Puede parecer extraño durante estos días de cielos nublados, pero la realidad es que detrás de esa sábana que cubre y enfría el horizonte existe, a unos 150 millones de kilómetros, una estrella cuya luz recorre esa distancia en 8 minutos y 20 segundos. Se llama sol.
Esa luminosidad, aparte de permitir la existencia de prácticamente toda forma de vida en nuestro planeta —como también de que puedas lucir un fascinante bronceado en la época estival—, sirve para producir lo que se conoce como energía solar.
Una definición más o menos sencilla diría que la radiación, luz y calor que proviene del sol son aprovechados por medio de una serie de tecnologías para generar energía eléctrica. Pero no es lo único: o sea, cuando cuelgas la ropa y la dejas secando al sol, en estricto rigor también estás usando energía solar.
Puede sonar muy moderno, y ciertamente lo es a nivel masivo y doméstico, pero ya en el año 400 AC los griegos hacían sus ventanas de vidrio para atrapar la luz solar en sus casas. Además, fabricaban invernaderos para capturar el calor y permitir el crecimiento de plantas exóticas o semillas.
Siendo así, y en conocimiento de la crisis hídrica de la cual parece no hay mucho retorno, no es mala idea ponerse a estudiar las opciones que hay para adoptar este tipo de energía en casa. No es una inversión menor, pero además de traer beneficios económicos en el mediano plazo —como disminuir considerablemente la cuenta de la luz—, la ganancia inmediata es la reducción de nuestro impacto medioambiental. Algo que, en tiempos tan apocalípticos como estos, no es poco.
Chile, país solar
Tomás Steinacker, socio fundador y gerente comercial de la empresa de energía fotovoltaica Ciudad Luz, explica con entusiasmo que, según información del Global Photovoltaic Potential del Banco Mundial, la zona norte y centro norte de Chile tiene los valores máximos de recurso solar y potencial de energía fotovoltaica del planeta.
Miguel Valenzuela, líder de ingeniería de TRES60, matiza y advierte que si bien allí las condiciones para la energía solar efectivamente son óptimas, “no es tan así en la zona sur, donde el contexto es menos favorable debido a la latitud y nubosidad que existe en este territorio”.
“En resumen”, dice, “las condiciones de radiación solar no corresponden al país sino a la zona geográfica donde se viva”.
Pero así como hay que aplicarse protector solar incluso en días nublados —porque la radiación igual llega a nuestra piel—, Raul Arce, ingeniero jefe de proyectos de la empresa de paneles solares Enerlife, asegura que actualmente los paneles solares “entregan eficiencias que permiten obtener excelentes resultados, incluso en sectores tan alejados o ‘poco soleados’ como la Patagonia, lo que era impensado hace algunos años”.
Destaca un dato: “ciudades del sur de Chile como Valdivia, Puerto Montt o Puerto Varas presentan radiaciones solar promedio mayores a ciudades líderes de la energía solar fotovoltaica, como Frankfurt, en Alemania, o Ámsterdam, en Países Bajos”. Steinacker cuenta que Ciudad Luz ha desarrollado proyectos “desde Arica hasta Los Lagos, por lo que podemos decir con propiedad que la mayor parte de Chile es apta para el funcionamiento de esta tecnología”.
¿Es posible hoy pensar en tener una casa operando completamente mediante energía solar? Según Valenzuela, con “un sistema bien dimensionado, considerando la zona geográfica donde se encuentre la vivienda y los consumos de la misma, no veo inconveniente para que sea factible”. Sin embargo, cree que la mejor opción por ahora es considerar “un sistema híbrido, que utilice la energía solar mientras esté disponible y, cuando ésta se agote, recurra a la energía de la red eléctrica común”.
Pero Arce asegura que la tecnología solar actual permite entregar el 100% de energía que consume cualquier casa, sin importar sus dimensiones o demanda energética. “Estamos hablando de iluminación, calefacción, agua caliente sanitaria y cualquier artefacto de uso común adicional. Además, las diversas tecnologías solares permiten acceder a suministro eléctrico de calidad en lugares donde el servicio común de electricidad no llega o el costo de implementación es más caro que el de un sistema solar”.
“Para lugares que ya cuentan con una conexión a la red de distribución, tiene mucho más sentido pensar en que los sistemas fotovoltaicos trabajen como complemento”, opina Steinacker. “Esto se logra mediante la utilización de equipos on-grid —conectados a la red tradicional— y a la Ley de Netbilling o Ley de Generación Ciudadana, que permite a todas las personas generar su propia energía de manera limpia y segura en los techos de sus casas”.
¿Y qué pasa si, entre la que llega por los postes y la que se genera en el techo, me termina sobrando energía? Cuando este sistema híbrido produce más electricidad de que la que se necesita, ésta se puede “vender” a las distribuidoras. “Dichas inyecciones generalmente se perciben como descuentos en la cuenta del mes siguiente, que reducen los cargos que se generan en los meses en que hay menos sol”.
Asegura que Ciudad Luz ya está desarrollando varios proyectos de loteos que se están planteando derechamente no tener red eléctrica y abastecerse solo de energía solar. “Para las personas que no pueden conectarse a la red eléctrica se instalan sistemas llamados off-grid, los que incluyen baterías donde se acumula la energía”.
Pros y contras de los paneles solares
Maria Luisa del Campo es investigadora y directora de Kipus, centro tecnológico de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Talca especializado en eficiencia energética.
Desde ese lugar, analiza los pros y contras de la implementación de la energía solar como soporte en el hogar. “La mayor ventaja es el aporte medioambiental, ya que se hace uso de una energía renovable y de un recurso que es gratuito y generoso en muchas zonas de nuestro país”.
“Otro pro”, se explaya, “es que requiere muy poca mantención: solo hay que limpiar los paneles con agua, para así optimizar la captación solar”.
Para Miguel Valenzuela, lo positivo de esta energía sustentable es que una vez implementada “tiene un costo de mantención bajo y es amigable con el medio ambiente”. Arce también destaca la reducción de gastos energéticos, la obtención de autonomía y el acceso a electricidad en lugares donde no llega el suministro normal o es muy caro contratarlo. Pero lo principal le parece el “importante aporte al medioambiente a través de la reducción de la huella de carbono de la energía que usamos, lo que permite a los usuarios contribuir de manera activa en la mitigación del cambio climático”.
Ahora la parte fome: las desventajas. Valenzuela parte reconociendo que “estos sistemas requieren de una alta inversión inicial y pueden necesitar bastante espacio para implementarse si es que la demanda de energía es elevada”. Dependiendo de la zona y la demanda energética, lanza como referencia que “un sistema mediano puede oscilar entre los 5 y los 7 millones de pesos”.
Arce lo secunda. “Para la reducción completa de una boleta de luz de 50 mil pesos mensuales, la inversión puede rondar los 4 millones de pesos, lo que representa en muchos casos un retorno poco atractivo”. Sin embargo, cuenta que “existen diferentes tipos de financiamientos destinados a disminuir o amortiguar la inversión inicial, lo que permite con los mismos ahorros generados pagar parte o la totalidad del préstamo”.
La investigadora Del Campo toma su calculadora, saca cuentas y muestra. Dependiendo del consumo y del tipo de vivienda, instalar un sistema de paneles solares “permitiría ahorrar al año entre 300 y 550 mil pesos, por lo que la inversión se recupera en unos 10 años”.
Steinacker se pone serio. Asegura que desde el punto de vista financiero, “los paneles son una excelente inversión, que se paga entre 5 y 10 años y duran aproximadamente 25 años”.
Reconoce, eso sí, que ese nivel de inversión “es una barrera para la masificación de estos sistemas, ya que no todas las personas pueden invertir 4 millones de pesos”.
Entonces saca un as bajo la manga. “En Ciudad Luz ofrecemos una alternativa con nuestro modelo ‘Sin Inversión Inicial”. De los ahorros que el sistema fotovoltaico genera en el costo de la electricidad cobramos una cuota mensual, la que está calculada para ser menor que dichos ahorros. Entonces, y sin invertir ningún peso inicialmente, las personas bajan hasta en un 30% su consumo eléctrico mensual y obtienen además energía limpia”.
Hágase la luz (solar)
Sacaste la cuenta, y luego de comparar los pros y contras, te tinca la idea de convertir tu casa en un hogar que opere con energía solar. ¿Y ahora qué?
Toma nota, porque la enumeración de Miguel Valenzuela, de Tres60, es un poco larga. “Lo primero es determinar el gasto energético que requiere la vivienda y el tiempo de respaldo que necesita el banco de baterías. Luego hay que dimensionar el sistema solar que se va a requerir, la potencia instalada que debe tener y la capacidad del banco de baterías. Y después evaluar la implementación con un instalador autorizado y tramitar la autorización del certificado emitido por la Superintendencia de Electricidad y Combustible (SEC)”.
Pero no es estrictamente necesario que uno mismo se encargue de todo eso. El jefe de proyectos de Enerlife, Raul Arce, dice que lo mejor es asesorarse por una empresa con experiencia en el sector y que pueda asegurar la garantía y vida útil de los equipos instalados. “Son instalaciones que deberían estar en funcionamiento por los próximos 25 a 30 años, por lo que este punto es crucial”, subraya.
En Ciudad Luz, el paso-a-paso es el siguiente: “lo primero es tener una copia actual de la cuenta de luz. Con ella se verificarán los consumos mensuales, la potencia conectada del empalme de la casa y la tarifa suscrita. Con esos datos se puede ingresar a nuestra web para que el equipo proponga un equipamiento ideal. Luego, en terreno se verifica la viabilidad de la instalación. Si es factible, se realiza la ingeniería inicial, la instalación en la casa y la tramitación ante la SEC y la empresa distribuidora. Una vez completado el flujo, se realiza la puesta en marcha del sistema fotovoltáico y, de acordarse, el mantenimiento posterior de la instalación”, explica Steinacker.
Raul Arce dice que es clave exigir a la empresa instaladora un contrato de servicio que incluya responsabilidades y plazos claros, con garantías, fechas de implementación y tiempos de atención de postventa. “Este paso sin duda ayudará a asegurar el éxito en el retorno de su inversión”, remarca.
La otra opción, mucho más sencilla y barata, y buen punto de partida para interiorizarse en el tema, es una que propone Valenzuela. “Adquirir alguno de los kits de energía solar que se venden en el mercado, los cuales ya se encuentran dimensionados para entregar una potencia instalada previamente definida. En este caso, solo bastará con calcular el consumo requerido y comprar el kit”.
La tercera vía, es simplemente seguir colgando la ropa en el tendedero y conformarse con la sofisticada idea de que estás haciendo sundrying.