Más de 200 mil años de especie humana, precedido de millones de años de evolución. Otras 6 mil primaveras de civilizaciones. Siglos de pujante capitalismo y desarrollo tecnológico que hoy dan pie a sueños de colonización lunar e interplanetaria. Habría que sumar 12 años de escolaridad, otros tantos de educación superior, diplomados, másters y doctorados. Y todo se reduce a un solo momento: aquel en que el control remoto del televisor no funciona.

Se llega a casa con la cabeza tostada tras la larga jornada laboral, con el único ánimo de apagar el cerebro sin que eso implique mandarse a dormir, tarea que no es más que un portal a la rutina del día siguiente. Entonces no aparece nada mejor que ver televisión. Arropados hasta el cuello, listos para la inacción, deviene la tragedia: el desgraciado no funciona. Por más que lo intentes, el control no enciende la pantalla, no cambia el canal, no sube el volumen, no te lleva al paraíso extraterrenal del streaming.

Lo que sigue a continuación es digno de imaginarlo bajo la dirección de Stanley Kubrick y con la ambientación musical de Richard Strauss. Esfuerzos sobrehumanos de presionar los botones del pobre aparato en dirección al núcleo de la Tierra; irracionales movimientos circulares inversos de una mano y otra para estrujarlo, “por si alguna pieza se acomoda”; sacudidas iracundas por encima de la cabeza para estrellar el dispositivo contra la cama, la mano, la muralla y el velador. Cada golpe más martirizante que el otro. Sólo quedan, entonces, los quejidos, los gruñidos, la ansiedad y un televisor apagado.

Así de fácil se escapa la civilización de las manos de sus representantes. Un pequeño pinchazo para reventar la ilusión, la “fantasía”, como diría Emil Cioran. “La civilización, con todo su aparato, se basa en nuestra propensión a lo irreal y lo inútil”, sostiene el rumano en La caída en el tiempo. Es que no deja de ser irónico y literal lo que puede desatar la pérdida del control… remoto.

Pero dicen que el ser humano es resiliente, capaz de levantarse del barro y comenzar de nuevo, a pesar de los pesares. Y en este artículo buscamos apoyarte en ese objetivo, prepararte para que, ante el próximo infortunio, seas capaz de mantener el control sobre la televisión y, por qué no, sobre ti mismo.

La historia de cuando perdimos el control

No siempre hubo televisores, eso está claro. Y no siempre hubo controles remotos, eso también. Para 1930, cuando aparecieron las primeras TV, aún no había rastros de la incorporación de lo que más tarde sería su principal accesorio. Sí lo había, por ejemplo, en el mercado del transporte náutico, asociado a nombres como Nikola Tesla y, luego, al español Leonardo Torres Quevedo, quien en 1902 patentó el “Telekino”, considerado el primer aparato de radiocontrol, que permitía controlar a distancia pequeñas embarcaciones marítimas.

Recién en 1950 los controles remotos para televisión hicieron su entrada en escena, de la mano de la empresa estadounidense Zenith Radio Corporation. Aunque esta primera aparición no fue muy exitosa: el dispositivo estaba conectado al televisor por un cable, limitando la distancia de desplazamiento.

Pero cinco años más tarde Zenith haría un nuevo intento, y entre bombos y platillos presentaron el Flash Matic Tuning, un aparato que, a ojos de hoy, aparenta una pistola lanza burbujas: tenía una estructura de 90 grados y un gatillo en el vértice. Al presionarlo, emitía un destello de luz que era captado por un sensor integrado en el televisor.

El Flash Matic Tuning, de Zenith Radio Corporation, funcionaba en base a un sensor de luz. Sin embargo, presentó diversas fallas, por lo que no alcanzó demasiada popularidad.

“Un destello de luz mágica, desde el otro lado de la habitación (sin cables, sin cuerdas) enciende, apaga y cambia los canales… ¡y tú te mantienes en tu sillón!”, detallaba el folleto de prensa con que Zenith Radio Corporation presentó al Flash Matic. “¡También puedes silenciar a los molestos comerciales mientras la imagen sigue en la pantalla!”.

El germen del confort ya estaba diseminado. Pero la tecnología empleada estaba lejos de ser la definitiva, ya que el sensor de luz presentaría bastante problemas de señal. De todas maneras, la propia Zenith se encargaría de corregirla. En plena carrera espacial lanzaron el “Space Commander” o Comando Espacial, un control remoto en base al ultrasonido que, por primera vez, incluía botones en su funcionamiento. Al oprimirlos, estos golpeaban una barras de aluminio que, a su vez, emitían determinadas frecuencias que el televisor era capaz de captar para seguir la orden.

El problema: cualquier objeto que emitiera una frecuencia similar podía interferir en la experiencia televisiva. Imagínate haber visto los 3.800 capítulos de la teleserie turca para que, justo en la escena final, el canto de un pajarito te apagara la tele.

Pero pronto le siguieron nuevas versiones. Ceefex, el servicio de teletexto de la BBC, fabricó su propio control remoto en la década del 70, esta vez con botones numéricos que permitían cambiar de página para leer las noticias que transmitía la emisora pública británica. Además posibilitaban el ajuste del brillo y el color de la imagen.

Pero no fue hasta la década de los 80 cuando el control remoto finalmente se popularizó. Y eso fue, en buena parte, gracias al desarrollo de semiconductores eléctricos que permitieron la emisión y recepción de radiación infrarroja, una tecnología que hasta hoy continúa predominando entre los diversos modelos.

Lo que continúa variando y evolucionando es el diseño: desde ladrillos rectangulares repletos de botones hasta las barras delgadas y minimalistas de hoy, sin un solo botón numérico pero con comandos para la asistencia por voz, acceso directo a aplicaciones y servicios de streaming. Incluso alguno tienen touch pad, para navegar de manera más eficiente por las múltiples funciones de una smart TV.

Como sea, levantarse a cambiar la tele pasó a ser no sólo innecesario, sino que imposible: ya casi ningún modelo cuenta con botones.

¿Qué tipos de controles remotos de TV existen en la actualidad?

Actualmente hay dos tipos de control remoto para televisores: aquellos que transmiten un haz de luz en el espectro infrarrojo y aquellos que transmiten en radio frecuencia. Estos últimos representan la más reciente innovación en este mercado y permiten comandar el televisor enlazando ambos dispositivos vía Bluetooth.

Los controles remotos con tecnología Bluetooth presentan varias ventajas sobre aquellos que operan con infrarrojos. De acuerdo a Danilo Muza, master trainer de Consumer Electronics —compañía asociada a Samsung—, su principal gracia es que “no es necesario apuntar al televisor” para comandar la orden. Esto se debe a que las “ondas de alta frecuencia se propagan en todas direcciones”. Incluso, “pueden atravesar algunos materiales de baja densidad, como telas, haciendo posible manejar el dispositivo aún desde un bolsillo”.

Ya no es posible imaginar un televisor sin control remoto.

A la mayor comodidad y libertad de movimiento que ofrece este tipo de control remoto se suma otro detalle: “suelen ser más eficientes en términos de consumo de energía, ya que utilizan la tecnología Bluetooth Low Energy, que reduce el gasto de batería y prolonga su vida útil”, complementa Pamela Castro, marketing manager de LG Electronics, marca que cuenta con controles remotos tanto con Bluetooth como con infrarrojo. Y también algunos modelos híbridos, que combinan estas tecnologías.

Por otro lado, Castro explica que los modelos basados en el infrarrojo tienen un alcance limitado de “unos pocos metros”, ya que la señal no puede atravesar obstáculos sólidos, como paredes o muebles. “Por eso es necesario apuntar el control directamente hacia el dispositivo para que funcione correctamente”.

¿Cuál es la vida útil de un control remoto?

De acuerdo a los especialistas, la vida útil de un control remoto de televisión no debería ser menor a diez años. “Con un buen trato, fácilmente puede llegar a 20 años o más”, asegura Eduardo Íñiguez, fundador de Control Market, tienda que hace 15 años se dedica a la venta de este tipo de dispositivos y, más recientemente, a la automatización y la domótica.

Íñiguez, ingeniero industrial, sostiene que los controles originales “casi no tienen fallas”. Y cuando éstas se presentan, se suelen asociar a malos tratos, golpes, exposición a temperaturas extremas y humedad, “en cuyo caso falla el diodo transmisor o LED infrarrojo”.

En el caso de los controles remotos alternativos o de marcas de retail, las fallas pueden ser más frecuentes. “Falla el integrado, el cual no va soldado a la placa sino que se fabrica directo sobre ésta. Se reconoce porque va sellado con una gota negra sobre la placa electrónica”, expone Íñiguez. Esta falla, agrega, “no tiene reparación”.

Una mala práctica común, y que resulta muy perjudicial para la vida útil del control remoto, es la de no cambiar las pilas a tiempo. Cuando estas envejecen, comienzan a sulfatarse, dañando los puntos de contacto que activan el suministro de energía para el control remoto. Entonces viene la debacle.

“El usuario comienza a golpear el control para que éste funcione, o presiona con más fuerza los botones, gastando las gomas conductoras. También por los golpes fallan los condensadores y resistencias que se desoldan”, explica Íñiguez.

Para no caer en el primitivismo, es mejor seguir ciertos pasos para chequear el real estado del dispositivo.

¿Qué hacer cuando el control remoto falla?

Pamela Castro dice que cuando se presenta una falla en el dispositivo, hay cuatro cosas que se pueden hacer:

  1. Lo primero es intentar identificar el problema, “pudiendo ser un botón atascado, una mala conexión o daños en la carcasa”. Basta con observar detenidamente el objeto.
  2. Segundo, asegurarse de que las pilas estén bien puestas y con energía suficiente. Si no es así, hay que reemplazarlas por unas nuevas.
  3. El tercer paso es “limpiar suavemente el control”. Danilo Muza recomienda hacer esto nada más que con un paño seco. Castro e Íñiguez, por su parte, sugieren utilizar un poco de alcohol isopropílico. Estos dispositivos acumulan grasa de las manos y de los alimentos que solemos devorar mientras vemos tele, además de polvo ambiental. Toda esta suciedad puede afectar el funcionamiento de los botones y al circuito interno.
  4. Por último, dice Castro, “si identificas que algún componente específico está dañado, como un LED infrarrojo, un microinterruptor o un circuito integrado, es posible que necesites reemplazarlo, por lo que lo mejor es buscar asistencia de un técnico especializado o un servicio de reparación”.

Para los controles con LED infrarrojo, una buena manera de chequear si están funcionando o no es observando el puntero a través de la cámara del smartphone mientras se presionan los botones. ¿Puedes ver la luz roja?

Por otro lado, los controles remotos pueden “resetearse”, lo que podría ayudar a que reinicie su funcionamiento. Cómo hacerlo depende de la marca: para saberlo basta buscarlo en el manual de uso o googlearlo. Lo mismo en el caso de aquellos dispositivos que funcionan a través de Bluetooth y que requieren de una sincronización con el smart TV.

¿Reparar o cambiar?

Si hemos hecho todo y la falla continúa: ¿es más conveniente enviar el control remoto a un servicio técnico o simplemente comprar uno nuevo?

Todas las fallas tienen reparación, excepto en el caso de los controles que traen “la gota negra”, como explicaba Íñiguez. Sin embargo, Muza asegura que lo más conveniente es optar por un control remoto nuevo, ya que “el costo de compra es muy bajo”. Un rápido vistazo por la web muestra que los valores varían desde los 5 mil a los 20 mil pesos, aproximadamente. Éste depende de la marca, la antigüedad o novedad del modelo, y las funciones que incluya.

Control remoto Samsung para Smart TV LED


¿Cualquier control remoto sirve para mi televisor?

La respuesta es no. No te servirá cualquier control remoto, aunque sea de la misma marca. “Si tienes una smart TV con control infrarrojo, el nuevo debe ser del mismo tipo. Es probable que uno Bluetooth no funcione en esa TV”, ejemplifica Muza.

Ciertas smart TVs poseen funciones específicas que sólo podrán ser activadas por ciertos controles remotos. Por eso, la recomendación es conocer el modelo de la tele y buscar un control acorde a éste.

Un último consejo

Si no quieres pasar por toda esta tragedia griega y quedar como un primate con tu comportamiento, lo mejor es que empieces a cuidar tu control remoto. Eso significa mantenerlo limpio, no mojarlo ni exponerlo a ambientes con mucha humedad o con altas temperaturas, y alejarlo de otros aparatos eléctricos como microondas y hornos de inducción. Pero lo más importante, dice Eduardo Íñiguez, “es que apenas presente problemas de transmisión, cambiar las pilas o baterías y no empezar a golpearlos ni presionar más fuerte los botones”.

Permítanme citar por última vez a Cioran: “Me apodero de un objeto y me considero su dueño; en realidad, soy un esclavo, como un esclavo soy también del instrumento que fabrico y manejo”.