De repente, ocurre que debemos cambiar de teléfono y de sistema operativo. Cuando por alguna razón se pasa de la personalizada y democrática comodidad de Android a ese nido acojinado que es iOS, la plataforma que sustenta a los iPhones, el proceso puede dar más de un dolor de cabeza.
Realmente se siente como un cambio de casa. Porque a pesar de que llevan más de 14 años conviviendo en el mismo planeta, el traspaso de información, fotos, textos, chats y aplicaciones entre un sistema y otro no se hace con la suavidad y fluidez que uno esperaría. Muy por el contrario.
Pasar de Android a iOS (y viceversa) puede ser para muchos un salto de fe. Si nos detenemos un instante, resulta un cambio de estilo de vida en casi todas las operaciones que realizamos frente a la pantalla. Seguro: la experiencia con la mayoría de las apps no cambia tanto entre un sistema operativo y otro. Pero hay cambios, y es justamente en esta mudanza cuando se generan los problemas.
El cambio nunca será fácil
Pero vamos por partes. Hace algunas semanas, Apple fue muy gentil en cederme por un tiempo el magnífico iPhone 14 Pro Max, el tope de línea de su nueva familia de smartphones, cuya reseña se viene próximamente en estas mismas páginas. En todo sentido, es un gran dispositivo, y congrega lo mejor que ha hecho Apple en términos de aparatos móviles. Aprovechando los refrescantes cambios que trae la actualización a iOS 16, la invitación estaba servida sobre la mesa. En especial para mí, que llevo casi una década ocupando principalmente dispositivos con Android.
A diferencia de cuando se actualiza un dispositivo con el mismo sistema —donde se hace una rápida réplica de contenidos, data, contactos, apps y fotos de un aparato a otro, sin mayores dificultades que una breve espera—, migrar de una plataforma a otra tiene sus contratiempos. La dinámica todavía no está lograda para que sea fácil y fluida.
Por lo pronto, para usuarios de Android es necesario descargar una app especialmente diseñada para este proceso, llamada muy convenientemente “Pasar a iOS” (gratuita, disponible en Google Play). Pero como bien apuntan los comentarios dentro de la página, la transferencia es lenta, con varios mensajes de error y caídas de conexión durante el proceso. Existen otras aplicaciones para realizar el mismo proceso, aunque son pagadas y ninguna de ellas goza de muy buena reputación.
Después de un engorroso ensayo y error, al final solo una parte de los contenidos son transferidos. Mensajes y SMS, algunas apps (no todas) y algo de data, como contraseñas y accesos directos. No hubo traspaso de historial telefónico, por ejemplo, ni tampoco de contactos. Pero hay algo que fue particularmente doloroso: el traspaso de WhatsApp y su registro de chats.
WhatsApp: el principal obstáculo
Nunca he sido particularmente fan de WhatsApp. Entre otros inconvenientes, es poco versátil y obliga a estar anclado a un número telefónico fijo. Pero ya lo sabemos: la aplicación de mensajería, hoy propiedad de Mark Zuckerberg y Meta, es la más utilizada en el mundo, con más de dos mil millones de usuarios activos.
Difícil por ahora que ocurra un milagroso éxodo masivo a Telegram, Signal o las otras apps de mensajería, más versátiles, seguras y dinámicas, pero aún de nicho. Como no puede utilizarse de manera nativa en más de un terminal móvil, WhatsApp es de alguna manera una aplicación ancla. Así que su historial de chats puede ser considerado como contenido vital para muchos usuarios, incluyéndome a mí.
En mi caso, la migración fue un desastre, ya que salvo los contactos, todo el resto de lo que había acumulado por años sencillamente desapareció. No estaba ahí. Mucho menos mi curatoría de stickers.
¿Por qué sucede esto? En iOS —o sea, en los iPhone— el respaldo de WhatsApp es realizado en iCloud, el servicio de almacenamiento en la nube de Apple. Por su parte, en Android el respaldo es realizado en su propio sistema de respaldo en la nube, Google Drive, dos inmensas plataformas que se ignoran entre sí. No se miran, pero ya sería hora de que lo hicieran. El sabor amargo de haber perdido los chats aún lo mantengo. De consuelo, mis cercanos fueron muy prestos en enviarme stickers.
Otro detalle engorroso fue volver a entrar a las múltiples aplicaciones que requieren de un nombre de usuario y contraseña para su uso. Pensé que el traspaso de información habría solucionado el tema, pero no.
Por suerte, la solución en este caso no es tan compleja. Solo basta restaurar el administrador de contraseñas de tu navegador favorito y listo. Tanto Chrome como Edge y Safari (además de otros browsers) cuentan con sus respectivos administradores de contraseñas, fundamentales para la navegación sin sobresaltos. Ojo con eso.
¿Qué es mejor: Android o iOS?
Una vez que se realiza la migración y el entorno queda más o menos controlado, es hora de adentrarse en un sistema que, si bien tiene semejanzas obvias al otro, es fundamentalmente distinto. Por ejemplo, la navegación.
En Android, uno tiene dos formas de navegar entre páginas y aplicaciones: a través de botones virtuales —que están en la parte baja de la pantalla— o a través de gestos táctiles. Personalmente, y por comodidad, soy más de movimientos de navegación con el dedo.
En iOS, en cambio, la navegación es híbrida. Y hay ocasiones en donde pillar la “x” para cerrar algo o devolverse requiere de un esfuerzo extra, en especial si el modelo en cuestión es de gran tamaño. Ahí, derechamente, hay que ocupar ambas manos.
El tema de las notificaciones siempre será personalizable, pero hay que reconocer que en iOS la visualización de éstas se puede afinar con mucho detalle. Aunque se echa de menos la personalización específica de contenidos por app que ofrece Android, en iOS la vuelta es mucho más larga.
Algo que eché de menos fue la ausencia de mi teclado favorito, Swiftkey, propiedad de Microsoft, que desde octubre dejó de estar presente en la tienda de Apple, sin mayores explicaciones para los usuarios. Una lástima.
Ahora bien, el teclado nativo de iOS funciona bastante bien, aunque es gusto adquirido a medida que se ocupa más y más. Si esto no sucede, hay interesantes alternativas, como Typewise, Grammarly o el mismo Gboard de Google, que viene de forma nativa en Android.
Sin embargo, mi percepción es que en iOS las aplicaciones y sus funcionalidades responden a un uso mucho más intuitivo que en Android. Excepto las que fueron diseñadas por Google, como su suite de productos de oficina. Funcionan, sí, pero queda una sensación de que les falta afinamiento. Curiosamente, las apps de productividad de Microsoft respondieron muy bien.
Las diferencias de uso con otras aplicaciones cotidianas, como redes sociales o servicios de mensajería, son más bien pocas. De nuevo, hay detalles de navegación que varían y que, al final del día, adaptarse a ellas es solo cosa de costumbre.
Otros detalles son el siempre útil botón físico para silenciar el aparato —que sigue presente en el lado izquierdo—, la aplicación de correo nativa (insuperable) y que, hay que reconocerlo, la mayoría de las apps se ven generalmente mejor en iOS.
Fotos y videos: ventajas y desventajas de los iPhones
Traspasar fotos y videos puede ser un gran dolor de cabeza. Por suerte, en este caso sí hay varias soluciones. Antes que nada, e independiente de si uno va a cambiar pronto de aparato o sistema operativo, es que conviene jugársela por un buen servicio de respaldo en la nube. Sea de quién sea. Así, cuando se realice una migración, todo documento, ya sean archivos, fotos o videos, quedará debidamente respaldado para su posterior recuperación y sincronización con el nuevo dispositivo.
Para cualquier fabricante de smartphones, la cámara es un apartado sumamente importante y decidor. No por nada es una de las principales características en las que se fijan los usuarios promedio. Y si bien Android cuenta con varios modelos de gama alta que igualan o incluso superan los lentes de Apple, también hay que ser justos y reconocer la facilidad de su sistema fotográfico, sus cámaras y las herramientas de edición que incluyen.
No se trata de un modelo en particular sino de cómo el proceso de sacar fotografías o grabar videos está integrado dentro del sistema. Compartirlas y editarlas en el momento es algo más sencillo e intuitivo en iOS que en Android. Eso sin considerar la infinidad de aplicaciones de edición que hay disponibles, especialmente considerando la novedad de creación que ahora ofrece la pantalla de bloqueo, que es deliciosa.
Sin embargo, un detalle: Android tiene muchas apps diseñadas para explorar los contenidos por carpeta de un teléfono, tal como se podría hacer en un PC. En cambio, la app de archivos en iOS es bastante más limitada en sus posibilidades. De hecho, pareciera ser que sólo es capaz de explorar los archivos de iCloud.
Ecosistema: lo mejor de iOS
Esto es lo que podríamos denominar la última milla de iOS. Porque la comunicación entre dispositivos de la marca es realmente perfecta. Entre Android y Windows también hay posibilidad de llevar a la mesa de trabajo ambos sistemas, y es cierto que, ante la multiplicidad de fabricantes —tanto de computadores como de teléfonos— no existe un vínculo común para que otros dispositivos puedan comunicarse. A menos que sean de la misma marca.
En ese sentido, la sincronización entre un computador Mac, un iPad y un iPhone es perfecta, llena de pequeños detalles que realmente mejoran la experiencia, como que al copiar un texto en el iPhone es posible pegarlo en el Mac. Lo mismo se puede hacer con fotos y videos. Que yo sepa, eso en Android no existe.
Al final del día, la experiencia con iOS para quienes no están familiarizados es buena, más limpia y hasta más intuitiva. Cuesta acostumbrarse al comienzo, pero la adaptación es más rápida de lo que uno cree. No es ni mejor ni peor que Android, considerando las desventajas que posee. La más importante, que Apple diseña sus sistema para sus propios dispositivos, mientras que Google lo tiene que hacer para el resto de la industria. Es un 15 por ciento de los usuarios mundiales versus un 85. Pasar de uno a otro es elegir el nicho sobre la masividad. Una apuesta o, como decíamos más arriba, un salto de fe.
Por todo eso, si estás planeando cambiarte a un iPhone, debes tener sumo cuidado con el servicio de mudanza que utilices. Y así como uno embala sus objetos frágiles y queridos antes de cambiarse de casa, aquí conviene previamente respaldar todo lo importante en la nube. Por mi parte, me quedaré un tiempo por acá, en iOS. Aunque eso signifique que mis conversaciones de WhatsApp y mi vasta colección de stickers se hayan perdido como lágrimas en la lluvia.