En apenas tres décadas, la evolución del almacenamiento personal de datos ha sido sorprendente. De los discos flexibles de 5 ¼ pulgadas, que permitían almacenar vía magnética apenas unos cuantos kilobytes, pasando por los populares disquetes de 3 ½, que llegaron a soportar 1,44 MB, cifra ridícula para los tiempos actuales pero más que útil para la época, hasta los CD, los pendrive y finalmente los discos duros externos, con cifras que fácilmente llegaban a uno o dos terabytes, casi un millón de veces más de capacidad que aquellos delgados y cuadrados discos de antaño.

Es que de guardar un puñado de documentos de texto y fotografías con crudas resoluciones durante los años noventa, pasamos a almacenar videos y audio, múltiples archivos de todo tipo, y verdaderas bibliotecas de datos y metadatos relacionadas con cualquier actividad productiva o creativa.

Así, el almacenamiento personal, más temprano que tarde, siempre quedará corto. Pareciera ser un axioma a la hora de archivar la materia digitales. Peor aún: los documentos, apps, programas, videojuegos o lo que sea, al aumentar su calidad y complejizar su contenido, también crecen en peso. Es cosa de pensar la gran importancia que se le da hoy a la capacidad de almacenamiento de un smartphone, un computador o incluso una consola, un factor que puede inclinar la decisión de compra.

Pero más allá de las casi inacabables posibilidades que ofrece la nube o el almacenamiento dentro de un equipo, al usuario final le gusta tener su disco externo a mano, conectado, para acceder siempre a esos archivos especiales, independiente del aparato de turno. Así, los clásicos discos duros externos (HDD, por la sigla en inglés de hard disk drive) se transformaron en cómodas extensiones de memoria, con capacidades altísimas para cualquier tipo de usuario, y la mejor manera de guardar el archivo fotográfico, las películas favoritas, documentos de trabajo o videos personales, todo en un mismo lugar.

A la izquierda, un disco en estado sólido (SSD). A la derecha, uno tradicional HDD.

Pero la tecnología, lo sabemos, no se detiene y hace algunos años llegó con una nueva generación de discos de almacenamiento: los de estado sólido (SSD, por solid state disk). A diferencia de los HDD, estos no cuentan con partes mecánicas ni con discos magnéticos que giran a gran velocidad (entre 5.400 a 7.200 revoluciones por minuto) dentro de un compartimento.

En vez de hacer ese trabajo —el que genera los característicos ruidos y vibraciones de los discos duros—, los discos SSD almacenan información a través de memorias flash interconectadas, no muy distinto a como lo hacen los pendrives o memorias USB, solo que en una escala mayor. Además, un procesador interno lee y graba los datos, por lo que su velocidad de transferencia, recuperación y lectura es muchísimo más rápida y silenciosa (no hay discos que giran) y consumen mucho menos energía. Además, en tamaño son iguales.

Hasta hace poco, contaban con un gran obstáculo: su precio, que solo los dejaba al alcance de usuarios muy específicos o personas con mayor poder adquisitivo. Afortunadamente para el público general, su costo ha caído muy rápidamente durante los últimos años, y hoy comprar una de estas unidades dejó de ser una inversión prohibitiva. Y realmente vale la pena.

Hace un tiempo les contábamos de las ventajas que tenía cambiar el viejo disco HDD por un nuevo SSD: es realmente como darle una pócima rejuvenecedora a tu computador, ya sea un notebook o uno estacionario. La eficiencia, la velocidad, el rendimiento e incluso la batería mejorarán notoriamente al renovarlo por esta tecnología.

Algo que también se puede aprovechar de forma externa. Aunque los HDD siguen costando menos por GB, para quienes tenemos y necesitamos varios discos duros con información, bibliotecas de archivos, fotografías 4K, presentaciones, trabajos académicos o escolares, los SSD son un mejor producto en todo sentido.

Ya hacia fines del 2021, cuando durante la pandemia aumentó explosivamente la necesidad de estos dispositivos, ya habíamos comentado las mejores unidades disponibles en nuestro mercado en ese momento. Pero la cosa vaya que se ha renovado.

Los principales actores

En el mercado local tenemos varias marcas disponibles, pero las que se disputan los primeros lugares son Kingston, Western Digital, SanDisk y, más atrás, Seagate. Todos ellos cuentan con discos SSD para distintos gustos y necesidades. Repasemos las ultimas unidades que han llegado a nuestras tiendas.

Kingston

La californiana Kingston Technology Corporation, fundada en 1987, se ha hecho popular tanto por su portafolio de unidades de almacenamiento como por su línea de accesorios gamer HyperX, que fue vendida a HP el 2021.

Dentro de sus múltiples posibilidades, la Kingston XS2000 es quizás una de mis unidades favoritas. Es compacta (cabe fácilmente en un bolsillo de pantalón), liviana, silenciosa, con un poderoso cable que asegura una buena conexión vía USB-C 3.2 Gen 2, y una muy y rápida tasa de transferencia de 2.000 MB/s. Qué mejor.

Además, posee clasificación IP55 para resistencia a salpicaduras y polvo, y cuenta con una práctica funda de goma extraíble para resistir golpes. Viene en tamaños que van desde los 500 GB a los 4 TB, para Mac y Windows.

Disco externo SSD Kingston XS2000 500 GB


SanDisk + Western Digital

SanDisk es otro de los grandes nombres en estas materias, una marca especializada especialmente en memorias flash, tarjetas de memoria, almacenamiento USB (pendrives) y hasta reproductores de audio portátiles. De hecho, en 1991 fabricaron el primer disco SSD para IBM, con una capacidad de 20 MB y a un precio de mil dólares. Hoy, la marca es parte de Western Digital, que funciona como la compañía madre y que sin duda es otro de los actores clave de este negocio.

La unidad estrella de la marca hoy es el G-Drive Pro Studio, una bestia de almacenamiento sólido de 7,68 TB (curioso número). Enfocada por supuesto a un ambiente más profesional y para contenidos de gran volumen, es una unidad relativamente compacta y muy resistente, que cuenta con velocidades de transferencia de 2.600 MB/s vía USB-C 3.2, pero que, dado su enfoque, también tiene un necesario ventilador y conector de corriente. No es tan portátil, pero debe ser la unidad más poderosa disponible en nuestro país.

En términos más normales, la marca tiene también el G-Drive ArmorATD, similar en características a la unidad de Kingston, con capacidades que llegan hasta los 5 TB, en una carcasa de aluminio ultra resistente al polvo, la lluvia, las caídas y con garantía por tres años.

Disco externo SSD SanDiks G-DRIVE ArmorATD 2 TB


Seagate

Esta compañía norteamericana, fundada en 1979, siempre ha sido un actor clave en el almacenamiento de datos. Mal que mal, fueron los creadores del disco de 5 ¼ pulgadas en 1980. Hoy, junto a Western Digital, Seagate domina el mercado global de los discos duros, con una amplia línea de soluciones para usuarios comunes, gamers y corporaciones.

Su unidad “todo terreno” disponible hoy en Chile es la One Touch, que es ofrecida desde los 500 GB a los 2 TB, tanto para Mac como para Windows e incluso para teléfonos Android. Es pequeñísimo —apenas 5 x 7 cm— y muy ligero —45 gramos—, por lo que literalmente cabe en cualquier bolsillo, incluso en el de un pantalón ajustado. Con conectividad USB-C Gen 2 3.2, sus velocidades de transferencia alcanzan los 1030 MB/s y tiene un software especial de sincronización para ayudar a mantener todos los archivos y documentos en orden. Incluso cuenta con un servicio de recuperación de datos, que esperamos nunca ocupar.

Disco externo SSD Seagate One Touch 500 GB


*Los precios de los productos en este artículo están actualizados al 27 de junio de 2023. Los valores y su disponibilidad pueden cambiar.