Antes de comenzar esta reseña, una aclaración: tal como lo relaté hace algunas semanas, dejé de ser usuario de iPhone hace varios años. Siempre he tenido algún modelo como respaldo, pero esta vez, con el iPhone 14 Pro Max, tomé la decisión de cambiarme de casa. O más bien, de sistema operativo. Y con todo lo que involucró esa experiencia, hoy mi teléfono principal, después de casi una década, vuelve a ser un Apple.
Todo esto, por supuesto, de la mano del reciente lanzamiento de la nueva generación de iPhones, la número 14. Seguro que la gran mayoría de usuarios más fieles y tradicionales de la manzana no hayan encontrado tantas novedades en estos nuevos modelos, que van desde el Plus —de entrada—, la versión Pro y, finalmente, la Pro Max, que es su formato más grande.
Si hay suficiente innovación o no en esta edición es algo totalmente debatible. Pero lo que no merece dudas es que Apple sigue fabricando estupendos terminales, tan buenos que se ubican en una liga distinta a los mejores celulares Android. Eso explica por qué los usuarios de Apple siguen tan fieles a sus queridos iPhones: nada supera aún su experiencia tan fluida e intuitiva.
Probamos la joya de la corona: el iPhone 14 Pro Max. Salvo su precio —sobre el millón 300 mil pesos— y pequeños detalles, este reencuentro ha sido sumamente agradable. Vamos a conocerlo más de cerca.
Especificaciones técnicas
- Dimensiones: 160.7 x 77.6 x 7.85 mm
- Peso: 240 gramos
- Pantalla: Super Retina XDR de 6.7 pulgadas / ProMotion con 120 Hz / True Tone HDR
- Resolución: 2.778 x 1.284 px, 458 ppp, 2.000 nits
- Procesador: Apple A16 Bionic
- Memoria: 6 GB LPDDR5X
- Almacenamiento: 128GB / 256GB / 512GB / 1TB
- Cámaras traseras: Principal: 48MP, f/1.78, 24mm; Ultra angular: 12MP, f/2.2, 13mm; Teleobjetivo: 12MP, f/2.8, 77mm, OIS.
- Cámara frontal: 12MP, f1.9 (con enfoque automático)
- Batería: 4.323 mAh con carga rápida e inalámbrica (15W)
- Conectividad: Bluetooth 5.3, WiFi 6, 5G, NFC
- Sistema operativo: iOS 16
El iPhone más grande
La primera palabra que se me vino a la cabeza al tenerlo en la mano fue: imponente. Porque comparado con cualquier otro teléfono de ese tamaño, lo es. Las dimensiones de su pantalla con protección cerámica, unas tremendas 6,7 pulgadas, evidentemente se sitúan entre lo más grande que hay disponible hoy en el mercado. Para amantes de las pantallas amplias, como es mi caso, resulta muy bienvenida.
Pero su apariencia grandiosa no viene solo por su porte. Su tradicional diseño, con un solidísimo marco liso redondeado de metal inoxidable, más sus acabados de vidrio por delante, le terminan de dar ese aire de majestuosidad. Punto extra lo da el recubrimiento mate en la parte trasera, donde ninguna huella queda registrada.
El modelo que reseñamos es de un muy refinado y elegante color negro espacial —hay alternativas con tono plateado, dorado y el nuevo morado profundo, que es más bien suave. Todas las variantes del iPhone 14 son resistentes al agua y al polvo (con certificación IP68) y pueden soportar la sumersión por 30 minutos en un hasta seis metros de profundidad. Eso es lo que promete Apple, aunque no recomendamos tenerlo en el bolsillo del trajebaño.
Aunque se notan sus 240 gramos —es el más pesado de la serie—, en la mano se siente muy bien. Su elegancia y firmeza se transmiten al tacto. Si bien se aprecia una resistencia particular a golpes, caídas y demases (“Don’t worry, it’s an iPhone”, como reza el comercial), Apple igual incluyó en el empaque una carcasa que, a diferencia de las tradicionales (transparentes y de silicona), esta es de plástico rígido, con una textura que simula al cuero. Con un interior muy suave, es bonita y agradable, a pesar de que secuestra en algo la pureza de su diseño “desnudo”.
Hay que resaltar, eso sí, que el iPhone 14 Pro Max es un teléfono para usar a dos manos. Debido a su tamaño, con una sola no se puede hacer mucho más que sujetarlo. Y llevarlo en el bolsillo del pantalón, por lo mismo, puede llegar a ser tema. Para quienes busquen algo más compacto, lo resolverán con la versión Pro a secas, algo más pequeña: 6,1 pulgadas.
Diseño: sin novedad en el frente
Podríamos decir que la familia 14, en todos sus modelos, presenta en general el tradicional diseño al que Apple nos tiene acostumbrados. No hay mayores cambios ni grandes novedades en ese sentido, al menos respecto a la generación anterior. El teléfono sigue siendo extremadamente bonito como objeto de uso y, como decíamos, definitivamente único en relación a cualquier otro fabricante de smartphones actual.
Como siempre, en el costado derecho tenemos el power button o botón de encendido, que además sirve como confirmador de operaciones o para despertar a Siri, el asistente digital de Apple. A la izquierda, lo tradicional: la entrada para tarjetas SIM, dos botones separados para el sonido y el switch para silenciar el aparato. Abajo, dos salidas de audio y el conector patentado Lightning que, al parecer y al fin, tiene sus días contados para las futuras iteraciones. Al menos, eso es lo que se intuye de acuerdo a las resoluciones de la Unión Europea respecto a la universalización de los cables de energía.
Por atrás tenemos un módulo de lentes fotográficos cuadrado de gran tamaño, donde se alojan los tres sensores, el flash y el infrarrojo. Debido a su protuberancia, al dejar el teléfono boca arriba en espacios planos Inevitablemente “bailará”. Pero ya entraremos en esto después. La manzana mordida, como siempre, se presenta orgullosa al centro de la parte trasera.
Isla Dinámica
Donde sí hay una gran novedad es en la parte superior de la pantalla, lugar en el que Apple al fin “recorta” el perforado (o notch), que desde hace años destacaba en la parte superior para ubicar la cámara frontal, pero que de alguna manera rompía con la simetría visual del aparato. Ahora, en cambio, el espacio se ha transformado en una especia de burbuja que, además de alojar el lente para selfies y el lector facial (FaceID), incluye la llamada “isla dinámica”, una zona que complementa con información de aplicaciones en tiempo real —como la canción que está sonando, la conexión con un periférico, resultados deportivos (mi favorito), datos de mapas y mucho más—, sin necesidad de cambiar la app en la que se está.
No alcanza para convertirse en una adición revolucionaria, y puede llegar a ser algo molesta cuando se ve contenido horizontal o se corren videojuegos, pero es un refrescante e innovador paso adelante, que le aporta aún una identidad aún más distintiva al iPhone. Punto a favor son sus marcos, más reducidos que en el iPhone 13, lo que se traduce en más pantalla.
La experiencia más premium del mercado
Es difícil restarse de lo sexy que es un iPhone en su máxima expresión. El teléfono podría ser catalogado de hipnótico, porque su pantalla es muy amplia y brillante, ayudada por esta reducción del marco. También hay un mayor nivel de resolución, con 2.778 x 1.284 píxeles, que ayuda todavía más en esta experiencia inmersiva.
Los detalles que ha implementado en las últimas versiones de iOS, su sistema operativo —que ya va en la número 16—, también favorecen esta impresión, especialmente a la hora de personalizar la pantalla que más vemos al día: la de bloqueo.
Es cierto que customizar esa pantalla con fotografías personales o carruseles temáticos es algo que se puede hacer desde hace años. Pero ahora Apple ha llevado esto a otro nivel con los “focos” que ofrece iOS, los que permiten concentrarse en distintos intereses según el momento: bienestar, trabajo, conducción, no molestar, etc.
El sistema cambia orgánicamente de fondo de pantalla de acuerdo con lo que va aprendiendo de los hábitos del usuario. Curiosamente, los botones de acceso directo —los clásicos de linterna y cámara, por ejemplo— no pueden ser modificados. Esto le otorga un muy innovador cambio de piel, y cada vez que abrimos el teléfono, eventualmente, nos puede dar una nueva sorpresa visual.
Pero no todo queda en manos de la IA: también hay múltiples posibilidades de personalización, donde destaca el novedoso efecto de profundidad (o depth effect), que permite que los elementos o personas que estén en las fotos en primer plano destaquen y resalten, incluso por sobre la hora o la fecha. Es más, el sistema permite de una manera demasiado sencilla “recortar” esos elementos para copiarlos en otra app. O transformarlos en stickers, por ejemplo. Todo el sistema es una delicia visual.
Una pantalla que brilla como nunca
Todo lo anterior se sustenta en una pantalla que, honestamente, nunca me dio problemas, ni siquiera en momentos donde tuve al sol del mediodía directamente sobre mí. Hay hasta 2000 nits de brillo, lo que es mucho, así que leer textos a plena luz no fue tema.
Hay ajuste automático de brillo, lo que funciona de manera realmente muy intuitiva. Salvo en una ocasión particular, no he tenido que cambiar manualmente el brillo en ningún momento: ni de noche ni de día.
No está de más recalcar que toda reproducción de video, independiente de la fuente, fue óptima y el sistema ProMotion, que administra la tasa de refresco hasta a 120 Hz, funciona perfecta, muy fluida.
Otra novedad —para Apple aunque no para los smartphones— es la adición del always-on display, característica que hace tiempo está presente en teléfonos Android. Más vale tarde que nunca: por fin en un iPhone, si el usuario así lo desea, el teléfono puede estar siempre mostrando la información principal, sin apagarse del todo y con un mínimo consumo de energía. Y si está dado vuelta, o en un bolsillo, se apaga para conservar batería, además de adaptarse a las condiciones de luz ambientales. Astuto.
Procesador y batería: máximo rendimiento
Como sabemos, hoy Apple fabrica sus propios procesadores y vaya que le ha ido bien. El nuevo A16 Bionic es un chip prodigioso, de sólo cuatro nanómetros y que promete ser aún más eficiente energéticamente que su versión anterior. Hay sólo 6 GB de RAM, pero con este motor tampoco necesita más, por mucho que en la gama alta otras marcas ya vayan en los 12.
El A16 Bionic es suficientemente capaz como para sustentar un rendimiento óptimo sin necesidad de más memoria. No por nada ha dejado mordiendo el polvo a otros fabricantes. Punto a favor, aunque me imagino a quienes puedan fruncir el ceño en esta materia.
Eso mismo se traduce en su batería. Después de más de un mes de uso, se ha portado de maravillas, lo que no siempre sucede con los iPhone. Con uso diario normal —revisándolo permanentemente, viendo contenido, haciendo llamadas y sacando fotos—, suele sobrar al menos un cuarto de carga antes de que tenga la necesidad de enchufarlo de nuevo. Tiene una carga “rápida” e inalámbrica, lo que permite que el aparato esté al 50% en 30 minutos. Nada para despeinarse, pero ayuda.
Por alguna razón, Apple no es amigo de publicar las capacidades de sus baterías. El sitio especializado GSM Arena la estima, según sus pruebas, en 4323 mAh, y a pesar de no ser un número alto rinde bastante bien. Mucho tiene que ver su procesador, que optimiza su rendimiento y promete hasta 29 horas de video en esta versión y 23 en la Pro.
En términos de performance, el Pro Max es por supuesto un avión supersónico, al igual que la versión Pro. Ambos están potenciados por este chip de nueva generación, lo que se aprecia especialmente al momento de tener abiertas varias aplicaciones. Podemos saltar de editar una foto a postearla en Instagram, mientras tenemos WhatsApp abierto y una app de streaming musical sonando. Jamás hubo una latencia ni una demora. Si se logra dominar la dinámica multitarea, el teléfono se transforma en una bestia de productividad.
Finalmente, cuando el uso y la experiencia del iPhone se complementa con otros dispositivos de la marca, funciona como un encanto. Ya sea la comunicación inmediata entre los dispositivos para compartir archivos, atender el teléfono con manos libres o esa increíble característica que permite copiar/pegar entre dispositivos; de verdad, todo eso parece magia.
No es que otras marcas funcionen de manera distinta en ese sentido, pero es innegable que Apple ha puesto un cariño especial hacia el usuario a la hora de hacer todo más sencillo. Siempre y cuando hablemos de aparatos de la manzana —como MacBooks, iMac, Apple Watch o iPads—; de lo contrario, parear otros dispositivos (un reloj inteligente de otra marca, por ejemplo) puede llegar a ser un gran dolor de cabeza. O con algunos derechamente no se puede. Apple no está dispuesta a ceder terreno en los ecosistemas digitales.
Gran almacenamiento (no tanto en iCloud)
No por nada este modelo Pro Max ofrece 1 TB de almacenamiento (aunque cuesta cerca de dos millones de pesos). Es la mayor cantidad de espacio que la marca le ha dedicado a sus teléfonos. Sin embargo, iCloud —su servicio de almacenamiento en la nube— me presentó algunos problemas. Aunque ofrece 5GB gratuitos para respaldos de fotos y archivos, y de que tenía más de 2GB libres en mi cuenta, no me alcanzó para realizar el backup del teléfono, lo que obligatoriamente me llevó a ofrecer el servicio de pago, lo que por cierto es molestoso. Esperaba algo más discreto.
Lo que sí, la billetera de Apple —mediante la tecnología inalámbrica NFC— funciona igual de bien que la de Google: es posible almacenar tarjetas de crédito, gift cards o boletos de avión, entre un sinfín de otras posibilidades. Personalmente, mi experiencia fue sublime. Se acerca el teléfono y listo. Pagado o escaneado. No hay tarjetas, no hay contacto.
Cámara imperial
En el apartado fotográfico, es obvio que Apple ha tirado toda la carne a la parrilla. La versión Pro Max cuenta con, por primera vez en un iPhone, con un lente principal de 48 megapíxeles, que capta hasta un 65% más de superficie que su versión anterior. Hay más detalles técnicos que logran una mejora comparativa, aunque pueden marear al usuario común; lo cierto es que apuntar, disparar y ver las imágenes es un placer, casi independiente de las condiciones de luz o ruido visual en el ambiente.
Incluso si se va en movimiento, porque el estabilizador de imágenes funciona perfecto. Los resultados quedan tal como uno se los imagina, especialmente en fidelidad de color, y siempre está la posibilidad del software del sistema para mejorar o modificar las fotos.
El ultra angular de 12MP, el teleobjetivo —también de 12 MP— y un zoom óptico de sólo 3X, junto a la cámara frontal para selfies con sensor del mismo tamaño, funcionan muy bien, casi sin necesidad alguna de ajustes. A menos que uno sea un fotógrafo de profundos conocimientos, lo más probable es que el sistema configure automáticamente la cámara mucho mejor que uno.
Y en video, alcanza sin cansarse modos 4K a 24 cuadros por segundos, logrando estándares cinematográficos oficiales. El sonido estéreo también destaca. Gracias al tamaño del teléfono y sus prestaciones, Apple no necesita de partners —como Dolby o Harman Kardon— para asegurar un buen audio. Al contrario: el iPhone suena como cañón. Prístino y claro, con buenos bajos que no saturan, con un volumen muy potente y sin apenas distorsión, aún cuando está a máxima potencia.
Veredicto Práctico
El iPhone 14 Por Max es sin duda el pináculo de Apple en cuanto a prestaciones, tamaño, cámara y performance. Es una máquina de verdad impresionante, tanto por su tamaño como por lo que trae bajo el capó. Sin duda, su sistema operativo —el iOS 16— hace que la experiencia sea intuitiva, fluida y hasta entretenida.
Dentro de los tres modelos que contempla esta 14 generación, el Pro Max es el que más destaca. Obviamente por dimensiones, pero también por su elevado y discutible precio, que lo posicionan como el iPhone más caro de la historia. Personalmente, creo que la ecuación perfecta entre tamaño, valor y prestaciones lo da la versión Pro. Pero si se quiere ir a lo máximo, en todo sentido, incluso comparándolo con otros teléfonos de la gama, el Pro Max se lleva el trofeo. Si es que se tienen los bolsillos para eso.
Nota: ⭐⭐⭐⭐⭐
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