Con la vorágine y dinamismo de la vida, muchas veces vivimos preocupados del futuro, constantemente pendientes de lo que viene. En otros casos pasa lo contrario y nos aferramos al pasado. El presente, de cierta manera, queda desapercibido y muchas veces no se le toma la atención necesaria a lo que pasa aquí y ahora. Es como lo que sucede hoy en los conciertos o eventos masivos: muchos están preocupados de grabar la experiencia, para demostrar que fueron o para recordarla, pero no de vivir y gozar la música en el momento. El presente, aunque debiese tener un rol protagónico, queda ahí relegado a segundo plano.
Algo parecido sucede también en nuestro interior. Buena parte de los malestares —como el estrés o la ansiedad— aparecen por una excesiva preocupación hacia lo que pasó o lo que va a pasar, mientras que al poner el foco en el presente resulta más sencillo lidiar con ellos. Es lo que propone la biorretroalimentación, un conjunto de técnicas que, basadas en datos científicos de nuestro organismo, nos ayudan a concentrarnos en lo que sucede en el cuerpo, a ser conscientes de sus funciones fisiológicas, para de esta forma regular sus ritmos y eventualmente controlar o disminuir algunas afecciones.
¿Biorretroqué?
“La biorretroalimentación es una técnica que se emplea para controlar mentalmente las funciones vitales del ser humano”, define Gabriel Abudinén, neurólogo de Clínica Somno. A través de ella, la persona puede enfocarse en realizar cambios sutiles en el cuerpo y lograr que ciertas dolencias o malestares se reduzcan.
María José Figueroa, psicóloga del Centro del Manejo del Dolor de la Red de Salud UC CHRISTUS, añade que la biorretroalimentación se basa en “el principio de que todas tus respuestas fisiológicas se pueden medir y controlar”. Se trata también de vincular los estados emocionales con el funcionamiento corporal, con el objetivo de regular voluntariamente aspectos como la frecuencia cardíaca o la presión arterial. Así, “uno podría mejorar su bienestar y asimismo el estado de salud”.
Biorretroalimentación es lo mismo que bioautorregulación o biofeedback, solo que esta última responde a su término anglosajón. Independiente del nombre, todos estos conceptos se refieren a esta misma técnica, que requiere de ciertos dispositivos —generalmente parches o electrodos— para medir algunos índices, como las ondas cerebrales, la temperatura, el patrón de respiración o la actividad de las glándulas sudoríparas, entre otros. “Eso nos permite entender nuestras distintas funciones fisiológicas y qué podemos hacer para mantenerlas en los márgenes deseados”, agrega Abudinén.
Cómo funciona
Con la biorretroalimentación se pueden medir en tiempo real distintas cosas, “como la frecuencia cardíaca, la respiración, la contracción muscular, el sudor, la temperatura o las ondas cerebrales”, comparte Figueroa. Con esa información, la persona aprende a asociar esos números con ciertas sensaciones —por ejemplo, que con la ansiedad se acelera la respiración o que ciertos músculos se tensan previo a una jaqueca— y con la práctica puede ser capaz de regular algunas de esas funciones corporales.
“En una primera etapa, se realizan sesiones con el paciente, donde se le colocan estos sensores, y así la persona adquiera conciencia sobre sus procesos corporales”. Así se monitorean “sus respuestas fisiológicas de manera guiada”, para luego “introducir una técnica que permita ir variando y controlando algunos de esos procesos”.
Por ejemplo, dice la profesional de UC Christus, “cuando uno está estresado la sangre tiende a trasladarse a los extremos de los órganos vitales, de manera que la temperatura corporal baja. Si uno la mide, nos puede alertar tanto de un inminente cuadro de estrés como también de la eficacia, si es que ésta luego sube, de las técnicas de relajación”.
Así la persona adquiere conciencia de sus procesos corporales y entiende cómo reacciona el cuerpo frente a ciertos estados o malestares. Una vez obtenida esa información de monitoreo, “se introduce una técnica y se va viendo cómo va variando o qué hace que mi proceso fisiológico cambie para mejor. Si el corazón está muy acelerado, por ejemplo, se buscan ejercicios para aprender a estabilizarlo”.
Con el tiempo, aunque de manera bastante rápida, los pacientes generan un aprendizaje. “Las sesiones de biorretroalimentación son alrededor de diez, las que generalmente son guiadas por médicos, psicólogos o terapeutas ocupacionales entrenados”, expresa Figueroa. Justamente ella recibió este tipo de capacitación en España y hoy trata a algunas personas con esta técnica, las que pronto serán más puesto que la Red de Salud UC Christus, donde ella trabaja, tiene un proyecto con el que pretenden abarcar a más pacientes, ampliando y mejorando su equipo e infraestructura de medición fisiológica.
¿Qué tipo de problemas se pueden tratar o complementar a través de la biorretroalimentación? “Actualmente se abarcan una gran cantidad de temas, desde neurológicos hasta cardiovasculares, gastrointestinales o ginecológicos, por nombrar solo algunos”, dice Gabriel Abudinén, neurólogo de Clínica Somno.
Los más comunes son:
- Estrés
- Dolores de cabeza y migrañas
- Déficit atencional
- Dolor crónico
- Asma
- Fibromialgia
- Colon irritable
- Rehabilitación de accidente cerebro vasculares
- Regulación de problemas urinarios
- Bruxismo
- Insomnio
“De cierta forma, esta herramienta acarrea soluciones o alternativas a los trastornos anteriormente mencionados”, agrega Abudinén. Sin embargo, no se reduce solo a eso, sino que también ayuda a resolver o controlar afecciones cotidianas, como la ansiedad, el estrés, la desconcentración o el insomnio. En esos casos, problemas por los que buena parte de la gente ha pasado, la biorretroalimentación sirve para identificar qué funcionamientos se alteran en el cuerpo “y darme cuenta de cómo puedo regularlos para retomar cierto bienestar”.
Las sesiones
Para cualquier persona que se involucre en un proceso de biorretroalimentación, dicen los especialistas, es necesario tener mucha disposición y constancia, indispensables para poder llevar a cabo sus objetivos. En la primera parte de las sesiones se explica la importancia de “la psicoeducación del proceso, donde se detalla en profundidad el funcionamiento de estas respuestas fisiológica”.
Aquí se deja bien en claro que la biorretroalimentación es un proceso riguroso, que no se puede llegar y aplicar “a tontas y locas”. En las sesiones, además del monitoreo de las funciones corporales a través de estos sensores —que se ubican en la cabeza, el torso, las orejas o los dedos—, “se le informa al paciente que esto se basa en el aprendizaje de los procesos fisiológicos”, a qué se debe que ciertas actividades del cuerpo se intensifiquen o se reduzcan, que suban o bajen algunos índices, “y cómo es que estas respuestas se asocian a lo que pasa con nuestros procesos mentales, cognitivos y emocionales”.
La meta de esta técnica es que “nosotros podamos regular estas respuestas, las que mucha gente piensa que son automáticas o independientes de nuestro sistema nervioso central o de nuestra conciencia”. Al contrario, algunas las podemos controlar y al hacerlo somos capaces de conocer mejor nuestro cuerpo “y generar mejoras en relación a dolor crónico, por ejemplo”, comenta Figueroa, quien ha utilizado esta herramienta en varios pacientes con esas afecciones.
Los aparatos que se utilizan para medir nuestros signos vitales y fisiológicos varían según la necesidad de cada paciente. “Si voy a medir ondas cerebrales, usaré una máquina de electroencefalograma (EEG); si voy a medir frecuencia cardiaca, utilizaré una de electrocardiograma (EKG), o un electromiograma (EMG) si voy a monitorear la actividad eléctrica muscular”, explica la psicóloga.
“A mí me encanta”, admite Figueroa, y es que además del monitoreo, ella y otros especialistas combinan esta información con la meditación y mindfulness, obteniendo resultados muy positivos. “Es una técnica que da mucha autonomía y control al paciente”, puesto que reduce la dependencia hacia algunos fármacos. “Además, puede ser usada por adultos y niños”
No practicarla mientras usas pastillas para dormir
En general, no hay ninguna contraindicación para practicar la biorretroalimentación. Sin embargo, un único pero lo plantea Abudinén. “Como se necesita la cooperación completa del paciente, en algunos casos mezclar estas técnicas con algunos medicamentos, como ciertas algunas pastillas para dormir o benzodiazepinas, sería algo indeseable. ¿Por qué? El efecto de estos fármacos dificulta el entrenamiento de la biorretroalimentación, ya que interviene muy fuerte en ciertos procesos fisiológicos”. De esta manera “no sería razonable juntar estas dos cosas, porque nos va a contrarrestar el efecto real de este entrenamiento”.
Deportistas
A través de la biorretroalimentación podemos llegar a conocer mejor la manera en que reacciona nuestro cuerpo ante ciertas circunstancias, por lo tanto “aumentamos la sensibilidad hacia los procesos internos que nos están pasando, desde lo muy sutil a lo muy severo”, dice el neurólogo. Para los deportistas puede ser muy útil, ya que “serían capaces de darse cuenta rápidamente, por ejemplo, de qué músculo puede estar fallando, qué músculo puede estar más contracturado que otro, o de darse cuenta que en algún ejercicio en especial se produce una fatiga”. Así, podrán mejorar su rendimiento y salud a la vez de perfeccionar la práctica deportiva.