Estos productos para lavar la ropa son tan sustentables como eficientes
Además de ser biodegradables, hipoalergénicos, de componentes orgánicos y con envases reutilizables, lavan muy bien. Con poco hacen mucho, por lo que además pueden ser bastante convenientes.
Muchas cosas no me gustan de ser adulto, como no poder llorar para conseguir algo o tener que responder mails tratando de “estimada” a gente que no estimo, pero una de las que más detesto es lavar la ropa.
En realidad, lavar la ropa hoy en día no representa casi ningún esfuerzo, apenas el de echar las prendas sucias a la lavadora y apretar unos botones, pero sigue siendo una desagradable tarea. ¡Solo yo sé cuánto añoro los días en que mis calcetines aparecían mágicamente enrollados en su cajón, las poleras dobladas y mi pantalón favorito, anteayer sucio y arrugado, ahora perfumado y planchado en su colgador!
Pero no volverán. Soy periodista y jamás podré pagarle a alguien para que lave mis calzoncillos y los guarde en el closet mientras yo no me doy cuenta. Como cualquiera, debo hacerlo por mí mismo, en mis pocos tiempos libres, y además añadir los de mis hijos, todavía más hediondos y sucios que los míos.
¿A qué viene todo este reclamo estéril? A nada, es solo un desahogo otoñal, sepan disculpar; los cielos nublados me ponen nostálgico e insoportable. Pero algo que ha aliviado esta sisífica tarea, que se repite como una publicidad en YouTube, interrumpiendo la vida sin falta, son estos productos para lavar y suavizar la ropa.
A simple vista, no se diferencian demasiado de los comunes y corrientes: son dos bidones de la marca chilena Freemet, con la forma que suelen tener los detergentes y suavizantes.
Su distinción está más bien por dentro: como son una empresa B, que fabrica productos para el hogar biodegradables, libres de químicos dañinos y con envases reutilizables, se trata de elementos que no dañan las aguas ni el medioambiente, tampoco desgastan en demasía la ropa, y además son certificadamente hipoalergénicos. Eso significa que no generan reacciones indeseadas en la piel.
Se usan igual que cualquier detergente y suavizante, aunque al ser más concentrados necesitan de menor cantidad en cada lavado. Se dosifican con sus propias tapas, por lo que es fácil saber cuánto hay que echarle.
¿Por qué estos productos han aliviado en algo el desmoralizador momento de lavar la ropa? Primero, porque huelen muy bien. Ambos tienen un intenso pero agradable aroma a manzana verde —nada que ver con los sintéticos perfumes de otras marcas— que solo con abrirlos ya hace más agradable la situación.
Segundo, porque no hay que usar demasiado para que la ropa quede bien limpia. En el caso del detergente concentrado, en el envase sugieren aplicar media tapa para una carga de 6 a 8 kilos de ropa, y hasta ahora ha sido suficiente: incluso los maltratados buzos de mi hijo de 9 años, cuyas rodillas siempre llegan de un oscuro color café, salen impecables con esa dosis.
Nunca fui muy de suavizantes, pues prefiero evitar cualquier cosa que complique o alargue la instancia de lavado. Pero ocupé el de Freemet para revivir mis toallas, que tras salir de la lavadora quedaban secas como cartón corrugado, y logró darles ese confortable toque hotelero al que uno tiene tan poco acceso. Con media tapita en la ranura de la lavadora y listo.
Alguien podría quejarse de que los productos Freemet son caros, que pueden ayudar mucho al medioambiente pero poco al bolsillo. Es verdad que no son los más económicos: en el supermercado de la esquina venden unos bidones de tres litros a 5 mil pesos, tan tentadores como sospechosos. Cuando compré uno, de hecho, no me fue muy bien: gasté poca plata pero mucho producto en cada lavado, de los cuales la ropa salía pegoteada por el exceso de detergente pero sucia por su ineficacia.
Con los Freemet, según mi experiencia, uno puede confiar en su rendimiento. El envase del detergente concentrado dice que rinde cincuenta lavados; hasta ahora, yo le creo. Y si un bidón de tres litros cuesta 12.990 pesos, cada lavado saldrá 250 pesos. Razonable, ¿o no?
Y el tercer motivo es el menos notorio pero quizá el más importante: que se trata de productos sustentables, con compuestos de origen orgánico —como los tensioactivos de aceite de coco—, completamente biodegradables (tanto así que puedes usar el agua del lavado para regar) y cuyos envases son reutilizables.
No es que ahora, cuando me encuentro con el canasto de la ropa sucia desbordado, me inunda un alegre entusiasmo por lavar. Lo sigo detestando. Pero al menos lo hago con esperanzas: de que mi ropa quedará limpia, suave y bien perfumada, y que este desagradable momento no lo será también para el medioambiente.
*Los precios de los productos en este artículo están actualizados al 12 de abril de 2024. Los valores y disponibilidad pueden cambiar.
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