La promesa es sencilla: dar conectividad inalámbrica a un dispositivo de audio que no cuenta con esa tecnología, de manera que puedas amplificar la música —u otros contenidos de audio— que reproduces desde tu smartphone, computador o tablet, y sin cables. Eso es lo que ofrece el receptor de Bluetooth B1 de Audioengine, la compañía independiente de equipos de audio con base en Texas, Estados Unidos.
Se trata de toda una novedad para Práctico y, por lo tanto, también para quien escribe: es primera vez que usamos y reseñamos un dispositivo de este tipo. No es un detalle menor en nuestro juicio, ya que no solo pretendemos calificar las características y calidad del producto, sino que también la utilidad que puede tener un aparato como éste.
Para más de alguna persona, la justificación de un receptor de Bluetooth puede parecer cuestionable, sobre todo cuando se considera su precio —cercano a los 200 mil pesos— y las otras posibilidades que hay en el mercado. ¿Para qué darle conectividad a un equipo cuando se puede optar por parlantes inalámbricos?
Las respuestas a dichos cuestionamientos están, en efecto, en las características del B1. Pasemos a revisar.
Especificaciones
- Respuesta de frecuencia: 10Hz - 20kHz (+/-0.5dB)
- Outputs: RCA estéreo análogo y óptico digital (SPDIF)
- Rango de operación: 30 mts.
- Convertidor Digital-Análogo: AKM AK4396
- Dimensiones: 8.89 x 10.16 x 2.54cm
- Peso: 0.5kg
- Tecnología de conectividad: Bluetooth 5.0
- Perfiles de conectividad: A2DP, AVRCP
- DAC: 24 Bit
- Códecs compatibles: aptX HD, aptX, AAC, SBC
- Dispositivos compatibles: Tablets, smartphones, parlantes, computadores
- Tipo de conector: Óptico y RCA
- Codificación de audio: Estéreo
- Modo de salida de audio: Estéreo
Primeras impresiones e instalación
El receptor, un cable USB, un adaptador para la toma de corriente, un cable RCA y una funda de microfibra. Eso es todo lo que viene en la caja del B1 de Audioengine. Esto lleva a pensar que la instalación no tendrá nada de complejo. Pero antes de entrar en ese ítem, algunos detalles acerca de este aparato.
En apariencia, es un dispositivo similar a un pequeño router. De forma rectangular, sus compactas dimensiones son parecidas a las de una tradicional billetera masculina. En el panel frontal, se encuentra el botón de encendido que, a la vez, sirve para activar el emparejamiento, y arriba está la antena que optimiza la señal de Bluetooth.
En el panel trasero, de izquierda a derecha, se ubican la entrada para el cable de poder —correspondiente a un puerto micro USB—, una entrada de conexión óptica —para cables tipo Toslink—, y las entradas para los cables de audio RCA, los clásicos rojo, para el lado derecho, y blanco, para el izquierdo.
La instalación es tan sencilla como aparenta: basta conectar el receptor al dispositivo de audio al cual se dotará de conectividad Bluetooth, ya sea por medio de los cables RCA o bien por conexión óptica. Luego, hay que enchufarlo a la corriente. Y voilá: inmediatamente el B1 buscará emparejamiento, que puede ser a cualquier aparato con aplicaciones para reproducir música, como smartphones, computadores o tablets.
Una vez emparejados los dispositivos, sólo queda darle play a la reproducción de audio. Más sencillo e intuitivo —incluso para los viejos estándares de equipos análogos—, imposible.
¿Cómo funciona el receptor?
La gracia del B1 no es sólo que provee de Bluetooth a dispositivos que no cuentan con esta tecnología. Además, el receptor de Audioengine cuenta con un DAC integrado, cuyo rol es fundamental.
¿Qué es un DAC? El Digital to Analog Converter —como reza su nombre completo en inglés— es un conversor electrónico que se encarga de transformar la señal digital, que viene desde un teléfono móvil o un computador, en ondas eléctricas. Estas, al ser análogas, pueden ser amplificadas a través de parlantes o altavoces.
A diferencia de la señal digital, que es discontinua y está codificada en unos (1) y ceros (0), la analógica es continua y puede tomar valores infinitos. De ahí la necesidad de que un DAC haga esta conversión para que podamos efectivamente escuchar la música.
En la práctica, todos los dispositivos en los que se puede escuchar música digital, como celulares, computadores o televisores, tienen un DAC integrado en su hardware, ya que sus altavoces necesitan que la información que reciben se convierta antes en ondas eléctricas.
También nuestros oídos requieren de esta conversión. Todo lo que percibimos auditivamente nos llega en forma de onda análoga, no en las formas de unos y ceros en que se sintetiza la señal digital.
Pero si el notebook, el teléfono móvil y las tablets tienen un DAC integrado, ¿para qué agregar otro externamente, más aún si es tan caro? La respuesta está en la calidad de los conversores, puesto que aquellos que vienen integrados en los dispositivos no suelen ser muy poderosos. Eso repercute en la calidad de la señal —mientras más parecida a la análoga, mejor se reproducirá— y del resultado sonoro que obtendremos durante su uso.
La gracia del DAC integrado en el B1 está en que es compatible con códecs de audio de alta calidad, como el Qualcomm aptX HD, el que soporta una resolución de 24 bits. eso es una muy buena noticia.
En palabras sencillas, que soporte 24 bits significa que la conversión de la señal digital es mucho más continua, robusta y similar a una señal originalmente análoga, lo que se traduce en un audio con mucha más información.
Lo que no está claro, porque Audioengine no lo especifica, es la frecuencia de muestreo que posee el DAC. Es decir, el sample o muestra que se toma de la señal analógica continua para ser representada digitalmente de forma discontinua. Comúnmente, cuando se tienen formatos de audio de alta resolución —como este, de 24 bits—, la frecuencia de muestreo o sample rate es de 96 kilohertz (kHz) o 192 kHz.
¿Mientras mayor frecuencia de muestreo, mejor? En teoría, sí, porque es más fidedigna a la señal original. Ahora, hay que considerar que el límite de audición humana es de 20 kHz. ¿De qué sirve, entonces, que un archivo tenga 48, 96 o 192 kHz?
La respuesta a esta pregunta es motivo de debate: ¿podemos percibir realmente la diferencia? El ejemplo que da una mejor idea es el de una fotografía. Un audio cuya frecuencia es de 10 kHz es como una imagen pixelada, de mala calidad. Mientras mayor sea la frecuencia, más nítida sería esta fotografía y más se asemejará a la imagen que capturó. ¿Cuál sería la imagen original en la música? La master de estudio. Y esta, en digital, se encuentra en el rango de los 24 bits y 96 kHz y los 24 bits y 192 kHz.
Si consideramos que un CD tiene una profundidad de 16 bits y una frecuencia de muestreo de 44.1 kHz, entonces, podemos entender que en el receptor de Bluetooth B1 tenemos un dispositivo súper poderoso. Al menos en el papel.
La experiencia
Las pruebas de este dispositivo las hice conectándolo a mi equipo TX-4500 MKII, un receiver lanzado al mercado en 1979 por la compañía japonesa Onkyo. Es un muy buen receptor, según se estima en algunos blogs dedicados a equipos de audio clásicos o vintage. Su precio de referencia, al salir a la venta, bordeaba los 500 dólares, siendo más económico que algunos modelos Marantz o Pioneer de características similares.
La novedad que presentaba para la época era un sintonizador de radio FM con bloqueo de cuarzo en el oscilador, lo que permitía mayor estabilidad al momento de sintonizar una estación y minimizar el ruido. Le acompañan dos parlantes Sony 636, también del 79, unos cañones de 16 kilos de peso, con 120 watts de potencia. Estamos hablando de un sistema de sonido esencialmente análogo, con más de cuarenta años de existencia.
Este equipo lo utilizo, principalmente, para escuchar vinilos con una tornamesa Audiotechnica conectada directamente a él, ya que cuenta con preamplificador integrado. Ocasionalmente, conecto también mi notebook, vía cable RCA y minijack, para escuchar música desde plataformas de streaming, especialmente Tidal, pues permite la escucha en audio de alta resolución.
Como mencioné al comienzo, esta es mi primera experiencia usando un receptor de Bluetooth con DAC de alta resolución integrado. Y vaya que resultó bien. Desde el instante en que le di play al reproductor, me enganché al resultado sonoro. El DAC del B1 realmente aporta una limpieza y profundidad auditiva que no obtenía al conectar mi notebook directamente con un cable al Onkyo.
A ello se suma el aporte que hace el equipo análogo, consiguiendo un sonido robusto, incluso cálido, con una excelente definición de frecuencias, que llenan el espacio armoniosamente y sin generar distorsión. Así, los arreglos musicales aparecen con nitidez, las cuerdas brillan, los bajos engrosan y las percusiones resuenan con naturalidad, consiguiendo un corpus espacioso, de muy buenas dimensiones y profundidad.
Comparándolo con la experiencia que obtengo al reproducir música a través de mis parlantes Bluetooth, ésta resulta mucho más rica, completa y natural. Si bien mis Edifier son unos buenos parlantes, tienen muchas más limitaciones —no son compatibles con aptX HD— y menos potencia que mis Sony, y tampoco cuentan con un receiver como el Onkyo, que medie y aporte en la sensación análoga.
El Bluetooth, en tanto, funcionó a la perfección, manteniéndose estable en todo momento y sin signos de latencia. De acuerdo a las especificaciones entregadas por Audioengine, el rango de alcance de la conectividad es de 30 metros, algo que me parece más que suficiente, sobre todo si se va a utilizar en casa.
Hice la prueba, posteriormente, conectándome al B1 desde el celular y reproduciendo música en la lejanía de las piezas y el receptor respondió bien. Aunque de nuevo: poco sentido tiene escuchar música desde la cama, cuando el equipo está en el living. Pero si se quiere dejar cargando el teléfono en otra habitación, sin interrumpir la música, ahí este rango juega muy a favor.
Un punto en contra es que solo tiene Bluetooth de versión 5.0, por lo que el B1 no permite conectar dos dispositivos en simultáneo, como sí lo hacen los sistemas que cuentan con la tecnología 5.2 o 5.3, que es la más actual. Pero esto no parece tan relevante como lo podría ser en unos audífonos, donde pasar de la reproducción musical desde el notebook a una llamada en el celular parece más práctico.
Veredicto Práctico
El receptor de Bluetooth B1 de Audioengine resultó ser toda una sorpresa, destacando por la sencillez de su montaje e instalación, así como también en el uso. Sus pequeñas dimensiones son otro valor, sobre todo cuando el espacio en casa apremia, lo que le da una ventaja respecto a otros dispositivos similares.
Es cierto que su precio es un obstáculo y, al echar un vistazo al mercado, se pueden encontrar parlantes Bluetooth cuyo valor no difiere mucho de este pequeño aparatito. Pero ahí es donde sus dimensiones pueden ser una ventaja y también sus prestaciones: difícilmente se encuentre un parlante compatible con códecs de alta resolución, como aptX HD, por menos de 250 mil pesos.
Ahora, adquirir un receptor de esta envergadura y precio no resulta lógico si no se cuenta con un sistema de sonido que esté a su altura. Para ponerlo en términos simples: si el equipo que se tiene en casa no te satisface ni te llena el gusto, ya sea porque sus características son limitadas o no se encuentra en buen estado, difícilmente el B1 pueda mejorarlo.
Y si bien el receptor entrega un buen sonido desde la escucha en Spotify, no utilizarlo con plataformas que ofrezcan audio en alta resolución —como Tidal— resulta un desperdicio o un despropósito más que un acierto.
El B1, más bien, aparece como un muy buen complemento para sistemas de sonido que gustan, pero que no poseen conectividad inalámbrica. Como sucede, en mi caso particular, con mi equipo Onkyo. Esta prueba me demostró que el receptor de Audioengine es un dispositivo que no sabía que quería.
Nota: ⭐⭐⭐⭐★
*Los precios de los productos en este artículo están actualizados al 5 de septiembre de 2023. Los valores y su disponibilidad pueden cambiar.