El impacto de los desechos textiles en nuestro país es difícil de afirmar en cifras. No sabemos cuánta ropa botamos pero sí cuánto consumimos: según un estudio del año 2017 llamado El mercado de la confección textil y el calzado en Chile, del Instituto ICEX España Exportación e Inversiones, arroja que el país tiene un consumo por cabeza de cincuenta prendas y casi seis pares de zapatos. Lideramos un ránking horrible: el país que consume mayor indumentaria nueva.
Cuando se habla del rol de la industria textil en la emergencia climática, la atención se centra en la moda rápida o el fast fashion, con números tan alarmantes como universales que la transforman en el segundo rubro más contaminante del mundo (solo superada por las petrolíferas). Pero no hay que mirar muy lejos para encontrar la propia crisis: las montañas de ropa que se acumulan en el desierto chileno. A la Región de Tarapacá entran aproximadamente 59 mil toneladas al año, millones de prendas de segunda mano que llegan principalmente de Asia, Estados Unidos y Canadá.
Una de las claridades es que existe muchísima más ropa de la que es posible usar. Para Sofía Calvo, investigadora y periodista de moda, el problema es cómo abordar este grave asunto cultural y ambiental. “La clave está en la educación temprana”, dice, “interpelando a las personas como ciudadanas, no solo como consumidoras. La situación en la que estamos es fruto de una cultura consumista y totalmente desconectada del impacto que éste tiene”.
Sofía, quien también es creadora de Quinta Trends, el 2019 entregó, siendo asesora técnica, un texto al Congreso Nacional. Ahí dio cuenta de la experiencia comparada, tanto en Estados Unidos como en la Unión Europea, donde con formas como la responsabilidad extendida hacia los productores e incentivos tributarios a la reutilización, se avanza en amortiguar el impacto de los desechos textiles.
Afortunadamente, a nivel local hay iniciativas que funcionan como cortafuegos ante esta emergencia, demostrando que es posible gestionar adecuadamente estos desechos, con la claridad de que la primera forma de abordar el problema es frenando la producción y el consumo desatado de ropa.
Ecocitex: múltiples soluciones a un mismo problema
Ecocitex es una empresa pionera en Chile en gestionar el desecho textil domiciliario. Existen con la misión de reutilizar, reconvertir y reciclar —en ese orden— la ropa que se descarta y evitar así que termine en vertederos.
Lo que llega a las manos de esta organización tiene diversos destinos: se dona, se vende en sus tiendas —con precios éticos sugeridos— o se transforma, ya sea en mochilas o en su producto estrella: el hilado textil, una material que puede usarse para tejer con hermosos resultados.
Si algo no sirve para ninguna de las opciones anteriores, se transforma en eco relleno, actualmente utilizado para rellenar cómodos pufs. entre otras cosas.
Rosario Hevia, una de sus fundadoras y gerenta general, cuenta que esto nació de un vacío que identificaron en Travieso, un emprendimiento de ropa infantil del que es parte, donde recibía ropa usada para darle un mejor uso. Al tiempo, se dieron cuenta de que las cantidades eran industriales y había que manipularlas como tal. Así, Ecocitex se transformó en una alternativa viable para quienes en la Región Metropolitana quieren paliar este impacto. Actualmente, reciben cerca de 8 toneladas de ropa mensuales.
En Ecocitex el proceso clave es la clasificación, ya que es ahí donde establecen qué pueden hacer con la ropa y qué otra vida pueden darle. Las categorías que aceptan, para quien quiera entregarles sus prendas, son las siguientes:
—Ropa en perfecto estado: prendas sin manchas ni roturas, con todos sus botones, cierres o accesorios. Esta es donada o vendida, alargando la vida de la prenda.
—Ropa en mal estado: Pueden ser prendas, toallas, sábanas o manteles. No importa si están manchadas, pero sí deben estar limpias (por respeto a quienes las manipulan). Es fundamental retirar todo lo que no sea textil, como cierres, tachas, botones, etc.
—Retazos de telas vírgenes: se trata de las sobras del material que se usó para confeccionar algún producto textil. Idealmente, sugieren separarlas por color.
¿Cómo donarles ropa a Ecocitex? Los textiles se pueden dejar en su punto de acopio ubicado en Las Dalias 2475, Macul. Además, cuentan con servicios de retiro a domicilio, tanto gratuitos como pagados, que puedes consultar en su cuenta de Instagram.
Ecofibra: innovando desde el norte
En la Región de Tarapacá, la cantidad de ropa usada que se importa es tal que venderla toda resulta imposible. De las 59 mil toneladas que entran, 39 mil se transforman en basura, acumulándose en galpones o en verdaderas montañas que crecen en vertederos ilegales a lo largo del desierto. Frenar esta catástrofe fue lo que llevó a Frankin Zepeda a crear Ecofibra, desviando así el rumbo de los camiones que descargaban y descargaban ropa en Iquique y sus cercanías. Hoy, en su planta reciben desechos textiles que en días álgidos se elevan hasta las 15 toneladas diarias. Tienen convenios con empresas, sirviendo de acopio también para uniformes o ropa institucional.
Aunque no se note en todos los rincones del país, la contaminación textil sí causa estragos. Lo saben los habitantes de Alto Hospicio, donde se han vivido incendios enormes por la crema irregular de ropa. Otro problema es que la contaminación no afecta solo desde el suelo hacia arriba. “La ropa está llena de químicos desinfectantes”, explica Franklin. “Cuando son tirados al desierto, estos líquidos penetran en la tierra y contaminan las napas subterráneas de agua”.
Para desarrollar la idea, viajó a Alemania y Bulgaria, adentrándose en el trabajo de plantas que procesan este tipo de desechos. Así fue el inicio de un proceso que hoy los tiene fabricando, con los restos de ropa y otros textiles, paneles de construcción aislantes e hidrófugos, usados principalmente en viviendas sociales. Han sido usados para proteger los hogares en cinco de las siete zonas climáticas de Chile; es decir, aguantan las condiciones climáticas desde Arica hasta la ciudad de Valdivia. Son la única iniciativa similar en América Latina y cumplen con la certificación del Centro de Investigación, Desarrollo e Innovación de Estructuras y Materiales de la Universidad de Chile.
Además de generar empleos en la propia planta de procesamiento, permiten que comerciantes que subsisten de la venta informal recojan prendas para venderlas en ferias libres. Los cierres, botones y aplicaciones que se quitan de la ropa antes de procesarla son entregados a costureras locales, que los reutilizan en la confección de sus trabajos, buscando sellar un ciclo de economía circular.
Entre las cifras tormentosas que se desprenden de la contaminación, siempre aparecen los jeans, prenda que según la ONU, y por unidad, necesita 7.600 litros de agua para su confección, la cantidad aproximada con la que se hidrata una persona en 7 años. Si el jeans ya está hecho, lo ideal es impedir que vuelva a impactar una vez más en el planeta.
Por eso, desde Ecofibra están trabajando en la fabricación de tejas en base a este material, que combinado con acrílico, permite poner celdas fotovoltaicas una al lado de la otra. Así, estas tejas, además de proteger las viviendas, pueden generar energía por sí mismas. Sería el primer producto con estas características en el mundo.
Justo antes de la pandemia, en Ecofibra estaban comenzando un proceso de expansión que incluía recibir desechos de textil domiciliario en la capital. Eso fue truncado por la crisis sanitaria, pero hoy vuelve a tomar fuerza. Igual que las conversaciones con empresas y tiendas en diferentes países de América Latina y Europa, que podrían hacer de esta iniciativa algo de impacto mundial.
¿Cómo gestionar desechos textiles con ellos? Ecofibra tiene contenedores en la Zona Franca de Iquique (Zofri). También reciben prendas o retazos textiles en su planta, ubicada en Teniente Merino Correa 4021, Alto Hospicio, Tarapacá.