Es posible que esta escena te parezca familiar: te encuentras descansando o haciendo alguna actividad —la que sea— y de repente sientes vibrar tu teléfono. Inmediatamente revisas la pantalla y no era nada: no hay registros de llamadas perdidas, tampoco una notificación de WhatsApp, ni siquiera un spam de alguna tienda. Nada.
La comunidad científica se refiere a esta situación como el “síndrome de la vibración fantasma”, y está en constante investigación, considerando el auge tecnológico y la evolución en este campo. ¿Por qué sucede? ¿Cómo lo podemos controlar? Esta es la opinión de los especialistas en salud.
¿Qué es el síndrome de la vibración fantasma?
Robert Rosenberger, doctor en filosofía, estudia el impacto que la tecnología tiene en nuestro comportamiento en el Instituto de Tecnología de Georgia (GIT). El académico explica que “detectar un teléfono que vibra se ha convertido en un hábito, y el más leve movimiento muscular o la sensación de que la ropa se mueva podría interpretarse erróneamente como que el teléfono está recibiendo una llamada o mensaje”.
En 2012, un estudio basado en los datos de 290 estudiantes de Estados Unidos comprobó que la gran mayoría (el 89%) sentían vibraciones fantasma, en promedio una vez cada dos semanas. Según este mismo reporte, esas falsas alertas no resultaban molestas, salvo para las personas que tenían reacciones emocionalmente más fuertes.
“No es tan fantasma, sino que hay estímulos que después pasan a ser independientes de qué lo produce”, acuña Evelyn Benavides, neuróloga de Clínica Universidad de los Andes. “Muchas veces suena el celular y parece que volviera a sonar, pero tiene que ver con un cambio en el cerebro. Si pensamos que alguien nos tiene que llamar y estamos preocupados por eso, vamos a sentir que el celular vibra o que suena —el timbre o la alarma del celular— aunque no lo esté haciendo, y eso sucede porque nuestro cerebro está a la espera de que algo así ocurra”, explica.
“Piensa en usar un par de anteojos”, comentó Rosenberg en un artículo para WebMD. “Si estás acostumbrado a tus lentes y casi se vuelven parte de ti, a veces puedes olvidar que incluso los estás usando. El teléfono en tu bolsillo es algo similar”. A través del hábito corporal, el teléfono se convierte en parte de uno y la mente se capacita para percibir las vibraciones del teléfono como una llamada entrante o un mensaje de texto. Es justamente por esta razón que “es muy fácil percibir erróneamente otras sensaciones similares”.
Según la teoría de detección de señales, el umbral de percepción cambia ante factores como la experiencia, la expectativa, el deseo y los estados fisiológicos, como el sueño, el hambre o la fatiga. Es clásico el ejemplo de un soldado encargado de vigilar una frontera en tiempos de guerra: percibirá más signos de alerta que el mismo soldado en la misma frontera pero en tiempos de paz. En otras palabras, estar con el teléfono activo todo el día es como vivir en guerra, siempre alarmados y en guardia ante cualquier notificación.
¿Qué pasa a nivel cerebral?
Benavides explica que “cuando estamos alerta, esperando a que una situación ocurra, nuestro cerebro permanece en modo de alerta y ante mínimos cambios reaccionamos. Por el contrario, si no estamos preocupados, o estamos concentrados en otra cosa, no lo sentimos ”. Es, entonces, algo así como “un estímulo adquirido”.
La neuróloga profundiza su explicación comparando este problema con el famoso experimento de Pavlov, en el que cada vez que alimentaba a un perro le hacía sonar una campana. Después de un tiempo, e independiente de si había o no comida, solo con hacer sonar el artefacto el animal comenzaba a salivar.
“La respuesta se hace independiente del estímulo”, dice. “En nuestro caso, respondemos, aunque el celular en realidad no esté sonando. Tenemos la sensación de que está vibrando aunque no lo esté, porque estamos esperando a que eso vaya a pasar. Es un engaño del cerebro”.
“La vibración, o más bien la sensación de vibración, es percibida por los receptores centrales del cerebro, no por los periféricos”, dice Pablo Espoz, psiquiatra infantojuvenil de Clínica Dávila. Es decir, “el cerebro reproduce una sensación que la ha sentido en otros momentos, pero no la reproduce con el estímulo, sino que más bien es por dentro del cerebro”, relata.
Adiós al scroll previo a dormir
Revisar el teléfono a todo momento, incluso en los instantes previos a dormir, a estas alturas es una práctica normalizada, pero no por eso significa que sea un hábito saludable.
Perla David, neuróloga de Vidaintegra, constantemente repite a sus pacientes que el celular debe ser marginado al momento de acostarse, siendo parte fundamental de una buena higiene del sueño.
“El uso de celulares altera el ciclo del sueño y mantiene el estado de alerta”, explica. Cuando se recibe una notificación justo antes de dormir, aumenta la adrenalina, la frecuencia cardíaca y la apertura de ojos. “Con esa luz intensa, directa y cercana se puede llegar a producir una alteración de la fóvea”, que es una parte de la retina del ojo cuya función es ayudarnos a tener una visión lo más nítida y precisa posible. El uso desproporcionado de smartphones —sobre todo a oscuras— puede ser una causa directa de ceguera a largo plazo.
“Muchos niños miran los teléfonos con la luz apagada, un contraste que va directo a la retina y a la fóvea”, dice David, un comportamiento que también se repite en adultos, sobre todo cuando estos se desvelan. “La persona está pendiente, está en alerta porque está esperando un nuevo mensaje, otra notificación, lo que los termina haciendo dependientes”, comenta. “Puede convertirse en una adicción tan poderosa que muchas personas no son capaces de alejar el celular ni pueden dejar de mirarlo”.
Se trata de una realidad preocupante. “Universidades como la de Calgary, en Canadá, han sacado informes que concluyen que mientras los niños interactúan con las pantallas, se reducen ciertas conexiones neuronales y sinápticas”, nos dijo Daniela Henríquez experta en redes sociales y cofundadora de la ONG Efecto Mariposa en un artículo pasado sobre uso de tablets en niños y adolescentes.
Lo que sucede, según esta especialista, es que la luz azul provoca el efecto casino, que es básicamente mantenerse ahí pegado, entretenido, pero perdiendo la noción del tiempo, algo que puede implicar negativamente en nuestro ciclo de sueño.
Toda esta estrecha cercanía con el teléfono termina condicionando nuestros sentidos, tan dependientes de los estímulos que nos provoca el celular que incluso los llegamos a imaginar. De hecho, según una investigación realizada en Taiwán, los trabajadores que mostraban mayores índices de síndrome de vibración fantasma también presentaban altos niveles de fatiga personal y laboral. De acuerdo a los autores del estudio, sentir que el teléfono está vibrando cuando no lo hace “puede ser un presagio de estrés mental o un componente del síndrome clínico de agotamiento, e incluso puede predecir de manera conveniente y precisa el síndrome ‘burnout’”.
¿Qué podemos hacer para combatirlo?
Establecer momentos
“Lo ideal es tener horarios de trabajo, no estar constantemente pegado al celular ni tenerlo en modo de vibración, sino que suene”, dice Benavides. Pero si no quieres que te esté sonando todo el día, “puedes tenerlo en silencio en tiempo completo, o activar el modo nocturno en la noche, para reducir la expectativa de que va a pasar algo y no estar conectado 24/7”.
Desapego gradual
David enfatiza que hay que hacer un trabajo gradual de desapego. “Hay gente tan adicta que tiene un problema terrible, y no es capaz de ir ni al baño sin el celular”, agrega. Por eso aconseja experimentar e “ir alejándose del teléfono de a poco, comprobar que no pasa nada y que si te llaman, puedes ver el llamado y devolverlo”. Es tan simple como eso. “Es como la desensibilización progresiva: poco a poco, cuando te sometes el estímulo, empiezas a tener menos miedo o menos angustia”, recalca.
Desactiva algunas notificaciones
No todas los mensajes, correos, avisos o likes que recibes deben generar una vibración o una notificación. Benavides recomienda priorizar: “hay que tener alarmas o sonidos en cosas que realmente sean importantes, no para todo”. Es decir, si no quieres que te suene o vibre el teléfono cada vez que una tienda tiene una oferta o un juego presenta una novedad, es tan simple como dirigirte a la rueda de configuraciones y desactivar aquellas que realmente no te aportan.
Silencio a esos grupos de WhatsApp
“También puedes poner en silencio los grupos de WhatsApp y las redes sociales que no son yan relevantes”, apunta Benavides. “Es este tema, cómo el teléfono está demandando nuestra atención, el que provoca que el cerebro tenga sensaciones que no son las que realmente ocurren en el exterior”.
La estación de carga
Para David, es extremadamente preocupante lo que sucede con los niños o adolescentes y el uso descontrolado de los smartphones, sobre todo considerando que están en etapas donde su cerebro se encuentra en formación. El buen dormir es esencial para cualquier ser humano, pero en especial para los menores de edad, que requieren un descanso profundo para su óptimo desarrollo. Por lo mismo, sugiere que los adolescentes carguen durante la noche sus teléfonos en las habitaciones de sus padres, “para que ellos tengan la certeza de que no los tienen cerca y así no les afecte el sueño.
El recurso del “modo nocturno”
En casi todos los smartphones existe la alternativa de activar un modo al que se le suele conocer como “no molestar”. Esta opción está pensada para que durante la noche nadie perturbe tu sueño. En casos de emergencia, se puede configurar para que el celular suene si es que un mismo número llama más de una vez.