Cuenta la historia que fue el guitarrista Robby Krieger quien llegó hasta Venice Beach, donde The Doors intentaba componer su disco debut, con las primeras ideas de lo que sería “Light My Fire”, el single que lanzó a la banda de Jim Morrison al estrellato.
Pese a que los créditos de composición fueron otorgados a Krieger, el resto del grupo no consideró la idea del guitarrista una opción real hasta que el tecladista Ray Manzarek le puso la guinda a esa torta. Lo hizo con un solo en forma de espiral a través de su teclado Vox Continental, que sirvió de introducción y brújula para una canción que serpentea por la selva psicodélica y revolucionaria de fines de los sesenta.
“Light My Fire” sería la canción más popular de The Doors. Y Ray Manzarek uno de los mejores tecladistas en la historia del rock, un mago con trucos de música clásica, jazz y blues pero con un sentido pop que le permitió incluso suplir la falta de un bajo en el cuarteto de Los Ángeles.
En las décadas posteriores, el teclado fue mutando en su rol y sonoridad. Pasó de la psicodelia al rock progresivo, a fines de los setenta se fue al funk, luego al new wave y la experimentación de los ochenta, subió con el rave a comienzos de los noventa y, al final de esa década, siguió con una segunda ola de electrónica con enmarque pop. Así llegamos a los 2000, que en Chile fueron recibidos con una arremetida del circuito indie pop. Gepe, Javiera Mena, Alex Anwandter y Dënver, entre otros, modelaron un sonido generacional donde el teclado es tanto un hilo conductor como un termómetro de las emociones juveniles.
Mariana Montenegro, voz y tecladista del extinto dúo Dënver, cuenta que llegó al instrumento por medio de su padre Miguel. “Él tocaba, incluso hizo un disco. En la casa teníamos un piano vertical, un secuenciador —que es como un piano electrónico— y una guitarra. Ni siquiera me acuerdo de cómo aprendí a tocar teclado; fue como aprender a hablar”.
Su gusto por las teclas decantó por aspectos tan circunstanciales como artísticos. En el teclado, a diferencia de la guitarra, por ejemplo, ella sabe exactamente qué nota toca con cada uno de sus dedos sobre las teclas. Además, es versátil, porque ofrece la posibilidad de tocar armonía y melodía de forma simultánea. Eso de paso lo vuelve un “instrumento que se vale por sí mismo”. Con éste o con el piano —dice Montenegro—, “puedo tocar sola y sentir que el espacio está lleno. Eso me gusta”.
La versatilidad es, quizá, una de las cualidades más valoradas de los teclados. Es el caso de Felipe Rojas, pianista y tecladista, además de docente del instituto musical Projazz. “El teclado cubre gran parte del registro armónico, por lo que puedes jugar solo con él, acompañar a alguien o formar parte de una banda mayor”. Por otro lado, “te permite jugar con los sonidos, con las capas, y eso es algo que no termina nunca”.
Algo similar le ocurrió al compositor y multiinstrumentista Franz Von Marttens, profesor en Estación Rock. “Cuando comencé en la música, pasé por varios instrumentos como la guitarra, la batería y el bajo, hasta que llegué al teclado, donde finalmente me sentí a gusto. Es un instrumento súper completo y versátil, con el que podía tocar las canciones que más me gustaban de manera sencilla, con una calidez fantástica y sin la necesidad de requerir de más personas o instrumentos para entender la musicalidad de cada pieza”.
Mi primer teclado
Rojas recuerda que no llevaba mucho tiempo introduciéndose en el mundo de los teclados, cuando su madre le regaló un Kawai FS690. “Era un teclado no de gama muy básica, porque era de cinco octavas, tenía funciones y sonidos bastante interesantes, y también algo bien interesante para la época que era un secuenciador de dos pistas. Entonces, podía crear unas líneas de bajo o hacer una cama con algunas cuerdas; yo tocaba encima y ya creía que tenía una banda”.
Para Felipe, aprender un instrumento consiste en jugar. Puede ser solo, encerrado en la pieza, como fue su caso, con los amigos o compañeros del colegio, como hizo Franz, o haciendo shows para la familia junto a las primas, tal como comenzó Mariana. De la forma que sea, jugar permite aprender a relacionarse con el instrumento.
La ventaja de hoy es que no necesariamente hay que contar con uno para comenzar a descubrirlo. “Hace 20 años, uno veía casi exclusivamente a los profesores con teclados, mientras que actualmente podemos tener uno virtual en nuestro celular, con aplicaciones como Simply Piano o Flowkey, que nos facilitan la introducción al instrumento”, dice Von Marttens.
Es una buena alternativa mientras se juntan las lucas y se investiga sobre la infinidad de opciones que existe en el mercado. Porque no se trata de llegar y comprar. Hay un montón de detalles que es recomendable considerar antes de deslizar la tarjeta por la máquina de pago. “Hay que pensar en todo: ¿dónde se va a tocar? ¿Tengo espacio? ¿Necesitaré atril? ¿Quiero uno con parlante integrado o estoy dispuesto a comprar uno externo?”, expone Montenegro.
El para qué se va a utilizar es un punto relevante, dice Rojas. “Hay algunos teclados que tienen parlante integrado y eso puede ser bueno para aprender, porque te ahorras el tener que comprar más hardware. Y con el parlante integrado incluso puedes jugar a hacer música con más gente”.
El tipo de música que se quiera tocar también sirve de guía, así como tener claridad de si se tratará de un hobby o quizá un proyecto más en serio, lo que puede influir también en el presupuesto que quieras destinar para el instrumento. Cambian las necesidades si lo ocuparás sólo en casa o si piensas transportarlo continuamente. “Si vas a ser un músico de tocatas como yo, que se presenta en distintos lugares, puede ser una prioridad que el teclado no sea tan pesado pero a la vez resistente (idealmente de fierro, metal o de un plástico a prueba de golpes y rayones)”, explica el docente de la Projazz.
Tipos de teclado
Tener algo de conocimiento previo acerca de los teclados antes de lanzarse de piquero a comprar uno es de gran ayuda para filtrar entre la enorme cantidad de opciones que hay en el mercado. Por ejemplo, saber que existen al menos cuatro tipos: los de viento, como el órgano, el acordeón o la melódica; los de cuerda, siendo el piano el más reconocido, aunque también está el clavecín, el clavicordio, o la espineta; los instrumentos de percusión, como la celesta; y los electrónicos, como el piano electrónico, el piano eléctrico y el órgano electrónico, los sintetizadores —tanto analógicos como digitales—, el mellotrón, los sampleadores o el keytar, esa mezcla entre teclado y guitarra tan ochentera y que fue la adquisición más reciente de Montenegro.
Seguramente, la mayoría de estas variedades escapan al deseo juvenil de alguien que se está iniciando. Revisemos en términos simples a los más tradicionales.
Franz Von Marttens dice que los más conocidos son los teclados de uso escolar que, por lo general, “traen un parlante incorporado y un banco de sonido”. Hay que considerar que muchos modelos necesitan de un parlante externo para amplificar su sonido.
“Los pianos digitales o clavinovas van más en el camino de emular a los pianos acústicos, tanto por su sonoridad como por el peso de las teclas, que simulan el mecanismo de martillo de los pianos”, expone el multiinstrumentista. Otros teclados también pueden incluir esta acción de martillo. “Están más pensados para concertistas o músicos de jazz”, asegura Felipe Rojas, aunque tanto él como Mariana Montenegro recomiendan preferir teclados que incorporen esta característica, ya que permite un desarrollo muscular y motriz de las manos y dedos en relación al instrumento.
En tanto, la sonoridad del órgano electrónico y del piano electrónico es la que se puede asociar al imaginario sesentero. Ray Manzarek, de The Doors, los utilizaba preferentemente. Los Beatles también los incluyeron en discos como el Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band.
Los sintetizadores permiten trabajar los sonidos de manera particular, y no sólo los propios de un piano, sino también emular a la guitarra, el bajo, la batería, incluso la voz. “Podemos modelar y procesar los sonidos a partir de algoritmos o osciladores de voltaje”, explica Von Marttens. En este subgrupo se pueden encontrar los teclados workstation, que incluyen una infinidad de posibilidades sonoras, pero que según el profesor de Estación Rock están más orientados a la producción musical.
Los controladores midi han ganado bastante popularidad en los últimos años, siendo súper recomendables para un home studio. “Básicamente es un teclado que solo funciona al momento de conectarlo a un computador, tablet o celular con un software o aplicación”, resume Von Marttens. “La gracia es que al no poseer un cerebro con un banco de sonido y funciones, es muy liviano”, agrega Mariana Montenegro.
Los recomendados
Para qué se utilizará, el sonido que se quiere conseguir, el presupuesto, el espacio en casa, son algunas de las variables a considerar al momento de comprar un teclado, que hemos mencionado hasta ahora. Pero existen otros detalles que también marcan diferencias, como el número de octavas contenidas en el instrumento. ¿Qué significa esto? El número de teclas que tiene, lo que impacta directamente en el registro sonoro que se puede obtener. Cuatro octavas implica cerca de 49 teclas, mientras que las siete octavas son las 88 teclas de un piano completo.
Para comenzar, Felipe Rojas recomienda optar por un teclado de cinco octavas (61 teclas), que además “posea un buen sonido de piano y un buen hardware: con un material resistente, ideal de fierro, que no se rompa fácilmente y ofrezca durabilidad. Mejor optar por uno que tenga acción de martillo, porque va a mejorar el desempeño técnico al generar un desarrollo muscular y motriz en las manos”.
El pianista y tecladista dice que lo mejor es irse por marcas consolidadas. “En esa liga están Roland, Korg y Yamaha. También Casio ha ido perfeccionando sus teclados y orientándolos bastante hacia el piano digital, a precio módico y buen rendimiento. También los recomiendo, porque tienen muy buenas teclas y sonido”.
Roland Go Piano
Mariana Montenegro, en tanto, dice que con cuatro octavas igual se puede aprender. “Pero es bueno que tenga sensibilidad touch, para desarrollar la fuerza con que se toca el piano y cómo esto impacta en el sonido”. Que tenga un buen sonido de piano, también es prioridad para ella. “Y ojalá que tenga pedal de sustain. Es una herramienta fundamental para un show”.
Casio CT-s300 + atril y funda
“Este modelo tiene sonidos del clásico Casiotone, pero más actualizado. Tiene touch, una cantidad de octavas decente y no es tan caro, el precio es bueno en relación a las funciones que trae”, asegura Montenegro.
Por su parte, Von Marttens se va por lo práctico: “Lo recomendable es elegir un teclado que acomode y se ajuste a la situación económica. Un instrumento de menor coste muchas veces nos presenta desafíos, pero con cariño y dedicación siempre podemos llegar a buenos resultados”. En cuanto a marcas, Casio, Yamaha y Alesis son de su agrado, “por su confiabilidad y durabilidad”.
Yamaha PSR-E273
Unos consejos extra
Una buena manera de elegir tu instrumento y evitar errores en el camino, es buscar reseñas en sitios especializados, “como los de las grandes tiendas de instrumentos de Estados Unidos” – dice Rojas. Youtube también está plagado de videos con información sobre nuevos y viejos teclados que puedes encontrar en el mercado. Una vez hecha esa tarea viene lo más importante, según el docente de la Projazz: probar el instrumento. “El que te hace sentir que estás en el lugar en el que tienes que estar, cómodo y sonando como te gusta, ese es tu instrumento. Si no te sientes bien con su sonido o las teclas, no hay nada que hacer”.
Más instrumentos musicales en Práctico
*Los precios de los productos en este artículo están actualizados al 13 de julio de 2022. Los valores y su disponibilidad pueden cambiar.