Todos fuimos lactantes en algún minuto de nuestras vidas, aunque evidentemente no recordamos nada del proceso de tomar leche del cuerpo de nuestra madre. Más raro aún es cuando eres mujer, estás en edad fértil y eres una bomba de tiempo. La idea de que en algún momento de tu vida vas a ser una pequeña fábrica de leche para tu futuro hijo o hija se siente loca, pero cuando sucede es lo más natural del mundo.

Ignacia recuerda su periodo de lactancia como una etapa “muy natural y bonita, jamás me dolió ni me salieron grietas”. Para ella amamantar fue mucho más que solo la alimentación. “Es también contención y entrega una oportunidad de conexión muy íntima con tu guagua”. El pequeño Cristóbal, su hijo, fue diagnosticado con alergia alimentaria, por lo que tuvo que hacer algunos sacrificios, principalmente restringir alimentos como el huevo, los frutos secos y los lácteos por ocho meses.

Aún así, recuerda esta experiencia con mucho amor. “En mi caso en particular, y como he querido vivir mi maternidad, no ha sido un sufrimiento, sino que un acto de amor y entrega enorme”, afirma.

La leche materna es el primer alimento natural que ingiere un bebé en su vida e, idealmente, es su único sustento nutricional durante sus primeros 6 meses de vida y uno de los principales durante los primeros dos años. “Sigue aportándoles al menos la mitad de sus necesidades nutricionales durante la segunda mitad del primer año y hasta un tercio durante el segundo año de vida”, dice un artículo de la Organización Mundial de la Salud sobre la lactancia materna.

Pero no solo los alimenta. “Promueve el desarrollo sensorial y cognitivo, además de proteger al bebé de enfermedades infecciosas y crónicas”, agrega en ese texto la OMS, por lo que el consumo exclusivo de leche materna natural reduce notoriamente la mortalidad infantil y favorece un pronto restablecimiento en caso de enfermedad. Por otro lado, la lactancia también tiene beneficios para la madre, como disminuir el riesgo de cáncer ovárico y mamario, además de ser inocua para el medio ambiente.

“El ser humano está tan frágil e indefenso en esa etapa que la leche materna, y todo el proceso de lactancia, resulta esencial en su desarrollo cerebral”, dice Ana María Gallegos matrona de Clínica Vespucio. “Esta fase tan sensible es crucial para su crecimiento futuro, incluidas sus relaciones con el medio, con otros y consigo mismo”, explica.

Educación de lactancia

Aunque es un proceso natural, que tiene mucha intuición de por medio, la lactancia también es algo que se puede aprender. Desde la experiencia de otras madres cercanas o los consejos de la matrona, el grupo de apoyo, una dula o incluso una asesora de lactancia, todo apoyo suma para ganar confianza y seguridad.

En la Comunidad de la Leche (@delaleche), una corporación sin fines de lucro y autofinanciada —no reciben fondos ni donaciones, aseguran—, tienen como principal objetivo informar, formar y acompañar a las mujeres que están pasando por esta etapa. “Nos consideramos lactivistas-feministas, sacando a la mujer y la lactancia del espacio doméstico”, comenta Paula Herrera, su cofundadora.

Para Paula, una madre primeriza debe “informarse en espacios seguros, donde los consejos se basen en una mirada científica”. Lo ideal es que esta búsqueda de información comience incluso antes del nacimiento. Es lógico que durante la gestación las embarazadas se prepararen más para el parto, pero según Herrera es importante no dejar de lado la lactancia.

“Asistir a grupos de apoyo a la lactancia desde el embarazo, o incluso antes si se piensa en tener un bebé, ha demostrado ser una de las mejores estrategias para tener una lactancia materna exitosa desde el inicio”, comenta.

“Este no es un proceso fácil, y el principal factor de riesgo para fallar en él tiene que ver con no haber amamantado nunca antes”, analiza Lilian López, neonatóloga de Clínica Santa María. “Ser primeriza aumenta la posibilidad de que no se haga correctamente”.

Por eso, lo primordial es educarse, informarse y documentarse. “Siempre hay cosas distintas para ofrecerle a cada una, y las mamás que tienen más de un hijo saben que la estrategia de amamantamiento cambia de hijo en hijo”, dice López. Eso significa que todas las guaguas maman de maneras distintas, por lo tanto hay que hacerse la idea de que este es un viaje de aprendizaje y trabajo.

La ayuda

La figura de las asesoras de lactancia es bastante común en estos días. Son aquellas que durante el periodo de gestación te dicen “cómo funciona el proceso y entregan información acerca de las técnicas de acople y posiciones”, cuenta Carla Niada Stanton-Yonge, asesora de lactancia certificada (@carla.asesora.lactancia). Durante esta etapa ayudan a “aclarar mitos, saber qué cosas son esperables y normales en la lactancia, y cuáles son los signos de alerta”.

“Sabemos que los recién nacidos pueden reconocer a su madre a través de su olor, su voz; que necesitan intercambiar miradas con la persona que los cuida y son capaces de comunicarse a través de gestos o sonrisas”, dice Gallegos. “Entonces todo este proceso no es solo la técnica en sí, sino que involucran muchas cosas más que están relacionadas con el apego”.

“La técnica misma va a depender de algunos factores físicos de la madre, como la forma del pezón, y también de los del recién nacido”, agrega, y es por esto que muchas veces es necesaria la ayuda de una especialista que guíe, contenga y eduque.

Entendiendo el acople

Usualmente, lo que vemos cuando estamos frente a una madre dándole leche a su guagua, es al bebé engullendo del seno de su mamá. A esta situación las expertas le llaman acople y es parte fundamental del proceso de la lactancia.

“Solo nuestro bebé sabe cuándo y cuánta leche tomar, y si hay un buen acople no necesita de ningún otro apoyo o sustituto”, dice Herrera, refiriéndose a la leche de fórmula. “La lactancia debe ser a libre demanda, para que esa madre mantenga una producción adecuada. Lo único que ayuda a producir más leche es la succión constante del bebé, o en su defecto el estímulo de un sacaleches”.

“Un buen acople al pecho y una buena postura permiten, en la mayoría de los casos, una adecuada estimulación de la glándula”, complementa Niada. Es por esto que si estás teniendo dificultades para que tu guagua se acople, debes consultar con un especialista en lactancia.

“No es que la mamá llegue, se ponga a la guagua en el pecho y listo”, comenta la neonatologa Lilian López. “Son muy pocas las madres que logran hacerlo sin complicaciones de forma instintiva: se requiere de una forma de tomar al niño, de flectar su cabeza, de cómo acercarla al pecho, por lo tanto conviene que en un comienzo sea supervisado”.

Los primeros días de lactancia

Con respecto al comienzo del proceso, que empieza pocos minutos después del parto, “desde el punto de vista médico establecemos un mínimo de veces que la guagua debería mamar al día, de acuerdo a lo que se necesita para estimular esa mama y para lograr pequeñas alimentaciones”, explica López.

El primer día, se recomienda al menos hacer ocho acoples con el bebé. Al segundo día, “las mamás a veces se desesperan pensando que no tienen la suficiente leche. Sin embargo, es un proceso natural, porque efectivamente los volúmenes de calostro —la primera leche que produce la madre, con nutrientes esenciales para esas horas iniciales— suelen ser escasos y las guaguas intentan compensar eso mamando con más frecuencia”, analiza López.

“El estómago de un bebé es del tamaño de una nuez, muy chiquito”, dice Gallegos. “Inicialmente, el volumen del calostro es de gotitas pero altamente concentradas, que proporcionalmente le van a ir entregando al bebé los nutrientes que requiere”. Algo que cambia luego de las primeras 24 o 48 horas, “cuando el volumen y las características de la leche varían y empieza a aumentar la producción”.

“El primer mes deberíamos preocuparnos de ofrecer seguido, que idealmente no pasen más allá de 3 o 4 horas entre una toma y otra”, recomienda Niada.

El poder de la leche

Como decíamos al comienzo, la OMS recomienda dar lactancia materna exclusiva hasta los 6 meses, y de manera complementaria con otros alimentos hasta los 2 años. Sin embargo, no existe un consenso taxativo al respecto.

Carla Niada sugiere que “la lactancia sea a libre demanda; es decir, ofrecerla cada vez que nuestro hijo la pide y hasta que suelte el pecho. Este proceso siempre tiene duraciones distintas, por lo que es importante olvidar el reloj y prestarle más atención a las señales de nuestro hijo”, expone.

En eso coincide Paula Herrera, cofundadora de la Comunidad de la Leche. “La lactancia materna debe ser siempre a libre demanda. Solo nuestro bebé sabe cuándo y cuánta leche tomar”.

“No hay un consenso real sobre el tiempo”, dice la matrona Gallegos. “Antes se pensaba que era más o menos hasta los seis meses, cuando los niños empiezan a recibir otros alimentos adicionales”. Sin embargo, esa postura ha ido cambiando. “Está demostrado que un niño o niña perfectamente puede mantener una lactancia no exclusiva o más libre hasta el año y medio o dos años”. Por lo tanto, para ella al final se trata “de una decisión de los dos: de la madre y su bebé. Cada caso es distinto y muchos factores distintos pueden influir”.

Consejos y tips

El calostro como cicatrizante

“A veces, el tejido del pezón suele ser muy sensible, y con la succión el pecho se desbanda”, dice Gallegos. “Cuando hay lesiones, primero se hace una aplicación del mismo calostro en la zona —que es uno de los mejores cicatrizantes y lubricante de los pezones para mantener un tejido sano— y después de lanolina, que es como una vaselina, pero un poco más sólida, y que también ayuda a lubricar”.

Si usas lanolina, úsala bien

“Un error que cometen las pacientes es que se ponen una capa gruesa de lanolina y la dejan ahí hasta la próxima lactancia”, relata Gallego. Por el contrario, la idea es que sea una capa delgada, para que se pueda absorber y en la próxima lactancia el bebe se acople sin ninguna restricción. “Así, habrá protección y a la vez lubricación, para que logre regenerarse”.

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Manipular lo menos posible la mama

“Estamos diseñadas para amamantar y, por lo tanto, nuestro cuerpo va a producir sustancias y hormonas para ayudar al proceso”, afirma Paula Herrera. “Si nos fijamos, la areola que rodea al pezón tiene unos puntitos. Estos se llaman tubérculos de Montgomery y entre sus funciones está lubricar la zona para que no sufra por el roce”. Además, el olor de este “aceite lubricante” es igual al del líquido amniótico que los cubría en el útero, y es así para que los bebés se sientan familiarizados a él. Justamente es por esto que algunas personas recomiendan no lavar con jabón el pezón, sino que ojalá “dejarlo al aire libre y manipularlo lo menos posible”.

Si te rechazan la pechuga

“Es muy raro que un recién nacido no tolere la leche de la madre”, dice López. “Incluso en situaciones críticas, cuando uno piensa que el niño está con problemas gastrointestinales, como las alergias alimentarias —que están siendo tan frecuentes en este último tiempo—, los niños igual quieren mamar”. En el caso de que el niño esté haciendo gestos de rechazo al pecho, eso se debe “consultar con el o la pediatra, idealmente neonatólogo si es que se trata del primer mes de vida, para enfocar esto y que necesita”.

Si no te baja la leche, no temas

“Muchas veces creemos que producimos poco, ya que en el posparto inmediato vemos el calostro, que sale en pequeñas cantidades”, comenta Carla Niada. “Pero esa pequeña cantidad es la necesaria para nuestro hijo”. Usualmente, “la leche suele bajar alrededor del tercer día, sin embargo, es importante mantener una succión frecuente para estimular la producción”, asegura.

“La bajada de leche habitual es a las 72 horas de vida del recién nacido. Se llama bajada retrasada cuando esto ocurre después”, complementa Lilian López, y llama a la calma. “No es raro que pase y hay factores que van a aumentar esas posibilidades. Si esto ocurre, antes de que el niño empiece con la alimentación lo ideal es consultar a una matrona de lactancia para asegurar que la producción de leche sea adecuada”.

Cuando tienes herido el pezón

Una opción es ir “alternando las mamadas, de forma que descanse por un periodo de tiempo la zona herida”, recomienda la matrona. “Una medida más avanzada son las pezoneras, una especie de chupete que se adosa a la mama. Así, el proceso de succión no es directamente en el pezón, entonces se puede usar durante el proceso de cicatrización”.

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“Un consejo para usar este chupete es ponerlo en el pezón y luego extraer un poco de leche, para que este se llene y, cuando el bebé se tenga que acoplar, no sea necesario que succione y trabaje tanto”, relata Gallegos. Es una “pillería” para beneficiar el acople.

El lado comunitario de la lactancia

“Es importante visibilizar y educar sobre los procesos de lactancia, ya que son clave para bajar la ansiedad de las madres”, dice Paula Herrera. Cuenta que desde la Comunidad de la Leche tienen grupos de apoyo a lo largo de todo Chile. Estos son gratuitos y no hay ningún requisito para poder asistir. También cuentan con asesorías gratuitas de lactancia para quienes no pueden costearlas. “El llamado es a empoderarse en el rol de madre, buscar apoyo desde el embarazo y leer e informarse de forma segura”.


*Los precios de los productos en este artículo están actualizados al 24 de mayo de 2021. Los valores y disponibilidad pueden cambiar.