Un par de jeans puede tener más vidas que un gato. Es cosa de hacer memoria y pensar en todos esos abusos a los que sometiste tus pantalones de mezclilla, sobre todo durante la adolescencia y juventud. Pero se queda corta al lado de lo extensa que es la historia de este material.

¿Sabías que los primeros pantalones de denim datan del siglo XIX? En 150 años, la mezclilla partió siendo la ropa de trabajo de mineros y obreros estadounidenses para luego pasar a ser la prenda con la que se identificaron los jóvenes rebeldes del cine —de James Dean a Winona Ryder—, los rockeros marginales —de Bob Dylan o los Ramones a Kurt Cobain. Con la maquinaria pop como plataforma, la industria de la moda se encargó de llevar a los jeans —el símbolo del estilo de vida estadounidense— al resto del mundo. Incluido Chile.

Los jeans fueron protagonistas en la portada de The Freewheelin' Bob Dylan (1963), el segundo disco del cantautor.

A principios de la década pasada, la venta de jeans en el país duplicaba el promedio mundial y la de América Latina. Y a las clásicas marcas internacionales, como Lee (fundada en 1889, en Estados Unidos), Levi’s (1853) o Wrangler (1904), se le comenzaron a unir algunas de origen nacional en los últimos años —como Ovando y Reptil—, que ofrecen pantalones de mezclilla diseñados y fabricados en el país.

Resistencia al tiempo

Un pantalón de mezclilla, dependiendo de su calidad y del cuidado que se le da, puede llegar a durar una década o más. “Mientras más se usa, más valor adquiere”, asegura Nicolás Díaz, fundador de Reptil. Se refiere, claro, al valor emocional, quizá porque en cada mancha, cada zona que se desgasta o se vislumbra un orificio hay una historia. De ahí la gracia de que duren tanto: van acumulando anécdotas, como ese cómplice que muy difícilmente te va a traicionar. Ese desgaste que exhiben las rodillas del pantalón de mezclilla, es símbolo de esa complicidad. “Eso es lo más rico”, agrega Díaz.

Pero, ¿a qué se deben estas cualidades de durabilidad y resistencia? Pues a la mezclilla y a sus materiales de fabricación. Valentina Bordalí, socia fundadora de Ovando, cuenta que el denim es un tejido tradicionalmente hecho a base de hilos de algodón entretejidos en forma de sarga, a punta de tramas y urdimbres entrecruzados de manera vertical y horizontal. Su clásico color azul se debe al tinte índigo natural, que se suele extraer de plantas y hierbas africanas.

Sin embargo, el proceso de producción del denim tiene un altísimo impacto ambiental, producto de la cantidad de agua que requieren y a la serie de químicos contaminantes que se liberan. “Por eso es tan importante enfocarse en la creación de un buen producto, que tenga larga duración”, sostiene Díaz.

Por esta razón, también, muchas marcas han buscado innovar con iniciativas sustentables. Matías Achondo, gerente de marketing de Lee Jeans, dice que han comenzado a utilizar materiales reciclados y fibras alternativas al algodón, “que son más amigables con el medio ambiente y ahorran más agua. Aunque redefinen al jeans original, no dejan de lado su calidad”. Sin embargo, no todas las marcas pueden garantizar que la calidad del jeans original se mantenga intacta en las nuevas versiones.


Las claves de la calidad

¿Cómo se puede diferenciar una mezclilla de calidad de otra no muy buenas?

Hace tres años, Javiera Espinoza fundó Lovi Jeans, una tienda que vende jeans, prendas denim de segunda mano y otros productos generados a partir de la reutilización de esta tela. “Decidí especializarme en la mezclilla reutilizada, por su resistencia y versatilidad para poder confeccionar nuevas prendas, extendiendo la vida útil de ellas”, comenta.

Para ella, la clave para identificar un denim de calidad está en la etiqueta. “La composición de la tela de mezclilla original debe ser 100 % algodón, con una textura de hilos diagonales y al tacto ser rígida, áspera por dentro y por fuera”.

Hay tipos de mezclilla que mezclan el algodón con otras fibras, como poliéster, viscosa, spandex, cáñamo y lino. “Algunas incluso imitan el denim sin tener una pizca de algodón”, dice Espinoza. Si ves muchos de esos materiales en la etiqueta, entonces no esperes a que dure mucho tiempo.

“Las telas más sintéticas tienen mayor brillo y puntitos blancos”, complementa Valentina Bordalí. “Al mirar un denim de buena calidad, siempre se notará la sarga (el tejido) y no debiera presentar peeling (las pelotas de fibra que se producen por el desgaste)”.


Tanto en Ovando como en Reptil, por ejemplo, la cantidad de spándex —otra forma de llamar al elastano, también conocido como lycra— no supera el 2% de la composición total de la prenda. “Eso es suficiente para darle flexibilidad a la mezclilla”, dice Díaz. Cuando el porcentaje de esta fibra sintética es muy alto, la posibilidad de que se deteriore y rompa en el corto o mediano plazo también es mayor.

El peso y el grosor de la prenda también son señales de resistencia y durabilidad, según Matías Achondo. “Esto debido a su densidad, o sea la cantidad de hilos que existen por cada centímetro de tela”. Cuando las prendas son pesadas se suelen sentir duras al comienzo, pero éstas “se irán aligerando después de los lavados y su uso”.

Las terminaciones, los cierres, los botones, los bolsillos y las costuras en las zonas críticas —donde se suele producir mayor desgaste— son otros detalles que marcan la diferencia entre un buen jeans y uno que se dará de baja en el corto plazo. “Las costuras deben estar perfectas y reforzadas”, dice Díaz.

¿Cuáles son esas zonas críticas? Generalmente, en los pantalones se encuentran en la entrepierna, en las rodillas y muslos, así como en la zona trasera, que recibe el roce de nuestras nalgas con las superficies donde nos sentamos. Esas zonas, explica Bordalí, son aún más vulnerables cuando la tela es demasiado elástica, ya que el estiramiento y el roce continuo con otras superficies —incluido el mismo cuerpo— provoca que las hebras internas se corten.

En las chaquetas, en tanto, las partes más susceptibles al deterioro está en la intersección del hombro con la manga y también en la zona axilar, dice Espinoza.

Finalmente, el precio de la prenda —querámoslo o no— es otro indicador de su calidad. “Un jeans o chaqueta que cueste un poco más, seguramente lo será por la calidad de sus materiales pero además por otros aspectos, como el pago justo a sus proveedores o velar por la seguridad y bienestar de sus trabajadores. Más aún si son prendas sustentables, que usan materiales como algodón orgánico o técnicas de teñido que no impactan al medio ambiente”, afirma Matías Achondo.

Roces, sol, manchas, ¡bacterias y hongos

Por más que el denim sea de calidad, para extender su vida útil éste necesitará de ciertos cuidados básicos. El solo hecho de ocupar un jeans significa un desgaste, en buena parte por el roce o fricción que se produce entre la prenda y nuestro cuerpo, como también contra objetos y superficies externas. “Una persona que se mueve en bicicleta con su jeans favorito puesto, le está acortando su duración”, ejemplifica Nicolás Díaz.

La mezclilla se desgasta y marca con facilidad, según Paula Aliste, dueña de Lavandería Castillo, con más de 20 años de experiencia en el área del lavado y secado. “Los hombres suelen llevar la billetera en el bolsillo trasero, lo que marca fácilmente al jeans. Lo mismo una persona que se sienta en el auto con el manubrio muy encima”. Ese roce terminará por marcar la zona de los muslos.

Y así como el roce deja su rastro, también lo hace el sol, capaz de desteñirlos y decolorarlos. Por eso, no se recomienda secar las prendas de mezclilla con el sol directamente. Además, según Aliste, porque “quedan un poco tiesos. Si no se estiran bien, se marcan mucho las arrugas y cuesta quitarlas”.

Por otro lado, el tejido asargado del denim le da una complejidad adicional a la hora de la limpieza, ya que su porosidad sirve de trinchera para cualquier partícula que se incruste y se solidifique. Los aceites, el vino, el café, la sangre, la grasa y el pasto, entre otras manchas, son mencionadas por los entrevistados como las más difíciles de quitar. “Si es un jeans teñido, cualquier mancha será difícil, ya que se corre el riesgo de quitar el pigmento”, agrega Valentina Bordalí.

Pero no sólo las manchas amenazan con atrincherarse en la porosidad del denim. También microorganismos, incluidas bacterias y hongos, pueden alojarse entre los hilos y fibras, sobre todo si la prenda se guarda húmeda. La presencia de hongos puede terminar por pudrir la prenda y poco se podrá hacer para revertir eso.

¿Lavar o no lavar? Esa es la cuestión

Cada lavado es un golpe a la vida útil del denim. Tanto así, que la recomendación general es lavarlos con la menor frecuencia posible. “Solo cuando sea necesario, por manchas y mal olor”, sugiere Bordalí, porque “los detergentes tienen partículas que van gastando el algodón”.

Nicolás Díaz conoce a “verdaderos fanáticos” del denim que han pasado 12 meses o más sin lavar sus jeans. Incluso se va en la filosófica, y sugiere que retener la suciedad es “parte del proceso”, mientras que lavarlos es “crear una nueva página que comienza a contar tu mezclilla”. Pero también lo dice porque con el lavado se desgasta el color original, sobre todo si es con agua caliente.

Si se puede, conviene lavar los jeans aparte, sin mezclarlos con otras telas.

Para peor, es común que las personas no lean la etiqueta de su prenda antes de meterla a la lavadora o a la secadora. De hacerlo, sabrían por ejemplo que no se debe utilizar agua muy caliente (a más de 20 o 30 grados) ni detergentes que contengan cloro o amoniaco. “Esos productos estropean y arruinan el color de la prenda, incluso si es blanca (porque termina amarillenta)”, dice Matías Achondo. El gerente de Lee agrega que otro error común es dejar arrugados los jeans entre la ropa sucia.

En el lavado

Entonces, no se recomienda lavar las prendas de denim con tanta frecuencia. ¿Cada cuánto es razonable? Máximo dos veces al mes o “cada cinco o diez usos”, propone Achondo. Y cuando toque, hacerlo con agua fría y utilizando un detergente suave y para ropa oscura, en el caso de la mezclilla de color índigo o más oscuro.

Javiera Espinoza dice que hay un montón de sitios webs en los que se enseña lavar los jeans con productos naturales, como el vinagre blanco o el bicarbonato. “Sí funciona”, asegura la dueña de Lovi Jeans.

Antes de echar a lavar, Espinoza recomienda abrochar los botones y cerrar los cierres, para que no rompan ni se rompan ellos. Es importante también lavarlos por el reverso: así se daña menos el tejido pero también es esa cara, que toca nuestra piel, la que suele ensuciarse más, según Nicolás Díaz.

Si el lavado es en lavadora, debe ser en ciclo delicado, con agua fría, y sin centrifugado. En ese sentido, no se puede dejar de leer el etiquetado. “Algunos jeans deben lavarse solos la primera vez, aunque sería ideal hacerlo siempre así, sin prendas de otros materiales”, dice Espinoza.

Cuando se lava a mano, Díaz aconseja dejar unos 45 minutos de remojo y hacer un triple enjuague. “Es bastante, pero por eso recomendamos no lavarlos tan seguido. El primer enjuague se deshace de la suciedad, el segundo de la mugre y el tercero es solo para asegurarse”. Y remarca que no se deben estrujar; de lo contrario, romperás las fibras.

En el secado

Para Paulina Aliste, los jeans hay que secarlos al aire libre, pero sin que el sol les llegue directamente. Pero si está lloviendo, hace mucho frío y no se puede evitar la secadora, entonces conviene hacer a temperatura baja, para no dañar el algodón y para que no se encoja. ¡Cuidado con sobrecalentarlos!

Foto: Ergita Sela.

Espinoza dice que, antes de colgar los jeans, se deben estirar las costuras para evitar que se deformen. “Dobla los jeans una vez a la altura de la rodilla y cuélgalos en una percha o tendedero para que se sequen. Si los doblas mucho mientras se secan, podrían quedar con arrugas y marcas de pliegues”, advierte.

El planchado

“Se puede planchar la mezclilla, pero antes se recomienda que esté un poco húmeda”, dice Díaz. Con los pantalones, el planchado debe ser por el reverso, para evitar dañar las fibras. “Incluso, se recomienda poner un paño tipo sábana sobre el pantalón y que la plancha no lo toque directamente”.

Si necesitas eliminar las arrugas, Achondo sugiere como alternativa usar un vaporizador. Y si tienes tiempo, “también puedes colgar los jeans en el baño mientras tomas una ducha caliente y alisar las arrugas después”.

Al guardarlos

Lo más práctico, según Aliste, es guardarlos doblados en una cajonera, “para evitar que se marque el doblez en el colgador”. En el caso de la mezclilla cruda, Achondo sugiere colgarlos verticalmente por la cintura o de las presillas del cinturón. “No se debe doblar la mezclilla cruda, pues podría alterar el patrón de uso y el material de forma permanente”.

Por otro lado, y como medida general de cuidado, el gerente de Lee recomienda meter los jeans al congelador al menos una vez al mes. ¿Por qué hacer algo que parece tan extravagante? No es sólo para mantenerlos frescos entre lavados —ni como medida contra el calor que ya se asoma— sino también porque “la teoría es que las temperaturas bajo cero ayudan a matar las bacterias y los olores que se acumulan después de un uso prolongado”.

Aliste da crédito a la teoría. “La vengo escuchando hace diez años. Un cliente, que tenía unos jeans japoneses súper exclusivos, me comentó que la marca lo recomendaba. En Chile es algo desconocido, pero no estamos tan lejos de que tengamos que hacer esto. No solamente con los jeans, sino que también con otros tipos de prendas. Con la escasez mundial de agua, lo vamos a necesitar y es mejor acostumbrarse”. Así, de paso, alargamos la vida del jeans y, quizá, de quienes lo utilizan.