La última semana de noviembre, Patitas, un joven macho de un año y medio, hizo su primer viaje en avión desde las australes tierras de Punta Arenas hasta Santiago. El motivo de su viaje se debía a una operación de ligamento y en la zona no había especialistas para atender esta compleja intervención. Junto a su pareja, Melisa Paredes planeó durante semanas la logística de traslado, algo no menor considerando que el señorito Patas pesa sus buenos 33 kilos.

“Lo más complicado fue conseguir el transportador, porque tiene que ser grande”, cuenta Melisa. Por su tamaño, Patitas no pudo ir en cabina, por lo que debió embarcarse junto al equipaje, algo que tenía medianamente preocupados a sus tutores. Para que no sufriera dentro del trayecto, la veterinaria les sugirió que lo fueran acostumbrando poco a poco a esta caja de viaje.

“Se empezó a meter al transportador y después lo empezamos a encerrar poco a poco: 5 minutos, 10 minutos con premios… Creo que lo máximo que estuvo fue media hora, cuando se quedó muy tranquilo después de comer”, relata. Incluso lo sacaron a pasear en auto dentro de esta caja para que se acostumbrara, aunque cuando llegó el momento del viaje “igual lloró en el aeropuerto”.

Caja de transporte y su adaptación

“Cuando uno transporta animales de compañía, sea perro o gato, tiene que tener el medio de transporte adecuado; vale decir, las cajas de transporte”, afirma Rodrigo Santana, académico de la Escuela de Medicina Veterinaria de la Universidad de las Américas sede Viña del Mar. Hay diversos tamaños dependiendo de la dimensión del animal, pero un aspecto clave es que “tanto el perro como el gato puedan tener cierto grado de movilidad dentro de la caja de transporte y que se puedan dar vuelta”.

Dentro de este espacio tiene que haber una adecuada ventilación, que exista un piso blando, “sobre todo si el viaje va a ser largo”, asegura Santana. Así el animal podrá respirar sin problemas y no se sentirá tan ahogado.

Da lo mismo si el viaje es aéreo o terrestre: la caja de transporte no cambia. Algunas veces, si es necesario, se puede incorporar un arnés, de manera de poder fijarla de mejor manera al asiento. “Todas las cajas de transporte tienen usualmente una puerta y algunas tienen dos puertas: entrada y salida”, comenta.

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Rucio, un gato joven de casi dos años, fue rescatado en plena pandemia por Isa Luengo, en el sector de Mantagua, Región de Valparaíso. Por decisiones profesionales y personales, decidió emprender viaje a Italia junto a su mamá y su gatito.

“Era su primer viaje lejos, porque antes había ido a Santiago una vez en auto y fue corto”, recuerda. En el transportín —nombre común que se le da a la jaula—, que fue adquirido de acuerdo a sus dimensiones, le agregó además del plato antiderrame una prenda con su olor para que se sintiese a gusto.

Cuando fue al veterinario para sacar la certificación del SAG, la profesional le sugirió algo natural para que se relajara durante el viaje. “Me recomendó un aceite, que había que ponérselo una semana antes del viaje, durante todos los días, para que se acostumbrara y le sirviera para bajar la ansiedad”, recuerda. En la previa al viaje le hizo masajes en la guata y la cabeza para que el aceite se impregnara e hiciera el efecto.

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El transportín adecuado para gatos, según la veterinaria especializada en felinos Laura Lust, “debería ser de material rígido, con puerta frontal y ojalá otra superior, y que su mitad pueda desmontarse”. Ella prefiere evitar transportines en los que el felino sea arrastrado u obligado a caer en él, ya que la idea es que esta caja sea segura y estable para que el animal pueda sentirse seguro.

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El proceso de adaptación previa es fundamental para que el gato pueda sentirse a gusto, por lo que la profesional aconseja dejar el transportín con la puerta abierta dentro de la casa y colocarle premios dentro, “o productos como feromonas, catnip o su mantita preferida, que ojalá sea la misma que ocupe para viajar”.

“Puede tardar varios días, pero es una forma de que el felino lo reconozca y asocie a algo positivo”, dice Lust. Hay gatos que prefieren que esta caja vaya descubierta para mirar su entorno, y a veces se recomienda taparlo con una manta para que se sientan más seguros. Es algo que puede ir variando según la personalidad y gustos del gato.

No alimentar de forma abundante

Dependiendo de la distancia que van a recorrer, los animales deben ser alimentados con cantidades distitnas. Según Santana, la idea siempre es que coman de forma liviana. Si se trata de un viaje en auto, “parar cada dos horas de viaje, las típicas donde se descansa, se pasa a comer o a los servicios higiénicos”, momento donde tanto perros y gatos pueden también salir de la caja de transporte con arnés y “tomar agua, orinar, defecar y estirar sus piernas”.

Obviamente, en los aviones esto no se puede realizar, por lo que es importante cumplir con un régimen de alimentación liviana a través de un snack e hidratación en el platillo antiderrame.

Prohibido sedar

“Bajo ninguna circunstancia los animales deben viajar sedados”, asegura tajante Santana. “Jamás deben recibir ningún tipo de psicotrópico ni nada que los duerma”.

Según Lust, no es bueno usar sedantes porque pueden incluso ocasionar la muerte del paciente. Su llamado es a “siempre asesorarse y buscar alternativas con su médico veterinario de cabecera, para que los viajes sean lo menos estresante para nuestras mascotas”.

Viajes aéreos

Tal como lo hizo Melisa con Patitas, el primer paso es ponerse en contacto con la línea aérea e informarse respecto al reglamento de traslado de mascotas. “Las aerolíneas pueden reservarse el derecho de transportar mascotas, y en muchos casos, sea terrestre, aéreo o marítimo, cuando admiten el transporte, hay que cumplir con los estándares de la caja adecuada”, agrega Santana. “Dependiendo de las distancias, los animales tienen que llevar la misma caja de transporte, además de agua suficiente para el viaje”.

Según el caso y la distancia, la mascota va a requerir documentación sanitaria. “Cuando viajan al extranjero, al igual que las personas, las mascotas deben presentar su certificado sanitario al día”, comenta el académico UDLA. Entre los requisitos generales, figura tener la vacuna antirrábica puesta con al menos 15 días de antelación, además de estar desparasitados. Sin embargo, las cosas cambian de acuerdo al país al que se llegue, “donde las políticas sanitarias pueden ser diferentes”.

He ahí la importancia de informarse adecuada y previamente. “No hay normas específicas e incluso hay sitios donde piden test de anticuerpos antirrábicos independiente de la vacuna”, añade.

“La rabia es una zoonosis, una enfermedad que se transmite de los animales a las personas y que puede ser letal”, informa el veterinario. “Normalmente, los animales van a viajar en el compartimiento del equipaje del avión, donde hay secciones especiales habilitadas para animales”, cuenta Santana. En suelo nacional, las mascotas son fiscalizadas “por el Servicio Agrícola y Ganadero (SAG), y una vez que llegan al otro país, la entidad agropecuaria extranjera tendrá que tomar cartas respecto a la documentación sanitaria que se exige”.

“Existen mascotas de compañía, como los lazarillos o los de sostén emocional, que con la debida certificación pueden viajar en cabina”, expresa el académico. Para esto, se requiere una documentación del veterinario que lo esté tratando. También hay un documento psiquiátrico/psicológico que se le emite a la persona, el que indica que esta necesita viajar con la mascota y que la debe acompañar durante el viaje.

“Muchas pasajeros que van cerca de los animales se extrañan y algunos reclaman, por lo que las mascotas tienen una especie de chaleco, el que indica que se trata de un lazarillo o un animal de contención emocional”, respalda Santana.

Si los animales son pequeños y la jaula no supera el tamaño del equipaje de mano, se pueden llevar en cabina, debajo del asiento, como fue el caso del gato Rucio. Patitas, por su parte, debió viajar en el compartimiento de carga por su tamaño.

Transporte terrestre

En un automóvil, lo óptimo —tanto para perros como gatos— es contar con una caja con las dimensiones adecuadas para que el animal pueda moverse. Una consideración no menor es la alimentación liviana, de manera que el transportado no viaje con el estómago lleno y no tenga accidentes que involucren descompensaciones y vómitos. “El manejo que se debe hacer es similar al de los niños”, compara Santana, por lo que “hay que estarlos distrayendo e ir parando cada cierto tiempo”.

“Es importante que no se ponga música fuerte”, para que el animal no se estrese con estos sonidos, y que tampoco “les llegue una corriente de viento, ni muy frío ni muy caluroso”, comenta el veterinario. Perros braquicéfalos como los bulldog —de nariz y hocico “ñatos”— “son propensos a estrés térmicos. En ellos es tremendamente importante que el traslado sea en una caja, que tengan harta movilidad, harta ventilación y especial cuidado con los cambios de temperatura”.

Aunque les encanta, por seguridad no conviene que los perros se asomen pro la ventana. Foto: Emerson Peters.

“Muchas veces los perros no viajan en jaula de transporte, pero hay unos arneses que se fijan a los asientos”, dice el académico y recalca que jamás se debe llevar al perro en el asiento delantero ni en los brazos y sin seguridad, porque en caso de accidentes pueden salir eyectados.

En cuanto a los felinos, Laura Lust sugiere “siempre mantener ventilado, para que no se produzcan shocks por calor”, además de “colocar el transportín con cinturón de seguridad”. Al igual que Santana, coincide en que se pueden hacer paradas para que el gato haga sus necesidades, tome agua, se alimente y pueda estirar sus extremidades.

Tanto Patitas como Rucio tuvieron viajes exitosos. El primero se encuentra en un proceso de recuperación de ligamento, algo que no ha sido fácil, considerando su alto nivel de energía y motivación. La ida y la vuelta se realizaron en aerolíneas distintas: en LATAM, dice Melisa, “entregan unas amarras de alambre (para asegurar el transportín), mientras que en SKY cada persona las debe llevar”. Estas deben ser de alambre, ya que no admiten las de plástico.

En estos días, Rucio es un gato viajero y el compañero de Isa en sus aventuras. Se pueden seguir sus pasos en su cuenta de Instagram, @isadeviaje, espacio en el que además de paisajes, comparten datos útiles sobre cómo hacer los trámites de viaje para este pequeño.


Prevenir estrés

“Si se pueden evitar los viajes, sería lo ideal, ya que los felinos son extremadamente estresables en este tipo de situaciones”, dice Lust. Si son sometidos constantemente a ellos, “al final puede generarles problemas de salud”.

Y así como hay personas con distintas aprensiones, lo misma suerte pasa por perros y gatos: hay quienes no están acostumbrados al viaje ni al movimiento en medios de transporte, por lo que si les genera mucho estrés el mejor consejo es evitarlo. “En esos casos, conviene más dejarlo en casa con alguien de compañía o en un hogar temporal”, apunta Santana.


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