Si alguna verdad dejó la década del ochenta es que nada era imposible para el bueno de MacGyver. Quienes veían esa exitosa serie televisiva podrán ratificarlo: no había problema que no tuviera solución para este agente del gobierno de Estados Unidos. ¿El auto no tiene motor? Lo echamos a andar con misiles de guerra del enemigo y, de paso, le boicoteamos su arsenal. ¿Quedan 10 segundos para una detonación nuclear? La detenemos... ¡con una raqueta de tenis!
Para MacGyver, todo cachivache era una potencial herramienta: clips, chicles, espejos, cigarrillos y, por supuesto, su infaltable navaja suiza multiuso. El tipo era un verdadero genio. No es de extrañar, entonces, que fuera ídolo de multitudes y que, de paso, la serie llevara a un nuevo sitio el ideario del hombre capaz de resolver cualquier problema solo con su ingenio.
Pero las nuevas generaciones no han crecido con ese personaje como referencia, y con la rápida obsolescencia de las cosas, sumado a la digitalización y complejización del funcionamiento de los aparatos, la figura del padre o madre bueno para arreglar desperfectos se ha echado a perder tan rápido como un electrodoméstico de mala calidad.
Pero tener conocimientos en electricidad sigue siendo un mandato doméstico básico, en especial cuando el funcionamiento del hogar depende casi completamente de esta vía. Y si bien existen técnicos certificados a los que se puede —y recomienda— recurrir para cualquier problema que surja, lo ideal es al menos entender cómo es que funciona la luz que nos ilumina o la energía que alimenta todos nuestros dispositivos.
La corriente alterna
Que el mundo funcione en base a la electricidad se lo debemos al genio de Nikola Tesla, uno con muchos más méritos que MacGyver, partiendo por el hecho de que existió en la realidad y no en la ficción. Antes de que él apareciera en el mapa, la energía que movía a las industrias se basaba en el vapor y la fuerza física. Su revolución llegó con el primer motor de inducción de corriente alterna, creado por este ingeniero eléctrico balcánico, hoy celebrado y homenajeado en todo el mundo, pero que en su minuto debió vivir bajo el ninguneo de pares y de competidores, como Thomas Alva Edison.
Tesla y Edison protagonizaron lo que se conoce como la “guerra de las corrientes”. El segundo promovía el sistema de corriente continua, en la que la señal eléctrica viaja de manera constante en una dirección. Tesla, en tanto, bregaba por la corriente alterna. En esta, el flujo de electrones generado va y viene, ya sea en intervalos regulares o de manera cíclica. La diferencia entre una y otra corriente se puede visualizar como una línea recta, en el caso de la continua, versus una señal en forma de ondas que representan la denominada “oscilación sinusoidal” de la corriente alterna.
La opción de Tesla se impuso a la de Edison porque demostró ser más eficiente —se pierde menos energía—, más económica de implementar y en general más segura para las personas. Por ello, la iluminación y los electrodomésticos hoy operan con corriente alterna, mientras que los artefactos de menor tamaño y potencia, como smartphones y laptops, lo hacen con corriente continua.
La distribución eléctrica del hogar
En Chile, cada vivienda obtiene su electricidad desde un sistema monofásico, es decir, por una única corriente alterna —conocida también como fase— a un voltaje de 220 voltios (V).
La energía eléctrica se distribuye desde el Tablero de Distribución de Alumbrado (TDA), en el cual se encuentran concentradas las protecciones termomagnéticas e interruptores diferenciales —los famosos automáticos—, dispositivos dedicados para proteger tanto la instalación y sus componentes como a las personas.
Axel Maldonado, docente de construcción en el Duoc UC Alameda, explica que la distribución interna de un tablero eléctrico se diseña acorde a la cantidad de componentes, electrodomésticos o “cargas” que posea cada instalación. “Este valor se expresa en amperes y se asocia a los interruptores o automáticos”, indica.
Generalmente, las capacidades varían entre 10, 16 y 25 amperes. “Eso dependerá del tamaño de la instalación y la cantidad de componentes”. La función del TDA, entonces, es “concentrar todas las protecciones eléctricas de la instalación o recinto al cual pertenezca” y hacerlo de manera ordenada y segura, tal como lo define la normativa actual de la Superintendencia de Electricidad y Combustibles (SEC).
La seguridad a la que se refiere Maldonado tiene que ver, por un lado, con la presencia de interruptores termomagnéticos en el TDA, más conocidos como automáticos, cuya función es proteger las instalaciones, cables y elementos eléctricos que corren el riesgo constante a sobrecargas y cortocircuitos.
Por otro lado, los tableros cuentan con interruptores diferenciales, “que están explícitamente dedicados a proteger a las personas de descargas residuales”. En otras palabras, es capaz de detectar cuando alguien se electrocuta —debido a una descarga a tierra del sistema—, por lo que al instante corta la energía.
En viviendas o instalaciones eléctricas más modernas, un TDA debería contar con tres tipos de interruptores (y verse más o menos como la imagen que está arriba). Por una parte, el Interruptor de Control de Potencia (ICP), por otra un Interruptor diferencial (ID), y después los Pequeños interruptores automáticos (PIA). ¿Para qué sirve cada uno?
- ICP: evita daños en la instalación en caso de sobrecargas y controla que la potencia que se utiliza no sea mayor que la contratada. Cuando esta se supera, automáticamente se apaga.
- ID: como ya lo describimos, sirve para desconectar la instalación eléctrica en caso de haber una fuga a tierra. Esto evita que una persona se electrocute si toca la corriente o un aparato en mal estado.
- PIAs: son los interruptores sectorizados para cada uno de los circuitos interiores de la vivienda. Controlan por separado la llegada de electricidad a los diferentes espacios. Suele haber uno para iluminación, otro para enchufes de gran potencia y otro más para los de baja potencia, con diferentes valores que varían entre los 10A, 16A, 20A y 25A.
La toma de tierra
Habrás escuchado más de alguna vez el concepto “a tierra” en relación a una red eléctrica. Pues bien, este es un sistema fundamental para la protección de las personas frente a la manipulación de un circuito y el riesgo de una descarga que ello implica. Gracias a él, la electricidad es conducida hasta la tierra en vez de darle vía libre para propagarse, por ejemplo, por la mano y el resto del cuerpo de quien manipula el circuito.
La puesta a tierra o toma de tierra se basa en la instalación de una varilla de cobre, conocida como barra Cooper, de cerca de un metro de largo, que se entierra en alguna zona cercana al TDA. “Esto es un aspecto importantísimo a tener en cuenta en todas nuestras casas, porque así protegemos a las personas de estas descargas peligrosas”, comenta Maldonado.
En Chile, a pesar de lo que señala la normativa actualmente, muchos hogares aún no cuentan con una puesta a tierra, lo que significa un alto riesgo para sus habitantes. “Si no existe el cable a tierra, quedamos expuestos a una descarga importante si ocurre alguna falla eléctrica en la manipulación de un electrodoméstico”, advierte Maldonado. Asimismo, todo componente conectado a la toma de corriente puede sufrir un sobrecalentamiento, con el potencial de provocar un incendio.
¿Cómo saber si tu hogar cuenta con puesta a tierra?
La manera más sencilla de verificar esto es echándole un vistazo a las tomas de corriente que hay en casa. Si estas son de tres clavijas, entonces, lo más probable es que sí cuente con una toma de tierra. Sin embargo, lo más fehaciente es revisar el cableado detrás de la tapa de la toma de corriente, o bien en el espacio para la conexión de una lámpara.
Acá cabe hacer un paréntesis. Es común que se hable de cables positivos y negativos, además del que corresponde a tierra. Sin embargo, de acuerdo a Axel Maldonado, estos son términos “mal utilizados”, pues se refieren a un sistema de corriente continua. Y como ya vimos, los hogares se abastecen de un sistema de corriente alterna. Por lo tanto, lo que corresponde es hablar de una fase y un neutro.
La fase corresponde al conductor activo, que transporta la corriente eléctrica desde la red hasta una toma de corriente, enchufe o un interruptor de la casa. El cable neutro, en tanto, se encarga de generar la tensión que necesita la energía eléctrica para ser conducida por la fase. Luego, el de tierra sirve como conductor de retorno de los electrones.
Cuando, por ejemplo, se desea instalar una lámpara, lo que corresponde es conectar los cables de fase, neutro y de tierra que trae ésta con sus pares del hogar.
¿Cómo diferenciar al cable de fase del neutro y al de tierra?
Solo basta seguir los colores correspondientes. En el caso del cable de fase, hay cuatro opciones de tono: negro, gris, café o blanco. El neutro, en tanto, siempre es de tono azul, mientras que el de tierra es de tonalidad verde o amarilla. En algunos casos, los aparatos a instalar incluyen, además, alguna iconografía para diferenciar los cables: la “L” corresponde a la fase y el “N” al neutro.
¿Qué hacer cuando el hogar no cuenta con puesta a tierra?
“La recomendación es normalizar la instalación eléctrica, porque el cable a tierra es demasiado importante y de ello depende la seguridad de las personas”, responde Maldonado. Para eso, se debe contactar a un técnico en electricidad certificado que realice un diagnóstico profesional y, luego, la instalación de la barra de Cooper para la puesta a tierra y de los cables correspondientes en cada enchufe y toma de corriente.
“Un hogar que no cuente con cable a tierra está fuera de norma, además de estar propenso a un accidente eléctrico de alto riesgo que amenaza más a las personas que a los aparatos”, asegura Maldonado.
Circuitos independientes
Para este primer artículo introductorio a la electricidad, queda un detalle más por revisar: se trata de los circuitos que distribuyen la energía en el hogar. En 2020, se oficializó el Nuevo Reglamento de Seguridad de las Instalaciones de Consumo de Energía Eléctrica, más conocido como RIC, el cual entre otras cosas establece que las instalaciones residenciales requerirán como mínimo tres tipos de circuitos distribuidos de manera independiente, destinados a proteger tres aspectos: las cargas de iluminación, por un lado, los enchufes comunes, por otro, y los enchufes de cocina o lavandería, en tercer lugar.
“Estas tres cargas están protegidas por un interruptor general que está encargado de conectar y desconectar toda la instalación”, explica Maldonado. La gracia de que sean tres circuitos independientes es que permiten dar o quitar la energía a cada uno cada vez que sea necesario, sin afectar a los otros.
Volvamos al ejemplo de la instalación de la lámpara: antes de intentar cualquier conexión, lo que se debe hacer es cortar la corriente que alimenta al circuito de iluminación desde el tablero TDA.
“Así se puede trabajar de forma segura y al mismo tiempo no desconectará lo que se tenga enchufado en los otros circuitos”, apunta Maldonado.
Pero una cosa es lo que dice el nuevo reglamento y otra cosa es lo que se da en la práctica, pues así como ocurre con la puesta a tierra, aún muchos hogares cuentan con un solo circuito por el que se distribuye la energía de todas las cargas del hogar.
“Actualmente, muchas casas poseen una instalación un poco precaria, en la que se puede saturar el conductor rojo —la fase— por la cantidad de artículos eléctricos que tenemos conectados”, dice Maldonado. Los riesgos de ello es que se produzcan pérdidas en la aislación eléctrica, lo que a su vez puede implicar graves problemas en el funcionamiento del hogar y accidentes como la generación de incendios.
¿Qué hacer si tu hogar solo cuenta con un circuito y no tres como indica la normativa?
“Lo que queda hacer es consultar a un técnico certificado para que haga el diagnóstico y pueda proyectar un nuevo diagrama eléctrico, en base a las cargas que posea la casa. Con eso se redistribuye la carga eléctrica, de manera protegida y eficiente, con el fin de no saturar la alimentación”, responde Maldonado.
En ese caso, no sacas nada intentando hacerlas de MacGyver.