forma “activa”, tiene también acceso a otras dimensiones de expresión de la voluntad. A una espiritual, si se quiere, en la que podemos descansar de la urgencia cotidiana, de las convenciones temporales, e incluso de nosotros mismos.

Las grabaciones y los discos no solo son el testimonio del viaje de Sun Ra y tantos otros artistas hacia el cosmos: son también un portal que nos legaron a nosotros, simples mortales sedientos de musicalidad, para emprender nuestro propio viaje. Desde el sillón de la casa, sin mover un sólo dedo más que para darle al play. Eso, en mi opinión, es más de lo que podría jactarse Elon Musk.

El parlante

Para alguien a quien la música le acompaña y ocupa al menos un tercio del día a escucharla, elegir un equipo adecuado y armar un sistema de audio puede llegar a ser el trabajo de un escultor de sonido. Cada elemento cuenta y tiene un impacto en el diseño de la sonoridad.

Hay quiénes gustan de un sonido análogo, otros de uno digital. Hay quienes prefieren los viejos equipos de audio, otros podrían preferir los más modernos. En esta discusión, el presupuesto no se puede dejar de lado: por más que se añore un sonido de alta fidelidad, un equipo que posea las cualidades adecuadas suele estar muy por encima de las posibilidades de la mayoría. No es extraño que esa lista de deseos se vaya con uno a la tumba.

Pero conseguir buenos equipos de audio, que aseguren ciertos estándares calidad, sin que ello implique desangrarse, es posible. Prueba de ello son los R1700 BT de Edifier. Y lo sé porque los tengo en casa.

Los R1700BT son altavoces tipo bookshelf o de librero, un nombre que probablemente tenga que ver con sus dimensiones —en este caso, 154 x 254 x 215 milímetros—, similares a las de un libro en altura y que, por su profundidad y ancho, bien pueden ir en una repisa acompañando o haciendo de tope a nuestros autores favoritos.

Parlantes Edifier R1700BT: buenos, bonitos y accesibles.

Su diseño es sobrio, aunque algo tosco: no son simplemente rectangulares, como la mayoría de estos dispositivos, sino que en su superficie se dibuja una suave pendiente hacia el fondo; por las laterales inferiores, se describe un corte sobre la tangente. Bien podría ser la cabeza de un androide en una película sci-fi.

El gabinete está hecho de madera MDF, la que se caracteriza por su alta resistencia, además de una porosidad que favorece la pintura, que en este caso es una tonalidad walnut o de nogal. Posee, además, un revestimiento de vinilo que le da cierto brillo; si bien no es mi preferido, no aplaca la sensación de calidez y confort que entrega la madera.

Cuenta con dos bocinas. La de menores dimensiones corresponde al tweeter (de 19 milímetros y 4 ohmios). Y bajo ésta, se encuentra el woofer (de 4 pulgadas y 6 ohmios). Es decir, estos parlantes procesan las frecuencias altas y las bajas de manera independiente. Puedes, también, ajustarlas manualmente desde sus perillas de control, al costado externo del altavoz derecho, sutilmente ubicadas para que no sobresalgan de los límites de su pared. Prueba de la preocupación de Edifier por el diseño.

En la parte trasera del altavoz derecho se encuentra el botón de encendido y apagado, y también el panel de inputs: la conexión entre ambos parlantes es por cable, algo a lo que muchos se están desacostumbrando debido al predominio de la tecnología inalámbrica. Y si bien disimular el cable puede ser un desafío a nivel decorativo, al menos tendrás la certeza de que en cuanto a estabilidad y sincronía no habrá fallos.

En este panel, además, encontrarás una doble entrada tipo RCA para conectar dos dispositivos en simultáneo, algo que puedes dominar sin dificultad desde el control remoto que viene incluido.

Parlantes Edifier R1700BT: buenos, bonitos y accesibles.

Sonido estéreo y conectividad versátil

Los R1700 están pensados para utilizarse de manera análoga. Es decir, conectados por cable a la fuente, que bien podría ser una tornamesa que cuente con preamplificador integrado. De hecho, tiendas como Needle suelen ofrecer combos de tocadiscos y altavoces Edifier.

Yo, sin embargo, les doy otro uso. Curiosamente uno no tan recomendado en las reseñas que se pueden encontrar en la web: mediante Bluetooth. Porque para la tornamesa cuento con unos parlantes pasivos Sony 636, del año 1979, unas reliquias que heredé por ahí. Pero lo que no tenía hasta hace unos años eran unos parlantes para reproducción música de forma inalámbrica, desde el celular o el computador.

La tendencia actual apunta a la compra de altavoces inteligentes, portátiles o barras de sonido, que en su diseño disponen de una sola fuente de amplificación. Por más que aseguren una experiencia envolvente o una inmersión acústica, mi preferencia va siempre por lo que garantice un audio estéreo: la tradicional fórmula de “L” y “R”, formando un triángulo equilátero cuyos vértices son los parlantes y nosotros mismos. Y los Edifier R1700BT cumplen con esa condición.

Parlantes Edifier R1700BT: buenos, bonitos y accesibles.

Entiendo por qué algunas reseñas no recomiendan usar estos altavoces desde la conexión Bluetooth: tienen la versión 4.0, que no es la mejor para transferencia de datos de audio —actualmente, muchos dispositivos tienen la 5.2. Menos aún si son pesados, como los que provienen de Tidal, plataforma de streaming que transmite en alta calidad de estudio y sin pérdida.

Pese a las advertencias, mi experiencia escuchando música digital por vía inalámbrica desde los Edifier R1700BT ha sido impecable. La reproducción de los discos corre sin interrupciones —ni saltos ni pausas imprevistas— e incluso los videos se pueden disfrutar sin latencia alguna.

Los problemas, que son pocos, recién aparecen cuando hay una distancia mayor entre el dispositivo y los parlantes. Unos tres o cuatro metros de separación y la conexión se vuelve más inestable. Sin embargo, si se mantiene dentro de un perímetro razonable, obtienes sonido pleno.

Un buen refugio para el sonido

En términos de importancia, más allá —mucho más allá— de las funciones y las prestaciones que posea un altavoz, está su calidad sonora. Los R1700BT ofrecen un sonido cálido, con una respuesta de frecuencia de 60 Hz a 20kHz, lo que se traduce en graves ricos y agudos definidos, con una muy buena profundidad, lo que permite distinguirles fácilmente – merced también de que cuenta con un tweeter y un woofer. Su potencia es asombrosa, con un promedio de 66 RMS. Esto expresa cuántos vatios soporta sin generar distorsión.

En ese sentido, este modelo contiene y modela de manera muy agradable su sonoridad. Incluso a alto volumen, se puede entablar una conversación sin tener que recurrir a los gritos. Y eso se debe, en buena parte, a que incorpora un sistema de amplificación profesional con procesamiento de señal digital (DSP) y control dinámico (DRC), que se encargan justamente de controlar la distorsión a volúmenes altos y procurar que se mantenga un sonido natural durante la escucha.

En lo personal, nunca le doy el volumen a tope, ni siquiera me acerco a ese nivel. Tampoco agrego demasiados bajos; quienes quieran parlantes atronadores tendrían que optar por otra cosa, como el modelo R1700BTs de Edifier, que tiene una entrada para subwoofer. Un volumen moderado y una suave ecualización del treble y bass, según requiera cada disco, es suficiente para establecer el escenario ideal para las ceremonias musicales.

Si la música es el refugio, el portal hacia otras dimensiones, los parlantes —y el sistema de sonido, en general— son los materiales y dispositivos para hacerlos posibles. Con los Sony 636, para la escucha análoga, y los Edifier R1700BT, para la digital, mi acceso al cosmos está muy cerca.

Parlantes Edifier R1700BT: buenos, bonitos y accesibles.

*Los precios de los productos en este artículo están actualizados al 29 de junio de 2023. Los valores y su disponibilidad pueden cambiar.