La evolución de los aparatos computacionales domésticos ha tenido un fuerte cambio en la última década. Si hasta comienzos del nuevo siglo la tendencia era contar con una estación por hogar —generalmente un computador estacionario ubicado en el living de la casa—, el advenimiento de los dispositivos móviles inteligentes ha puesto en retirada a estos grandes equipos para dar paso a laptops, celulares y tablets. Pero en los últimos-últimos años, eso también ha ido variando. Ante el creciente poder de cómputo y procesamiento de los actuales celulares, cada vez se hace menos necesario contar con un computador más tradicional. Para qué decir de las tablets, que así como llegaron como un boom, poco a poco han ido desapareciendo de la mayoría de las casas.
Hasta que, de repente, llegó la pandemia y con ello el confinamiento doméstico, la explosión del teletrabajo y una nueva demanda de equipos de computación para poder trabajar y estudiar desde las casas.
Todos los datos apuntan a ello: tanto Microsoft como Apple han dado indicadores de que sus respectivos sistemas operativos —Windows y OSX— han tenido un claro aumento durante las últimas semanas, con un 87 y un 10%, respectivamente, del total de sistemas operativos activos en el mundo (según un informe de NetMarketShare), además del auge que han tenido los servicios de despacho online y las aplicaciones para videoconferencias.
De hecho, según datos de la consultora norteamericana NPD, en abril las ventas de PCs aumentaron en un 53%. Es decir, hay un público que nuevamente va a tener que contar con una estación de trabajo para poder optimizar el tiempo de confinamiento.
Entonces, si debo comprar un nuevo dispositivo, la pregunta es cuál será el más conveniente para mis necesidades. ¿Un laptop? ¿Una tablet? ¿Un dos-en-uno? Acá algunas consideraciones.
Los laptops o notebooks son quizás la apuesta más común y generalizada para un buen trabajo remoto. Lo anterior, eso sí, queda supeditado a la performance que se le quiera sacar a la máquina, lo que a su vez estará condicionado a su poder de procesamiento, capacidad gráfica, memoria, etc. Así, a mayor performance, mayor será el precio. En ese sentido, lo mejor es considerar un presupuesto que se ajuste a las necesidades y vitrinear por el mejor modelo dentro de ese rango.
En general, la tablet ha quedado relegada exclusivamente a menesteres de ocio dentro del hogar. Ya sea para uso casual como consumo de películas, lectura de e-books, streaming, música o videojuegos, las tablets son muy versátiles, especialmente por el tamaño de sus pantallas. Porque salvo que se le integre un teclado físico, es difícil considerar a la tablet como una eficaz herramienta de trabajo. La excepción para algunos, quizás, sea el iPad (y el iPad Pro) de Apple, que fue el dispositivo de esta categoría que dominó el mercado durante el 2019, según datos de Strategy Analytics, con un 44% de las preferencias de los consumidores.
Por otro lado, el laptop pareciera ser la herramienta de facto para estas necesidades. En general, por casi el mismo rango de precio, un laptop puede llegar a costar lo mismo que una tablet. Pero lo cierto es que la línea que divide a un laptop/notebook de una tablet cada vez se ha ido difuminando más, incluyendo los propios sistemas operativos. Lo anterior se aprecia especialmente en la gama de los dos-en-uno.
Estos modelos en teoría presentan lo mejor de ambos mundos: las posibilidades de tacto y funcionalidad de una tablet, pero complementado con las características de un equipo más robusto y estable, donde se incluye –por supuesto– un teclado físico. Ese detalle puede ser clave a la hora de elegir un dispositivo. El inconveniente es que estos equipos –versátiles, funcionales, todo terreno– podrían llegar a ser algo onerosos.
Así que si la opción definitiva es un computador portátil, acá van algunos detalles que valen la pena tener en consideración —más allá del presupuesto, claro:
Tamaño de la pantalla
El tamaño va a depender del usuario, claro está. La recomendación es que ésta tenga 13 pulgadas —ni muy grande ni muy chica—, pero evidentemente hay usuarios que necesitan mayores dimensiones, especialmente para trabajo gráfico y procesamiento de imágenes. Pero para uso general, 13” es más que suficiente.
Poder de procesamiento
La CPU es el motor de un computador. En ese sentido, Intel domina este mercado con sus chips, en donde hay que tener en consideración los cuatro niveles de procesadores, dependiendo de las necesidades que se tengan: Core i3 (para uso casual y liviano), Core i5 (uso general multifuncional, recomendado), Core i7 (alta demanda) y Core i9 (para gamers y trabajo gráfico de peso). Los precios de los equipos pueden variar considerablemente entre un CPU y otro. El mismo factor corre para el chip GPU, que se encarga de la parte gráfica del equipo. Ojo con eso también.
Memoria y almacenamiento
La memoria de un equipo –o la RAM– determina la velocidad de respuesta con la que va a contar un equipo. En ese sentido, a mayor cantidad de gigas de RAM, más veloz será el dispositivo y más aplicaciones se podrán correr al mismo tiempo, sin retrasos. Para público común, lo mínimo hoy es contar con al menos 8 Gb de memoria. Si hay demanda gráfica, la memoria tendrá que ser mayor. En cuanto al almacenamiento, los equipo hoy en día vienen prácticamente por defecto con discos duros sólidos (llamados SSD, por su sigla en inglés). Traen menos espacio para guardar archivos, pero son diametralmente más rápidos. De todos modos, con la diversa gama de posibilidades que ofrecen los discos duros externos y la misma nube, el almacenamiento no debiese ser un tema de preocupación.
Batería
Factor fundamental, sin duda. Su duración dependerá exclusivamente del uso que se le dé, pero en términos estandarizados, un computador de 13” debiera entregar alrededor de siete u ocho horas de trabajo, cosa que debiera descender a medida que pasan los años. Con computadores de gama alta, la batería puede ser aún de menor duración.
Puertos y conectividad
Un detalle que puede llegar a ser decidor es la cantidad de puertos y accesos que tenga el equipo, y que estos se ajusten a las necesidades del usuario. La estandarización de estos elementos, eso sí, actualmente se dirige a los puertos multiuso USB-C.