Para mucha gente, tomarse una infusión —la famosa agüita— resulta uno de los momentos favoritos del día. Ya sea porque forma parte de una conversada sobremesa o porque es simplemente una pausa íntima y reflexiva. Como sea, casi siempre es una instancia gratificante, especialmente en otoño e invierno, cuando buscamos alternativas para combatir el frío.
También sirven para aliviar almuerzos pesados, para confortar el ánimo tras un día difícil o incluso para sentirse mejor tras la aparición de diversos síntomas. Sin embargo, y como todo, no es llegar y consumirlas a destajo: junto con disfrutarlas, es apropiado tener cierta información de contexto.
Tomar “agüitas”, dice Maité Rodríguez, académica de la Escuela de Química y Farmacia de la U. Andrés Bello, “se le dice al consumo de hierbas de agrado aromáticas, preparadas en forma de infusión; o sea, dejar las hierbas en agua caliente por unos 5 minutos”.
“Estas se consideran alimentos y su única función es esa. Es decir, no se les atribuyen propiedades terapéuticas”, asegura, haciendo alusión al Decreto de Salud Nº977/96 Art. 459-464. Asimismo puntualiza que el consumo de infusiones de invierno “responde a la necesidad de tomar alguna bebida caliente y con un sabor/olor agradable”.
Paulina Mella, nutricionista de Clínica Dávila Vespucio, no ve problemas con que sean de libre consumo, “siempre y cuando las variemos mucho”, sugiere. Al contrario, muchas veces ayudan a controlar la ansiedad y a reducir el estrés. “A veces se toman por gusto, porque tienen un sabor rico, pero hay varias que hay que limitar su consumo, porque además del gusto tienen otras propiedades”.
Ojalá infusiones con poco (o sin) dulzor
Recientemente, la Organización Mundial de la Salud (OMS) comunicó que los endulzantes no son efectivos para controlar el peso a largo plazo y pueden tener efectos indeseados si se usan por mucho tiempo. Tanto Rodriguez como Mella coinciden en que las infusiones siempre deben consumirse sin azúcar. Si se usa edulcorante, que sean pocas gotas. “Puede ser más conveniente el uso de miel para endulzar estas infusiones”, dice Rodríguez, pero el llamado es a consumirlas de forma natural, solo con agua.
No cuentan como agua
Lamentablemente, y según las especialistas, el consumo de infusiones, tisanas o aguas de hierba no son parte de las raciones de agua que necesita tu cuerpo. “Muchas de estas infusiones son diuréticas, por lo que en vez de hidratar ayudan a deshidratar. Por lo tanto, el consumo de ellas debe ser paralelo al de agua pura. Ambas deben consumirse”, explica Mella. Para hidratarse, dice Rodríguez, “lo mejor es el consumo de agua natural”. Las infusiones se consideran aparte.
No consumirlas indiscriminadamente (y atención a las contraindicaciones)
“Aunque estas infusiones no corresponden a un medicamento, su uso exacerbado puede causar molestias y efectos indeseables en algunas personas, sobre todo en poblaciones especiales”, destaca Rodríguez. Por ejemplo, en los niños pequeños está contraindicado beber infusión de anís estrellado, debido a que puede causarles convulsiones.
“En personas con hipertensión no es recomendable consumir bebidas con cafeína, como el mate”, cuenta. En el caso de las embarazadas y madres lactantes, solo se recomienda tomar infusiones de tila, y no otras más comunes como la salvia, el boldo o la ruda —tienen propiedades estrógenas— por lo cual es muy importante observar el contenido de cada bolsita que se utilice.
“Vuelvo a insistir: que aunque estas hierbas de agrado no se consideran medicamentos, el uso abusivo de estas infusiones —más de cuatro tazas al día— puede generar efectos indeseados en nuestro organismo”, advierte.
Cómo preparar una infusión
Casi todo el mundo hace lo siguiente: hierve agua, la echa a una taza con la bolsita de hierbas y luego deja esta ahí para siempre. Grave error. En cada caso, siempre hay que leer el empaque, donde se suele detallar la temperatura del agua que se sugiere para el consumo y el tiempo de infusión.
“Lo que aconsejo en general con todas las infusiones es que no se beban con el agua recién hervida”, sugiere Mella. “Podemos ponerle agua hirviendo, dejar la infusión remojando, esperar a que baje a una temperatura templada y luego beberla. O bien puedes hacerla directamente con agua templada, tal como se prepara el mate, por ejemplo”.
Si quieres conseguir la temperatura exacta que se recomienda en la caja, puedes ayudarte de un termómetro o incluso hay hervidores que incluyen esto en su panel de control.
Siempre variar y no abusar
Según Mella, la forma ideal de consumo de las infusiones es irlas variando: de esta forma evitamos dosis diarias muy altas o que se expresen contraindicaciones. “Si tenemos una dolencia o queremos conciliar el sueño más fácil, hay ciertas hierbas que pueden ayudar. Por ejemplo la melisa o toronjil, que sirve para la relajación y el descanso. Pero si la tomamos todos los días, o varias veces al día, el organismo se acostumbra y se transforma solamente en una bebida más. Para que sus beneficios tengan efecto, hay que variarlas”.
Rodríguez menciona que el Sernac ha hecho investigaciones sobre las principales infusiones del mercado, como la manzanilla, el boldo, el cedrón o la menta, y se ha verificado que cumplen con los requisitos de calidad. Ahora bien, eso no significa que puedan utilizarse como remedios ante síntomas agudos o cuadros de enfermedad.
“Hay algunas plantas que usamos como infusiones presentan propiedades medicinales, y su consumo está muy arraigado en la población. Algunas personas, incluso, pueden experimentar beneficios de manera momentánea al usarlas, pero nunca van a reemplazar una terapia convencional o complementaria”, aclara.
“No hay estudios suficientes que avalen que las infusiones de hierbas se puedan utilizar como medicamentos o que tengan efectos terapéuticos”, advierte Rodríguez. “Hay un pequeño número de investigaciones que exploran la eficacia clínica y la seguridad del consumo de estas preparaciones. El valor nutricional también debe estudiarse con mayor profundidad, ya que el consumo de infusiones podría disminuir la absorción de ciertos medicamentos y minerales o vitaminas”.
Según un meta estudio de 2019, en el que se revisaron 145 publicaciones científicas respecto aluso de infusiones hierbas para tratar ciertas afecciones de manera continua —como son malestares menstruales, diabetes, problemas cardíacos y alteración del estado de ánimo. Se analizaron hierbas de alto consumo a nivel mundial, como la manzanilla, el té, la lavanda, la ortiga, la menta y la yerba mate, “y encontraron relación entre el uso continuado e indiscriminado de muchas de estas hierbas y afecciones hepáticas o riesgo de cáncer. Además, el mal cultivo y recolección de estas plantas puede conllevar al consumo de contaminantes ambientales”, explica la académica.
Agua con limón, miel y jengibre: ¿sirve para la gripe?
Una taza de agua caliente con una cucharada de miel, unas gotitas de limón y un poco de jengibre es la infusión a la que más gente recurre cuando tiene síntomas de gripe. La pregunta del millón es: ¿esto sirve de algo o solo es un efecto placebo?
“Esa es una infusión altamente consumida en los meses fríos, que nos sirve principalmente para hidratarnos. Asimismo, cada uno de sus ingredientes presentan características y aportes”, dice Carmen Gloria Durán, nutricionista de Clínica Dávila. Estos son:
- El limón aporta vitamina C, antioxidantes y es un poderoso bactericida, por lo que se recomienda su consumo regular.
- La miel es un endulzante natural que se usa como antiinflamatorio, antioxidante y agente antibiótico. Eso sí, hay que consumirlo con moderación por su alto contenido en azúcar libre.
- El jengibre es un buen condimento y aromatizante a la hora de cocinar. Se le otorgan propiedades antimicrobianas, ya que inhibiría la acción de los microorganismos infecciosos. También es antiinflamatorio, ayuda al sistema digestivo, acelera el metabolismo y posee un aporte de minerales como selenio, potasio, hierro de origen vegetal.
“De acuerdo a esas características, la combinación de estos alimentos nos ayudaría a mejorar nuestro sistema inmunológico”, comenta. Sin embargo, no es una infusión que nos recuperará mágicamente del resfriado o el malestar. “Es importante tener en cuenta que no hay evidencia científica de que el limón con jengibre y miel disminuya los cuadros infecciosos o que reduzca los síntomas”, complementa Yanina Hernandez, académica de la Escuela de Nutrición y Dietética de la U. Andrés Bello.
“Puede ayudar a aliviar los síntomas del resfriado o congestión nasal”, dice, pero no es un remedio en sí misma. Consumirla frecuentemente —una o dos veces al día— podría, eso sí, estimular nuestras defensas. La sugerencia general, como siempre, es que en caso de tener un cuadro infeccioso, fiebre, congestión persistente o severa, se consulte con un médico para obtener un diagnóstico adecuado y un tratamiento apropiado.