Quienes tienen un canino en casa, especialmente si es cachorro, lo saben: nada está a salvo. Zapatos, pantuflas, patas de sillas y sillones —si es que no el sillón mismo—, discos, libros, tareas, piedras del patio, palos y otras tareas. Nada escapa a la posibilidad de que ese monstruo peludo de cuatro patas y 42 dientes —28, si tiene pocos meses cachorro—, que deja chico a tiburones y pirañas, lo agarre para largas sesiones de mordiscos. Hasta al agua y al aire le tiran tarascones.

Pero esto que parece muy gracioso —aunque a ratos es una verdadera pesadilla— tiene una serie de riesgos que nada tienen para la risa, como la eventual fractura de sus piezas dentales. Y aunque esto no ocurriera, existe un desgaste en sus dientes que puede llevar a futuros problemas, algunos de ellos irreparables.

La dentadura de los perros jóvenes parece indestructible, pero no lo es. De hecho, necesitan de más cuidados de los que normalmente consideramos. ¿Acaso le lavas los dientes a tu perro? Si te parece algo exagerado, te equivocas medio a medio. Al igual que los humanos, estos animales necesitan de una buena higiene dental para evitar infecciones y enfermedades periodontales.

Si bien la gingivitis es reversible, la periodontitis —una infección aguda a las encías— es crónica, progresiva y puede tener secuelas graves, como la fractura de mandíbula, la pérdida de dientes, predisposición a tumores en el hocico e incluso problemas oculares, cardíacos y renales.

“La enfermedad periodontal es por lejos la más prevalente en perros”, dice Andrea Poblete, miembro del Comité de Odontología Veterinaria para Latinoamérica de la Asociación Mundial de Veterinarios de Pequeños Animales (WSAVA). Según la también vocera del Colmevet, a los dos años de vida, entre el 80 y 90% de la población canina “ya presenta algún grado de avance de este cuadro”, el que comienza con la acumulación de bacterias en la superficie de los dientes.

Lo que está en juego es la calidad de vida de los perros y su supervivencia, asegura Sonia Madrid, odontóloga veterinaria. “Debemos aprender que la enfermedad periodontal no es sólo un problema dental que causa mal aliento y pérdida de dientes, sino un iniciador de consecuencias sistémicas más graves”.

El problema comienza con la placa bacteriana, una película pegajosa que se forma con los restos de comida que quedan adheridos entre los dientes y las bacterias que viven en la boca del animal, sumado a las sales minerales de la saliva. “Al no ser removida, se va endureciendo y depositando sobre los dientes, formando el tártaro o placa dental, más conocido como sarro”, explica Astrid Belmar, médico veterinaria de la clínica Onavet de Punta Arenas.

La forma más efectiva de controlar la placa bacteriana es el cepillado de dientes. Sin esa prevención, permitimos que la placa madure y se vuelva cada vez más nociva.

Perro.

No sólo perros chicos; no sólo perros viejos

En el viejo paradigma de tenencia de mascotas, la salud dental de un perro poco importaba. “Se consideraba normal que le faltaran dientes teniendo cierta edad”, grafica Poblete. Hoy “sabemos que los dientes de los perros —al igual que los nuestros— están hechos para durar toda la vida”, siempre y cuando reciban los cuidados adecuados.

Los perros, como los humanos, nacen sin dientes. A la segunda semana comienzan a crecer sus dientes de leche, que totalizan 28 piezas. A los tres meses parte el recambio por los 42 definitivos, que se completa al medio año.

“A los siete meses no debiese quedar ningún diente de leche”, dice Poblete. Y si lo hubiera, sería necesaria su extracción por medio de una intervención quirúrgica. De esa manera se evitarían secuelas, como los dientes apiñados o la ya mencionada enfermedad periodontal.

Aunque la acumulación de placa bacteriana y sus secuelas amenazan sobre todo a los perros más viejos, sería un error creer que los más jóvenes están exentos de riesgos.

“Es más común, pero no es exclusiva de perros añosos. Los jóvenes que no tienen un cepillado frecuente pueden padecer esta enfermedad periodontal en grados menores y tener un agravamiento si hay factores genéticos; por eso deben comenzar cuanto antes la rutina de cepillado”, expone Belmar.

Un factor de riesgo que aumenta la posibilidad de desarrollar infecciones y enfermedades orales tiene que ver con la raza. Según las entrevistadas, los perros de tamaño pequeño —como los yorkshire, poodle o el chihuahua— tienen mayores dificultades para cambiar sus dientes de leche, lo que produce el apiñamiento de sus piezas y los predispone a acumular placa bacteriana desde muy pequeños.

Las razas braquicéfalas —como el pug, el bulldog o el shih tzu— también tienen mayor prevalencia a las infecciones, debido a que suelen tener malformaciones en sus dientes o lesiones como la hipoplasia de esmalte. A estos, Madrid suma a perros con diagnósticos de hipotiroidismo canino, diabetes, cardiopatías, enfermedades neurológicas, endocrinas y respiratorias.


Cómo lavar los dientes

La clave para una buena salud dental canina es la prevención. Y para ello, nada más efectivo que el cepillado de dientes, un procedimiento que debe hacerse, idealmente, una vez al día. Si hay factores de riesgo como los mencionados, el cepillado debería hacerse dos veces por jornada.

Pero el ideal casi nunca es sinónimo de posible. Para ser más realistas, Astrid Belmar sugiere un mínimo de cepillados de tres veces semanales. Y, ¿cómo hacerlo?

Se debe utilizar un cepillo de dientes suave, cuyo tamaño debe ser proporcional al porte de tu perro. Poblete, por ejemplo, recomienda usar cepillos para niños.

Eso sí, nunca —¡jamás!— se debe ocupar pasta de dientes para humanos, porque los perros no escupen y les puede resultar tóxica. Si bien existen dentífricos específicos para mascotas, tragables y con saborizantes, cepillarles solo con agua basta.

El movimiento del cepillado, al igual que en el caso nuestro, debe ser un barrido desde la encía hacia la punta de los dientes. Se debe comenzar por la cara externa de la dentadura, para luego seguir con la interna. Ojo: no es llegar y hacerlo, sobre todo si se está comenzando con un perro adulto.

“El acercamiento del perro al cepillo de dientes debe ser hecho con paciencia, siempre con un refuerzo positivo (cariños, palabras amorosas, paseo o premio)”, aconseja Poblete. “El perro debe acostumbrarse a que le manipulen la boca y le toquen los dientes”. Por seguridad, conviene preocuparse primero de la cara de los dientes que da hacia fuera, sin abrirle el hocico, y una vez que se deje hacer este movimiento, intentar cepillar por el lado interno y el paladar.

Por eso, dice Sonia Madrid, lo ideal es comenzar cuando el perro es aún cachorro, para “acostumbrarlo a la manipulación, entregándole premios y condicionamiento positivo”.

La clave es la paciencia y la constancia. La idea, según Astrid Belmar, es transformar el cepillado en un momento “grato” para el perro. Para eso, una pasta dental saborizada puede ser un buen aliado. Asimismo, existen otros productos que ayudan a proteger la dentadura del animal. “Hay geles que se pueden aplicar posterior al cepillado y que forman una película protectora para prevenir la adherencia de placa bacteriana. Además se pueden encontrar enjuagues bucales que se pueden administrar en el agua de bebida”.

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El mal llamado “destartraje”

Pero el cepillado no es la única práctica que debes tener para estos efectos. Siempre será bueno, afirma Andrea Poblete, conocer la boca de nuestros perros. De ese modo, “si hay algo raro nos llamará la atención y podremos ayudarlo a tiempo”. No hay que esperar a la aparición de la rareza para visitar a un especialista. Lo recomendable es hacer una visita a odontología veterinaria cada seis o 12 meses para que se pueda determinar el estado de salud dental de tu mascota.

Si la especialista detecta una infección o una enfermedad periodontal, se debe iniciar un tratamiento específico para hacerle frente. Quizá no detecte nada grave, pero igualmente puede considerar necesaria una profilaxis dental o, como se dice erróneamente. un”destartraje”.

Este es un procedimiento clínico de remoción de sarro y cálculo dental, donde luego se pulen los dientes del animal, dificultando la reaparición de la placa bacteriana. Para ello se utilizan instrumentos específicos, como escarificadores o aparatos de ultrasonido.

La profilaxis dental —que los perros diagnosticados con alguna enfermedad periodontal deben hacerse al menos una vez al año— no reemplaza al cepillado, advierten los especialistas. Si luego de este procedimiento no se cumple con el cepillado, “antes de un mes veremos nueva acumulación de cálculo dental”, sostiene Poblete.

Por otro lado, los especialistas advierten que la profilaxis dental siempre debe hacerse bajo anestesia. Hacerlo de otra forma, “atenta gravemente contra el bienestar del animal”, complementa Poblete.

Lo anterior es sumamente importante, porque muchos establecimientos promocionan un “destartraje” con el perro “despierto”. No sólo ocupan mal el término, sino que cabe cuestionarse qué tipo de procedimiento hacen.

Juguetes que ayudan (y los que no tanto)

Los juguetes que prometen limpiezas dentales son muy populares, y si bien algunos ayudan, no reemplazan al cepillado diario ni la profilaxis dental. Además, muchos de ellos no son realmente adecuados y, en vez de un beneficio, pueden generar un daño grave a tu mascota.

Andrea Poblete dice que morder objetos más duros de lo recomendable “predispone a la fractura de dientes, causando gran dolor —que no siempre detectan los tutores— y dejando superficies ásperas en los dientes donde se puede acumular más placa bacteriana”. Lamentablemente, “son muchos los dientes que los odontólogos debemos extraer por fracturas irreparables a consecuencia de morder objetos duros”.

¿Cómo saber si el juguete es adecuado para que el perro se pase el rato mordiéndolo? Una técnica que recomienda Belmar es hincar la uña sobre la superficie del producto. Si deja una marca, entonces sirve. También puedes probar golpeándote el codo y la rodilla con éste. Si no duele, es seguro.

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Los productos de goma o de silicona suelen ser apropiados. Lo bueno de ellos es que no sólo ayudan a la limpieza dental, sino que también son estimulantes para el perro, beneficiando su bienestar emocional.

“También existen palitos, golosinas, galletas o granulados que son coadyuvantes de la profilaxis y del cepillado, aunque no los reemplazan en absoluto”, agrega Belmar.

Otro mito, que representa un error tan clásico como grave, es creer que los huesos ayudan en la limpieza dental. Lo que sucede, dice Poblete, es que “el sarro se quiebra y se desprende, dando la falsa sensación de limpieza, cuando el problema sigue exactamente igual debajo de la encía, que es la zona crítica”. Sonia Madrid agrega que el 40% de las fracturas dentales en perros están asociadas a huesos crudos o cocidos.

Pero ya lo sabes, así que el error no volverá a ocurrir. ¿Cierto? De cualquier manera, si aún tienes dudas sobre un juguete para tu perro, piensa en lo siguiente: ¿morderías una piedra?

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*Los precios de los productos en este artículo están actualizados al 14 de octubre de 2022. Los valores y disponibilidad pueden cambiar.