Recomendaciones para elegir una bicicleta urbana

Bicicleta
Ilustración: César Mejías

Si los argumentos que se daban para transportarse en bicicleta no eran suficientes —que es barato, ecológico, sano y eficiente—, ahora se suma uno muy contingente: sería el medio más seguro para evitar el contagio por coronavirus. Dos activistas de la bici dicen en qué hay que fijarse antes de ponerse a pedalear por la ciudad.




Hace varios años que se viene insistiendo —quizá con demasiada insistencia— en las ventajas de la bicicleta para desplazarse por la ciudad. Y si ya sobraban los argumentos para promover su uso —que no contamina, que no cuesta plata, que no genera congestión, que le hace bien al cuerpo, que le hace bien a la mente, a las ciudades e incluso a la economía—, ahora resulta que es el medio de transporte más seguro para evitar el contagio de coronavirus.

Algunos ya han comprobado, en estos días de cuarentena, el placer de pedalear por avenidas semivacías en horario punta, sin el calor criminal del verano y antes del afilado frío invernal. Un disfrute que garantiza distanciamiento social, si uno circula correctamente, además de un necesario estiramiento de piernas.

Pero aunque todas las bicicletas andan, no todas cumplirán con la misma eficacia el objetivo de trasladarte diariamente a tu destino. Para recorrer varios kilómetros por día, ida y vuelta, conviene elegir bien los elementos y fijarse en sus características. Así hay más posibilidades de que los trayectos sean menos accidentados, que la bici dure más y se transforme en tu vehículo definitivo para circular por la ciudad.

“Yo tengo 30 años, he recorrido una larga parte de Chile y nunca he necesitado sacar licencia de conducir”, dice Franco Cravero, informático y creador de Bicineta, una comunidad de ciclistas cuyo fuerte es el mapeo y descripción de ciclovías en todo Chile. “Y en la ciudad, si necesitas recorrer distancias medias, está comprobado que la bicicleta es más rápida que el auto, la micro o incluso el metro en hora punta”.

“Justamente, el transporte público, por la cercanía que genera con otros, ha sido el gran deteriorado con la pandemia”, apunta Diego García, arquitecto, máster en Ingeniería de Transportes y director ejecutivo de la ONG Pedaleable, precursora —entre otras iniciativas— del proyecto Mapocho Pedaleable. “En estas condiciones, en las que el auto —con su hermetismo y privacidad— amenaza con volver, es necesario relevar nuevamente a la bicicleta y su autonomía como un medio seguro”.

Ambos le entregaron a Práctico las claves para elegir una bicicleta urbana.

Marco

“De partida, me gustaría aclarar que para moverse en bicicleta por la ciudad no es necesaria una gran inversión”, comienza Franco Cravero. “La gente se asusta y piensa que debe gastar mucho en una bici, pero no es así”. Y lo ejemplifica con el marco, que es el esqueleto de la bicicleta.

“Hoy existen opciones de fibra de carbono, incluso de titanio, que son muy livianas y veloces, pero muy caras”, dice. Los marcos de acero o de aluminio, mucho más comunes y accesibles, le parecen suficientes para un uso diario, teniendo en cuenta sus ventajas y desventajas.

Bicicleta
(Foto por Raúl Arboleda / AFP)

“El de acero es más pesado y por lo tanto requiere de más esfuerzo al pedalear, pero es muy firme y, si se llega a dañar, cualquier soldador lo puede arreglar. El de aluminio, en cambio, es liviano pero más complicado de reparar”.

Diego García prefiere evitar el acero: es muy pesado. “Pero para andar en la calle soy de la escuela de pasar piola: un marco muy caro o sofisticado llama la atención de los ladrones”. Más importante le parece fijarse en la talla. “Las bicicletas son como las zapatillas: antes de comprarlas hay que probárselas”. Según nuestro porte, y largo de piernas y brazos, necesitaremos una bicicleta más alta o baja (aquí una tabla para calcularla). “Si vas a usarla todos los días”, dice Cravero, “elegir la talla correcta evitará dolores de espalda o brazos, y hará más eficiente el pedaleo”.

Cambios

Con la popularización de las mountain bike, hace varias décadas, se instauró la idea de que mejor era una bicicleta entre más velocidades tenía. Eso puede ser cierto para quienes realmente la ocupan subiendo o bajando cerros, pero en la mayoría de las ciudades —donde hay pendientes pero no tan marcadas— no hace falta tener 18 ni 24 cambios.

“Si estás en Santiago, por ejemplo, y no debes ir demasiado al oriente, me parece que no es necesario tener una bicicleta con cambios”, dice Franco Cravero. “Las de una velocidad —o single speed— pueden ser más duras en las subidas, pero a la vez son más ligeras y simples, solo te preocupas de pedalear”.

García, de Pedaleable, tiene una single speed. “Cuando subí el cerro, la sufrí”, cuenta, “pero para la ciudad es perfecta”.

Ruedas

Cada tipo de bicicleta tiene un tipo distinto de rueda. Las mountain bike mantuvieron el estándar del aro 26 por muchos años, pero ahora es más común ver medidas como 27.5 y 29. En BMX se usan aros más pequeños y en bicicletas de pista se habla del aro 700, porque está medido en milímetros. Si bien el marco define qué tipo y tamaño de rueda pueden usarse en él, Franco Cravero, creador de Bicineta, usa una de 700 para moverse por la calle. “Su perímetro más largo permite avanzar más por cada pedaleada”.

En cuanto al ancho, en ruedas de 700 suele ser de 23mm, lo que a Cravero le parece muy delgado. “Eso le da menos roce y resistencia contra el suelo, por lo que andarás más rápido y mantendrás mejor la velocidad, pero también las hace muy frágiles a las irregularidades del pavimento, te da menos amortiguación y en caminos de tierra o días de lluvia son peligrosas”. Su ancho ideal es 40mm: “suficientemente delgada para la velocidad y con algo de grosor para no limitarse solo al asfalto”.

Para el neumático, Diego García aconseja uno intermedio, ni completamente liso ni con tanta caluga, como los de mountain bike. “Eso te dará adherencia pero también rapidez”. Una marca que Cravero recomienda es Kenda: “barato, común y eficiente”.

Frenos

“Yo voy por los frenos de disco”, dice el director ejecutivo de Pedaleable, “son mucho más seguros”. El hombre de Bicineta no es tan tajante: “los de disco son buenos pero no necesariamente infalibles. Fui con mi pareja de Santiago a la Patagonia en bicicleta, ella tenía los tradicionales frenos v-brake y yo de disco, y yo tuve muchos más problemas con los frenos que ella”.

Lo importante, según él, más que la marca o el tipo, es tenerlos bien mantenidos y ajustados. “Pero si quieres conseguir un frenado más intenso, los de disco te lo pueden dar”.

Seguridad

Según la información que manejan en Pedaleable, basadas en estimaciones hechas por el Centro de Desarrollo Urbano Sustentable (Cedeus), en Santiago se hacen algo así como un millón 200 mil viajes diarios en bicicleta. “Podríamos decir que, más o menos, medio millón me personas se mueve en bici”, concluye Diego García.

“Estuve tres años viviendo en España, y cuando volví, el 2019, me encontré con que la visibilidad del ciclista urbano es mucho mayor. Los automovilistas, que antes nos ignoraban, hoy nos tienen considerados y nos respetan más”. Y con 340 kilómetros de ciclovías construidas —un número que sube año a año—, pedalear se va haciendo cada vez más seguro en la capital.

“Pero la infraestructura pública que hay todavía no garantiza niveles de seguridad como los que hay en Ámsterdam o Copenhague, donde el uso de casco solo es obligatorio para los niños. Aquí, más allá de la ley, creo que sigue siendo necesario ocupar caso, pero el principal elemento de seguridad son las luces y reflectores”.

Coincide Franco Cravero. “Las luces delantera y trasera, además de reflectores en las ruedas, las considero obligatorias. El casco solo te protege a ti, lo que está bien, en cambio las luces te hacen visible y proteges a los demás”.

García además añade una bocina o campana —“quizá no es muy cool, pero con el atochamiento que hay en algunas ciclovías en hora punta, y sumado a los impertinentes que van hablando por teléfono o se cruzan caminando, te puede salvar de un impacto”— y le dice no a los audífonos. “Entiendo lo rica que puede ser la experiencia de pedalear escuchando música, pero el oído al pedalear es tan importante como la vista”.

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