Durante tres años consecutivos, Chile fue uno de los palcos más apetecidos del planeta para presenciar los eventos más espectaculares en materia astronómica: tres eclipses solares completos – en la Región de Coquimbo, en 2019; La Araucanía, en 2020; y la Antártica, en 2021. A estos se sumaron eclipses lunares, conjunción y oposición lunes y planetarios, lluvia de estrellas y meteoros, entre otros fenómenos que tuvieron a buena parte del mundo con la vista puesta en el cielo.
El eclipse solar de 2020, incluso, generó el caos en Pucón y otras zonas de la Araucanía, producto de la llegada masiva de turistas que no se querían perder un puesto en las locaciones de mejor visibilidad para el evento astronómico. El problema es que todo esto se dio en medio de la primera ola de covid-19, por lo que cualquier acontecimiento que convocara masas aumentaba el riesgo no sólo de contagios y muertes, sino que también de restricciones individuales. El alcalde Carlos Barra,– uno que siempre está feliz de recibir al turismo–, clamaba inútilmente en los medios porque la gente no siguiera viajando hasta la comuna de la provincia de Cautín. “Nos interesa cuidar el verano”, argumentaba ante la posibilidad de que la avalancha les costara tan caro como un período estival en confinamiento.
Como sea, el interés popular por lo que ocurre a nivel extraterrestre ha crecido en los últimos años. Así lo aseguran los especialistas y lo acreditan otros hechos, como las charlas del astrónomo chileno, Premio Nacional de Ciencias Exactas en 1999, José Maza, cuyo estatus científico devino en el de una especie de rockstar, capaz de convocar a 4 mil personas en el Teatro Caupolicán para conferenciar acerca del universo.
Y ese interés tiene una base mucho más profunda que una simple tendencia. El norte de Chile ofrece 300 días de cielos despejados – más que cualquier otro país–, lo que se suma a otras condiciones climáticas y geográficas ideales para la observación astronómica. No por nada es que el 40% de la infraestructura mundial para la exploración del universo se ubique en territorio nacional. Entre las instalaciones astronómicas, surgidas de asociaciones internacionales, destaca el Atacama Large Millimeter Array (ALMA) – el mayor proyecto de este tipo en el mundo, localizado en el Desierto de Atacama–, y el Observatorio Paranal, el más poderoso y avanzado del planeta gracias al Very Large Telescope (VLT).
Ser autodidácta
“Chile es el mejor lugar del mundo para la observación astronómica”, resume Roberto Antezana, uno de los astrofotógrafos más destacados del país. Tiene más de 40 años de experiencia en el área, la que aprendió de manera autodidacta y que comenzó a desarrollar de manera profesional cuando, en 1989, ingresó como asistente de técnico en el Observatorio Astronómico Nacional de Chile (OAN), ubicado en la cima del Cerro Calán. Puesto al que llegó recomendado por José Maza. Un lugar al que se empeñó en llegar, porque fue allí donde nació su obsesión por la astronomía.
Comenzó muy pequeño, de la mano de su padre, quien ya a los 8 años le incentivaba a observar el cielo y aprenderse las constelaciones. “Y a los 12 me llevó al OAN donde pude ver por primera vez a Saturno y sus anillos. Fue una experiencia que marcó mi vida”, comenta Antenzana. Su fijación con el segundo planeta más grande del sistema solar tuvo premio en 2019, cuando fue reconocido en el concurso internacional AstroCamara. Consiguió el tercer lugar de la categoría Astrolandscape, gracias a su fotografía “Saturno se levanta sobre la cumbre del Cerro Provincia con dos montañeses”. En ella, se puede ver, en pleno atardecer y con sorprendente nitidez, al cuerpo que se encuentra a una distancia promedio de 1.275 millones de kilómetros de la Tierra.
Antezana es, quizá, la prueba más fehaciente de que se puede aprender de astronomía por cuenta propia. Y vaya que lo logró: pasó de observar supernovas en los libros que analizaba en paralelo a sus estudios de Artes Plásticas, a descubrir más de 190 en la vida real. “Claro que se puede aprender”, dice. Y, para ello, recomienda comenzar por observar el cielo y sus detalles. Apoyarse en libros, blogs – como el del Círculo Astronómico nacional – y otras fuentes de información, revisar las constelaciones y luego buscarlas a simple vista: hay que agudizar el ojo. “Ir al Planetario, también puede ayudar mucho”, asegura.
No es el único profesional que sí cree en la posibilidad de aprender en casa. El Dr. Ronald Mennickent, astrónomo de la Universidad de Concepción e investigador del Centro de Astrofísica y Tecnologías Afines, más conocido como CATA, considera que con la guía apropiada y ocupando los recursos que ofrece la Internet, se puede entrar en el universo de la astronomía. “Lo mejor es acudir a sitios web y vídeos de Youtube de instituciones de prestigio”, dice el primer astrónomo en recibirse en Chile.
Para Mennickent, la popular serie documental Cosmos, creada por el astrónomo estadounidense Carl Sagan en los 80s, es una “muy buena fuente” informativa. Así como también lo es el canal de Youtube Crash Course – tiene más de 13 millones de suscriptores en el mundo. Mientras que, para los niños, recomienda el blog educativo del proyecto Alma.
Por su parte, el astrofotógrafo Onias Rojas, fundador del proyecto Astronias, el que ofrece observación astronómica desde el poblado de Gualliguaica, en el Valle del Elqui, también ve con buenos ojos interiorizarse en la materia a través de plataformas como las que se ofrecen en redes sociales, donde se pueden encontrar astrónomas y divulgadoras científicas como Jennifer Anguita (AstronomiaRapidita) y Francisca Contreras (Fran.Astronoma). “En Youtube, uno de los que más me gusta, porque es fácil de entender y muy entretenido es Javier Santaolalla (creador de Date un Vlog)”, agrega.
Libros como “Observar el cielo”, del astrónomo amateur canadiense David Leby, y los de autores chilenos como el propio “Profesor Maza”, son mencionados como buenos puentes de introducción.
Algunas consideraciones
Bueno, si alguien por acá espera poner un telescopio en casa y ver en detalle a Saturno casi que por defecto, sufrirá una importante decepción y tendrá que trabajar mejor sus expectativas. Porque no es así. No se nace sabiendo leer. Y ese es un error clásico, según sostiene Roberto Antezana.
Hay que entender que ni la ciudad ni un hogar promedio reúnen las condiciones ideales para la observación astronómica. Esto puede ser debido a su ubicación, su infraestructura, la contaminación lumínica interna y/o externa, además de otros tantos factores. Sin mencionar al equipo con que se cuente, porque a menos que seas Elon Musk, difícilmente podrás conseguir uno de estos telescopios que se utilizan en los observatorios profesionales.
Pero que eso no te desanime, porque eso no significa que no puedas ver un montón de maravillas del espacio exterior. Más bien, debes entender esta advertencia como un control de expectativas. Dicho esto, hay algunos aspectos a considerar a la hora de instalar tu equipo y ponerlo en práctica. Entre estos se encuentran las condiciones ambientales. Ronald Mennickent dice que lo ideal es un cielo libre de nubes y de humedad, y “es importante cuando se usa instrumentación que haya poco o nada de viento”. Esto pone inmediatamente al verano como la estación más adecuada y al sur del país como una zona menos apta para la observación astronómica. Sin embargo, esto no quiere decir que no se pueda realizar, sólo que hace que conseguir resultados sea más complejo.
Si bien “en cualquier estación del año se pueden hacer buenas observaciones”, como dice el astrónomo, ocurre que en el verano las estrellas brillan como en ninguna otra estación. “Uno mira el cielo y suele descubrir fácilmente a las Tres Marías, que en realidad es parte de la constelación de Orión, que es el brazo de nuestra galaxia”, apunta Onias Rojas.
Por todo esto es que, en casa, lo aconsejable es buscar un sitio oscuro, lejos de fuentes luminosas. “Apagar todas las luces que pueda apagar”, dice Mennickent. “Si quiere observar el cielo, elija noches sin luna o con poco brillo de ésta. Y elija un lugar donde pueda ver una gran porción del cielo”, agrega. Esto en caso de querer observar estrellas, pléyades, planetas y otros. Si lo que se quiere es observar la luna, entonces, mejor fijarse en el calendario lunar para elegir las noches en que esta se muestra en su mayor plenitud.
¿Por qué no sirve instalar un telescopio dentro de la casa? Porque aunque apagues todas las luces, estás expuesto a lo que se llama “turbulencia atmosférica”, que es lo que se produce cuando se genera un cambio brusco de temperatura, por ejemplo, al abrir la ventana. “Por ponerlo de alguna manera, es como cuando uno está en una fogata. Lo que hay detrás del fuego se ve como borroso”, dice Antezana. Por eso recomienda, a quienes tienen patio, instalar su telescopio en la esquina más oscura y alejada de la casa.
Y si bien no hay mejores horarios durante la noche, lo ideal es practicar la observación en las horas que se consiga la mayor oscuridad en el entorno del hogar. En el caso de Onias Rojas, prefiere hacerlo a las 3 de la mañana: “Menos luces, menos ruidos para la astrofotografía; ideal y relajante”.
¿Qué se puede observar?
Esto depende de la ciudad y del instrumento que se use. El doctor Mennickent explica que, si se trata de una gran urbe, “llena de fuentes luminosas, usted podrá ver menos estrellas que en una pequeña con pocas fuentes luminosas”. Dependiendo de esto y de la buena vista de cada cual, se puede disponer del ojo desnudo para observar, en la época del año adecuada, a la nebulosa de Orión, Las Pléyades – también conocidas como Las Siete Hermanas, por ser un cúmulo abierto de siete estrellas, ubicadas en la constelación de Tauro–, también se puede ver a la estrella más brillante distinguible desde la Tierra, Sirio, la que, según Rojas, es la explicación de por qué solemos dibujar a estas esferas de gas con cinco puntas.
Venus, Saturno y Júpiter son, también, distinguibles a simple vista. Aunque, como remarca Antezana, a diferencia de las estrellas, que son estáticas, los planetas se encuentran permanentemente en movimiento, por lo que no es posible observarlos en toda época del año. Cuándo es que se pueden observar va variando año a año, de manera que si tu misión es ver a alguno de estos, debes mantenerte informado sobre su ruta.
Con equipos, como binoculares, “se tiene acceso a cúmulos abiertos como el de Ptolomeo, en la constelación del escorpión y a varias nebulosas”, dice Mennickent, quien asegura que, tratándose de equipos de iniciación, los binoculares pueden ser “mucho mejor inversión” que un telescopio. Esto, por su versatilidad, portabilidad y porque será fuente de menos frustración. “Nunca se mirará por telescopio las espectaculares imágenes que se ven en la internet, eso hay que darlo por sentado para no generar falsas expectativas. Pero con un buen telescopio de iniciación puede ver muchos cráteres lunares, los anillos de Saturno y las franjas de Júpiter, lo que puede ser muy gratificante”, explica el académico de la Universidad de Concepción. Y advierte, que de poseer uno de estos equipos, nunca, jamás, se te ocurra apuntar hacia el sol. “Puedes perder la vista”.
Kit de iniciación
Si ya te picaban los dedos por saber qué equipo comprar para tener en casa, bueno, aquí lo tienes. Un buen kit de iniciación, para Onias Rojas, consiste en una linterna de luz roja o verde, un puntero astronómico verde chaleco – que permite utilizar al cielo casi como un pizarrón–, además de contar con el apoyo de una carta o mapa estelar, que bien puede ser una app para smartphones como Stelarium o Skymap; y una libreta de apuntes y lápiz, “para que anotes cada día lo que ves y descubres”.
Para una observación más en detalle, los especialistas recomiendan el uso de binoculares y un telescopio. Lo importante, para Mennickent es fijarse en la calidad y no tanto en la capacidad de aumento. Esto, porque es fácil caer en la tentación de buscar los que tengan el mayor alcance, pero eso está inevitablemente amarrado al precio, por lo que conseguir unos realmente potentes, pueden costarte la casa de tus sueños que jamás tendrás, el auto, la moto, y unas cuantas chucherías más. “En general, mientras más caro el instrumento será mejor. Una vez elegido un presupuesto disponible, buscar lo que se puede obtener de marcas reconocidas, porque dan ciertas garantías”, dice el investigador del CATA.
Roberto Antezana sugiere comprar estos equipos en tiendas especializadas y no en el retail. Y recomienda marcas como Celestron y Meade, las que se pueden encontrar en Telescopios Chile, una de los locales de productos de astronomía más clásicos de Santiago.
En cuanto al aumento de cada instrumento. Mennickent sostiene que binoculares de 7x50 – es decir, siete aumentos y 50 milímetros de diámetro de lente objetivo – “no dejará en bancarrota y permite aprender de constelaciones, cúmulos, estrellas, planetas y de la luna”. Advierte que “no se podrá resolver el disco planetario de Saturno o Júpiter”, porque para ello, se necesita de un telescopio de buena óptica, “ojalá sin aberración cromática, que proporcione un aumento de 50, 75 o 100 veces’'. En ese sentido, afirma, “un buen reflector newtoniano de unas 4 pulgadas maneja relativamente bien la aberración cromática y es bastante portátil”.
*Los precios de los productos están actualizados al 28 de enero de 2022. Los valores y su disponibilidad pueden cambiar.