Puede ser por mi edad, ya instalada en la treintena, pero últimamente los algoritmos de mis redes sociales me muestran constantemente a especialistas aplicando bótox.

Algunos videos aparecen porque los publican amigos, o amigos de amigos, que se dedican a este tipo de intervenciones, pero la mayoría de las veces, especialmente en Instagram o TikTok, se trata de publicidad y ofertas donde muestran un antes y después de una inyección de bótox: parece ser el secreto de la eterna juventud.

A estos procedimientos no invasivos recurren cada vez más personas, viejas y jóvenes, mujeres y hombres. ¿Te has preguntado cuántas gente que conoces se ha aplicado alguna vez este producto? Si haces una encuesta en tu entorno, los resultados —como dicen algunos post de redes sociales— te sorprenderán.

Francisca Daza, médico especialista en dermatoestética de la Clínica Alemana, aclara que la aplicación de toxina botulínica, el nombre completo del bótox, “tiene un efecto sobre el músculo de la cara, al cual relaja y paraliza. De esta forma, cuando el músculo recibe la orden cerebral de contraerse, no puede hacer la expresión y por lo tanto no se forman las arrugas”, explica.

“El bótox ha ganado bastante popularidad en los últimos años por su capacidad de atenuar o desaparecer temporalmente, dependiendo del caso, las arrugas faciales, dejando una piel lisa”, expresa Valentina Mackines, coordinadora clínica y especialista en estética facial de Clínica Santa Blanca.

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La toxina botulínica, señala, funciona bloqueando temporalmente los impulsos nerviosos en los músculos inyectados, lo cual evitará su contracción. “Como resultado se suavizan y reducen la apariencia de las arrugas dinámicas, que es cuando movemos los músculos”, puntualiza.

“Esto evita que las arrugas de expresión vayan quedando marcadas”, dice Daza. “En cambio, se mantienen como en reposo. Por ejemplo, las de la frente al levantar las cejas, las del entrecejo cuando uno se enoja”. Lo mismo sucede con las conocidas patas de gallo, que aparecen al costado de los ojos cuando uno sonríe. “Al aplicarse toxina botulínica, se evita que esas arrugas de expresión queden de forma permanente”, añade.

“El objetivo estético principal de la toxina botulínica, porque también tiene otros usos, es entregarnos una apariencia más rejuvenecida, al suavizar las arrugas faciales”, cuenta Mackines.

¿Cuánto dura el efecto de la toxina botulínica en el rostro?

El bótox, como bien se sabe, se aplica por medio de inyecciones a través de la piel. “Se aplican en el músculo y su efecto demora entre tres a cinco días en aparecer, aunque la apariencia final se expresa entre los diez y los quince días”, señala Daza.

Luego, su eficacia dura, como máximo, hasta los seis meses. “A muchas personas se les agota entre los tres y los cuatro meses, y desde ahí comienza a perder su efecto. Si una persona tiene una expresión más marcada, o contrae más, más rápido se va”, asegura.

“Es bastante relativo, varía mucho según la persona y sus hábitos: su expresividad facial, el tabaquismo, etcétera. También depende de la dosis administrada, aunque en promedio se habla de una duración aproximada de entre dos a cinco meses”, analiza Mackines. El efecto, eso sí, no desaparece de un día para otro, sino que disminuye poco a poco.

No ponerse bótox en cualquier lugar y con cualquier médico

Como bien comentábamos, es común ver en redes sociales precios tentadores o atractivas fotografías de los antes y después de estos procedimientos no quirúrgicos. Sin embargo, ambas profesionales subrayan la importancia de recurrir a buenos profesionales certificados.

“Ningún tratamiento estético está libre de riesgo. Por eso, es crucial que el tratante tenga los conocimientos necesarios para disminuir el peligro de efectos adversos”, explica Mackines.

¿Cuáles son esos riesgos? Por ejemplo, la especialista de Clínica Santa Blanca dice que si se inyecta en un área incorrecta, o una dosis mayor de la necesaria, se pueden bloquear otros músculos, afectando la expresión y función facial natural.

“En casos raros, la inyección incorrecta podría dañar un nervio”, advierte. Aunque puede ser grave, por lo general es temporal”.

Daza explica que una de las principales consecuencias de una mala práctica de bótox es la expresión falsa, o que visualmente se vea rara. “Puede que las cejas se caigan, o también el párpado, que el ojo se vea cerrado, que la sonrisa quede asimétrica o la nariz también tenga problemas de simetría”, analiza la dermatoestética.

Este mal rato, eso sí, es momentáneo, ya que por definición el bótox tiene una duración limitada, pero tampoco es menor quedarse seis u ocho meses con la cara extraña.

“Todo depende del músculo que quede comprometido”, señala la especialista de Clínica Alemana. “Lo importante es que el profesional tenga un buen conocimiento de la anatomía de cada músculo, cómo actúa cada uno y cuáles son las zonas de peligro”.

“Es fundamental que la aplicación de la toxina botulínica sea primero en un servicio de salud acreditado por la Seremi de Salud, y con un profesional capacitado para esto, ya sea un médico cirujano o un dentista que tenga capacidad de inyectar toxina botulínica sobre el área estomatognática”, comenta Daza. Esos son los requisitos básicos y mínimos que deben cumplirse respecto a credenciales.

Por otro lado, el producto a aplicarse tiene que ser aprobado por el ISP. Según Daza, hoy son cinco las marcas aprobadas por la entidad de salud.

“Confíar en manos equivocadas, o inyectarse productos falsificados, puede ser extremadamente peligroso, aumentando el riesgo de reacciones adversas graves, resultados estéticos indeseables e incluso lesiones graves”, advierte Mackines.

Recientemente los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos emitieron una alerta, pues han aumentado los casos de personas que han sufrido reacciones adversas por inyecciones de bótox falsificadas o manipuladas inapropiadamente.

Por eso, la FDA lanzó una alerta a consumidores y proveedores de atención médica. Cuando un producto está adulterado, contaminado, mal etiquetado o transportado de forma incorrecta, compromete tanto su seguridad como eficacia.

“El mayor riesgo de ponerse un producto falso es que se diluya mal o esté en condiciones contaminadas, lo que puede provocar una infección bacteriana o transmitir infecciones micóticas de hongo”, analiza Daza. Al decirlo se acuerda de un caso inaudito, que se dio a conocer este año en Estados Unidos, en el que un grupo de clientes que se sometió a tratamientos cutáneos con microagujas en un spa fueron diagnosticados con VIH. Este es el primer precedente que se tiene de contraer este virus por un servicio cosmético. ¿Cómo ocurrió esa tragedia? Porque el recinto no estaba acreditado y la doctora tampoco lo era.

“Es un riesgo muy severo que no se haga con un profesional certero calificado ni con un producto que esté aprobado para hacerlo”, opina.

Que no te seduzca la oferta

Una advertencia que no podemos dejar pasar, en especial ahora que abundan las promociones en redes sociales. Para Daza, es importante siempre dudar de la oferta, en especial cuando se trata de zonas específicas del rostro.

“Más que por zonas, la aplicación debe ser personalizada, porque hay músculos que funcionan en armonía con otros: una expresión está modulada por un conjunto de músculos, no es uno solo”, analiza. “Si uno contrae el entrecejo, puede ser que los músculos en la zona de las patas de gallo se contraigan más fuerte para compensar ese otro músculo. Al bloquear solo un músculo, la expresión se puede ver falsa”.

“La eficacia y seguridad del tratamiento dependen de que el tratante tenga los conocimientos y esté calificado”, dice Mackines. A sus pacientes, por ese motivo, les pide “no poner su carita en oferta”.

Además, no todas las personas pueden ponerse la misma marca de toxina, ya que algunas vienen con proteínas complementarias que podrían producir alergia en ciertos pacientes. “Por esto la importancia de hacer una ficha clínica detallada preguntando por alergia al huevo (albúmina) o la leche (lactosa)”, señala.