Hace 5 años, Ricardo Ortega, médico cirujano con experiencia en urgencias y también como médico FACH haciendo misiones ONU en Haití, decidió volcarse a la investigación sobre las vitaminas y su importación.

Se hizo miembro de la American Academy of Anti-Aging Medicine e instaló, en la zona oriente de Santiago, la primera clínica chilena de inyección intravenosa de vitaminas y minerales: Vitawellness. ¿Vita qué? En su página se describe así: “Vitawellness se enfoca en entregar bienestar general mediante una medicina integrativa, tanto en el aspecto físico, nutricional y sexual. Utilizamos sueros ricos en nutrientes, vitaminas y minerales, para fortalecer el sistema inmune, mejorar la recuperación post entrenamiento, desintoxicación y estimular el metabolismo promoviendo la pérdida de peso”.

Cuando creó el centro, el 2017, el grueso del público que recibía Ortega eran hombres profesionales, que entrando a la mediana edad buscaban un empujoncito de energía —que lo recibían a través de un cóctel de vitaminas, minerales y sueros a la vena— para poder trabajar a un ritmo intenso pero sin dejar de carretear ni hacer deporte como cuando eran jóvenes.

Hoy, comenta, su público se ha ampliado no sólo en términos de género sino que también en lo etario, abarcando personas entre 35 y 65 años, preocupados por mejorar desde aspectos físicos —como la apariencia de la piel o el rendimiento deportivo— hasta asuntos emocionales de su vida.

La vida intensa

En ese rango, justo en la mitad, está Tania. Ella tiene 47 años recién cumplidos, es ingeniera civil, trabaja en el sector público y se inyecta vitaminas. Cuenta que no le costó tanto convencerse después de ver que en Estados Unidos esto era una cosa más bien normal.

“Tengo mucha carga laboral y necesitaba algo parecido a la neurobionta, ese fármaco concentrado en vitaminas B”, dice. Ella define los resultados como “impactantes”, pero que han requerido “dedicación y paciencia”.

“Logré un equilibrio en mi problema con la ansiedad, en controlar el estrés, bajar de peso y también mantenerlo, algo que no había logrado en muchos años”.

Ortega asegura que ha existido un cambio bien notorio en sus pacientes desde que se desató la pandemia. “La salud es el bien más preciado. Desde la llegada del covid hay una conciencia en las personas de que la salud es riqueza y entienden que invertir ahí es igual que una cuenta de ahorro. Si cuido mejor mi cuerpo, tengo menos probabilidades de enfermarme, más energía y probablemente alcance una mejor vejez”.

Foto: Getty Images.

Una de las posturas más radicales de la medicina anti-age —una tendencia que se ha masificado junto al miedo a crecer que abunda en la población— es la que plantea el genetista David Sinclair, cuando asegura que el envejecimiento es una enfermedad. “Envejecer es un proceso degenerativo que, como otras patologías, ocurre a lo largo del tiempo y resulta en discapacidad y/o muerte”, ha dicho el científico de Harvard, considerado entre las 100 personas más relevantes del mundo según Time.

Ortega no lo ve tan así. “No es una enfermedad, pero podemos realizar acciones para mejorar el proceso, envejecer más lento o de forma menos dolorosa”.

La clave, para él, podría estar en su variada oferta, que va desde la sueroterapia de vitaminas y antioxidantes para disminuir el envejecimiento celular, el tratamiento anti-age en base a péptidos hasta la administración de testosterona.

Tania dice que “más que recomendar este método, que lo hago, me pregunto cómo lo hace la gente que no toma vitaminas o no se pone un suero de vez en cuando. No sé cómo sobrellevan una vida tan intensa como la que se vive en este país”.

Vitamina a la vena

Se sabe, pero si no lo sabes, las vitaminas y minerales son piezas fundamentales para el funcionamiento del cuerpo. Desarrollan cientos de roles. Ricardo Ortega enumera que, entre muchas otras, son esenciales para cicatrizar heridas, fortalecer huesos, producir músculo, piel y pelo, además de, justamente, estimular el sistema inmune.

“Cada etapa de la respuesta inmune depende de la presencia de ciertos micronutrientes. Los más importantes son las vitaminas A, B6 , B12 , C, D y E, además del ácido fólico y oligoelementos como zinc, hierro, selenio, magnesio y cobre”, nos contaba María José Acevedo, nutricionista y magíster en Nutrición Humana en la Universidad de Chile”.

Una dieta balanceada y un estilo de vida saludable podrían cubrir perfectamente estas necesidades. Sin embargo, explica Ortega, ni la calidad de los alimentos ni los hábitos ni la capacidad de absorción gástrica hoy es la ideal, por lo que el tratamiento endovenoso actúa como un suplemento nutricional.

Pese al aumento de su popularidad, ese crecimiento no está acompañado de sustento científico que lo valide. Así lo asegura enfático Gonzalo Ruíz-Esquide, médico internista de la Clínica Santa María.

“En medicina uno tiene que atenerse a lo que está comprobado, no es una cosa de gustos”, dice Ruíz-Esquide. En ese sentido, opina que tratamientos como la sueroterapia deberían, “en el mejor de los casos, aplicarse dentro de otro contexto, no clínico. Yo lo descarto de plano”, dice.

No es el único detractor, por cierto. “Cada vez que ingresa algo en tu cuerpo por vía intravenosa corres el riesgo de contraer una infección”, aseguró la nutricionista británica Sophie Medlin a la BBC. “La evidencia que existe permite suponer que este tipo de tratamientos son inútiles, mientras que hay otras investigaciones que dicen que incluso pueden provocar otras enfermedades”.

Anne de la Hunty, nutrióloga senior de la Fundación Británica de Nutrición, le dijo a Harper’s Bazaar que “la sueroterapia inyecta vitaminas, minerales y otras sustancias como glutatión directo al torrente sanguíneo, saltándose el proceso normal de digestión y absorción a través del tracto gastrointestinal”.

Felicidad orgánica

Ortega no pierde la serenidad ante las críticas. Y antes de contestar desliza una anécdota. Cuando recién empezó, su madre, la médico pediatra y gastroenteróloga Denise Bernard, le dijo que esto de inyectar vitaminas “no servía para nada”. Hoy ella trabaja con él.

“Como gastroenterologa le interesó el uso de probióticos. Empezó a ver efectos antiinflamatorios, además le llegaban comentarios de pacientes que se sentían muy bien. Ahora ella ve pediatría y gastroenterología infantil, pero también me ayuda en el tema vitaminas”, cuenta.

Según Ortega, la mejor forma de saber bien si funciona o no es probarlo. “Tengo pacientes que son médicos, cirujanos que eran bien reticentes y que cuando lo prueban se sienten mejor”.

Sobre la falta de evidencia científica dice: “Estoy de acuerdo con que faltan más estudios para validarlo, pero eso tiene que ver con recursos e intereses. No es tan atractivo que la gente se enferme menos y tome menos pastillas”. Y sobre los posibles riesgos del tratamiento, asegura que no lo aplicaría jamás a personas con problemas renales o cardiopatías.

Ruíz-Esquide cree que, en general, el concepto de anti-age es en realidad antinatural. “Más que negarlo, se debería apostar por un envejecimiento natural, saludable y armónico. Llegar en buenas condiciones de salud, de manera orgánica”.

“La medicina preventiva es muy importante pero hecha en serio. No fumar, consumir poca chatarra y hacer ejercicio son cosas plausibles, verosímiles y que está demostrado que tienen grandes efectos positivos sobre la salud. ¿Qué más natural que eso”, pregunta.

Ortega asegura que para él también es clave educar a sus pacientes respecto de la importancia de hacer ejercicio, alimentarse bien y no fumar. “Pero hay que estar abierto a complementar”, dice. “Si yo veo una neumonía, por supuesto que voy a dar antibióticos, pero también puedo recomendar vitamina C y Omega 3″, ejemplifica.

“El objetivo es ser feliz, definir metas realistas y buscar salud y bienestar”, concluye, “complementando las terapias de vitaminas con mejores rutinas. Porque esto tampoco es magia”.