Con los colegios y jardines cerrados ya más de un mes debido al coronavirus, para nadie ha sido fácil encontrar la manera de apoyar las clases a distancia de los niños, además de mantenerlos ocupados y entretenidos, mientras se intenta lidiar con las reuniones por Zoom, preparar el almuerzo, responder los correos, lavar algo de ropa y desinfectar los pocos yogures que pudiste encontrar en el minimarket. Llega el momento, cuando las torres de Lego están derribadas y los libros para pintar llenos, en que sentarlos frente a varios episodios de Peppa o Jóvenes titanes en acción parece el único respiro en medio del caos. Pero después viene la culpa: ¿es esa la mejor televisión que pueden ver? Esta semana se lanzó el canal TV Educa Chile, pero habiendo tantos, infinitos contenidos disponibles, ¿cómo elegir buena —pero a la vez entretenida— programación para ellos?
(Advertencia: aquellos que ansiaban encontrar aquí una excusa para dejar a sus hijos todo el día viendo tele, que pierdan toda esperanza. “Es importante recalcar esto”, dice Valeska Woldarsky, psicóloga infanto-juvenil del centro médico Cetep: “por muy bueno que sea el contenido, no podemos delegar el cuidado de los niños durante la cuarentena a una pantalla”).
Además de Woldarsky, hablamos con Rayén Condeza, doctora en Comunicaciones, magíster en Educación y profesora de la Universidad Católica, para que nos recomendaran los mejores programas o contenidos audiovisuales infantiles que, además de divertir y educar, pudieran ayudar a los niños a lidiar con sus emociones durante el encierro.
“Investigaciones recientes han demostrado cómo los programas de televisión con énfasis en la educación socioemocional logran promover la socialización emocional de los niños y niñas”, cuenta Condeza, también jurada del Prix Jeunesse Internacional, uno de los festivales internacionales sobre televisión infantil más importantes del mundo. “Por ejemplo, un estudio llevado a cabo en 13 países encontró asociaciones entre la forma en que los niños expresan emociones con la forma en que los protagonistas de los programas lo hacen”.
Estos son sus elegidos.
“Son videos de canciones muy buenas para el reconocimiento de emociones”, dice la psicóloga Valesca Woldarsky, algo que le parece muy importante en estos momentos donde la energía acumulada por el encierro puede transformarse en tensión y frustración. “Además, en su página web tiene recursos gratuitos descargables, que sirven para plantear una actividad posterior a ver el video”. Entre 3 y 6 años.
De Elizabeth Carmona, la directora de Atiempoestudio —los mismos realizadores de El Club de la Tortuga Taruga y El Perro Chocolo—, esta es la primera serie digital de animación chilena. “Se transmite a todo el público latino de Estados Unidos y Canadá a través del canal Semillitas”, apunta Rayén Condeza. Cada capítulo contiene un juego, que los niños pueden realizar mientras miran el episodio o aprenderlo para después jugarlo junto a sus padres o amigos. La música del programa obtuvo el primer lugar del concurso Juegos musicales para la primera infancia 2008, organizado por el Ministerio de las Culturas y UNICEF. Entre 3 y 5 años.
En un mundo lleno de estrés, las vacas tienen el secreto para mantener la calma: practican el yoga. “La gracia de Omm Moo es que no es pasivo sino que propone una actividad frente a la pantalla”, explica Valeska Woldarsky. “Yo lo uso como material terapéutico. Están muy bien hechos”. Hay videos para empezar el día, otros para terminarlo, para activarse o relajarse. Una de sus gracias, dice la psicóloga, es que hay niños reales haciendo las posturas: “eso sirve para que quienes los vean se sientan reflejados”. Entre 4 y 7 años.
Los Lunnis es una popular serie de títeres española, creada y emitida por RTVE, la señal pública de ese país, dirigida al público preescolar. En su web hay más de 600 episodios disponibles gratuitamente. “Una de sus producciones acaba de ganar otro premio”, apunta Condeza, “una medalla de bronce por Mejor Programa de Entretenimiento en el Festival Internacional de Cine y Televisión de Nueva York”. Es el capítulo Los Lunnis de Leyenda en el Museo del Prado. “Es un ejemplo de cómo allá se les enseña desde pequeños la apreciación por la pintura y el arte. En el episodio, los personajes viven una aventura cuando una de las meninas del famoso cuadro de Velásquez desaparece del tablero porque extraña jugar”. También hay capítulos y canciones en YouTube. Entre 3 y 6 años.
Anna Llenas es una escritora e ilustradora española que se mueve más allá del papel. La versión animada de su cuento “El monstruo de colores” tiene millones de visitas en YouTube, además de mucho material didáctico en su sitio web. “Es una autora que ayuda a reflexionar sobre nuestras emociones”, dice Woldarsky. Otro cuento que recomienda es “Vacío”. “Los síntomas conductuales, como el enojo, el desánimo o la hiperactividad, suelen tapar emociones. Un niño que no sabe expresar lo que siente se comporta de maneras inusuales, y ver estos cuentos —siempre en compañía de ellos— puede ayudar a comunicarse mejor". Entre 3 y 5 años.
“Esta es una interesante serie de dibujos animados", describe la académica Rayén Condesa, "cuyos protagonistas son Groovy, un marciano, y Phoebe, una niña humana”. Sin perder entretención —los capítulos además están llenos de actividades—, sus episodios consiguen centrarse en contenidos educativos. “Hablan de buenos hábitos de salud, en particular de alimentación”. Está disponible en YouTube. Entre 4 y 7 años.
Creada por Jim Henson, el barbudo que inventó a los Muppets, Sid, el niño científico es una gran alternativa en Netflix para Valesca Woldarsky. “Muestra a un niño curioso que busca hacer investigaciones en distintos ámbitos para entender las cosas que lo rodean”, dice la psicóloga de Cetep. “Cada capítulo tiene una temática, lo que le permite a los padres proponer actividades de investigación asociada a lo que vieron las niñas o niños”.
Esta serie chilena, dirigida por la chilota Paula Gómez Vera, ha ganado dos Emmys Internacionales —el primer programa no estadounidense en lograrlo—, cada uno por distintos episodios de sus dos temporadas. Condesa la recomienda porque “le da voz a los niños y niñas que viven en los sectores más remotos de Chile”. Tiene un formato documental y sus protagonistas narran sus sueños y emociones, además de la relación con la comunidad en la que viven. Entre 7 y 13 años.
La protagonista de Puerto Papel es Matilde, una niña de 12 años que durante sus vacaciones adquiere poderes mágicos, algunos absurdos, que van cambiando todos los días. Rayén Condesa la aconseja por su “sentido del humor y una animación bellísima, hecha a partir de cartón y papel”. Esta serie latinoamericana —una coproducción brasileña, argentina, colombiana y chilena— ha tenido mucho éxito en el continente, con varios premios en el mundo, y desde esta semana está disponible en el canal TV Educa Chile, entre 12:30 y 14:30, y 18:30 y 21:30 horas. Entre 7 y 13 años.
Para los adolescentes, Valeska Woldarsky dice que “si se les impone un contenido, te mandan a freír monos”. Por eso recomienda “sugerirles” series que además los padres puedan ver junto a ellos. Un ejemplo es Atypical, que “muestra la realidad de alguien que no cumple los patrones normativos de popularidad en el colegio. Es un niño con Síndrome de Asperger y se ven los desafíos que debe pasar tanto él como su entorno. Al verla, se puede saber con qué personaje se identifica tu hijo o hija, y da pie para conversar sobre la etapa que están viviendo". Mayores de 14.
Aunque ya pasó su momento dorado, Glee es una serie que ha envejecido bien. Woldarsky rescata que “tiene personajes bien característicos de la adolescencia, hay de todo un poco y todos tienen su espacio y cabida. Representa bien el espectro que existe hoy en un ambiente escolar”. Lo más importante: se puede verla cantando sin pudor. Mayores de 14.
Bonus: Respira, piensa y actúa
Esta es una app gratuita de Plaza Sésamo —disponible para Android y Apple— con videos y actividades interactivas. “La uso con niños de 3 a 7 años”, dice la psicóloga Woldarsky, ya que tiene ejercicios cortitos para incentivar el uso de la respiración como método de control de emociones. Está en español y es muy fácil de usar.