Tu mascota tiene hambre y, cuando te acercas a su plato para rellenarlo de comida, te fijas en que sobre su superficie descansa una sustancia viscosa. Como lo lavaste la semana pasada, lo ignoras —baba acumulada, piensas— y simplemente le echas su porción de alimento encima. Pero esa babosidad, una mezcla brillante de restos de pellets con algo que ojalá sea solo saliva, es un poco más peligrosa de lo que piensas.
“Tener una mascota nos llena de felicidad, pero trae consigo una gran responsabilidad en el cuidado y prevención de enfermedades”, plantea Stephanie Griffiths, médico veterinaria de Ludipek. Aunque la entrega de alimento y agua es uno de los puntos más fáciles en la tenencia de un animal, mucha gente no le da la relevancia que tiene a la limpieza de los ,platos.
“Cuando nuestra mascota se alimenta, deja en sus recipientes residuos orgánicos y humedad, elementos perfectos para el desarrollo del famosos biofilm”, dice Griffiths. ¿Biofilm? Es como “una película o capa donde se forma una matriz de microorganismos que pueden ser perjudiciales para la salud de las mascotas y las personas”. El biofilm, agrega, se forma en ambientes húmedos, con poca higiene, donde crecen hongos y bacterias con rapidez.
¿Cuáles son los riesgos del biofilm?
“Es importante limpiar los platos de perros y gatos regularmente, para evitar la acumulación de bacterias del tipo bacillus, streptococos o enterobacterias, entre otras. También pueden proliferar hongos que, según su tipo, pueden afectar la salud de nuestras mascotas de diferentes formas”, afirma Bryan Paredes, veterinario de SuperZoo.cl.
Cuando tu mascota come o bebe agua, podrás darte cuenta que salpica migas de alimento y/o gotitas de saliva, las que quedan en la superficie de los platos. Ese cruce puede beneficiar la formación del biofilm. “La falta de higiene en los recipientes de comida y agua, sumado a la formación de este biofilm, pueden llevar a la proliferación de patógenos que causan enfermedades, como por ejemplo, infecciones gastrointestinales o dermatitis”, señala el veterinario.
Según explican en el sitio español Paraíso Mascota, el biofilm también puede suponer un gran riesgo para la salud de los humanos, además de las mascotas. Entre los hongos y bacterias que pueden proliferar en el biofilm del plato de tu perro o gato podemos encontrar:
- Serratia marcescens: puede provocar conjuntivitis, queratitis e infecciones en heridas, riñones y vías urinarias, así como infecciones respiratorias, meningitis y endocarditis, especialmente en personas inmunodeprimidas.
- E.coli: aunque es una bacteria que naturalmente abunda en el tracto gastrointestinal, ciertas cepas pueden ser causar infecciones graves, que comúnmente se manifiestan en diarrea.
- Candida albicans: forma parte de la microbiota normal de los tractos respiratorio, gastrointestinal y genitourinal, pero si su presencia es desmedida puede volverse peligroso y provocar candidiasis, que afecta las zonas vaginales, orales o de la piel.
- Chlamydia pneumoniae: suele ser una infección asintomática, pero los cuadros más comunes son neumonía y bronquitis.
- Clostridium difficile: si bien es parte normal de la microbiota intestinal, cuando hay problemas inmunológicos o poca diversidad bacteriana puede proliferar, colonizar y causar diarreas y colitis pseudomembranosas.
- Clostridium perfringens: es el agente etiológico más importante de la gangrena gaseosa. Además, es responsable de otros cuadros clínicos como son: toxiinfecciones alimentarias, enteritis necrosante, colecistitis enfisematosa, celulitis e infecciones inespecíficas.
- Helicobacter pylori: habita en el epitelio gástrico humano, pero la infección por H. pylori puede producir inflamación de la mucosa gástrica que puede progresar llevando a la producción de gastritis, úlcera péptica y linfoma de tejido linfoide asociado a mucosa.
- Klebsiella pneumoniae: puede causar infecciones del tracto urinario, neumonías, sepsis, infecciones de tejidos blandos, e infecciones de herida quirúrgica. A esta bacteria son especialmente susceptibles los pacientes ingresados en unidades de cuidados intensivos, recién nacidos, con diabetes mellitus o alcohólicos.
- Listeria monocytogenes: es la bacteria causante de la listeriosis, una infección alimentaria muy grave para personas inmunodeprimidas o embarazadas.
- Pseudomonas aeruginosa: es un patógeno oportunista en individuos inmunocomprometidos, capaz de infectar los pulmones y las vías respiratorias, las vías urinarias, los tejidos, heridas y causar otras sepsis (infecciones generalizadas en el organismo).
- Salmonella typhimurium: en humanos, la Salmonella typhimurium no causa una enfermedad tan grave como Salmonella Typhi —que causa la fiebre tifoidea—, pero sí produce diarreas, dolores abdominales, vómitos y náuseas, y suele durar unos siete días.
- Staphylococcus aureus: puede producir una amplia gama de enfermedades, desde infecciones cutáneas y de mucosas relativamente leves, como foliculitis, forunculosis o conjuntivitis, hasta otras de riesgo vital, como celulitis, abscesos profundos, osteomielitis, meningitis, sepsis, endocarditis o neumonía.
- Vibrio cholerae: es la bacteria que produce el cólera.
Otra de las consecuencias más comunes de la exposición al biofilm entre las mascotas es la periodontitis, que provoca la acumulación de placa dental y mal aliento. Para prevenir este problema es tan fácil como contar con una buena higiene, limpiando frecuentemente tanto los accesorios del animal como sus propios dientes.
Cómo evitar la formación de biofilm
La única forma de combatir la formación de biofilm es con limpieza. “Debemos realizar una limpieza ojalá diaria de platos y juguetes”, asegura Griffiths. Para eso recomienda:
- Lavado con agua y detergente o jabón, utilizando esponja o cepillo exclusivo para esto.
- No hacer la limpieza en nuestros lavaplatos ni en los lavamanos.
- Lavar peluches con agua caliente.
- Lavar juguetes de la misma forma que los platos una vez utilizados.
Finalmente, Paredes sugiere que el cambio de agua fresca sea regular, “al menos una vez al día”, y en lo posible preferir recipientes de acero inoxidable, no de plástico, “ya que son más fáciles de limpiar y menos propensos a la acumulación de bacterias”. Frente a la frecuencia de lavado, dice que el ideal, y tal como los humanos, debería ser después de cada comida.