Hay quienes dicen que ocurrió en Tokio, en 1967, durante las faenas en una fábrica de electrónica: mientras Shigeichi Negishi cantaba a todo pulmón, un compañero de trabajo hizo lo que todo colega con instinto depredador sabe hacer muy bien: chaquetearlo. Molestarlo y humillarlo un poco. Pero a Negishi se le prendió la lamparita.
Otros, en cambio, aseguran que fue en Osaka, en 1971, cuando el músico Daisuke Inoue, que debía animar el paseo de una empresa siderúrgica, no pudo asistir pero tuvo una idea para compensar su ausencia: entregó una cinta llena de música de acompañamiento, sin voces, que grabó para que la gente cantara sobre ella. La actividad fue un éxito rotundo.
Como ni Negishi ni Inoue patentaron sus geniales inventos, nunca se sabrá realmente quién lo hizo primero. Y aunque los nombres y los sucesos difieren, el resultado es el mismo: en Japón, hace algo más de 50 años, nació el para siempre popular karaoke.
Etimológicamente, la palabra japonesa se desgrana en kara, que significa “vacío”, y oke, que es el apócope de ōkesutora, lo que quiere decir “orquesta” en español. Ahí llegamos a la explicación: hacer karaoke es básicamente cantar una canción sin una orquesta ni banda de acompañamiento, sino con una base musical grabada de fondo.
Quizá por ello fue inevitable para Sofia Coppola incluir la referencia en su película Perdidos en Tokio. Bill Murray, cantando “More Than This” de Roxy Music, en un bar karaoke de Tokio, junto a Scarlett Johansson, es y será una de las escenas icónicas del cine de comienzos de milenio.
Karaoke queen
“Cantar es terapéutico y liberador”, afirma Daniela Rojas, reconocida psicooncóloga, una especialidad de la sicología dedicada al tratamiento de pacientes oncológicos. “Cantar te contacta con una parte de ti mismo que no es frecuentemente visitada, que tiene que ver con el arte pero también con lo lúdico, con la expresión, la diversión y eso es maravilloso”, agrega la también académica. Y lo dice por experiencia.
De hecho, Daniela se autoproclama ser una “karaoke queen”, cetro que parece ser muy codiciado y para el que ella tiene sus credenciales: “Me gusta muchísimo el karaoke, tanto así que es una actividad frecuente en reuniones familiares, con amigos, cumpleaños e incluso en los paseos de curso de mi hijo”.
Siempre le gustó cantar, pero su pasión por el karaoke surgió hace algunos años, junto a unos amigos. “Estábamos en un cumpleaños y nos pusimos a cantar a capella con un celular en mano”, cuenta la psicooncóloga. Esa noche pasaron hits como “This Masquerade”, de The Carpenters, “Careless Whisper”, de George Michael, y “Around The World”, de Lisa Stanfield, entre otros.
El encuentro fue una especie de epifanía: “Después de eso dijimos: ¡tenemos que juntarnos a cantar! Empezamos muy rudimentariamente, con un par de micrófonos, a los que había que mover los cables para que funcionaran, y un computador. Ya después todos nos fuimos entusiasmando y adquirimos cosas para hacerlo más pro”.
No faltaron quienes incluso tomaron clases de canto. En el caso de Daniela, solo le hizo falta un micrófono estilo retro —“como el de Elvis”— y un parlante con funciones de karaoke, entre las que se encuentran un modificador tono de voz y de velocidad de los temas, además de una modalidad de aplausos y abucheos. A esto le añade un televisor para proyectar las letras de las canciones y al cual conecta el parlante. “La idea es que todos puedan ver, participar y terminemos coreando juntos”.
“Nos juntamos al menos una vez al mes”, dice la karaoke queen. “Aunque siempre los primeros 30 minutos son de intentar hacer funcionar los equipos: nunca sale el sonido por el lugar correcto o en la pantalla no se ve la imagen. Pero ya es parte de nuestras costumbres”.
Micrófono Eikon Vintage Dm55V2
La chica del parlante
Para Carla Aros todo comenzó con un My First Sony, el icónico juguete reproductor y grabador de audio de los 80. “Lo amaba”, recuerda la account manager de Vulcano Pro, una startup de tecnología enfocada en la promoción del turismo a nivel nacional. Entonces, Carla tenía unos cuatro años. Con el tiempo, el gusto por el canto y la performance solo se fue acrecentando: “Arrendaba karaoke para todos mis cumpleaños”, confiesa.
Hasta que tuvo su equipo propio. “Mis amigas de la universidad me regalaron un parlante con un micrófono que, además, tenía luces de colores. Fue increíble, como volver a mi infancia”, comenta. Carla aprovechó el impulso y se compró un proyector. A partir de ese momento, no salió más de su casa sin llevar su equipo de karaoke en la maleta del auto.
“Cuando iba a carretes y se empezaba a prender la cosa yo decía: ‘Aaah, yo tengo un karaoke en la maleta’. Sacaba el parlante, los micrófonos, las luces y el proyector”, relata entre risas. Así fue como la apodaron “la chica del parlante”.
Para un Dieciocho, la historia tuvo un giro: “Impensablemente llovió y se mojó el parlante. Con el tiempo, empezó a chicharrear, hasta que murió”, lamenta Carla.
En 2020, Carla y su pareja tomaron la decisión de dejar Santiago e instalarse en Puerto Varas, donde residen actualmente. Allá, “la chica del parlante” tuvo su regreso. “Me compré uno nuevo y también unas luces que giran y cambian de colores, porque el karaoke siempre tiene que ser con luces”, explica.
Su costumbre de llevar el karaoke donde fuese sirvió de puente para conocer al grupo de amigos con el que hoy se reúne habitualmente. “Nos invitaron a una fiesta y gracias al parlante conocimos un montón de personas. Hicimos un grupo de unos diez grandes amigos, que se llama Motivación. Incluso viajamos por Chile y llevamos el karaoke a todos lados”.
¿Cómo armar un equipo karaoke en casa?
Para hacer karaoke no se necesita mucho hoy en día. Basta un computador o dispositivo móvil con acceso a Internet, meterse a YouTube y buscar las versiones de karaoke de tus canciones preferidas. Algo así hizo Daniela Rojas antes de decidir junto a sus amigos que era hora de transformar la instancia en algo frecuente. Y es que si se entra en la dinámica, tarde o temprano se querrá incorporar alguno que otro elemento que “profesionalice” o le dé más color al asunto.
“El mejor set up es tener unos buenos parlantes, una mesa chiquitita de mezcla y un par de micrófonos, idealmente inalámbricos, aunque tampoco pasa nada si son cableados”, aconseja Carla Miranda, música e ingeniera en sonido, con amplia experiencia en el rubro audiovisual y dueña de Enkarga Music, una tienda online de venta de instrumentos musicales y equipos de audio.
“El tamaño de los parlantes es importante según el espacio que hay en la casa. Por ejemplo, para un departamento, unos de 3 o 4 pulgadas están súper bien. Y que tengan buena definición, no sólo para el karaoke, sino que también para escuchar música”.
Monitores Mackie CR-3X
Respecto a un micrófono básico para comenzar, Miranda recomienda el Shure SV-100, “que es muy bueno en su relación precio-calidad”. Este es un modelo cableado, dinámico y con patrón polar cardioide. Esto significa que es unidireccional y que capta mejor el sonido que llega directamente sobre él, además de ser compatible con aplicaciones de karaoke.
Micrófono Shure SV100
El mixer o mesa de mezcla permite nivelar de manera independiente las pistas de audio que están involucradas en una reproducción y amplificación. “Va conectada al computador, pero también se le puede conectar un teléfono o cualquier dispositivo para reproducir música, incluso sin que esta sea de karaoke, por lo que amplía el uso de la inversión”, dice Miranda.
Su consejo es optar por una que tenga al menos dos entradas de micrófono. “Hay un abanico enorme de precios y marcas, que van desde 30 mil hasta los 400 mil pesos. Ahí depende de las calidades y presupuesto que esperen”.
Otros equipos integran varias funciones pensadas para hacer una especie de todo en uno que facilite el karaoke. Es el caso del parlante Sony SRS-XV800, el cual reseñamos hace un tiempo, calificándolo con cuatro estrellas. Éste posee entrada de micrófono, incorpora luces de colores y cuenta con certificación IPX4 de resistencia al agua, cubriendo funciones que, por ejemplo, podrían ser útiles para Carla Aros.
Parlante inalámbrico Sony SRS-XV800
La visualización de las letras durante la reproducción de cada canción es otro elemento clásico y vital para el karaoke. Si bien utilizar un notebook puede ser solución, el tamaño de su pantalla puede dificultar la lectura, en especial cuando es a distancia. Daniela Rojas opta por conectar el computador a la smart TV —de mayores dimensiones—, aunque también se podría ingresar directamente a YouTube desde ella, si se tiene conexión a Internet.
Carla Aros, por su parte, prefiere el uso de un proyector. Y si bien ya no tiene el que solía llevar a todos lados consigo, tiene pendiente la compra de uno nuevo. Si te interesa esta opción, puedes revisar los consejos que te dejamos en una nota de Práctico del 2022.
Por último, si las versiones de canciones para karaoke disponibles en YouTube ya no son suficiente, puedes encontrar aplicaciones y softwares con funciones más sofisticadas. Entre otros, Singa, Karafun, StarMaker, Smule, y más.
Un último consejo: por más que te guste, evita cantar “My Way” de Frank Sinatra. Sobre todo si vas a algún karaoke en Filipinas. ¿Quieres saber por qué? Quizá te convenga darte una vuelta por los cementerios del país. O tal vez, sólo googlearlo.
*Los precios de los productos en este artículo están actualizados al 1 de abril de 2024. Los valores y su disponibilidad pueden cambiar.