No es exactamente el futuro que vaticinaban William Hanna y Joseph Barbera, en 1962, cuando crearon la serie animada Los Supersónicos. No hay autos voladores, ni las casas están suspendidas por los cielos, ni se puede pasear por el espacio como quien va a la panadería a comprar pan antes del desayuno – aunque Elon Musk y Jeff Bezos, entre otros magnates, buscan corregir esto último.

Para ser justos, aún faltan otras cuatro décadas para situarnos exactamente en el año desde el cual se sitúa la historia de la familia Sónico. Por lo que es más apropiado decir que los señores Hanna y Barbera – creadores, además, de una infinidad de series clásicas como Los Picapiedras, Tom y Jerry y Scooby Doo – fueron bastante más clarividentes que fantasiosos respecto al desarrollo de la tecnología en el segundo milenio. Por ejemplo, en cierto capítulo, el televisor se enciende solo y un profesor de gimnasia llama a la familia a despertar para una clase telemática de ejercicios matutinos. Jane – la madre y esposa de la familia–, hace un gran esfuerzo por mantenerse despierta mientras flexiona sus dedos índices. “¡Apretando el botón!”, dicta el coach, desde el otro lado de la pantalla.

El ejercicio tendría utilidad, segundos después, cuando Jane le sirve un desayuno a la carta a su hijo, Cometín: leche, huevo, tocino. Todo sale en un dos por tres gracias a una máquina “prepara-desayunos”, a la que sólo le debió apretar un par de botones. “Listo, ya terminé este trabajo”, dice una vez servido el menú – que aparece directamente desde la mesa de la cocina–, al que también agregó un “ambiente silencioso”, proveído por el mismo dispositivo inteligente.

Hoy, la tecnología smart apunta a gestionar por nosotros, de manera de hacernos más sencillo el día a día. Lo pudimos ver, al comienzo, en los celulares y televisores, que agregaron múltiples tareas a lo que se suponía que era su función primaria – hacer y recibir llamadas, y exhibir el contenido de las emisoras televisivas. Con los años, hemos sido testigos de nuevas aplicaciones de estos sistemas, ya sea en parlantes, ampolletas e, incluso, enchufes, entre otros. Así es como ha crecido la tendencia de las smart homes. Es decir, como explica Felipe Ovalle, fundador del sitio especializado OhMyGeek!, “una casa conectada, que tiene múltiples sensores, y que se apoya de asistentes para automatizar ciertas cosas que antes hacías manualmente”.


¿Casa inteligente? ¿Para qué?

La palabra clave es automatizar, lo que quiere decir que se sustituye la intervención humana por la labor de los dispositivos que se activan automáticamente a la hora y por el tiempo predeterminado por el mismo usuario. En el contexto del hogar, se habla de domótica al conjunto de tecnologías aplicadas al control y la – mencionada– automatización inteligente de éste.

“El beneficio es poder ser más flojo”, dice Ovalle entre risas. En su caso, instaló sensores magnéticos que detectan el movimiento en su hogar. Eso, por ejemplo, le permite iluminar pasillos oscuros cuando pasa por ellos, sin necesidad de presionar un interruptor. Pero, además, cuenta con un sistema que le da la posibilidad de programar el encendido y apagado de luces, así como un termostato inteligente, que activa la calefacción cuando la temperatura baja demasiado; y “un asistente de voz para controlar todas las luces o enchufes inteligentes”.

Amazon Echo, Apple Homepod Mini, Google Nest, son algunos de los dispositivos con asistencia de voz más populares en el mercado.

La lista de opciones de artículos smart es larga y cada año suma nuevos exponentes. “Desde altavoces con asistente virtual, collares para animales de compañía, aspiradoras y enchufes inteligentes, pantallas, luces, timbres y una lista interminable de tecnología por y para la vida cotidiana”, describe el blog español Zona de Internet. Todo con la promesa de brindar confort, seguridad y, también, eficiencia energética.

“La gracia de un smart home es hacer tu vida más simple. Hay que partir de esa premisa y si no la cumple, es que algo está mal en la tecnología o no se está haciendo bien. La idea es automatizar cosas que pasan. Entonces, por ejemplo, si me despierto a las 7, programo para que las luces se comiencen a encender un poco antes, de manera tenue, como imitando la salida del sol. Además, que a la hora de despertar, suene una canción que me gusta mucho y que la máquina de café lo haga automáticamente”, complementa el periodista de tecnología Martín Calderón.

Según el especialista, la tendencia smart home está “bastante avanzada” en el país. “En grandes tiendas existen opciones. Ya no es algo exclusivo de usuarios más entusiastas, sino que se ha normalizado bastante”, asegura. Pero no sólo el retail le ha abierto las puertas a este mercado, sino que se pueden encontrar algunas tiendas especializadas que no sólo ofrecen los equipos sino también la instalación y configuración de estos. Porque si bien existen artículos específicos que son plug and play – como en el caso de las ampolletas inteligentes –, convertir por completo tu hogar en un smart home requiere de fijar una central de control desde la cual se puede gestionar y sincronizar a los aparatos inteligentes.

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La idea es que, finalmente, puedas manejar a antojo tu smart home desde tu smartphone. Conectividad pura, para bien y para mal…

Antes de comprar...

En un capítulo de la decimotercera temporada de Los Simpsons, Homero y compañía adquieren la Ultrahouse 3000, una casa inteligente que, incluso, tiene la capacidad de hablar y dialogar con los residentes. Marge, de hecho, decidió asignarle la sensual y distinguida voz del actor británico Pierce Brosnan. Al poco andar, la casa se vuelve contra la familia, a la que intenta matar – menos a Marge, con la que está obsesionado–, aunque, como es de esperar, sin éxito. El agente 007, versión smart home, termina pagando con las penas del infierno su atrevimiento… en el hogar de Patty y Selma.

Así como Los Simpsons, son varias las cuentas de redes sociales que satirizan respecto al mercado de los productos inteligentes, demostrando cómo es que estos – y sus fallas o requerimientos de sistemas– hacen más complicada la vida que sencilla. ¿Se imaginan una parrilla grill que deba actualizar su software para poder continuar funcionando?

“Tenemos que entender que los aparatos smart son, en el fondo, computadores. Y, como cualquier computador, requieren de un software para funcionar. Lo que significa que cualquier fallo en el software puede implicar que, incluso, dejen completamente de funcionar”, dice Vladimir Garay, director de incidencia y comunicaciones de la ONG Derechos Digitales. “Puede que todos los componentes mecánicos del aparato estén en perfecto estado, porque soy cuidadoso y lo uso como dicen las especificaciones, sin embargo, un fallo del software podría hacer que el aparato se vuelva inútil. Y esto pasa mucho, por distintas razones. A veces, las compañías a cargo del software dejan de existir y no hay más soporte. Otras veces, las compañías deciden dar de baja al software y a una línea de aparatos, porque hay nuevas versiones a la venta. Y eso significa que los aparatos smart son más vulnerables a quedar obsoletos más rápidamente”, complementa.

A propósito – pregunta aparte–, ¿cuántos smart TVs has comprado a esta altura, porque el que tenías dejó de funcionar correctamente?

Otro punto a considerar, antes de convertir tu casa en una smart home, es que el funcionamiento de los aparatos inteligentes dependen de la conexión a Internet. “Entonces, si se cae el servicio, se cae también el sistema y es una lata. Y sabemos que, incluso en Santiago, que es el lugar de conectividad más estable del país, los servicios no son tan buenos”, expone Martín Calderón.

Felipe Ovalle es menos dramático y si bien reconoce que alguna vez se le cayó el sistema, dejándolo sin luces inteligentes ni asistente de voz, asegura que “es muy raro que ocurra”. Y, por lo demás, “todo puede ser utilizado igualmente de forma manual”. En ese sentido, Garay recomienda que, antes de comprar un aparato inteligente, reflexionar sobre cuán grave podría ser el problema de que éste deje de funcionar.

Por otro lado, los productos inteligentes prometen una optimización de sus funciones en base a nuestras preferencias y al uso que les damos. Y para ello recolectan datos, a través de los cuales van desarrollando nuestros perfiles. Vladimir Garay dice que este es un tema “particularmente problemático cuando tanto los datos como las inferencias que se pueden hacer a partir de estos tienen que ver con información sensible, como temas relacionados a la salud, preferencias políticas, sexuales, nivel de ingreso, en fin, cualquier información que pudiera ser utilizada de manera discriminatoria”. Por eso, asegura, “es tan importante saber qué datos se recolectan, quién los recolecta, dónde y por cuánto tiempo se almacenan, quiénes pueden acceder a esos datos y con qué fin”.

Algo similar ocurre respecto a la ciberseguridad. “Estos dispositivos tienen micrófonos y, en algunos casos, cámaras que necesitan escucharte para poder estar atentos a cuando das órdenes”, explica Felipe Ovalle. Esto ha levantado múltiples teorías y sospechas respecto a cuánto nos pueden escuchar y ver a través de estos aparatos. El fundador de OhMyGeek! prefiere cortar por lo sano: “Si alguien tiene miedo por su privacidad y cree que lo van a espiar, como si fuera Mark Zuckerberg, entonces, que no tenga estos dispositivos. Tan simple como eso”. De todas maneras, aconseja – a quienes no les preocupa lo anterior– minimizar los riesgos. “En el caso de los asistentes de voz, por ejemplo, no tener las tarjetas de crédito conectadas con los servicios, para que no vayan a comprar nada sin mi consentimiento”.

Por su parte, Martín Calderón apunta a que “no es tan común que existan amenazas de este tipo, pero pueden existir”. Por eso, dice, “hay que elegir marcas confiables, que utilicen protocolos conocidos. “Por ejemplo, yo sería más cuidadoso en la compra de cámaras de seguridad IP – que permiten transmitir en línea sin necesidad de un computador–, para cuidar a la mascota o al hijo, mientras se está en el trabajo. Tiene que ser una con un buen track record de seguridad, que tenga buenas reseñas y no registre incidentes graves. Y hay que saber, también, que lo barato cuesta caro”. Para el periodista es clave tener una “buena cultura de ciberseguridad”, partiendo por contar con claves apropiadas y “no las que vienen por defecto”.

Tanto el almacenaje de datos como la ciberseguridad son puntos que, para Vladimir Garay, se tendrían que considerar al momento de la compra de un dispositivo inteligente y deja un tip: “En general, cuando las cláusulas son abusivas – respecto a la cantidad de datos que se recolecta, quiénes pueden acceder a estos y por cuánto tiempo se almacenan– es una mala señal y deberíamos preferir no adquirir esas marcas”.

Y, ¿entonces?

Seguramente te preguntas, a esta altura, si es recomendable o no, convertir tu hogar en una smart home. Tanto Felipe Ovalle como Martín Calderón creen que sí, aunque aconsejan comenzar de a poco. Más bien, pensar qué ítems te gustaría automatizar y para qué. Por ejemplo, instalar sensores de movimiento que permitan iluminar los espacios por los que caminas durante la noche, o quizá, armar una sala de cine con una iluminación acorde que, además, puedas manipular desde el celular. “Uno se puede gastar millones en esto, pero recomiendo ir de a poco y no all in. Se puede comenzar a probar en una pieza secundaria, que sirva de oficina. Y si acomoda, ir avanzando hacia otras partes de la casa”, dice el periodista de tecnología.


*Los precios de los productos están actualizados al 2 de febrero de 2022. Los valores y su disponibilidad pueden cambiar.