Para qué nos vamos a engañar: la situación no es auspiciosa. Según han planteado las Naciones Unidas en “Una sola tierra”, la humanidad está sobreexigiendo al planeta de todas las maneras posibles. “Los ecosistemas no están pudiendo satisfacer nuestras demandas”, advierten.

Los tres principales ejes de preocupación son el aceleramiento del cambio climático, la pérdida de la biodiversidad y, finalmente, la cantidad desorbitada de contaminación y basura que provocamos.

De acuerdo a Raúl Cordero, climatólogo de la Universidad de Santiago, la disminución de las precipitaciones —por más que este año 2024 haya llovido más— implica un alza en la frecuencia de inviernos hiperáridos, como ocurrió en 2019 y 2021. Por eso, “urge que Chile acelere su adaptación al cambio climático y así aliviar el creciente estrés hídrico que afecta a las zonas centro y centro sur”.

Es sabido que la responsabilidad masiva de estos problemas no es ni de usted ni de su vecino, sin embargo siempre existe la decisión de volverse parte del problema o parte de la solución.

“El cuidado del agua es responsabilidad de todos, por lo que el ahorro y su correcto uso es una tarea que debemos enfrentar como sociedad”, reza, por ejemplo, el sitio oficial de la campaña “Plan sequía”. Allí se despliegan una serie de sugerencias para aprender a cuidar el agua tanto en el baño como con la lavadora, el auto, la cocina, la piscina y el jardín.

Tener un pasto verde implica mucho trabajo, recursos y, sobre todo, demasiada agua. Ilustración: César Mejías.

Entre otras, las sugerencias son las siguientes: “elegir plantas que requieran menos agua; reducir las zonas de césped, porque es el gran consumidor de agua; evitar el abuso de fertilizantes, pues aumentan los requerimientos de agua; preferir el riego por aspersión es aconsejable en zonas amplias o con césped”.

“En zonas más pequeñas”, sigue, “se sugiere usar riego por difusión o por goteo; regar árboles y arbustos pocas veces aunque con generosidad, ya que las plantas desarrollarán así mejor las raíces y se harán más resistentes a las sequías”.

Todo lo anterior te puede llevar a desarrollar lo que en el mundo responsable se conoce como un “jardín sustentable”. Un patio que, además de ecológicamente consciente, te puede salir más barato de mantener y aparte bastante ondero.

El problema del pasto del vecino

“El pasto siempre está más verde en la casa del vecino”, dice el clásico dicho que da cuenta del inconformismo humano, que siempre tiende a poner el foco más en lo que falta que en lo que se tiene. Para combatir esta sensación —y además adaptarse al cambio climático— una solución es tener menos pasto o definitivamente eliminarlo.

“El uso de pasto está en directa relación con la ciudad o zona que habitamos”, advierte el jardinero y paisajista Ricardo Peña, que divulga sus conocimientos en el proyecto Operación Jardín. “El pasto es una especie que requiere de mucho riego, por lo tanto en ciudades donde llueve poco mantenerlo se hace muy difícil, caro y poco sustentable”.

No es lo mismo, dice Peña, tener una carpeta de pasto en Copiapó, Rancagua, Concepción o Puerto Varas. En las dos últimas ciudades, aún bastante lluviosas, el desafío de cultivarlo estará más en la poda que en el riego, mientras que en las dos primeras se necesitará mucha agua para mantenerlo verde.

Peña hace jardines y remodelaciones en edificios en Santiago y también es docente hace más de una década. Hizo clases en la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Concepción y actualmente enseña en los diplomados de paisajismo de la U. Austral y la Universidad Católica.

“Personalmente, utilizo el agua de la lavadora para regar mi carpeta de pasto en Santiago”, asegura. “La lavaza que se produce en el primer lavado no le genera ningún inconveniente al pasto y los resultados son óptimos: me ahorro cientos de litros de agua potable en la cuenta mensual”, asegura.

Agrega que el pasto es una especie que requiere de mucha mantención, corte, fertilización, desmalezamiento y aireación. “Por lo tanto, la tendencia desde hace muchos años es a tener menos césped y más plantas en el jardín”, dice.

Verde no es sinónimo de pasto

Romina Sepúlveda también es paisajista y dueña de Jardines del Sur. Reconoce que un pasto bien mantenido puede convertir el patio en un lugar especial para tenderse, correr y jugar, además de ser lindo de apreciar por su verde intenso. Pero no solo aporta en lo estético: también tiene cualidades de aislación térmica y disminuye la temperatura cercana a la casa.

Pero claro, los tiempos cambian y exigen otras cosas. “Debido principalmente al cambio climático, los recursos naturales y el cuidado de la naturaleza tienen que ser prioridad. En ese contexto, el pasto —sobre todo en grandes extensiones— no es la opción recomendada, ya que en la temporada de calor su consumo de agua diario es de entre 7 a 10 litros por metro cuadrado. Eso lo hace muy poco ecológico”.

Pero existen los jardines ecológicos, definidos por Sepúlveda como espacios “que utilizan a la naturaleza como reguladora” más que a los humanos. En ellos se utilizan menos recursos añadidos y, sobre todo, no se requiere de tanta mantención ni de excesivo riego.

Hay muchas formas de que un patio tradicional, con mucho pasto y árboles caducifolios, evolucione hacia un jardín ecológico. Por ejemplo, Peña dice que una alternativa es reemplazar algunas áreas de césped por plantas de bajo requerimiento hídrico —que muchas veces, además, son especies nativas—, ampliando jardineras y creando senderos.

“Nosotros utilizamos elementos como el mulch, una madera triturada que ayuda a mantener la humedad, regular la temperatura y evitar la aparición de mucha maleza. Además incorporamos riegos automáticos, con la finalidad de aprovechar y maximizar el uso del agua”, dice.

“Una opción diferente al pasto son los cubresuelos”, propone Sepúlveda: “plantas de crecimiento bajo y rastrero, que tras de una o dos temporadas logran cubrir de verde toda la superficie deseada. Otro tipo de espacios verdes son los jardines que mezclan áridos, cortezas de madera y plantas como los cactus y las suculentas, que tienen la misma ventaja de poco riego y mantenimiento. Aunque no es posible pisarlos, sí se pueden admirar, ya que aportan verde y naturaleza al lugar”, sugiere Sepulveda.

Qué especies son las mejores

Entre las especies que pueden reemplazar al pastito, y que además requieren bajo riego y mantención, Peña menciona los cubresuelos, arbustos, enredaderas, suculentas y gramíneas.

“La dymondia y el tiqui tiqui son cubresuelos que pueden reemplazar al pasto, ya que se pueden pisar y requieren de un riego mínimo, de apenas una o dos veces por semana. Eso sí, son especies que al sur del Biobío se tienden a dañar con el exceso de lluvia”, advierte.

Dimondia (Dymondia margaretae)


La ventaja de estas especies, agrega Sepúlveda, es que requieren de un 80% menos de riego que el pasto y no hay que cortarlas nunca.

“Otras alternativas sustentables son la doca, doquilla, hiedra, romero rastrero, mioporo rastrero, agaves y aloes”, enumera Peña, explicando eso sí que son especies que no se pueden pisar; para mantenerlas, conviene plantarlas en jardineras.

Mioporo rastrero (Myoporum parvifolium)


Cómo cambiar el pasto por un jardín sustentable

Vamos con ese paso a paso, Ricardo Peña. “Si queremos eliminar una parte de nuestra carpeta de pasto y reemplazarla por cubresuelos o arbustos, lo recomendable es lo siguiente:

  • Eliminar la primera capa de pasto (de al menos 5 cm) con un azadón.
  • Con el mismo azadón, airear la tierra unos 20 cms de profundidad, hasta que ésta quede bien “molida”. Finalizar con un buen riego, para que así el sustrato quede bastante húmedo. Es recomendable hacer este trabajo al caer la tarde o temprano en la mañana.
  • Si el sustrato que tenemos en el patio es de baja calidad, en esta etapa conviene agregarle compost, para así darle más nutrientes.
  • Fertilizar también con NPK, un compuesto que contiene nitrógeno, fósforo y potasio, tres minerales muy importantes para el crecimiento de las plantas.

Para el plantado, Sepúlveda toma la palabra. “La recomendación es plantar de 9 a 16 cubresuelos por metro cuadrado, dependiendo del tamaño de las plantas y la variedad. En general, estas miden entre 10 y 15 cm”.

¿Cómo se plantan? Como cualquier otra especie: haciendo una pequeña ahoyadura en el terreno, poniendo la planta, cubriéndola de sustrato y luego regándola”.

En la calurosa temporada a la cual ya ingresamos, estas plantas se pueden regar una o dos veces a la semana, dependiendo de lo altas que sean las temperaturas, mientras que en invierno, si se vive en una zona lluviosa, puede pasar toda la estación sin necesidad de agua.

Conseguir un jardín que requiera de menos agua y soporte mejor el cambio climático es menos complicado de lo que parece.

“No requieren de mayor mantención, aunque al comienzo es probable que en los espacios de tierra que queden entre cada planta proliferen malezas”, avisa Sepúlveda. “En ese caso, se pueden quitar manualmente”. La cobertura total de la superficie por parte de los cubresuelos demora alrededor de dos temporadas.

Si bien se puede plantar en cualquier época, Peña sugiere hacerlo en invierno, cuando hay más humedad y el clima es menos agresivo. “Los cuidados esenciales son regar las primeras dos semanas en forma diaria, sobre todo si están en la zona norte o centro; pasado este tiempo, se disminuye la frecuencia de riego”, dice. En esos primeros días es clave proteger el sector intervenido del tránsito de personas o mascotas.

Cuándo regar y cómo mantener

“La jardinería tradicional tiene un gran impacto sobre el medio ambiente”, dice Romina Sepúlveda. Sabemos que el principal factor es el uso excesivo de agua, pero también están los pesticidas, que muchas veces son tóxicos o generan efectos residuales en las plantas y personas. Para evitarlos, ella aconseja diseñar un jardín que imite a la naturaleza del lugar donde se vive.

Por eso, la mejor estrategia es priorizar el uso de plantas nativas. Si no se puede o es difícil conseguirlas, hay que averiguar qué especies introducidas se comportan bien en tu región.

¿Eso significa que el patio se verá más amarillo, más seco o menos colorido? Para nada, desmiente Sepúlveda. “Tener un jardín sustentable no significa menos flores, menos verde o menos belleza”, asegura. Al contrario: puede haber mucha más variedad de especies, incluso algunas de ellas medicinales y aromáticas, que son de bajo consumo.

Para hacer todavía más eficiente el jardín, Peña recomienda regar en la tarde o la noche, ya que durante el día se evapora mucha agua. Si se quiere optimizar este recurso, él sugiere recolectar distintas aguas que ocupamos durante el día, “como la del lavado de verduras, la que corre en la ducha antes de que agarre temperatura o la de la lavadora; son todas opciones que nos permiten regar el jardín sin problemas”, afirma.

Es clave eliminar siempre las flores secas o marchitas, para estimular la aparición de nuevos botones florales; también revisar constantemente la presencia de plagas en el jardín, utilizando los productos orgánicos que ofrece el mercado para el combate de estas plagas.

“En la medida que el patio lo permita, conviene hacer un compostaje propio con residuos orgánicos, tanto de la cocina como del jardín. La idea es tenerlo lo más picado posible, ya que así se composta mucho más rápido”, revela.

Romina aporta el último consejo: recolectar semillas. “Si tenemos nuestra pequeña huerta, podemos guardar las semillas para poder volver a plantar la siguiente temporada; así no necesitamos comprarlas todos los años. Además son una alternativa para compartir, intercambiar o regalar”.

Siguiendo estos consejos quizá el pasto del vecino siga siendo más verde, pero el tuyo será más sustentable.