“Para mí, los tatuajes son como una línea de tiempo de mi vida. Cuando miro uno, recuerdo de inmediato por qué me lo hice y el momento determinado en que lo decidí”, dice el rapero Tyga. “Soy un lienzo de mis experiencias. Mi historia está grabada en líneas y sombras, y puedes leerla en mis brazos, piernas, hombros y abdomen”, complementa Kat Von D, tatuadora y presentadora de televisión.

Hay muchas más. “Por lo general me tatúo en buenos momentos de la vida. Un tatuaje es un recordatorio permanente de un autodescubrimiento o de alguna conclusión a la que llegaste”, dice la actriz y directora Angelina Jolie. “Los tatuajes exudan dolor y placer al mismo tiempo”, sentenció alguna vez Chester Benington, fallecido cantante de Linkin Park.

Así como existen infinitas frases hermosas e inspiracionales respecto a lo bello y simbólico de tatuarse, también hay una buena cantidad de argumentos bastante razonables de por qué tal vez no es tan buena idea dibujarse la dermis —la capa de piel que está debajo de la epidermis— con tinta de forma permanente.

Por las millones de personas en el mundo que en este momento miran felices, emocionadas y quizá algo temblorosas el nuevo tatuaje que se acaban de hacer, también hay muchísimas entrando a clínicas para someterse a carísimos y dolorosos procesos de borrado de tattoos.

Imposible conocer esa data con exactitud, pero es probable que por cada tatuaje que se hace en el planeta se realice al mismo tiempo un blastover o cover up, dos maneras de “arreglar” un tatuaje con el que una persona está disconforme o arrepentida. En términos sencillos, blastover es hacer un tatuaje encima de otro, usando elementos del primer dibujo que se complementan con el nuevo diseño. El cover up, por su lado, es derechamente hacer un tatuaje nuevo encima de uno que ya no se quiera o que está demasiado viejo.

El punto es que el coqueto y esquivo equilibrio de quedar conforme con cada uno de los tatuajes que se llevan encima es muy difícil de alcanzar, casi tan improbable de ver como los millones de símbolos yin-yang realizados en los noventa y que hoy, en su mayoría, viven debajo de nuevos tatuajes más cool y menos cringe.

Olvidemos esto.

¿Qué se debe saber, o considerar al menos, al momento de cruzar el umbral entre ser una persona intatuada y una persona tatuada? ¿Existe ese umbral? ¿Hay vuelta atrás? ¿Qué cosas irritan a las y los tatuadores y debes evitar hacer?

Consultamos con tres personas con vasta experiencia en el mundo del tattoo para que nos revelaran sus secretos y nos dijeran algunas cositas que habitualmente callan las y los artistas del tatuaje.

Qué hacer y qué no hacer

Lo dijimos: los motivos para tatuarse son imposibles de enumerar, pero lo mismo pasa con las razones para no hacerlo. Pero las ganas de dibujarse pueden ir desde cosas muy profundas, como una idea o un símbolo religioso, hasta cosas más triviales, como un dibujo animado que encuentres divertido. La verdad es que eso, para estos efectos, da un poco lo mismo.

Algunos estudios que se han hecho al respecto arrojan que a mucha gente tatuarse les sirve para sentirse más segura, atractiva y para probarse a sí misma que pueden sobrellevar procesos dolorosos. A otros simplemente les gusta nomás, desde cómo se ve, hasta el arte y la cultura asociada.

La probabilidad, eso sí, de que tu primer tatuaje sea un camino de ida hacia varios más es alta. Aunque es una especie de mito —no existe literatura asociada a la adicción a los tatuajes—, lo cierto son dos cosas: cuando el cuerpo recibe el impacto de la máquina y siente cómo esta le produce esa hermosa herida de colores —la que que duele bastante, que nadie te diga lo contrario—, el cerebro libera una importante cantidad de adrenalina y endorfinas. Ese subidón, al igual que el deporte, efectivamente puede volverse adictivo.

Ilustración: César Mejías.

O puede ser que simplemente te quede gustando. Que el ritual de elegir una imagen, buscar un lugar para ubicarla en tu cuerpo, conversar con tu tatuador y someterte al dolor te haga sentir bien. Si tienes el tiempo, los medios y no interfiere demasiado con tu vida, ¿cuál es el problema?

Lo que quiero decir es que lo que te quieras tatuar y los motivos para hacerlo son tan tuyos como el mismísimo cuerpo que vas a intervenir. Sin embargo, hay cosas que es mejor tener en cuenta.

1. No ser impulsivo

“El error más frecuente que veo en las personas es que andan buscando un buen precio. Quieren algo barato y luego, a los pocos años, andan pensando cómo taparse esas cosas”, dice Mauricio Vargas, más conocido como Mefisto, que se dedica a tatuar desde 1991.

En la misma línea, cree importante ser ubicado respecto a las expectativas. “A veces llegan personas con fotos de realismos ultra detallados, tatuajes europeos que, en primer lugar, están realizados sobre pieles completamente diferentes, y con diseños que cuestan miles de dólares. Pero ellos quieren pagar con suerte cien lucas”, dice entre risas Mefisto.

“La impulsividad es una mala guía”. La frase, que sirve tanto para la vida como para los tatuajes, la dice Jose Tomás Buitrón, artista tatuador desde 2015.

“Mucha gente quiere tatuarse cosas para que se vean pero después se arrepienten”. Aconseja pensar bien no solamente qué cosa particular es la que quieres hacer y dónde —sin duda puntos muy importantes—, sino además cuál es el estilo visual, estético y cultural que va más contigo. “Saber eso permite saber qué artista es el o la más indicada”, asegura.

2. Conoce a tu tatuador/a

Bea Others lleva tatuando desde el 2016 y cree que lo más importante es conocer previamente el trabajo del tatuador o tatuadora, mirar las cosas que ha hecho y fijarse que el estudio esté apto en cuanto a higiene, herramientas y materiales, los que deben estar esterilizados y ser desechables.

“Por otro lado”, agrega “es importante saber qué es lo que realmente te quieres tatuar. Si no está ese 100% de seguridad, la probabilidad de arrepentimiento y un futuro cover up es alta”, advierte.

3. Elige tu estilo

Sobre los estilos, Mefisto cuenta que “hay dos bien marcados: los clásicos y los nuevos. Dentro de los clásicos están los tradicionales americanos, japonés y tribales, que son polinesios. Los más nuevos son el black and grey, los realismos y la new school”.

“Actualmente está volviendo harto lo noventero, lo tribal, dibujos animados, ignorant, puntillismo o cosas más delicadas, que se ven más piola. Pero el tradi es algo que siempre se ve harto en el mundo de los tatuadores”, apunta Buitrón.

Mefisto sugiere apostar por ideas claras y no muy rebuscadas. “Demasiada creatividad puede jugar malas pasadas”, dice.

4. Ir sin apuro, sobrio y bien alimentado

Ya estás ahí, a punto de recibir esa exquisita inyección de dolor y color. ¿Qué hacer y qué cosas deberías evitar hacer?

Mefisto es enfático. Cree que es clave estar con tiempo, sin apuro. Y nunca estar en ayuno, importante haber comido pocas horas antes. “También es bueno no consumir marihuana o alcohol antes, porque puede generar problemas con la cicatrización o provocar una baja de la presión. Bajo el efecto de otras drogas ni hablar: ahí yo declino amablemente”, dice.

5. Conversar (pero evitar las preguntas personales)

Los artistas del tatuaje son bastante parecidos a una o un psicólogo. Al menos en la parte de escuchar al “paciente”. “Hay gente que está feliz por el nacimiento de su hijo y se quiere tatuar. Otra lo hace porque está viviendo un duelo. Algunas porque están enamoradas y otras porque las traicionaron”, dice Mefisto.

José Tomás tiene otros consejos, aparte de estar de acuerdo en que es muy recomendable no hacerlo en ayunas ni bebido. “Creo yo que es bueno evitar preguntarle cosas personales al tatuador, a veces no viene al caso. Sobre tatuajes sí, todo lo que quieras. Otra cosa que es fea y molesta es la gente que se pone a hablar mal de otros tatuadores”, dice.

6. Mejor sin compañía

Respecto a la compañía, es variable, pero todo depende de cuánta paciencia tenga la persona que va a ir contigo. Si tiene poca, o los tatuajes le dan tanto nervio como mirar una colonoscopía, eso la puede intranquilizar, una energía que inevitablemente te traspasará a ti. Por eso, Bea aconseja asistir solo. Tampoco recomienda ir con niños o niñas, porque probablemente se aburran y eso les provocará ansiedad a ellos, a ti y al tatuador, lo que va en contra de la tranquilidad que requiere el proceso.

Cuida tu tatuaje

La máquina se apaga. Te pasan una toalla de papel con agüita y jabón verde, y la sensación es fresca y simplemente espectacular. Sin embargo, el proceso no ha terminado. De hecho recién se podría decir que vas en la mitad.

“El error más brígido es no cuidarse bien el tatuaje. Eso es grave, porque a veces la gente quiere tener el tatuaje, que se vea lo más rápido posible y se salta la curación. Pero esta etapa es muy importante, por algo tiene su tiempo”, explica José Tomás.

“Igual que la impulsividad, la ansiedad es mala compañera”, dice con paciencia. “Hay un error muy habitual y ese es querer despreocuparse rápido”, dice.

“El cuidado es muy importante. En ese sentido, siempre hay que hacer caso, y al pie de la letra, a lo que tu tatuador te aconseje. Ellos sabrán qué cuidados son mejores según tu piel y el tatuaje que te hicieron. Hoy en día existen parches y cremas muy eficaces en cuanto a la cicatrización”, dice Bea.

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Estos nuevos parches se pueden usar durante todo el tiempo de curación del tatuaje, así no necesitas estar cambiándolo constantemente como pasa con el clásico film plástico. Hay lugares, eso sí, donde ese método todavía se usa. Como dice Bea, cada artista sabe cómo cuidar sus trabajos, así que es importante ser obediente.

Entre las cremas que hoy existen y que han desplazado al antiguo Bepanthol —que según Mefisto desluce los colores—, él recomienda varias: Vital Tone, Pro Tatto o Matikomp. Una completa guía de cuidados del tatuaje la encuentras acá.

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“Hoy en día incluso hay productos veganos para cuidarse, pero yo recomiendo la crema Eucerin Aquaphor. Sobre los parches, se ha avanzado mucho en productos que ayudan a sanar y al mismo tiempo mantenerlo lejos del roce de la ropa. Lo más importante es que después de sacarse el parche hay que lavar el tatuaje unas tres veces al día, siempre aplicando cremita al final”, concluye Jose Tomás.


*Los precios de los productos en este artículo están actualizados al 25 de mayo de 2022. Los valores y su disponibilidad pueden cambiar.