Hace un tiempo reseñamos el que entonces era el más poderoso de los modelos telefónicos de Samsung: el Galaxy S23 Ultra. Un despampanante smartphone de alta gama que, entre todos sus atributos, había uno que resalta más que todos: los 200 megapíxeles que trae el sensor de su cámara principal. Un número inmenso, que casi duplica al de su versión anterior —el S22 Ultra— y que más que cuadriplica los 48 MP del iPhone 14 Pro Max, en ese momento el buque insignia de Apple.

La cámara de los iPhone, aunque sigue siendo reconocida como una de las mejores, no es de las que tiene más megapíxeles.

Casi siempre el instinto nos lleva a pensar que más es mejor y que una mayor cantidad de megapíxeles hace que una cámara fotográfica sea de más calidad. Y aunque en el caso del Galaxy S23 Ultra es un poco así —su cámara es realmente buena—, en realidad poco tienen que ver los MP en esa ecuación.

Es más: la cantidad de megapíxeles en sí misma no influye casi nada en la calidad de las fotografías.

Pero explícame: ¿qué son los megapíxeles?

Un megapíxel son un millón de píxeles. Más bien, mil píxeles verticales por mil píxeles horizontales. ¿Siguiente pregunta?

Eh… sí. ¿Qué son los píxeles?

Cierto, los píxeles. Son la menor unidad de tamaño en las imágenes digitales, un cuadrado muy pero muy pequeño de un solo color que, unido a otros millones de cuadrados, forma todo lo que vemos en cualquiera de nuestras pantallas: fotografías, textos, aplicaciones, videos. Todo.

Una pantalla de notebook con resolución de 1280x800, por ejemplo, tiene 1.024.000 píxeles. O sea, si hacemos bien los cálculos, equivale a un poquito más de un megapíxel. Eso quiere decir que una imagen de 1 MP, abierta a tamaño real, se podría ver completa en un monitor de esa resolución. Así que sería apta para usarla de fondo de pantalla.

Y una foto con 1920 píxeles de ancho y 1080 píxeles de alto, resolución conocida como Full HD, tendría algo más de 2 megapíxeles.

¿Más megapíxeles es igual a mejores imágenes?

No necesariamente. Los megapíxeles, como explicábamos, informan respecto a la resolución que tiene esa imagen. Entre más MP, más resolución; entre más resolución, más tamaño. Si bien una imágen con muchos MP tendrá más información —lo que será ideal si se la quiere imprimir o usar en trabajos de diseño—, en una pantalla no se verá muy diferente a una que tenga menos.

Más megapíxeles, más grande. Eso es todo.

En cuanto a la fotografía, es lo mismo: una selfie de 50 MP solo será más grande que una de 12 MP, no mejor. Y a menos que quieras tener un poster de ti mismo en tu habitación, no habrá mayor diferencia entre una resolución y otra. Por eso hasta hace poco las cámaras de los iPhone se mantenían en 12 MP, y a pesar de eso sacan mejores fotos que otros modelos —más baratos— que superan los 100 MP.

¿Me estás diciendo que los megapíxeles son un engaño publicitario?

No: los megapíxeles son lo que son. Y en el caso de las cámaras de los teléfonos móviles, muestran el tamaño de imagen que pueden capturar los sensores fotográficos. Una mayor cantidad de megapíxeles, incluso, puede ser perjudicial en algunos casos: entre más megapíxeles haya en un mismo espacio, más pequeños serán y menos luz lograrán captar. Y en la fotografía, menos luz significa menos información, más ruido y peor calidad de imagen.

Por lo tanto, si queremos calidad —es decir colores vivos y reales, negros profundos, texturas nítidas— debemos fijarnos en otras características.

¿En cuáles?

Son varios los aspectos que inciden en la calidad final de una fotografía. En primer lugar, está tu talento: las máquinas hacen fotos, no milagros.

Oye qué pesado

Bueno, supongamos que tienes ojo fotográfico. Si lo quieres potenciar, entonces debes fijarte en al menos tres características del teléfono móvil:

  • Su lente
  • El tamaño de su sensor
  • Su software de fotografía

En el primer caso, el de los lentes, una información que nos puede servir para evaluar su calidad es su apertura: cuánto es capaz de abrirse su obturador para recibir la luz y tomar la foto. Entre más lo consiga, más información podrá capturar en condiciones no tan favorables, como las nocturnas o a contraluz, además de tener más rango para enfocar.

La apertura máxima de un diafragma se expresa con una letra f: entre menor sea el factor, significa que es más capaz de abrirse. ¿Por qué es inversamente proporcional? Porque si el valor es 1, significa que puede abrirse completo. Si en cambio es 8, quiere decir que solo se abrirá una octava parte, recibiendo menos luz.

Así, un lente que tenga una apertura de f/1.5 será mucho más dúctil y versátil que uno de f/4.9.

¿Y qué hay de los sensores?

Los sensores son la versión digital de los antiguos rollos de película fotográfica. Allí se queda congelada la información lumínica que capturamos al apretar el botón rojo, para luego convertirse en un archivo digital.

Como explican en el sitio Scientific American, “el tamaño del sensor de imagen es importante y, en general, cuanto más grande es el sensor, más grandes son sus píxeles. Y cuanto más grandes son los píxeles, más luz pueden recoger”.

En otras palabras, los 12 MP de una cámara con un gran sensor captarán una mayor calidad de imagen que los 100 MP de un móvil con un sensor pequeño. En este caso, el tamaño sí importa.

Damas y caballeros, un sensor.

Lamentablemente, no siempre contamos con esa información de parte de los fabricantes. Sí sabemos, por ejemplo, que el sensor del iPhone 14 Pro tiene píxeles —o fotorreceptores— de 1,22 micrómetros (µm), mientras que los del Sony Xperia Pro-I —que cuenta con la más potente cámara del mercado— miden el doble: 2,4 µm. ¿El del fabuloso Galaxy S23 Ultra? Solo 0,6 μm.

¿Qué me decías del software fotográfico?

El trabajo de una cámara fotográfica no termina al recibir la información en su sensor. Al revés: ahí recién comienza. Luego, hay muchos algoritmos y softwares que entran a mejorar la imagen, levantando colores, estabilizando líneas y optimizando un montón de factores.

Los fabricantes que han logrado afinar mejor sus softwares fotográficos son Apple —que por eso necesita solo de 48 MP—, Huawei y Samsung; de ahí que cuesten lo que cuestan. Ahora bien, marcas de gama media, como Xiaomi y Oppo, también se traen lo suyo.

A veces, eso sí, a estos programas se les pasa la mano, entregando fotos no muy naturales, con contrastes muy sintéticos o colores poco reales. Ahí están intentando compensar algunos defectos —como el reducido tamaño del sensor o la poca luz que deja entrar el lente— con el uso de ciertas herramientas, como el HDR.

¿Qué es el HDR?

¿Quién crees que soy que me haces tantas preguntas? ¿ChatGPT? El tema eran los megapíxeles, no todas los elementos que intervienen en el resultado de una fotografía digital. Pero intentaré explicarlo brevemente: HDR es la sigla en inglés de “alto rango dinámico”, una herramienta que amplía al máximo la capacidad de una cámara de capturar las luces y sombras de una foto.

Eso lo consiguen tomando varias capturas del mismo momento pero con distinta exposición —unas más oscuras, otras más iluminadas— y luego las combina automáticamente, extrayendo el máximo de información posible y dejando una imagen más balanceada. ¿Quedó claro?

Más claro sacarla con flash