Tarde o temprano, todo padre o madre humano de un hijo o hija perruno —más conocidos como perrhijos— se ve enfrentado a la no sencilla determinación de esterilizar a la inocente criatura. ¿Habrá que hacerlo antes o después de que ésta se entregue a las pasiones que le impulsan sus hormonas, conozca los placeres de la vida y tenga la posibilidad de dejar una tierna descendencia que le haga contrapeso a este mundo cruel?

Sabemos que las autoridades incentivan la esterilización de los animales de compañía. Así lo dice la Ley sobre Tenencia Responsable de Mascotas —más conocida como “Ley Cholito”—, que además de obligar a su inscripción en el Registro Nacional de Mascotas —quienes no lo hagan arriesgan multas hasta las 30 UTM—, dispone que los municipios sean los encargados de realizar campañas de incentivo y educación.

Si bien lo que diga la ley no quita que el asunto sea difícil, es importante considerar que muchas de las aprehensiones que nos produce el tema no son más que proyecciones que hacemos sobre los animales, seres que, por su lado, ni siquiera están al tanto de estas preocupaciones.

Por ejemplo, es falso que los animales tengan la necesidad de reproducirse y criar, como también que, de no hacerlo, se vean afectados psicológicamente. “Esos son sentimientos humanos, y si bien las mascotas pueden ser excelentes padres, en ellos la reproducción es para perpetuar la especie y no un proyecto de vida”, explica Nallatt Ocarez, miembro de Opra (Organización por la protección y respeto a los animales), ONG que trabaja desde 2005 en el rescate, rehabilitación y reubicación de animales de compañía, además de educar sobre tenencia responsable y reconocimiento de los derechos de los animales en Chile.


Las razones para hacerlo

Según la Subsecretaría de Desarrollo Regional, en 2018 eran más de 255 mil los perros que deambulaban abandonados o sin dueños en el país. Una cifra que se estima que aumente como consecuencia de la pandemia y las dificultades económicas asociadas. Sin embargo, la principal causa para los especialistas de por qué las personas se desentienden de sus mascotas es por la llegada de cachorros no deseados al hogar. “La esterilización permite cortar este ciclo”, dice Rodrigo Morales, médico veterinario de la Universidad de Chile y diplomado en Ética, Legislación y Protección Animal.

“Es importante esterilizar a nuestras mascotas, tanto machos como hembras, debido a que es el método de manejo poblacional de animales de compañía más efectivo y ético ante el descontrol reproductivo, la reproducción indiscriminada y el consecuente aumento de animales sin dueño en nuestra sociedad”, agrega el también integrante del Centro de Gestión Ambiental y Biodiversidad de esa casa de estudios.

Este procedimiento, cuando es masivo, “aumenta el número de animales esterilizados en los centros de rescate, también el número de mascotas que son adoptadas y reduce el número de animales que deben ser sacrificados, sobre todo cuando el procedimiento es desarrollado a edad temprana (entre las 6 semanas y las 14 semanas de edad)”.

Nallatt Ocarez aporta otros beneficios de la esterilización: evita la propagación de enfermedades de transmisión sexual, como el tumor venéreo transmisible (TVT), y disminuye la cantidad de animales extraviados, heridos o muertos a causa de peleas que se producen por conseguir aparearse con una hembra en celo.

Cuando la esterilización se realiza a una edad temprana, también baja considerablemente el riesgo a que las hembras padezcan cáncer de mamas y otras enfermedades infecciosas asociadas al apareamiento, como la piometra —que afecta al útero de la perra— y la aparición de tumores vinculados a ésta. En los machos, en tanto, baja la probabilidad de padecer cáncer de próstata y se evita la generación de tumores gonadales.

“Creo que negar los beneficios de la esterilización es no conocer el potente efecto que este procedimiento tiene en el manejo de animales de compañía. Actualmente, los manejos de población poco éticos incluyen el sacrificio o el acopio en caniles, los que son poco eficientes y, en general, son rechazados por la sociedad civil”, reflexiona Morales.

Por si fuera poco, esta intervención previene otros problemas asociados al descontrol de animales deambulando por las calles, como la propagación de enfermedades que puedan afectar a los humanos, las que se conocen como zoonosis.

¿De quién es la responsabilidad?

La Ley Cholito entrega responsabilidades a todo aquel que tiene un perro a su cuidado. En el caso de los criaderos y vendedores de animales, estos están obligados a entregarlos esterilizados a quien los adquiera, a menos que éste sea otro criadero.

Cuando el animal es adoptado por intermedio de una fundación, es esta última la que se suele hacer responsable de la esterilización antes de entregarlo. “Pero esto dependerá de los recursos económicos disponibles, del tiempo de los voluntarios y del estado de salud y edad del animal”, explica Ocarez de Opra, organización que sí se hace cargo del procedimiento, ya sea por su cuenta o en colaboración con quien adopta.

Si una mascota llega a su nuevo hogar sin estar esterilizada, son sus flamantes cuidadores los que deben responsabilizarse de la esterilización. Allí las opciones son acudir a una clínica veterinaria privada o hacerlo a través del sistema público.

“Lo mejor es pedir referencia de lugares confiables a personas que tengan experiencia”, aconseja Ocarez. “Averiguar acerca del médico cirujano y anestesista que trabajan en estos lugares, la técnica y medicamentos que utilizan, y el tamaño de la incisión. Eso ayudará a escoger mejor el lugar donde operar a tu mascota”, aconseja Ocarez.

Programas públicos como Cuidado con el perro, activo desde 2013, o el de las propias municipalidades, algunas en alianza con centros veterinarios, ofrecen una alternativa económica a quienes no estén en condiciones de pagar las tarifas de una clínica privada.

“Pero los municipios no tienen la responsabilidad de encargarse de los animales, sino que deben aplicar en conjunto a la comunidad —dueños, ONG, centros de rescate, juntas de vecinos, etc.— las normas de tenencia responsable que involucren servicios de manejo sanitario, esterilización, educación y participación ciudadana”, aclara Rodrigo Morales.

El procedimiento

Es usual que se hable de esterilización y castración como dos formas para referirse a un mismo procedimiento. Sin embargo, esto no es así, ya que el segundo se refiere a la remoción de los genitales, mientras que esterilizar " habla sobre hacer infecundo y estéril algo que antes no lo era”, dice Morales.

La esterilización o gonadectomía, como también se le conoce, es en general un procedimiento ambulatorio, por lo que la mascota regresa el mismo día de la cirugía al hogar. Y si bien representa cierto riesgo —como cualquier intervención de esta magnitud—, no es usual que derive en un caso de gravedad que amenace la vida del animal.

Antes de someterse a la esterilización, es necesario que el animal pase por algunos exámenes clínicos y revisar si su estado de salud es óptimo como para ser operado y recibir anestesia. Entre las razones por las que una mascota no puede ser esterilizada, está la edad: “No deben operarse animales menores de 2 meses”, dice Morales.

La vejez puede hacer más complicada una intervención, pero no se descarta de por sí la posibilidad; todo depende de los exámenes previos. “Es recomendable que, en el caso de los animales de mayor edad, por sobre los 7 a 10 años, se tenga precaución, sobre todo por los efectos de la anestesia y los propios peligros de la intervención y el postoperatorio”, advierte el médico.

El sobrepeso, la desnutrición y/o el padecimiento de enfermedades crónicas son factores que aumentan el riesgo de que la cirugía termine con resultado de muerte. También se debe poner atención a si en los días previos hubo vómitos, diarrea u otra afección aguda. Las mascotas que fueron vacunadas con menos de 10 días de anticipación, o que se encuentran con cuadros infecciosos, no deberían someterse a la cirugía.

Mitos y leyendas

Cuando se habla de esterilización, suelen aparecer comentarios con supuestos escuchados a la pasada, cuya fuente es el caballero de la esquina, que supo la historia mientras hacía la fila para comprar el pan. La mala hierba nunca muere, dicen, pero aquí haremos de cazadores de mitos:

1. Las hembras deben tener su primer celo o al menos una camada antes de ser esterilizadas

Esto es incorrecto, dice Nallat Ocarez. “De hecho, se ha demostrado científicamente que la esterilización antes del primer celo disminuye las probabilidades de tener cáncer de mama e infecciones al útero”.

2. La esterilización les cambia la personalidad

Rodrigo Morales dice que no hay estudios concluyentes respecto a este punto. En base a su experiencia profesional, sostiene que “la calidad y ritmo de vida del animal es más relevante para determinar la personalidad que el procedimiento de esterilización”. Ocarez asegura que lo que cambia son las conductas relacionadas con los comportamientos sexuales secundarios, como el marcaje y la territorialidad. Asimismo, en el caso de perros agresivos o dominantes, la cirugía “puede llegar a mejorar su conducta”.

3. Engordan luego de ser esterilizados

Efectivamente, la operación puede cambiar el metabolismo de la mascota, pero esto depende mucho de la edad en que se someta a la intervención. “Cuando se hace en forma tardía, el cuerpo, que estaba acostumbrado a destinar una gran cantidad de energía a la producción de hormonas, engorda por no utilizarlas”, dice Morales.

4. Sólo es necesario esterilizar a las hembras

Como ya se mencionó extensamente, los beneficios de la esterilización en cuanto a la prevención de enfermedades son tanto para hembras como machos. En estos últimos, además, la disminución de sus hormonas puede mejorar su conducta, evitándole peleas y otras situaciones que pueden ser riesgosas para su bienestar.

Los cuidados

En promedio, son 10 días de recuperación de la herida tras la cirugía. La supervisión del estado del animal recae netamente en sus cuidadores, los que deberán propiciarle los remedios recetados por el médico veterinario, además de hacerle las curaciones indicadas por éste.

“Se requiere especial cuidado en las mascotas luego de la cirugía, debido a los efectos remanentes de la anestesia y el dolor por el procedimiento. El ambiente donde se recupere debe ser tranquilo y cálido, debido a que nuestra mascota estará con baja temperatura”, explica Rodrigo Morales.

Tradicionalmente, tras la intervención se sugiere que los perros queden con un collar isabelino —conocido popularmente como “el cono de la vergüenza”—, de manera que no puedan lamerse la herida y con ello provocar alguna infección o abrir un punto de sutura. El problema es que este artículo médico suele ser muy incómodo para el animal, además de configurar un arma de destrucción masiva en el hogar; sino, pregúntenle a los jarrones.

Nallat Ocarez recomienda el uso de bodies de cobre como una alternativa al collar isabelino. “Son una opción segura y mucho más cómoda para hacer el post operatorio”, dice. “Además, si no se cuenta con los recursos para adquirir uno, se lo puede fabricar en casa ocupando, por ejemplo, una polera de algodón”.

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Si se prefiere el collar isabelino, en el mercado se pueden encontrar algunos de materiales alternativos al plástico. Por ejemplo este inflable, que está recubierto por una tela suave que no irrita la piel ni deja manchas en las paredes ante los choques.

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Al reposo estricto, los analgésicos y los antiinflamatorios se recomienda también sumar la crioterapia, es decir, la aplicación de frío en la zona de la herida,por medio de una compresa fría. Siempre y cuando, el o la perrhija se dejen.


*Los precios de los productos en este artículo están actualizados al 20 de octubre de 2021. Los valores y disponibilidad pueden cambiar.