No es simplemente caminar. Hay algo más, alojado en la forma en la que lo hacemos, que dice más de lo que quizá quisiéramos que dijera de nosotros. Así como el baile o la gesticulación al hablar, transitar a pie forma parte de la expresión corporal, aunque no lo hagamos de forma consciente. Por el modo y ritmo en que movemos el cuerpo, se puede inferir la personalidad de cada uno: conceptos como “estirado”, “lánguido” o “tieso”, que se toman prestados de la postura corporal para referirse a la actitud, se pueden extender también a la observación del caminante.
En los setentas, por ejemplo, la cultura funky-disco estadounidense uso el caminar como una forma de representación y prácticamente competían por quién lo hacía con más estilo. Considerando que el funk provenía de los barrios bajos —al igual que el hip hop a fines de los ochentas y principio de los noventas—, el estilo de caminar desfachatado, relajado, “suelto” o “loose”, como dice el slang en inglés, operaba al borde de lo político, representando una resistencia a las circunstancias de la vida, a la vez que una afrenta al resto: poco dinero, infancia dura, todo cuesta arriba, pero “mira cómo camino”, “mira, cuánto me importa”, “¿puedes tú transitar en la vida con mejor estilo que yo?”.
“La vida es una pasarela”, dicen por ahí. Tan equivocados no están, probablemente. Y no porque se trate de mostrarse como un maniquí en una vitrina, o pasearse cual Naomi Campbell en un desfile de modas, sino porque en la calle y en el caminar transitamos las distintas especies de la fauna humana: identidades, personalidades, historias que, a su vez —como parte del efecto de la sociedad del consumo— están representadas en cómo vestimos y lo que calzamos.
Arriba, a la izquierda, Naomi Campbell, por si no la recuerdan, en una foto que muestra la cofradía noventera, junto a otras estrellas como Björk, Helena Christensen y Damon Albarn. No, no es el museo de cera.
“These boots are made for walkin’ / And that’s just what they’ll do / One of these days these boots are gonna walk all over you”.
Por más nimia que parezca a esta altura la canción de Nancy Sinatra, esta logró transformarse en un clásico. Acaso porque entrecruza la variable de la moda, con unas botas que causaron sensación en su minuto, y la de la actitud, en este caso de una mujer rebelde para la época. De nuevo, lo que se viste es, en alguna medida, una representación de lo que llaman identidad —concepto discutido en la actualidad—, al igual que la forma en que se camina. En definitiva, lo que calces importa, para bien y para mal.
Quien va por la línea de la elegancia probablemente no va a preferir las mismas zapatillas que utiliza un skater; o la mujer que gusta del look ejecutivo no llevará un calzado outdoor.
“Hay un dicho bien famoso, en base a estudios que se han realizado en torno a los zapatos: ‘Cambia tus zapatos para verte a ti mismo de manera diferente, y métete en los zapatos de otro para ver el mundo desde otra perspectiva’”, comenta Constanza Moreno, diseñadora y dueña de Ōbra.
“El vestuario es una expresión cultural, pero en el caso específico de los zapatos, creo que hablan de la personalidad y el carácter de las personas”, cuenta Javier Araneda, quien cofundó Bastardo, una de las marcas precursoras de la nueva generación de zapateros locales. “Me pasaba mucho cuando niño, desde que andaba en skate, que me fijaba en las zapatillas de los otros para ver si estaban marcadas con el desgaste de la lija, lo que hacía sentirme identificado con ellos. Puedes sacarle el rollo a muchas personas por sus zapatos”.
El renacer de la zapatería chilena
La historia de los zapatos data de hace más de 10 mil años. En Chile, se comienzan a fabricar en el siglo XVI como parte de la “explotación” del cuero, que sirvió, entre otras cosas, para la producción de implementos agrícolas, monederos, accesorios de viaje y de las prendas para vestir.
Tras un largo transitar, de altos y bajos, en los que la industria chilena tuvo un importante papel en el mercado regional, en los noventa del siglo XX, se produce una crisis en el rubro —motivada, entre otras cosas, por la creciente competencia internacional— que llevó a un declive en la producción y las ventas, provocando la desaparición de muchos establecimientos.
“Hubo un resurgir del calzado chileno hace unos 12 años, donde personas provenientes de áreas creativas, como diseño industrial, arquitectura o artes, vieron en el calzado no solo una oportunidad de negocio, sino que una plataforma creativa además de reivindicativa con el oficio”, cuenta Loreto González, diseñadora, modelista y dueña de Cuarentatacos.
La marca Bestias, una de las pioneras del rubro actual, está cumpliendo una década desde que la fundaron Ignacio Ríos y Felipe Velasco, dos amigos que se conocieron surfeando. Este último cuenta que, además de la pasión por el diseño y las ganas de crear una marca diferente, los movió la “la alicaída historia de la producción y mano de obra local”.
“Quisimos crear una gran marca con conciencia socioeconómica, y diseñar y producir los zapatos en Chile. Tomamos esa bandera como valor agregado para desafiar los estigmas del retail y de la producción en otros países, donde el producto es más barato, pero no hay un trato justo con los trabajadores”, comenta Velasco.
La escena actual del calzado local tiene varias diferencias respecto a la industria del pasado. Por ejemplo, dice González, antes solía ser un rubro “muy masculino”. Hoy, al contrario, hay una alta presencia de diseñadoras. Esta apertura de género ha tenido un impacto en los modelos clásicos de zapatos, como Oxford, Derby o Chelsea, antes pensados solo para hombres.
“En la actualidad también los están usando las mujeres. Eso es súper inclusivo y muy atractivo. A mis clientas les encantan ese tipo de cortes”, sostiene Constanza Moreno. Así, el mundo de los zapatos sigue los cambios culturales que, de alguna manera, han subvertido prejuicios y estereotipos.
Cómo comprar un calzado que calce
Es fácil caer en la tentación de un lindo par de zapatos que llena el gusto en lo estético. Pero es fácil, también, errar en la talla, sobre todo porque algunos modelos tienen ciertas características que hacen que no baste con conocer el número de calzado para tener garantizada la comodidad.
“Cuando la compra es presencial, es muy importante que las personas se prueben ambos zapatos, ya que nuestros pies son diferentes y a veces puedes tener un empeine más alto o un dedo más largo y no siempre se es consciente de ello”, aconseja Loreto González. La idea, dice, es probarlos de pie y caminar un poco para “confirmar que existe el espacio suficiente dentro del zapato para la movilidad del pie”.
Lo importante es conocer bien la talla y la horma de los zapatos. “Todos los zapatos y marcas tienen diferentes tipos de hormas —que es la forma del zapato—, por lo tanto las medidas varían”, dice Javier Araneda. Y tan relevante como esto es medirse bien el pie. Este consejo corre especialmente cuando la compra es online.
“La forma correcta de tomar la medida es estando de pie, no sentados. Ideal que otra persona marque en un papel los extremos más prominentes del talón y el dedo más largo, con un lápiz completamente perpendicular al suelo y, luego, medir”, explica González.
Tener la medida de tu pie permitirá revisar con mayor seguridad la guía de tallas de cada fabricante. “Es difícil fallar así”, asegura Araneda. Felipe Velasco simplifica el asunto: “Ante la duda, siempre elegir una talla más grande”.
Por otro lado, la diseñadora recomienda jamás llevar un zapato que quede justo de largo. “Los dedos no deben chocar la punta del zapato. Si es un poco ajustado al ancho, y el zapato es de cuero, este cederá y se acomoda, porque el cuero crece. Pero nunca debe quedar justo en el largo; los zapatos no deben torturar tus pies”. Por eso, hay que preocuparse de leer la descripción de cada calzado y conocer los materiales con los cuales están hechos. Esto te puede dar una idea de cómo se irán modificando en el tiempo.
La forma del zapato es un factor a atender: si es puntiagudo o de empeine ajustado, por ejemplo. “Si es una bota, hay que preguntar el diámetro de la caña para saber si es acorde a tu pantorrilla”, sugiere González.
Araneda, en tanto, sugiere revisar bien las condiciones y políticas de compra y cambios. “Eso tiene que ser bien claro por parte de las marcas”.
Clásicos de hoy
Ciertos modelos de zapatos han logrado resistir el paso del tiempo y permanecer como molde para nuevos diseños. Es el caso del Oxford —uno de los más vendidos, no importa cuando leas esto—, el Derby o el Chelsea. “Los modelos se van reinventado en base a los conceptos de cada marca”, asegura Constanza Moreno.
En Ōbra, dice su diseñadora, la mayoría de los zapatos son “de cortes ingleses, clásicos y elegantes, tipo Balmoral, Derby u Oxford”, diseños que hoy pueden ser considerados “planos”. Sin embargo, al perder su carácter de género toma nuevos aires. “Es muy atractivo poder hacer zapatos masculinos para mujeres, se transforman en unisex y se puede jugar más con el consumidor”, agrega Moreno.
Felipe Velasco, por su lado, afirma que los modelos de Bestia están inspirados en clásicos, “pero con cortes diferentes, añadiéndole un diseño minimalista y detalles de color”.
Estilo Derby o Blusher
Con primeras apariciones en el siglo XIX y de origen militar, los Derby o Blusher se caracterizan por un diseño acordonado clásico y elegante, con los ojales por sobre la lengüeta. Esto que parece un detalle simplemente estético permite que el zapato se ajuste a pies más anchos o de empeine alto.
“Nuestro modelo Ariane cumple con los mismos objetivos que un Derby, siendo además transversal a cualquier época del año, pues el que no tenga suplente o lengua lo hace muy primaveral”, describe Loreto González. “Este detalle destaca los cordones, que son las líneas principales de este modelo”.
¿Cómo conviene usar un zapato Derby? “Combina muy bien con un pantalón apitillado que no cubra el tobillo. En invierno, con medias de diseño o de un color que sobresalga, y puedes lucirlos en diferentes situaciones, tanto de día, para la oficina, como para situaciones más elegantes, como ceremonias o eventos”, sostiene la diseñadora.
Los Simones son la versión Blucher de Obra. “Tienen chaleco abierto, sólo le realizamos un corte al medio para hacerlos de dos caras. Pero sigue manteniendo la línea clásica”, comenta Constanza Moreno.
Bastardo también tiene su versión del Derby perforado, para hombres, al que llaman Billy. “Está hecho con una horma de botón más tosco, lo que los hace diferentes”, dice Javier Arandeda. Para utilizar con jeans regulares —se recomiendan más anchos que los slim—, pantalones de tela, en un look casual o semiformal.
Estilo Chelsea
El Chelsea es un botín de caña corta, que se ajusta al pie por elásticos laterales. Si bien los primeros ejemplares datan del siglo XIX, cuando el fabricante de zapatos Joseph Sparkes-Hall diseñó unos para la Reina Victoria, no fue hasta la década de los sesenta cuando se pusieron de moda en Londres, específicamente en Chelsea —de ahí su nombre—, un barrio bohemio y muy ondero.
“Nuestra reinterpretación es el modelo Contrastes, un Chelsea bicolor compuesto de líneas que estilizan el pie. Es de taco mediom, que lo hace más cómodo para uso prolongado. Es un modelo versátil, pero sobre todo muy urbano, ideal para la noche. Combina pantalones tanto pitillos como de pierna recta”, sostiene Loreto González.
En Bastardo se animaron a tomar el estilo Chelsea y llevarlo a una zapatilla de cuero negro raso, sin cordonres y elasticada en el tobillo para simplificar el acceso. “Está pegando muy bien para un look casual”, asegura Javier Araneda.
En Bestias también tienen su versión de botines Chelsea, a los que llaman Walrus. Están disponibles en negro, verde y café, en calzado femenino.
Estilo D’Orsay
Otro modelo surgido en el siglo XIX. Creado por Alfred Guillaume Gabriel Grimod, más conocido como el conde D’Orsay, un artista aficionado y dandy parisino. Este es un zapato alto, elegante, de taco fino, que cubre el talón y la punta del pie, dejando los dedos a la vista. Esto tiene el efecto visual de alargar la pierna, estilizándola y dándole mayor atractivo.
“Nuestro guiño a este diseño se centra en dejar descubierto el empeine y los costados del pie, pero nuestro Lu tiene muchas opciones de uso, tanto para el día a día como para ocasiones elegantes. Combina muy bien con faldas bajo la rodilla y pitillos. Ideal para la primavera”, dice González.
Estilo Oxford
Quizá el de mayor historia, pues su origen está en el siglo XVIII, en Escocia e Irlanda, aunque al comienzo lo llamaban Balmorals. Es un zapato elegante por excelencia, que recién se popularizó en los años 30. Solía ser solo para hombres, con una presentación lisa que, en ocasiones, incluye perforaciones decorativas sobre las costuras y en la punta.
“La versión femenina de este zapato está totalmente instaurada y se puede encontrar en muchas combinaciones de colores y alturas”, dice González, quien reinventó el modelo para crear Ananda, su propia versión. “Es delicado y elegante, hecho en petate, que es un trenzado a mano que se hace con cabritilla. Acordonado, bajo y sencillo, sirve para usar con pantalones, shorts o vestidos. Es ideal para asistir a eventos elegantes, como bodas diurnas”.
En Ōbra, el Oxford es el modelo preferido por sus clientas. “Son unos de los zapatos que más vendemos, entregan sofisticación y aire vintage a quien se lo ponga. Y, al ser un zapato de estructura clásica, combina con todo”, dice Constanza Moreno.
En Bastardo tienen una variante del Oxford tipo Brogue boots, de caña alta de capellada y forro 100% cuero, con cordones encerados y ojetillos metálicos, suela de cuero natural con goma antideslizante en el taco. Disponibles en color negro y café.
Estilo Reina o Stiletto
Uno de los zapatos de tacón más usados. Destacan por su elegancia y se puede encontrar con tacos de diferentes alturas —el original es de 20 centímetros. Tiene un escote redondo sin cortes ni decoraciones; es un modelo simple y elegante que estiliza la pierna y realza su forma.
“Tomamos la idea simple y de una sola pieza de este modelo pero le dimos un toque mucho más casual, usando un taco chino bajo y con alas en sus costados. Conserva el efecto deseado en las piernas y sirve tanto para situaciones elegantes como para salidas nocturnas. Si los usas con unos jeans pitillos se ven muy rockeros, pero con un vestido elegante acompaña perfecto”, apunta González.
Estilo Balmoral
Del estilo Oxford, el zapatero tomó una costilla y creó el Balmoral. La única diferencia entre ambos, es que este último es de caña alta. Fue la Reina Victoria quien encargó el botín para su hijo Alberto, en el siglo XIX. Y, al igual que su antecesor, solía ser pensado sólo para hombres.
En Obra tienen su versión para mujeres, llamada Virginia. “Son muy elegantes, los hacemos en muchos colores. Acá, por ejemplo, tenemos los celeste, que mantienen el diseño clásico, pero resaltan por la combinación en sus cueros”, explica Constanza Moreno.
Estilo Chukka
Su origen es un misterio, pero se cree que se proviene de la India, donde el polo es un deporte bastante popular. De hecho, chukka es el término con el que se denomina cada período de juego en un partido. Pero, además, la palabra apela al caminar, al salir de paseo. Como sea, los zapatos chukka están pensados originalmente para la caminata en el desierto o sobre césped, aunque hoy eso poco importa. Son botas al tobillo, se caracterizan por su punta redondeada y por tener sólo dos o tres ojales para cordones. Suele tener una suela fina y de cuero.
En Bestias tienen su versión, aunque rompen con sus cánones tradicionales. Los Traro, para hombres, son zapatos de cuero y suela de goma, para vestir un look casual. Están disponibles en color verde, azul y café.
También para el día a día y en estilo chukka, están los modelos Dingo de Bestias. 100% cuero y suela de goma.
*Los precios de los productos en este artículo están actualizados al 22 de julio de 2021. Los valores y disponibilidad pueden cambiar.