Un juego de mesa suele ser sinónimo de entretención grupal. Por mucho tiempo, al menos, la publicidad así nos lo hizo entender: los comerciales mostraban a familias muy bien constituidas, siempre caucásicas —y seguramente cristianas—, disfrutando de un flamante juego, todos vestidos con coloridos chalecos de lana —tejidos, se sugiere, por la hacendosa madre que, a pesar de su juventud (esa tersa piel no puede tener más de 30 años), ya domina todas las habilidades que se le exigen a una dueña de casa— y demostrando, con sus níveas y alineadas sonrisas, el carísimo plan dental que podía permitirse el sueldo del padre.
En el último tiempo, la rubia hegemonía norteamericana se contrapesó con la creciente popularidad de los juegos europeos, títulos que no tenían amarrado un público ideal —sus principales consumidores, además, jóvenes con lentes no muy asiduos a la luz solar, no reunían los requisitos publicitarios— pero que igualmente prometían una diversión grupal, un momento comunitario.
Con la cuarentena, muchas familias o convivientes han desempolvado las cajas de antiguos juegos de mesa, como el ludo o el combate naval, y también le han sacado lustre a los más taquilleros, como el popular Catán o el Dixit. ¿Pero qué hay de los solos y las solas, aquellos que viven sin más compañía que la de su celular o alguna mascota sobreprotegida, que esperaban con ansiedad la llegada de cada fin de semana para reunirse con sus pocos amigos y, empujados por el amargor de una cerveza artesanal, dejar su destino a la suerte de los dados?
Ellos, tristemente, han quedado a la deriva. El solitario, lo sabemos, puede sacar de algún apuro pero no tiene ninguna mística, y el sudoku es capaz de mejorar tu autoestima por una tarde, pero para sentir algo de adrenalina anotando números se requiere de otro tipo de antropofobia.
“Pensando en ese público, muchas editoriales han lanzado juegos que, aunque son grupales, tienen una modalidad para una persona”, dice Felipe Campos, técnico financiero y autor del blog especializado El Meeple Chileno. De hecho, uno de los grupos más populares del sitio Board Game Geek, la principal comunidad de aficionados a los juegos de mesa, es el de “solitarios”, con 13 mil miembros.
Campos, junto a Axel Christiansen, periodista de La Tercera y experto en el tema, y Efe Cardinali, parte del equipo de la reconocida tienda Entre Juegos, nos ayudaron a conformar una lista —sin orden— con nueve grandes títulos para jugar solo.
1. Exit
La serie Exit, como explica Christiansen, son juegos tipo “escape-room”, en los que debes resolver acertijos y misiones, cumplir objetivos y luego salir del lugar antes de que sea demasiado tarde. “Siempre son entretes para la gente que no cacha mucho”, agrega Cardinali, “aunque vale mencionar que son experiencias de juego únicas que solo se pueden jugar una sola vez”. “Cuando resuelves el misterio”, explica Christiansen, “ya te sabes las respuestas, y muchas soluciones requieren recortar o romper el tablero, lo que impide rejugarlo”. Pero hay más de diez aventuras diferentes con distintos niveles de dificultad. “La mayoría de la gente los trata de pasar con amigos”, dice Christiansen, “porque es más fácil pensar en grupo, pero si te gustan los desafíos que te hacen pensar mucho, los Exit son súper buenos para jugarlos solo. Recomiendo comenzar por los de nivel principiante”.
2. Onirim
Campos y Christiansen coinciden en que este juego es lo más parecido al solitario de cartas, pero con una oscura historia detrás. “Es un mazo de 100 cartas”, describe El Meeple Chileno, y se trata de una pesadilla de la cual tienes que salir. Una partida dura 15 minutos aproximadamente y es muy adictivo”. “Hay que ordenar cartas del mismo color y formar una línea consecutiva, para buscar puertas que te permitan salir”, cuenta el periodista de La Tercera. “Pero entremedio te salen cartas de pesadilla, que te obligan a tomar acciones negativas. Hay apps del juego para probarlo en el celular”.
3. Marvel Champions
Otro juego de cartas pero muy diferente. No solo porque aparecen los megapopulares superhéroes de Marvel, sino que por su mecánica de juego, denominada Living Card Game (LCG), o juego de cartas en vivo. “Es un juego de creación de mazos que representan héroes y villanos de Marvel, enfrentándose para desatar o resolver una crisis”, explica Cardinali. “Aunque es un juego cooperativo, funciona muy bien en solitario. Tiene cierta dificultad, el mazo no es barato, pero vale la pena”, dice Felipe Campos.
4. Terraforming Mars
Este es un juego muy exitoso —tanto que actualmente está agotado en Chile—, diseñado para jugarse en grupo pero que sigue la tendencia de tener una versión en solitario. “Por lo general, las adaptaciones para una persona se nota que son a la rápida, pero aquí no”, dice Axel Christiansen. Se trata de una misión para transformar a Marte en un planeta habitable, y cada turno es una generación de personas, que va mejorando las condiciones de vida del planeta a través de las cartas. “Cuando juegas solo hay un límite de tiempo y turnos para conseguir ciertos objetivos: más oxígeno, cierta agua, espacios verdes. Es parecido al Sim City, pero más estratégico”.
5. Archipelago
“Es el mejor juego solitario que he jugado en el último tiempo”, dice Felipe Campos. Su tema no es muy correcto políticamente, al menos no por estos días: la colonización de Centroamérica por los conquistadores españoles. “Tú eres uno de los invasores y debes explorar, evangelizar, extraer riquezas y luego comercializarlas, manteniendo al mismo tiempo a la población nativa tranquila”, explica Campos. En formato solitario hay 20 historias para elegir. Es precioso aunque algo complicado de entender: tiene muchas mecánicas y no son tan claras las instrucciones, pero es muy gratificante cuando consigues descifrarlas. Es para jugadores avanzados”.
6. La dama y el tigre
Este juego es en realidad una colección de juegos. “Es un set de cartas, con ilustraciones de damas y tigres, y unas fichas”, dice Christiansen. “La gracia es que viene con seis modalidades distintas, y una de ellos es para jugar en solitario. Es un puzzle bien sencillo: vas sacando cartas, moviendo fichas y sacando basura. Es bien de ingenio, y puedes ajustarle los niveles de dificultad”.
7. Wingspan
Fue el juego sensación del año pasado, ganó todos los premios habidos y por haber, y sigue siendo un éxito. “Está diseñado para más jugadores, pero su versión solitaria es muy buena”, dice Felipe Campos. “Es un juego de cartas, sencillo y muy recomendable para principiantes, y su fuerte está en el diseño: es precioso, con ilustraciones de pájaros hechas por artistas colombianas, y tiene hasta una pajarera de cartón para tirar los dados”. En Wingspan, el jugador toma el rol de un coleccionista de aves, y vence quien tenga el aviario más grande y diverso. Para conseguirlo, deben obtener comida, buscar especies, ubicarlas en sus hábitats y después hacer que pongan huevos.
8. Gloomhaven
Según la comunidad de la Board Game Geek, el sitio de juegos de mesa más importante del mundo, este es el mejor juego de la historia. De ahí su precio —$117.500— y su peso, más de diez kilos. “No todos los juegos para varias personas funcionan bien de solitario, y esa es una gran virtud del Gloomhaven”, argumenta Efe Cardinali. Es la historia de unos mercenarios que escapan de una ciudad: tiene 95 escenarios diferentes y más de 1.500 cartas. “En esta modalidad puedes tener toda la información ‘oculta’ entre personajes y preparar estrategias más complejas, lo que lo vuelve un juego mucho más táctico”.
9. Hostage: el negociador
Como lo dice el nombre, en este juego eres un negociador que debe llegar a un acuerdo con un secuestrador que tomó a un grupo de rehenes. “Cada partida es diferente y el secuestrador te va ofreciendo distintas peticiones”, explica Christiansen. “Ahí debes ir jugando cartas, tirando respuestas y aumentar o disminuir el nivel de amenaza. Si eres muy agresivo, matará rehenes, y si eres muy pasivo, te exigirá mucho. Para ganar, la mitad de los rehenes debe salir con vida y el secuestrador capturado o eliminado. Lo recomiendo para personas con el criterio formado”.