Ocultar los likes en Instagram: ¿sirve para reducir la ansiedad o es solo un bluff de Zuckerberg?
¿Tu estado de ánimo cambia según la cantidad de corazoncitos que le dan a tu post? No te pasa solo a ti: es algo químico, está estudiado y puede generar adicción. Ante las críticas, Meta dio la opción de silenciar el conteo de 'me gusta' en las publicaciones. Expertos y usuarios analizan la medida.
Con una mano en el corazón: ¿qué te sucede cuando luego de subir una coqueta foto a Instagram, con harta ilusión y toda la intención de seducir a tus seguidores, empiezan a llegar decenas de notificaciones de gente que le hace “me gusta”?
¿Te da una cosita en el estómago? ¿Sientes algo así como un placer, parecido al de estar saboreando un rico chocolate, tan agradable como recibir un cariñito?
Por el contrario, cuando publicas con harta ilusión una tierna imagen o una aguda observación de la realidad, ya sea a través de la fotografía, el video, una reflexión escrita o un meme, y termina siendo ignorada con pocos o incluso cero corazones. ¿Cómo te hace sentir ese latigazo de indiferencia?
No te avergüences: no te pasa solamente a ti ni tampoco es algo que suceda azarosamente. Esa sensación subjetiva es consecuencia de una reacción objetiva, química, que ocurre dentro del cerebro y que está requetecontra estudiada y medida por las personas que diseñan las redes sociales.
Sin saberlo conscientemente, para mucha gente ese juego de sensaciones, de recibir y dar un poquito de placer, tirar constantemente indirectas o atizar con el látigo del desinterés, sea lo que la lleve a revisar la aplicación varias veces al día. O varias veces en una hora. O incluso varias en un minuto.
Lo cierto es que las definitivas consecuencias emocionales y sociales de las redes sociales solo se podrán analizar a ciencia cierta en unos años más, cuando una generación entera haya crecido expuesta a ellas. Pero existen ya algunos hechos concretos, que dan señales respecto de la seriedad de este gran tema.
Instagram —que con 1.478 millones de usuarios activos es la cuarta plataforma más usada, solo detrás de Facebook, YouTube y WhatsApp— ha estado recibiendo fuego desde el año pasado por parte del Congreso de Estados Unidos. ¿Las razones? Los daños a la salud mental que esta red social produce en la población joven del país —principalmente ansiedad y depresión—, efectos que los ejecutivos de la compañía conocían pero negaban sistemáticamente.
En Inglaterra ya se legisla respecto de las fotos retocadas de influencers; en Japón el uso de TikTok está extremadamente normado, y documentales como El dilema de las redes sociales advierten sobre lo dependientes que nos hemos vuelto a estas tecnologías.
Como respuesta a lo anterior —insuficiente, según sus detractores—, desde Instagram han realizado algunas acciones para mitigar estos efectos. Las explicaron en un comunicado oficial aparecido el año pasado, donde figura como principal medida la opción de “ocultar los likes”.
“Hicimos pruebas escondiendo el número de likes para ver si eso descomprimía la experiencia de las personas en Instagram. Según usuarios y expertos consultados, esto resultó beneficioso para algunas personas y molesto para otras, particularmente porque hay gente que usa el conteo de likes para tener una idea de qué está siendo tendencia o popular en ciertos momentos”.
En otras palabras, este ajuste —que cualquier usuario puede realizar en la configuración de su cuenta— significa que uno puede decidir si quiere ver o no la cantidad de ‘me gusta’ que reciben tanto sus propias publicaciones como las de los demás. Esto, se supone, ayudaría a reducir la ansiedad que genera saber qué tan popular está siendo nuestro contenido, “y así poder enfocarte solo en las fotos y los videos que están siendo compartidos”, como dice el comunicado.
Daniel Halpern, académico de la Pontificia Universidad Católica especializado en comportamiento digital, cree que el tema es complicado, porque “gran parte del éxito de las redes sociales pasa por el sistema de likes. Si lo sacas, probablemente la gente tenderá a irse a otras plataformas que sí lo tengan. Obviamente, el mundo sería más sano sin los ‘me gusta’, pero para muchos también sería más fome. En ese sentido, lo más sensato parece ser regular en vez de prohibir”.
Eleonora Aldea es diseñadora gráfica y creadora de contenidos, cuya cuenta en Instagram suma más de 50 mil seguidores. A pesar de eso, o por eso mismo, ha optado por ocultar el conteo de likes en sus publicaciones.
“La gran razón fue por salud mental”, reconoce. “Cualquier ajuste que me ayude a estar menos tiempo en Instagram lo voy a tomar. Encuentro que es bueno poder elegir si uno quiere acceder a una información, porque en general la plataforma está más en control de nuestro comportamiento que el usuario”.
¿Cómo opera el like en nuestras cabezas? ¿Por qué nos gustan tanto los ‘me gusta’? ¿Sirve ocultarlos para tener una relación más saludable con Instagram?
Adictos al like
“Hemos estado trabajando en estrecha colaboración con expertos externos para comprender mejor cómo empoderar a las personas, desarrollar la autoconciencia y dar forma a una experiencia más positiva en nuestras plataformas”, se lee en el documento lanzado por la compañía de Mark Zuckerberg en mayo del 2021, titulado “Darle mayor control a las personas en Instagram y Facebook”.
¿Pero realmente nos empodera ver o no ver los likes?
Para Soledad Garcés, directora de la Fundación para la Convivencia Digital, esta opción “surge a partir de estudios que acusan a las empresas de usar herramientas que generan ansiedad y adicción. La verdad es que funciona en pocos países y los efectos son mínimos”.
“Es importante entender que estas tecnologías, que producen experiencias placenteras inmediatas, pueden ser adictivas”, advierte. “Cada estímulo cerebral de recompensa —como los ‘me gusta’— activa la secreción de dopamina, el neurotransmisor que genera sensaciones de placer. De por sí la dopamina no es negativa, sin embargo estas plataformas hacen que su funcionamiento se desordene a nivel neurológico, lo que genera trastornos de conducta y ciertos niveles de adicción”.
Esa dependencia de la dopamina es la que nos lleva a obsesionarnos por los likes, lo que a su vez hace que pensemos que nuestro valor o autoestima queden determinados por un número de corazoncitos. De ahí, también, que aparezca esta compulsión por estar permanentemente comparándonos con los perfiles y publicaciones del resto.
Halpern explica que una de las características negativas de Instagram es que puede hacer pensar —especialmente en los jóvenes y adolescentes— que los demás siempre lo están pasando mucho mejor que uno.
“Somos seres sociales y todas las personas tienen necesidad de retribución social”, dice el docente e investigador. Pero lo que antes sucedía a cuentagotas en el contacto directo —con un saludo en la calle, un elogio de un cercano o el reconocimiento de un par— hoy sucede de forma virtual y en inmensas cantidades.
“Hay estudios que muestran que el núcleo accumbens (una de las áreas más importantes del sistema de recompensa del cerebro) se activa cuando la persona recibe un me gusta, porque hay un placer al ver satisfechas nuestras necesidades de aprobación”.
El problema, explica, es que cuando eso se hace una costumbre —al recibir decenas de comentarios, me gusta, fueguitos y otras reacciones al día—, rápidamente se vuelve una necesidad.
“Es el espíritu de los tiempos”, dice Edwin Wolf, psicólogo del Grupo Cetep. “Necesitamos ese like por una necesidad de pertenencia, que se tiende a dar más en la adolescencia, un momento en el que la búsqueda de aceptación o validación es mayor”. Aunque a los adultos, aclara, también les pasa. “Buscan la autorrealización. Se suben cosas distintas pero el objetivo es el mismo”.
Abstinencia de likes
Hacer el ejercicio de ocultar el número de me gusta en Instagram es muy fácil. Solo tienes que ir a Configuración, luego a Publicaciones (si no te aparece, escribe “publicaciones” en el buscador), y luego activar la opción de “ocultar recuentos de Me gusta y visualizaciones”. Eso hará que no puedas saber la cantidad de likes que tienen los contenidos de los usuarios a los que sigues.
Ahora bien, para hacer desaparecer los me gusta de tus propias publicaciones, en los ajustes debes ir a Nueva publicación, luego a Configuración avanzada y ahí presionar “ocultar recuentos de me gusta y visualizaciones de esta publicación”. Y listo.
Una vez hecho esto, no es que desaparezcan los likes ni los comentarios, solamente no puedes saber la cantidad exacta. Por lo tanto, no sabrás qué contenido está generando más reacciones.
En el caso de las publicaciones propias, Eleonora Aldea explica que este ajuste “solo me puso un paso extra para conocer cuántos likes recibo: es cosa de hacer un clic más para verlos. Igual puedo acceder a ellos, pero uno se demora más y la mayoría de las veces no lo hago”.
La abstinencia de likes, entonces, es posible. ¿Pero por qué es tan difícil sustraerse de ellos? ¿De dónde viene esa lata, que a veces incluso se siente como pena, que aparece cuando un contenido no tiene la repercusión que esperamos?
“El cerebro lo que quiere es más”, explica Soledad Garcés. “Está acostumbrado a una respuesta, en este caso de dopamina. Si esa costumbre es alta y la dosis no llega, arroja al torrente sanguíneo un neurotransmisor llamado cortisol, que es el que gatilla ansiedad o estrés, para que te dediques a buscar la fuente de placer de nuevo”.
Como ejemplo pone el típico caso de cuando se te queda el celular en la casa. Al darte cuenta, ya sea en el auto o caminando a unas cuadras, sientes una intensa ansiedad y un vacío interior. Es tu cerebro diciéndote no me hagas esto, no me dejes sin notificaciones, ¡vuelve a la casa a buscarlo! El cortisol, explica Garcés, te obliga a dar media vuelta y regresar por él.
A Aldea eso no le ocurre, asegura. Y si tuviera que mencionar una característica negativa de haber tomado esta decisión, sería una estrictamente laboral. “Como la gente no puede ver cuántos likes tienen mis publicaciones, quizá eso hace que potenciales clientes o personas que quieran trabajar conmigo no sepan mi engagement o si les sirvo como influencer. Puede ser que alguna pega o marca, al no conocer mi cantidad de ‘me gusta’, haya dicho filo”.
Sin embargo, haber pasado de tener una cuenta comercial a una personal le ha servido para tener una “relación más sana con la plataforma. Antes estaba demasiado pendiente de a qué contenidos le iba bien y a cuáles mal, y me achacaba cuando los números eran bajos. Ahora me gusta no tener tanta información”, dice.
Me gusta no saber los ‘me gusta’
Sumando y restando, para Soledad Garcés, la función de ocultar likes no es una herramienta muy relevante para controlar la ansiedad que producen las redes sociales.
“Una vinculación saludable con estas plataformas no va por ahí, sino por la capacidad de regular la cantidad y calidad del tiempo que le dedicamos a ellas”, dice, poniendo especial énfasis en los adolescentes —el público más vulnerable a estas consecuencias— y en la responsabilidad de padres y madres en fomentar un uso consciente de estas tecnologías..
En un contexto donde han aumentado epidemiológicamente los casos de trastornos del ánimo, depresión o ansiedad, Edwin Wolf cree que todo gesto que apunte al cuidado de la salud mental es bienvenido.
“Vivimos en una tensión constante por ser aceptados, y no visualizar los ‘me gusta’ nos puede dar la opción de conformarnos con lo que mostramos de nuestra identidad”, dice. Así, el sentido de pertenencia se basa más en la confianza que puedo tener sobre la imagen que he construido de mí y quiero mostrar a los demás, que el juicio que producen los likes o la ausencia de ellos”.
Para el popular filósofo Byung-Chul Han, el like es “el amén digital” y cada vez que lo apretamos “nos sometemos al aparato de dominación”. Por ahora, parece temprano para saber si esto fue solo un gesto de Meta para intentar contentar a sus críticos o un verdadero aporte para un vínculo más sano con las redes sociales.
A Eleonora Aldea, al menos, le ha servido: “ahora me importa un poco menos el feedback y subo más lo que a mí me interesa”. Si te gustó este artículo, dale like. O no, mejor que no.
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