Suena la alarma. No tienes claro qué día es, pero sabes que no es fin de semana. Te levantas rápido y calientas agua: necesitas un café. En poco menos de una hora empieza la clase online de tu hijo menor. Tienes que levantarlo, bañarlo y darle desayuno. Mientras se enjabona, revisas tus correos. Tienes reunión a las once y no puedes faltar. Le pasas la toalla al niño y lo ayudas a secarse. Despiertas a tu pareja. Se queja. Le pides por favor un relevo en la clase de las once. Te dice ok: puede retrasar su entrega. Prendes el computador mientras haces desayuno. Tu hijo se ve con cara de sueño. Tú igual. Y solo han pasado cuarenta minutos. Falta todo lo demás.
Las jornadas en las aulas digitales han significado un cambio importante en las rutinas del hogar. Desde que comenzó la pandemia, y por ende los periodos de encierro, las familias —por sobre todo los padres— han tenido que verse forzados a compatibilizar las esferas de trabajo con la mantención de las tareas básicas de la casa, además de acompañar a los hijos en sus clases, un rol que es fundamental en la era del telecolegio para los más pequeños.
En las primeras etapas del aprendizaje, éste se interioriza a través de la experiencia. Si pensamos en cómo aprendimos lo básico para ser un ser humano funcional, podemos darnos darte cuenta de que, a la larga, todo ha sido con práctica, constancia y experiencia. Ahora que estamos atravesando una realidad distinta, este proceso puede dificultarse.
“Estoy observando un retroceso en el aprendizaje notable, superior a lo que suele considerarse adecuado en términos de desarrollo”, contó Nancy Close, profesora adjunta en el Centro de estudios infantiles de la Facultad de Medicina de Yale, en un artículo de Unicef. Pero más allá de los niños, hace una radiografía a “nosotros, los adultos, que retrocedemos cuando aumentan nuestros niveles de estrés o cuando vivimos cambios y transiciones”, escribió. “Así que creo que es importante tener en cuenta de que se trata de un fenómeno del desarrollo que puede darse desde la infancia hasta la edad adulta”.
“Nos hemos dado cuenta de que la regularidad y la previsibilidad son muy difíciles de conseguir durante esta pandemia”, añade Close, y por esta razón “los niños pueden sentir más ansiedad y frustración y, como consecuencia, sufrir alteraciones en su comportamiento”.
Si como padre o madre te encuentras en esta posición, es importante saber que no estás pasando solo por esto. Hay miles de padres que están en tu misma posición, con niños de cuatro a siete años —edades en la que aprenden a leer, escribir y sociabilizar—, por eso conversamos con cuatro expertas en educación y salud mental, quienes dan su visión sobre los efectos de la pandemia en la educación.
El apoyo al niño
Desde hace más de veinticinco años que Nora Hernández es profesora básica en el Colegio Cruz del Sur, en Punta Arenas, y hace siete que le toca educar a niños de primero básico. Allí ha funcionado como una maestra Yoda que tiene el rol de iluminar el camino de los más pequeños.
Pero en marzo del año pasado, cuando se comenzó a armar el aula digital, describió el proceso como intenso: debió adaptarse a tres plataformas que antes no manejaba, además de modificar y digitalizar los materiales para esta nueva etapa. Tras un largo proceso, para el final del año académico todos sus alumnos lograron leer y escribir con letra manuscrita, algo que define como una experiencia “muy gratificante”. Sin duda un hito dentro de sus años de experiencia, considerando que es primera vez que educa a pequeños a través de pantallas.
Parte de esto es “gracias al apoyo de los papás, ya que esto es como hacer pan: yo pongo la masa y los papás la meten al horno”, analiza la profesora. “Uno aprende que es importante la familia y el apoyo, pero también es importante la autonomía y la honestidad en las pruebas”.
Daniela Henríquez es licenciada en Comunicación, experta en redes sociales y cofundadora de la Fundación Efecto Mariposa, espacio en el que promueven, asesoran y educan sobre convivencia escolar, laboral y digital. Aprovechando que el contacto de los padres con los niños durante estos meses ha sido permanente, se pueden buscar distintas maneras de estimular a los hijos, ya sea a través de música, material audiovisual o incluso el tacto. La idea es que “que pueda experimentar el conocimiento”, dice. “No tan solo recibirlo, sino que tener una conexión simbólica e importante con el nuevo aprendizaje”.
“Cada estudiante tiene su propio ritmo de aprendizaje”, apunta Karin Arismendi, jefa del programa Lenguaje y Comunicación Duoc UC Sede Valparaíso. “Por ejemplo, en el proceso de inicio de la lectura y escritura —como en todos los aprendizajes— es esencial el vínculo entre la familia, la escuela y el alumno, pues es un proceso de mucha emocionalidad. Los niños se deben sentir acompañados en este nuevo despertar de llevar el mundo a un cuaderno, respetando cuadrados y espacios”.
La pregunta que debes hacerte: ¿cómo está tu hijo o hija?
“Lo primero que debemos considerar es su estado emocional, ya que un niño o niña frustrado, desmotivado o triste, no logrará aprender ni de forma presencial ni remota”, dice Carolina Rivas, psicopedagoga del Centro Médico Cetep. Para ella es muy importante darles espacio de conversación para saber cómo ellos y ellas se sienten.
No es menor. Ya llevamos un año en esta dinámica de vida encaustrada, y si para ti no ha sido fácil, imagina lo que puede llegar a sentir un niño, que no ha podido jugar con otros niños como de costumbre.
“Sabemos que los niños tienden a repetir o imitar el comportamiento de sus cuidadores, así que creo que los padres deben buscar ayuda para controlar su propio estrés. Esto, a su vez, puede contribuir al bienestar de sus hijos”, cuenta Nancy Close a Unicef.
“Darles el espacio de conversación para saber cómo ellos y ellas se sienten. Ya llevamos un año en esta nueva dinámica de vida, por ende es importante saber qué creen y piensan ellos y ellas al respecto”, recomienda la especialista.
Aspectos que debes tener en cuenta sobre aula digital
“Es lo más normal que los niños estén aprendiendo más lento, porque hay que comprender que en casa, con el telecolegio, muchas veces no hay una metodología sino que se está aprendiendo día a día”, expresa Daniela Henríquez. No siempre se puede cumplir con los horarios ni con la técnicas que indican los profesores.
“Es probable que no todos los niños estén al mismo ritmo, que unos vayan más rápido y otros más lentos”, agrega. “Al final, estamos dándonos cuenta de que la mejor metodología no sirve para todos los tipos de familia ni para todos los tipos de niño”. En este camino, dice Henríquez, es fundamental tener “mucha observación, auto aprendizaje y volver a aprender, incluso rompiendo estructuras”.
“En esta etapa, muchos apoderados nos sentimos ansiosos y queremos que nuestros hijos aprendan a leer y escribir de forma inmediata”, cuenta la académica de Duoc. “La principal ayuda que puedo entregarle a mi hijo o hija no se encuentra fuera de mi casa ni en el computador, sino que es la contención familiar”.
En esta misma línea, Arismendi apunta a que los padres entiendan que “mi rol es acompañar a mi hijo en sus experiencias de aprendizajes, con mucha paciencia y tolerancia”, sobre todo pensando en este nuevo desafío educacional que es el aula digital. Para esto, “es esencial un ambiente afectivo para poder aprender, no desesperarnos como padres o demostrar nuestro estrés o enfado frente a ellos. De ser así, tendremos niños llorando frente a su cuaderno, frustrados porque no cumplen las expectativas de sus padres”.
Una etapa que requiere tiempo
“La lectoescritura es un proceso, un camino de adquisición de símbolos y códigos por parte del niño o niña, que sirven para dar eco o significado al mundo”, dice Arismendi. Por lo tanto, “no se debe poner énfasis en el resultado final, sino en el recorrido que hace el estudiante para adquirir esta competencia”, ya que para su desarrollo no se necesita mucho más que práctica y constancia.
El rol de cada padre o tutor es “otorgarles un espacio de aprendizaje emocional afectivo, para que así tengan una experiencia positiva durante todo el proceso de adquisición de habilidades comunicativas”. Según ella, “los niños no aprenden más lento, solo aprenden de forma diferente. Por eso es esencial conocer y saber cómo aprende mi hijo o hija”.
“No solo es importante identificar lo que sabe el niño o niña, lo que se llamamos ‘contenidos’, sino cómo aprenden de forma más efectiva y positiva”. Si bien aquí el profesor juega un rol importante, “en la virtualidad se hace necesario fortalecer mucho más el vínculo entre el o la apoderada y el o la docente, pues se requiere de una comunicación fluida entre ambos para poder tener una retroalimentación efectiva del proceso de aprendizaje del alumno”.
“Los niños pueden aprender con mayor facilidad de forma visual, auditiva o kinestésica”, explica Arismendi. Si bien “los recursos visuales son los más utilizados en la virtualidad, pues son muy necesarios en la educación remota”, hay que tomar en cuenta que no es la única forma de aprender. Por ejemplo, “los estudiantes más kinestésicos necesitan otros espacios de aprendizaje, como dibujar las letras en un plato con harina, o bailar en el aire o el suelo las diferentes letras que componen el abecedario”.
Ante esto, es importante saber que “no se debe encasillar a los estudiantes. Si bien prima un estilo de aprendizaje frente a otro, el objetivo siempre es que le otorguemos diversas estrategias para que pueda aprender de forma positiva”.
Los cuidados sobre uso de pantallas
Para las edades entre cinco y ocho años, el uso de pantallas debiese ser el mínimo, comenta Daniela Henríquez. Esto se debe a que “su exceso puede significar un deterioro o un retroceso significativo en el aprendizaje. Además, hay que considerar que en ellos no está desarrollada la corteza prefrontal”.
“Si podemos reducir la mayor cantidad de horas de pantallas frente a los niños, es muy importante y bueno para ellos”, agrega la experta en educación digital.
“Para los niños, lo mejor es que el conocimiento sea in situ, a través de las manos, del tacto, de una actividad física o manual, ya sea el deporte o el arte. Para los niños son muy importante esas vivencias multidimensionales en los primeros años”, expresa.
En un reportaje anterior sobre uso responsable de pantallas en niños, Daniela informó sobre la importancia de conocer el efecto casino que produce la luz y el efecto casino que produce. Sí, estamos hablando de cuando haces scrol por la pantalla durante horas y no puedes parar. La luz azul induce a estar ahí pegado, entretenido, pero perdiendo la noción del tiempo, algo que puede tener implicancias negativas en nuestro ciclo de sueño, por ejemplo.
“Las tecnologías digitales —esto está comprobado científicamente— son adictivas, ya que ciertos contenidos o estímulos empiezan a abordar la zona del núcleo accumbens del cerebro”, detalla la experta de Efecto Mariposa. “En este sector es donde se secreta la dopamina y la serotonina, que son las hormonas del placer”.
Con actitud y disposición
Lo que todas recomiendan es trabajar la autorregulación emocional, tanto en los padres como en los hijos. Es decir, con qué disposición se están enfrentando a las clases que está preparando la profesora.
“Reconocer si estoy cansado, si me da rabia o si estoy agotado, o si estoy en condiciones de decir perfecto, lo vamos a pasar bien, lo vamos a disfrutar”, dice Daniela Henríquez. “Si vamos dispuestos a pasarlo mal, a estar cansado o decir ‘qué lata de nuevo la profe’, eso los niños lo perciben. Desde ahí es importante que si estamos bien como adultos, si nosotros lo estamos pasando bien, o con buena disposición, los niños lo van a percibir como un juego”, expresa.
“Muchas veces me sentía frustrada, cuando alguno no podía escribir una letra y yo no podía tomar su mano y guiarlo para enseñarle cómo se hacía”, relata la profesora Nora Hernández. En eso recuerda cuando sus alumnos le contaban sobre los dientes sueltos o cuando tenían una pena. No poder abrazarlos es algo que ha sido difícil en este periodo de distanciamiento físico y telecolegio. Sin embargo, una de las cosas positivas que rescata de esta experiencia es que a pesar del arduo trabajo y las horas extra, “también pude darme cuenta de lo creativo que es el ser humano frente a las dificultades, más cuando trabajamos con niños pequeños, porque ellos retribuyen el esfuerzo con sonrisas y con cariño”.
“Los niños absorben rápido”, dice Henríquez. “Ellos pueden aprender desde otras formas, hay múltiples técnicas y metodologías”. Recalca, eso sí, que “si el niño no lo está pasando bien, no lo obliguemos. Tomemos una pausa. Observemos”. En una situación así, conviene revisar nuestra autorregulación emocional y trazar otra estrategia.
“Desde una perspectiva optimista, y teniendo en cuenta la curiosidad, la motivación y la resiliencia que los niños tienen por naturaleza, diría que sí, que podrán ponerse al día”, responde Nancy Close ante esta eventual lentitud que se podría generar. “Es importante que reflexionen y que hablen sobre lo que está pasando fuera. Que jueguen e intenten aprender y crecer juntos”. Ante una dificultad, “lo mejor que pueden hacer por sus hijos es darles amor y atención”.
Tips que puedes poner en práctica
El listado que compartimos a continuación son algunas de las sugerencias y acciones que sugiere la profesora Nora Hernández para padres y madres de niñas y niños entre 4 y 7 años.
—Es muy importante ejercitar la lectura a diario (aunque sea por un período corto). Puede ser con palabras sueltas, oraciones cortas o pequeños textos, cuando se está un poco más avanzado. Lo importante es que estas lecturas solo contengan las letras que se han visto en clases.
—Se les debe dar tiempo para que piensen. A veces los padres los presionan para que respondan rápido y eso no es adecuado, ya que el niño se pone nervioso y se bloquea.
—Siempre hay que alentarlo y decirle que lo logrará, felicitándolo también en cada avance, por muy pequeño que sea.
—Se puede ejercitar la escritura, pronunciando las sílabas para formar palabras y escribirlas. Esto ayuda en el proceso lector y desarrolla la grafo-motricidad.
—Para hacer más entretenido el proceso, pueden hacerse actividades tales como loterías de palabras, sopas de letras, crucigramas, unir dibujos y palabras, u oraciones cortas.
—Hacer carteles con nombres de objetos o partes de la casa y pegarlos sobre ellos. Así el niño o niña se irá familiarizando con esas palabras y las reconocerá donde sea que las vea. Advertencia: es importante que estén escritas sin mezclar letras —como mayúsculas con minúsculas o imprenta con manuscrita—, porque esos vicios de escritura no deben estar presentes en esa etapa del proceso lectoescritor.
—Aprender a leer, en algunos casos, es mucho más rápido que aprender a escribir, pero ambos requieren de paciencia, y de refuerzos positivos.
La académica Karin Arismendi sugiere a “los apoderados que no borren por sus hijos cuando estos se equivocan al momento de escribir. La lectoescritura es un proceso, y existirán muchos errores que ellos deben evidenciar y por sí mismos corregir”.
Por último, comenta que “es importante establecer rutinas con los niños, más allá de los horarios, pues son dinámicas familiares diversas. Aunque se puede ser flexible, sí es necesaria la frecuencia de estas”.
Una estrategia: aprender jugando
Una buena forma de poder ayudar a tu hijo en este proceso es aprender jugando, ya que “facilita la expresión de emociones, favorece el equilibrio de ellas, libera estrés, mejora la comunicación y las habilidades sociales”, afirma la psicopedagoga.
“Les sugiero aprovechar este tiempo de ‘encierro’ en familia recordando juegos de antaño, los que desarrollan una buena cantidad de habilidades”. La idea es disfrutar de un buen momento y a la vez que el niño interiorice o practique algún conocimiento.
“Lamentablemente, nosotros fuimos una generación que aprendió y estudió para la evaluación (la prueba), la nota, pero no otorgamos valor a que uno siempre está aprendiendo, pues es un acto inherente al ser humano y está relacionado con la curiosidad”, reflexiona Arismendi.
Ante estas interrogantes o inquietudes, “tenemos una oportunidad de fortalecer nuestros vínculos como familia para involucrarse en el aprendizaje de los hijos y en las oportunidades que existen para fomentar el aprendizaje y gusto por la lectura”.
La jefa del programa Lenguaje y Comunicación Duoc UC Sede Valparaíso cita al Ministerio de Educación con su Plan Leo Primero, el que propone diversas actividades y orientaciones para los padres y/o apoderados. Entre ellas figuran:
—Lecturas compartidas diarias de temas de interés para su hijo o hija. Es esencial el tema, pues la lectura implica poder volar y viajar a nuevos mundos. Si sé que le gustan los superhéroes, puedo leer algún cómic, lo mismo con el fútbol, o los animales, etc. A medida que mi hijo vaya avanzando en su proceso lector, puedo pedirle que reconozca algunas palabras o incluso que lea algunas de ellas.
—Cantar, narrar historias e incluso pedirle al niño o niña que le cuente sobre su día.
“Imagínate pasarlo bien mientras estás aprendiendo algo nuevo. Eso genera un espacio significativo positivo de aprendizaje”, confirma Daniela Henríquez. “Hace del proceso de adquisición de conocimiento algo significativo y entretenido”.
Otra opción es preguntarles directamente a los niños. “Ellos son muy creativos, y saben qué es lo que más les gusta”, apunta Henríquez. “Los niños nos pueden guiar también en esta tarea del aprendizaje. Decirles: yo ya no tengo más ideas, ¿tienes una tú?”. Probablemente te sorprenda con su respuesta.
Ante las dificultades, pide ayuda
“Pidamos otras herramientas a los profesores y a los colegios, tanto pedagógicas como emocionales”, señala Daniela Henríquez, e invita a aquellos que necesiten este tipo de orientación a comunicarse con la ONG Efecto Mariposa. En este espacio pueden encontrar sesiones guía en las que ayudan a las familias a la organización en este proceso de aprendizaje.
Puedes comunicarte con ellos visitando su cuenta de Instagram @ongefectomariposa. Los profesores que se encuentren en aprietos, también pueden pedir ayuda en esta comunidad.
El trabajo en aula digital implica tener una buena comunicación con el docente. Si tienes alguna duda sobre el progreso de tu hijo, es la persona con la que debes tener un diálogo directo y sincero. La idea es que este feedback pueda contribuir a que tú puedas ayudar u orientar de la mejor manera a tu hijo como un refuerzo.
“Un padre o madre debe hacer es apoyar y colaborar para que el proceso sea más llevadero. Para ello, es fundamental tener una buena comunicación con el colegio y así conocer los contenidos que están más descendidos. Ellos no tienen por qué derivar en una dificultad de aprendizaje, ya que quizás mostrándolos desde otra estrategia pueden ser aprendidos rápidamente”, sugiere la psicopedagoga de Cetep.