Al frío no le importa nada: haya calentamiento global, pandemia, sequía o crisis económica, bajará como un fantasma, traspasará tus puertas y ventanas, y se meterá en tus huesos con inmensa efectividad. Por mucho que te abrigues o tragues tazas y tazas de té hirviendo, el infame logrará su cometido, comenzando por tus dedos o pies inmóviles en el escritorio, y más temprano que tarde —como a las 17:50, aproximadamente— habrá calado hasta tu médula.
La única manera de combatirlo con un mínimo de éxito —además de quedarse acostado todo el día con un guatero entre los pies (aunque eso, más que una lucha, sería una rendición)— es con una fuente de calefacción. Y como muy pocas viviendas en Chile cuentan con un sistema centralizado —solo el 2,4 por ciento, según el Informe de uso de energía de los hogares 2018—, el resto debe apañárselas con algún aparato que emita algo de calor. Como una estufa.
El gasto que un hogar chileno promedio hace en calefacción no es marginal. Todo lo contrario: de acuerdo al mismo informe citado antes, de todo el consumo energético residencial que se hace en una vivienda, el 53 por ciento se destina a calefacción y climatización, muchísimo más que para calentar el agua —20 por ciento— o iluminar la casa —7 por ciento.
¿Cómo nos calentamos en Chile? Bueno, en gustos no hay nada escrito. Pero si se trata del tipo de combustible, a nivel nacional el 39 por ciento calefacciona su hogar con leña; el 21 por ciento con gas licuado en balones; el 19,8 con parafina y el 11,7 con electricidad.
La Guía de Calefacción Sustentable, publicada el 2020 por el Ministerio del Medio Ambiente, dice que el método más económico —sin contar la inversión por el aparato ni su instalación— es el aire acondicionado split inverter. Usándolo 8 horas al día, durante el mes de julio y en una vivienda de 57m2 en Santiago, gastará menos de la mitad que un aparato a gas licuado, como una estufa.
“El tema económico es importante”, dice María Luisa del Campo, directora y académica del Centro Tecnológico Kipus, de la Universidad de Talca, donde se especializa en eficiencia energética. “Pero también hay que considerar la contaminación que genera cada método de calefacción. No solo para el medio ambiente, sino principalmente a nivel intradomiciliario”.
Los aparatos que menos contaminan, además de ser los más eficientes, son los de aire acondicionado. Pero comprar e instalar un aire acondicionado split inverter puede salir al menos unos $450 mil. “No cualquier bolsillo se puede permitir ese gasto”, dice Miguel Castro, constructor civil y docente de Ingeniería en Construcción en el Duoc UC de Alameda. Para el resto, con un presupuesto más acotado, él recomienda evaluar varios factores antes de elegir la estufa más apropiada.
“Depende, primero, del espacio que necesites calefaccionar y del nivel de aislación que tenga la vivienda. Pero si hablamos de un hogar de 60 m2, con vidrios simples y que sufre el frío de la Región Metropolitana, el aparato más eficiente es una estufa de parafina o kerosene”.
¿Por qué? “Porque presenta un gran equilibrio entre poder calorífico —una estufa a parafina promedio suele llegar a los 3,2 kw/h— y eficiencia en el consumo”.
“En estricto rigor no son muy eficientes, ya que al calentar solo el aire y no los materiales estructurales —como lo haría un sistema de calefacción centralizada—, cuando se apaga, el calor desaparece casi inmediatamente del ambiente”, critica María Luisa Del Campo. De todas formas, reconoce a las estufas a parafina como la mejor opción. “Su consumo es barato, pero requieren de una ventilación frecuente para que no contaminen tanto”.
Según el sitio español CompraMejor, especializado en el testeo y análisis de productos, la mejor estufa a parafina del último invierno es la Toyotomi LC-33, con tecnología láser, que llega a una potencia de 3,2 kw/h. Esta pensada, gracias a su ventilador incorporado, para calefaccionar espacios de entre 20 a 70 m2. Tiene regulador de temperatura digital y la posibilidad de programar el encendido y el apagado. También hay una opción, la LC-28, que calienta menos pero que es mucho más económica.
Estufa láser a parafina Toyotomi LC-33
¿Qué hay del gas?
Las estufas a gas pueden llegar a ser mucho más potentes que una a parafina —una con paneles de cerámica y tres niveles alcanza los 4,2 kw/h— y los aparatos en sí también son más económicos que los modernos calefactores láser. Pero el consumo energético que realizan es más caro.
Por ejemplo: una estufa a gas que tiene la potencia indicada arriba gasta en promedio unos 327 g/h. Si el precio de un cilindro de gas licuado de 11 kilos está a unos 19 mil pesos en La Florida —para el 2 de mayo de 2024, según el sitio gasenlinea.gob.cl—, el costo por hora sería de 555 pesos, más del doble que una de parafina.
“Tienen la virtud de que son movibles y de que los aparatos no son tan caros”, dice Miguel Castro. “Pero su combustible sí es mucho más costoso”. El rango calefactor que tienen es de 40 m2, aproximadamente, y no están recomendadas para habitaciones o espacios pequeños, ya que contaminan el aire muy rápidamente.
La estufa a gas licuado que tiene la mejor evaluación en Falabella es la Würden RF 5700CL-C, con 4,2 kw/h de potencia.
Estufa a gas Würden RF 5700CL-C
En Paris, en cambio, el modelo que tiene más elogios de sus clientes es la estufa Ursus Trotter GRX-4200, con capacidad de cargar un balón de 15 kg. Es infrarroja, tiene una potencia de 4 kw/h, una cobertura de hasta 55 m2, encendido electrónico y un analizador de atmósfera, capaz de cortar el gas si baja demsiado el nivel de oxígeno en el ambiente.
Estufa a gas Ursus Trotter GRX-4200
¿Y eléctricas?
Solo si necesitas calentar una pieza pequeña, como tus pies mientras teletrabajas o la habitación de los niños antes de que se duerman, es aconsejable tener una estufa eléctrica. “Tienen bajo costo inicial pero muy poco poder calorífico”, explica Miguel Castro, de Duoc UC.
“Su gran ventaja es que, al no hacer combustión, no contaminan el aire”, dice María Luisa del Campo. “Pero para calentar un espacio necesitarías tenerla encendida mucho tiempo, generando mucho consumo”.
Estufa eléctrica Recco DI05-20F
La contaminación no es un tema trivial para la académica de la Universidad de Talca. “Con una estufa a parafina o gas funcionando varias horas al día se libera mucho dioxido de carbono, se consume oxígeno y se humedece el aire. Todo eso, al respirarlo, nos hace más propensos a enfermarnos, nos debilita y desconcentra”.
Para evitarlo, ella recomienda mantener siempre, aunque ingrese el maldito frío, alguna ventana mínimamente abierta. Y cada cierto tiempo —”unas dos horas”, dice— ventilar completamente el espacio, abriendo ventanas cruzadas —en distintos extremos del lugar— y que durante dos minutos circule aire que renueve el ambiente.
¿Cómo saber cuando el aire está viciado, como dicen en la tele? “Si los vidrios están empañados”, cuenta Del Campo, “es una señal de que es momento de ventilar”.
*Los precios de los productos en este artículo están actualizados al 2 de mayo de 2024. Los valores y su disponibilidad pueden cambiar.