Internet, cuya señal suele viajar por el aire, se ha vuelto estos meses casi tan esencial como él: cuando se cae es como si nos ahogáramos, se nos dilatan las pupilas y le pegamos agónicos manotazos al teclado o al router, buscando esos datos que nos permitan volver respirar.

Sí, es una exageración, pero no tanto, considerando que sin conexión no se puede teletrabajar, ni asistir a clases, ni ver a tus familiares, tampoco seguir mirando tu serie favorita ni menos que tu hijo pueda jugar Fortnite. El precario equilibrio que hemos construido en el confinamiento depende de esa cuerda invisible, que suele llegar a través de un grueso cable a nuestras casas o departamentos.

Tan esencial se ha vuelto que aumentó su consumo —solo en el primer semestre del 2020 creció en un 40%—, y ante tanto consumo, el servicio comenzó a fallar mucho más que antes. Emblemático es el caso de VTR: entre marzo y junio, el SERNAC recibió más de 11 mil reclamos contra esa compañía, casi cuatro veces más que el mismo periodo del año pasado. Ante eso, el servicio público presentó una demanda colectiva contra la empresa por la mala calidad de su servicio de internet.

Según VTR, su conectividad se ha mantenido estable, a pesar de que el tráfico creció más de dos veces. Como sea, lo cierto es que muchos clientes, y no solo de VTR, han tenido problemas con internet, y muchos de ellos no se han podido cambiar de compañía, ya que solo la que tienen posee cobertura en esa cuadra o edificio.

Pero lo que parece una serpiente mordiéndose la cola, un círculo vicioso sin escapatoria, desde hace un tiempo que tiene una salida, o al menos una alternativa. Es el internet fijo inalámbrico, una opción que no requiere de cables, muchas veces tampoco de técnicos ni instalación, y que solo depende de una cosa: que haya una antena a una relativa cercanía de tu casa.

Vuela como el viento

“El internet inalámbrico fijo, a diferencia del fijo tradicional, utiliza una red móvil para entregar el servicio”, explica Juan Zago, redactor de Pisapapeles, medio especializado en tecnología digital. En otras palabras, funciona como nuestros teléfonos celulares, que se conectan a través de la señal de 3G o 4G que llega desde las torres que se reparten por todo el territorio.

“Son exactamente el mismo tipo de señales con las que cada operador brinda el servicio para móviles, pero (para el internet fijo inalámbrico) otros proveedores cuentan con una banda licitada dedicada para ofrecer un mejor servicio”. O sea, es una señal exclusiva para este uso, diferente a la que existe para los celulares, lo que garantiza una mejor calidad de servicio. “Corresponde a un servicio de internet a través de la frecuencia de los 3.500mhz”, apunta Nicolás Sánchez, coordinador del Laboratorios de Redes e Infraestructura del Duoc UC Antonio Varas. “Esta frecuencia solo es usada por estos servicios, por lo cual está bastante más desocupada y menos saturada, y la hace ideal como alternativa a aquellos que no tienen cobertura para servicios tradicionales por cable o fibra óptica”.

Los operadores instalan y operan estas torres que emiten la señal —"ondas de radio de alta frecuencia que viajan a través del aire y son transmitidas por las torres", dice Zago—, que próximamente será 5G, y que de parte de los usuarios, la mayoría de los casos, no requiere de nada más que un módem configurado y enchufado a la corriente. El aparato captura la señal, la decodifica y la reparte en el domicilio, ya sea con una red WiFi o con un cable ethernet, para conectar los dispositivos necesarios.

Diferencias

Contratar un servicio de internet normalmente significa agendar una hora de instalación —que pocas veces es la prometida—, suplicarle a los dioses de Silicon Valley porque el edificio o la cuadra tengan compatibilidad, y luego que uno o más técnicos entren a picar, taladreándo por aquí, perforando por allá, uniendo cables en la pared y dejando una contraseña de wifi que será muy difícil de recordar.

“En cuanto a las redes móviles, normalmente todo ese cableado llega únicamente hasta la torre, y la señal entregada hasta la última milla será completamente inalámbrica”, cuenta Juan Zago. “Otra diferencia clara es el alcance de una sola instalación, ya que una torre puede brindar internet a muchos más usuarios de manera simultánea, mientras que un ISP tradicional tiene que llegar zona por zona, calle por calle, para luego realizar una instalación casa por casa”.

Esa es la primera de las ventajas del internet fijo inalámbrico: tú eres tu propio técnico instalador. Y no necesitas ninguna herramienta para eso, solo contratar el servicio, enchufar el módem y seguir las instrucciones para configurarlo.

La otra es la cobertura y la estabilidad. “En lugares donde las empresas no tienen cableado”, dice Sánchez, del Duoc UC, “es más fácil llegar con este tipo de servicios e ‘iluminar’ una zona, incluso brindando servicios en zonas rurales”. Pone como ejemplo unas antenas que se implementaron el año pasado en la región de Arica y Parinacota, donde varias localidades quedaron conectadas sin necesidad de postes ni cables. “Una de las primeras zonas donde se implementó el servicio, el 2018, fue La Pintana, que con el servicio de internet inalámbrico logró conectar a sus habitantes”.

La posibilidad de un corte o una caída del servicio también es mucho menor. “Es más fácil un corte de fibra en una calle, que una antena sin señal", agrega Segura. "Además, se trata de un servicio que literalmente es de conectar y usar”.

Desventajas

Pero no todo es una maravilla respecto al internet inalámbrico. Al menos por ahora, mientras la tecnología sigue creciendo y estableciéndose. En primer lugar, es más caro que tener internet por ADSL o fibra óptica. “El costo inicial para el usuario —ya sea mediante un plazo forzoso, o que tenga que cubrir un precio por el módem, incluso hasta una activación— es mayor”, dice Juan Zago.

Eso hace que la relación costo-velocidad no sea tan atractiva. Entel, por ejemplo, tiene un plan de $12.990 mensuales —que tras seis meses sube a $14.990, además de un cobro por instalación activación de $15.000—, cuya velocidad de bajada máxima es de 10Mb por segundo, mientras que su plan de fibra óptica cuesta $18.990 el primer semestre y entrega hasta 250Mbps, veinticinco veces más rápido.

“Una gran mayoría de servicios fijos inalámbricos cuenta con un umbral de navegación mensual”, advierte Zago, “en el que pueden cortar por completo el servicio, cobrar un extra por cada Mb consumido, o disminuir la velocidad para evitar que los usuarios puedan hacer un uso excesivo de la red y saturar el servicio para todos”.

Nicolás Sánchez pone como ejemplo una situación que durante la pandemia se ha vuelto cotidiana. “Con un servicio tradicional, dependiendo del plan, podemos tener a alguien en nuestro hogar viendo Netflix, mientras otra persona hace una videoconferencia y otro juega en línea; en cambio, en los servicios como la banda ancha inalámbrica, la velocidad es menor y podrían presentarse problemas al hacer múltiples tareas: solo podríamos hacer una o dos de las mencionadas anteriormente”. Comparativamente, la velocidad mayor que se puede obtener en banda ancha inalámbrica es apenas el 10% de la típica velocidad de un servicio tradicional de banda ancha cableada.

Al viajar por el aire, la señal también puede presentar una latencia, es decir, el retraso que se produce entre que sale del origen —la antena— y llega a su destino —el módem. “Si alguien quisiera ocupar banda ancha inalámbrica para jugar en línea, no seria muy recomendado, ya que lo que él visualiza puede haber pasado hace un segundo atrás”, ejemplifica Sánchez.

Pero estas debilidades tienen que ver más con que esta tecnología todavía está en su fase inicial, más que con problemas intrínsecos a su formato. De hecho, una vez que se establezcan las redes 5G, las velocidades aumentarán, la latencia disminuirá al mínimo, y todo indica que la internet fija inalámbrica se masificará. “Es sumamente importante el desarrollo de esta tecnología”, dice el docente del Duoc UC. “Su impulso y mejora nos permitirá llegar a zonas que actualmente están sin conexión, brindando oportunidades nuevas, sobre todo en el ámbito actual de teletrabajo y educación a distancia. Hoy mucha gente no puede participar, ya que no cuenta con el acceso o es deficiente, pero con internet fijo inalámbrico más personas quedarían conectadas”.