Niebla mental: por qué el encierro está afectando nuestras funciones cognitivas

Ilustración: César Mejías

Llevamos un poco más de un año de encierro y muchos han sentido dificultades para pensar con claridad o recordar cosas sencillas. Si te sientes identificado, un grupo de psiquiatras tiene información relevante que debes tomar en cuenta.




No es sorprendente que, tras más de un año de pandemia, se perciba un hastío generalizado. Muchas personas, en todo el mundo, se están sintiendo abrumadas, incapaces de concentrarse en reuniones, de mantener una lectura o incluso de ver una serie. A veces se experimentan olvidos de cosas o situaciones cotidianas, como si nuestras mentes se hubiesen vuelto más débiles.

“Niebla mental” se le ha llamado a este efecto, que tendría relación con una interferencia de las funciones cognitivas. Catherine Loveday, profesora de neurociencia cognitiva en la Universidad de Westminster, explicó en The Guardian que esto cubre “todo, desde nuestra memoria, nuestra atención y nuestra capacidad para resolver problemas, hasta la creatividad. Esencialmente, afecta al pensamiento”.

Según esta es especialista, a la fecha hay dos estudios que han explorado sobre la niebla mental. El primero en Italia, donde los participantes informaron subjetivamente de este tipo de problemas con la atención, percepción y organización del tiempo. El segundo estudio se hizo en Escocia, y midió objetivamente la función cognitiva de los participantes en una variedad de tareas durante el primer encierro y el verano posterior. Los resultados mostraron que las personas se desempeñaron peor cuando comenzó el encierro, pero mejoraron a medida que se aflojaron las restricciones. Quienes continuaron protegiéndose más, mejoraron más lentamente que quienes salieron más.

“En este contexto de encierro y cuarentenas prolongadas, sin posibilidad de salir ni de hacer tanto actividades laborales o académicas normales, hemos visto distintos síntomas”, comenta Carolina Pérez, psiquiatra de Clínica Universidad de los Andes. “Quejas cognitivas como fallas de memoria o dificultad para concentrarse”, .

“Quizás el primer año fue un poco más llevadero, porque no sabíamos cuánto iba a durar, pero ahora la situación de incertidumbre y esta privación de los vínculos sociales está afectando a las personas de una forma muy importante”, analiza la especialista.

Una teoría en investigación

Una de las características más importantes de este período, según Loveday, es la “interacción social degradada” que hemos soportado. “No es lo mismo que la interacción social natural que tenemos normalmente”, porque “nuestros cerebros se despiertan en presencia de otras personas; estar con otros es estimulante”.

La académica explica que cada persona tiene su propio nivel óptimo de estimulación. Algunos podrían sentirse más capaces de funcionar encerrados con menos socialización y otros se quedan como adormecidos. Es por esto que actualmente se está investigando cómo los niveles de interacción social, entre otros factores, han afectado la función de la memoria en el encierro.

La investigadora se pregunta si nuestra alternativa a la comunicación cara a cara, con plataformas como Zoom, podría tener un impacto en la concentración y la atención. Ella teoriza —y está realizando un estudio para explorar esto— que la menor calidad audiovisual podría “crear una mayor carga cognitiva para el cerebro, que tiene que llenar los vacíos, por lo que tienes que concentrarte mucho más”. Es decir, una videollamada, por ejemplo, requiere de una mayor exigencia cognitiva y por lo tanto podría hacer sentirnos un poco más confusos o con dificultad de concentración.

Lo primero: identificar

En tiempos como estos, “la presencia de síntomas cognitivos es muy frecuente, con síntomas como la dificultad de concentrarse y desarrollar tareas, o sea alteraciones de la atención”, explica Pablo Toro, psiquiatra de Red de Salud UC-Christus.

Según él, está bien hablar de una neblina, “ya que es como no funcionar de la manera en que uno lo hace habitualmente”. Toro recomienda que, al sentir estos problemas, lo primero que se debe hacer es identificarlos y evaluar “si esto se da en un fenómeno aislado o en un desarrollo de otro problema”.

“Esto probablemente puede ser multifactorial”, agrega Pérez. “Uno de los motivos puede ser ese, que el encierro se esté volviendo muy rutinario, pero quizás es importante decir que el tema de la atención, la concentración y la memoria pueden afectarse por otros motivos”. Entre otros, puede también ser efecto de un déficit vitamínico, problemas hormonales, estados emocionales complejos —como depresión o ansiedad, que también afectan la capacidad de atención, concentración y memoria—, demencias en caso de adultos mayores o ansiedad en niños.

Estos últimos han tenido que enfrentar un escenario de clases a distancia, el que la especialista tilda de preocupante, ya que “estamos viendo cada vez más chicos irritables, con dificultades en el tema de la atención, la concentración y las clases online, que no son lo mismo que una presencial”.

“Hay gente que es muy resiliente y que tiene una alta tolerancia a los otros síntomas depresivos, pero muchas veces hacen agua o se ven muy alterados en su día a día por el desarrollo de estos problemas cognitivos”, dice Toro.

Para eso, él recomienda preguntarse por nuestro estado general. “¿No estaré cursando un episodio de depresión que está manifestándose en un proceso más cognitivo?”. Así podremos identificar cuánto interfiere esta “niebla” con nuestra vida y qué tan preocupante llega a ser. Si es así, hay que consultar a un médico.

“Últimamente puede ser difícil encontrar una hora con un especialista, y la verdad es que para la mayoría de los chilenos es un lujo consultar de buenas a primeras a un especialista”, reflexiona, por lo que “en general la atención parte por el médico familiar o general”.

“Los pacientes que tengan diagnosticadas patologías, sean mentales o crónicas —como hipertensión o diabetes— tienen que mantener sus controles, porque una enfermedad mal controlada también puede causar fallas en la atención”, afirma Pérez.

El presente

Algo que muchos han sentido en esta pandemia —y sobre todo en los periodos de encierro— es la monotonía de los días, especialmente durante las jornadas de teletrabajo, cuando no miras caras, no interactúas con nadie en persona ni tampoco realizas acciones tan sencillas, como moverte por la ciudad o juntarte después con tus amigos.

“Como primer paso, yo sugeriría detenernos, estar en el tiempo presente y considerar lo que estamos olvidando —ya sea un dato o algo que hicimos— como solo una cosa dentro del contexto en que estamos moviéndonos”, opina Ylitch Urzúa, psiquiatra del Centro Médico Cetep.

Él recomienda ir “buscando la calma, tratar de tomar dominio de la situación y no que la situación nos domine”. Así podremos intentar “romper la inercia del sinsentido”, este infinito Día de la Marmota que nos está tocando vivir.

Una práctica que podría resultar positiva es la meditación, espacio en el que conectas con tu mente y de cierta forma la elongas poco a poco las capacidades de tu cabeza.

¿Es un síntoma aislado? Así lo puedes combatir

En caso de que la persona o su médico determine que esta niebla mental es solo una situación aislada y no tan grave, “hay que tomar los cuidados generales de la salud mental”, dice Pablo Toro.

“Ahí conviene hacer todo lo que nos tienen más o menos prohibido —pero de manera responsable y segura—: tratar de desarrollar actividades de placer como reuniones sociales —por ahora virtuales—, ejercicio y deporte. También hay cosas que son muy sanas, como la meditación, y si uno las consigue balancear, puede que vaya a andar bien”, puntualiza.

“Es difícil en estos momentos, pero se puede sugerir hacer la mayor cantidad de actividades posibles”, comenta Carolina Pérez. Por ejemplo, “el ejercicio de por sí es algo que mejora todos los parámetros desde el punto de vista de la salud mental. Si tenemos esta franja para hacer deporte, hay que tratar de aprovecharla”.

“Intentar compartir con la familia y con los amigos, aunque sea por los medios tecnológicos, compatibilizando de alguna manera el trabajo con el cuidado de los niños y llevar una alimentación lo más sana posible”, recomienda, además de tener un buen dormir.

Algunas intervenciones para teletrabajo

El psiquiatra de Cetep comenta que hay cosas sencillas que se pueden llevar a cabo para ir variando y así combatir esta sensación de loop interminable.

“Algo sencillo y muy útil sería realizar pausas durante el día, muy breves, desde poder ir a mojarse la cara, conversar con alguien en la casa o sencillamente mirar por la ventana”, recomienda. Esta puede ser una oportunidad para que cada persona cree sus propias momentos, como levantarse para un café o un baile de medio día, momento en el que puedes disfrutar de una canción de tres minutos de algún artista que te guste.

Recientemente, un equipo de expertos turcos reveló que el pop ochentero es el mejor género musical para reducir el estrés, la ansiedad, la presión arterial y la frecuencia cardíaca, debido a la “nostalgia positiva” que generaría en los usuarios.

“Otra cosa seria tratar de cambiar ambientes, para que la rutina no sea tan gris. Hacer teletrabajo o clases desde el patio o balcón en la mañana, ponerse ropa distinta”, sugiere el experto en salud mental.

Recuerda: estamos en una situación anormal

“Hay que entender que esta es una situación compleja, que está desafiando todos nuestros mecanismos adaptativos, los está llevando al límite”, expresa Carolina Pérez. Un botón de muestra es lo que reveló la última encuesta Ipsos, donde la salud mental de los chilenos se ha visto afectada en un 56%, lo que ubica al país como el segundo respecto al empeoramiento de ella. El primero es Turquía, quienes están con un déficit del 61%.

“Las medidas de confinamiento vienen a desarmar el engranaje que la mayoría de nosotros tenemos armados en pro de la salud mental, que es hacer cosas que den placer o actividades sociales”, analiza Toro. Al verse afectada, esta estructura, que muchas veces es muy frágil, “se desarma fácilmente”.

Para Urzúa, es necesario que toda persona busque ser más autocompasivo con ella misma y el presente. “Ha sido un desgaste global, que vienen desde antes del estallido social”, dice. “Ya que hayamos llegado a este punto es valorable, y aunque estamos en un sistema que tiende a presionarte, a presentar sus fallas como fracasos o defectos de los sujetos, ya sirve mucho que nosotros no nos convirtamos en nuestro peor dictador personal”.


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