¿Has llegado a sentir un dolor tan intenso como si tu cabeza fuese a estallar de punzadas? La migraña es una enfermedad silenciosa que afecta a millones de personas en el mundo. Mil millones, si nos ponemos más precisos, según un estudio del 2021 sobre este trastorno neurológico. Es decir, así como el 12,5% de la población terrestre.
Por lo tanto es una condición de salud común, pero a pesar de eso, sigue acarreando un estigma de incomprensión social: quienes padecen de migraña —algo así como una de cada cinco mujeres y uno de cada quince hombres— todavía son mirados con sospecha. Además, cuando una migraña se hace presente no viene sola: a menudo está acompañada de otros síntomas, como náuseas, fatiga y más dolores, que pueden dejar a las personas inhabilitadas por horas o incluso días.
“Es difícil, pero no imposible. Aunque a veces lo parezca”, cuenta Antonia Cancino, periodista y migrañosa crónica. Lleva 22 años conviviendo con esta condición, con algunas etapas mejores que otras. “Equilibrar la vida personal con la laboral, pensando en el crecimiento individual, ha sido lo más desafiante. Todo cambio produce un proceso de reacostumbrarse, el que después puede desencadenar una crisis de migraña. Cualquier nuevo paso es como pisar sobre hielo”, confiesa.
Quizá sea difícil, para quienes nunca la han padecido, empatizar con las personas que sufren de migraña, una dolencia que no siempre se puede anticipar y que es capaz de irradiar el malestar hacia el exterior. Aquí intentaremos comprenderla y también explicar algunas formas de prevenirla o enfrentarla.
¿Qué es la migraña?
“Es un trastorno del procesamiento de la información sensorial, que predispone al cerebro a reaccionar con dolor de cabeza frente a estímulos no dolorosos”, explica Patricio Sandoval, neurólogo de la Red de Salud UC CHRISTUS. O en otras palabras, y tal como decía Antonia, un cerebro migrañoso se adapta mal y lento a los cambios. Y reacciona con estos malestares.
Pero se diferencia de otros tipos de cefalea porque “en la migraña el dolor suele ser en la mitad de la cabeza, de un carácter pulsátil, acompañado de otros síntomas como náuseas o intolerancia a la luz, los ruidos, los olores o el movimiento”, asegura.
La palabra migraña proviene del griego hemicrania, que significa “la mitad del craneo”. También se usa como sinónimo de jaqueca, término que proviene del árabe saqiqa, que también se traduce como a “la mitad”. Eso quiere decir que tanto en la península balcánica como en el Medio Oriente ese dolor se enfocaba justo en el medio de la cabeza.
“En términos médicos, migraña y jaqueca son lo mismo. No hay ninguna diferencia entre las dos denominaciones”, aclara. Sergio Juica, neurólogo de la Clínica Biobío.
Se desconoce la causa exacta de las migrañas, aunque se cree que son el resultado de cambios temporales en las sustancias químicas que circulan por el sistema nervioso y los vasos sanguíneos del cerebro. Pero sí se sabe que “existe un factor genético claro”, dice Juica: se estima que el 60% de los pacientes tienen un antecedente de lado paterno o materno. “Por eso, esta es una de las primeras preguntas que se hacen en la consulta de diagnóstico”, cuenta.
“Mi primer diagnóstico fue a los 8 años”, cuenta Antonia Cancino. Antes de eso, los médicos solían enviarla de vuelta a casa cuando tenía este fuerte dolor de cabeza, el que además estaba acompañado de vómitos en alguna ocasiones. “Hasta que dimos con un buen neurólogo que me creyó, pese a lo chica que era”.
Cómo es una crisis de migraña
Intenso, pulsátil, usualmente localizado o debilitante: eson algunos de los conceptos con los que se describe una crisis de migraña. Los síntomas pueden variar de una persona a otra, como también la intensidad y su duración. “El lugar influye mucho: las personas con migraña frecuente o crónica tendemos a sentir mucha ansiedad sino estamos en un espacio seguro. Ahí es probable que desencadenemos una migraña como respuesta”, explica Cancino. “Salir a la vida sin los remedios SOS es como salir sin ropa; te sientes vulnerable”.
“Cuando un paciente tiene un episodio de migraña, debe recibir tratamiento analgésico. Por lo tanto, si su condición es crónica, debe ir a un médico para que le pueda indicar el mejor tratamiento, dependiendo del tipo de migraña que tenga”, dice Juica. “En términos generales, se puede partir con un antiinflamatorio y luego con otro tipo de fármacos, que se llaman triptanes, para el uso específico de los migrañosos”, profundiza.
“Si la migraña es esporádica, es decir, con menos de dos crisis por semana y sin discapacidad, el tratamiento suele ser con analgésicos, los que deben ser usados de manera oportuna y definiendo máximos diarios y mensuales, para no caer en las cefaleas por ‘rebote’”, cuenta Sandoval, neurólogo de UC CHRISTUS. Eso es importante, puesto que una dependencia de estos fármacos puede aumentar la frecuencia de las crisis en vez de disminuirla.
Si la migraña es crónica o genera discapacidad, “hay que implementar un tratamiento preventivo por algunos meses, para evitar que venga el dolor”.
Cancino cuenta que como protocolo siempre tiene a mano los fármacos preventivos, que son clave para anticiparse y mantener a raya las crisis. Si eso no resulta y la migraña aparece igual, lo que sigue es consumir el SOS, siempre indicado por tu médico. “En lo posible, también conviene alejarse de gatillantes, como la luz fuerte o clara, los olores intensos y el ruido”, menciona Cancino. Porque en el mundo ideal, lo mejor que podría pasarle en ese momento a una persona migrañosa es meterse en una pieza oscura hasta que el tratamiento haga efecto.
Gatillantes
Para poder prevenir las migrañas, es fundamental “identificar los gatillantes individuales que en cada persona contribuyen a desencadenar las crisis o a hacerlas crónicas”, menciona Sandoval. Para eso hay que hacer memoria y ver si se puede detectar un estímulo común que aparezca al inicio de estas molestias. Por ejemplo algún cambio hormonal, el estrés, ciertos alimentos o pasar muchas horas sin comer, dormir poco o mucho, tomar poca agua o demasiada cafeína, etc. En su caso, Cancino menciona que algunos olores muy intensos “son una bomba” para ella, como un exceso de perfume, los aromatizantes, las velas fragantes o los limpiadores de piso.
“También existe una larga lista de alimentos que pueden gatillar una migraña”, añade Juica. Entre ellos figuran “algunos embutidos, el queso, el glutamato monosódico —que encuentras en la comida china y la salsa de soya—, el aspartame —que se utiliza como endulzante— y el alcohol, que es uno de los más consistentes”.
Esos son los más comunes. Sin embargo, las reacciones dependen de cada paciente. “Son muchas las comidas que pueden ser gatillantes, y en muchos casos se debe al exceso de histamina —que genera inflamación— que provocan ciertos ingredientes, principalmente la sal o el azúcar”, agrega Cancino. Ella, por ejemplo, tiene esta reacción con los cítricos. “No como una naranja desde los 8 años”, confiesa.
Según explica Juica, tras el proceso de identificación los pacientes deben excluir completamente aquellos alimentos que les gatillen cuadros de jaqueca. “Si un paciente bebe alcohol, aunque sea una dosis muy baja, y aún así le genera una migraña, entonces la recomendación es no beber nunca alcohol”. No se requiere una dieta especial, dice, más allá de evitar los productos identificados y reemplazarlos por otros nutricionalmente parecidos.
Discapacidad oculta
Los dolores asociados a las jaquecas muchas veces pueden inhabilitar a las personas de hacer su vida normal. Una migraña impide trabajar, estudiar o tener vida social de manera normal, algo que no siempre es comprendido por quienes jamás han tenido uno de estos cuadros. Incluso, en ocasiones son percibidos como exageraciones y resultan objeto de burlas.
“La migraña es la segunda causa de discapacidad en el mundo, y la primera en menores de 50 años”, expresa Sandoval. El neurólogo de la red UC CHRISTUS menciona que en la última Encuesta Nacional de Salud se identificó a la cefalea recurrente como el principal problema de salud reportado por las personas.
“Característicamente, la migraña es una discapacidad oculta, que se vive en silencio, con el estigma de la incomprensión y con significativa repercusión en la calidad de vida y la productividad laboral. Condicionando incluso la capacidad para establecer relaciones interpersonales de manera satisfactoria”, analiza. Como la migraña es tres veces más frecuente en mujeres, “suele existir discriminación de genero a la hora de valorar la discapacidad que esta provoca”.
“Los migrañosos no pedimos más que comprensión”, dice Cancino. A veces los malestares son tan fuertes que literalmente no pueden hacer nada “y quedamos botados de dolor”, agrega. En su opinión, en el espacio laboral es donde más falta esta concientización. “Todavía se te mira feo si presentas licencia en medio de una crisis, o si te agarra una migraña en medio de la jornada laboral”, explica. Si bien en su experiencia no ha tenido este problema, sí es algo que se conversa mucho en la comunidad de personas migrañosas.
El club de la Migraña
Hace algunos meses Antonia Cancino fundó en redes sociales el Club de la Migraña. “Lo creé en medio de una crisis larga, donde me metía al baño a llorar de la impotencia. Mi neuróloga siempre me decía que había mucha gente como yo, que no me sintiera sola, pero yo no veía a esa gente”, cuenta. Pero un día agarró el celular y creó una cuenta en Instagram que hoy ya tiene más de 6 mil seguidores, mientras que en TikTok bordea los 52 mil seguidores.
“Ha sido un proceso muy lindo. Me apena, por un lado, saber que somos tantos con esta condición, sin ninguna protección del sistema de salud. Pero me alegra saber que no estoy sola”, detalla. Ese es uno de los mensajes que más repite: la soledad que sienten las personas aquejadas por esta condición. “Es una enfermedad muy frustrante, (porque) no tiene cura”, dice.
Los dos consejos más relevantes que Cancino puede compartir es ser frecuentes y disciplinados con los tratamientos y responsables con los chequeos médicos. Para ampliar todavía más su comunidad, el pasado 20 de abril Cancino lanzó en Spotify su podcast No es un dolor de cabeza, en el que hay conversación, información y contención para quienes tienen este problema. El mensaje de todo esto es bien claro: “no estás solo ni sola”.
¿Tienes migraña no diagnosticada? ¡Busca ayuda!
Tanto Sandoval como Juica hacen un llamado a no normalizar las dolencias de cefalea recurrente. “Es necesario comprender que no hay un único tratamiento útil para todas las personas”, explica el primero, “pero mediante un análisis personas es posible diseñar un tratamiento individualizado que sea existoso”. Tal como dice Cancino, “cada migraña es un mundo y todos podemos reaccionar distinto a ella”.