Estás caminando por la calle y pasas frente a un antejardín. En él hay un perro y, por alguna razón que desconoces, se altera y ladra con todas sus fuerzas hasta que llegas a la esquina. ¿A quién no le ha pasado? Hay personas que se asustan, otras se enojan y algunas no se dan cuenta —porque van con audífonos o mirando su teléfono—, pero son los menos quienes piensan en lo que puede estar pasando en la cabeza del perro.
“El ladrido es una forma de comunicación del lenguaje canino. Puede tener diversos significados pero, en general, busca transmitir una emoción”, explican Javiera Díaz y Karina Bacigalupo, adiestradoras caninas profesionales y técnicas en gestión del comportamiento. Ellas también son fundadoras de Educanino.
“Es cien por ciento comunicación”, dice Josefa Ramírez, etóloga clínica y especialista en vínculo humano animal. “Los perros lo usan para comunicarse entre sí, pero también, en ciertos contextos, para vincularse con nosotros en la domesticación y convivencia”, detalla la también creadora de contenido conocida como @Joseveterinaria.
1. La importancia del contexto
Para entender qué es lo que sucede cuando un perro ladra, las especialistas coinciden en que es necesario tomar en cuenta lo que está pasando alrededor. “Debemos entender el contexto de la situación y del perro, por lo que es imposible categorizar los ladridos sin la situación concreta”, explican desde Educanino.
Y vaya que pueden significar muchas cosas. “Puede ser que quiera algo, que quiera comunicar que hay algún peligro en alguna parte o alertar al grupo de algo. También que tenga una emoción detrás”, profundiza Ramírez. Para comprender qué es lo que busca expresar, es necesario “analizar el contexto y entender también su lenguaje corporal, interpretando un poco cómo se siente el perro en ese momento”.
“Un perro que ladra cuando llega una persona a la casa, por ejemplo, puede hacerlo porque está protegiendo un recurso que considera valioso, como su espacio, también por miedo o sobreexcitación; por querer llamar la atención o por alegría”, hipotetiza Educanino. Cada una de estas situaciones se puede diferenciar de la otra según la postura de su cuerpo, como si muestra o no los dientes o si su cola está escondida o en movimiento.
2. La emoción detrás del ladrido
“Cuando nos enfrentemos a un ladrido de nuestro perro, debemos tener presente que lo expresa porque está experimentando una emoción concreta”, aseguran Díaz y Bacigalupo. Por ende, uno de nuestros desafíos como humanos es tratar de “entender cuál es esa emoción para darle una connotación específica”.
Molestia, frustración, miedo, ansiedad o alerta: esas son algunas de las emociones que podrían estar sintiendo los perros cuando ladran, explica Jose Veterinaria. Por ejemplo, si un perro le tiene miedo a las bicicletas y no tiene la opción de escaparse de las bicicletas, “va a sobre reaccionar frente a ellas; la verá como una amenaza, y como no tiene una forma de reaccionar, el ladrido es su forma de defenderse”, observa.
Al revés, un ladrido puede ser inofensivo si se da en un contexto de juego, como cuando espera a que le lancen una pelota o un palo para ir a buscarlo. Ahí solo es una manifestación de ansiedad para continuar con la diversión.
3. Cuando hay ladridos reforzados
“Hay perros que le ladran todo el día al tutor, porque saben que así obtienen cosas, como comida o un paseo. Y el tutor ha ido reforzando o tolerado esta conducta a lo largo de la vida del perro”, analiza Ramírez.
Sin embargo, “es algo que depende mucho del contexto y de sus experiencias”, porque hay otros donde el ladrido “no se ha reforzado o tolerado, entonces serán perros que ladrarán mucho menos”.
4. ¿Tu perro no ladra?
“Es usual que haya perros que no ladren tanto o que casi no lo hagan”, afirman desde Educanino. Esto puede deberse a su raza, ya que “hay algunas donde el ladrido está mucho más marcado y es más común que en otras”.
Por ejemplo, algunos galgos tienden a expresarse con otro tipo de sonidos —un silbido casi delfinezco— en el día a día. Lo mismo se habla en razas de hocico chato, como bulldogs ingleses o franceses, además de muchos perros mestizos, “quienes heredaron esta predisposición genética de sus progenitores”, expresan en el sitio Expertoanimal.com.
“La falta de ladrido por lo general no es preocupante, salvo cuando el perro experimenta situaciones en que debería comunicarse a través del ladrido o algún símil, como el gruñido, pero no lo hace”, recalcan. Por lo tanto, que ladre poco o casi nada no es algo por lo que inquietarse. Más bien, al contrario.
5. ¿O tu perro ladra en exceso?
Si tu mascota ladra mucho y varias veces al día, “puede ser señal de que hay algún problema de gestión emocional y que no tenga las herramientas suficientes para abordar ciertas situaciones”, explican desde Educanino.
Para casos donde el ladrido es preocupante —lo hacen ante cualquier persona o perro que se les cruce, o cada vez que alguien interactúa con ellos—, la evaluación con un profesional de la etología es la mejor opción a la que puede acudir un tutor. “Hay perritos que simplemente ladran más que otros y no siempre esto significa que estamos frente a un problema de gestión emocional”, exponen.
Según explica Ramírez, el ladrido excesivo puede tener varias causas, como por ejemplo el estrés. “Es súper importante asegurarnos de que esta no sea la causa”, advierte. “Muchas veces el perro trata de aumentar un comportamiento cuando se siente estresado, por lo que el ladrido a causa del estrés es muy común”. Sin embargo, el llamado es a la observación, para así entender el estado emocional del perro. Entender antes de juzgar.
6. Si sus necesidades no están cubiertas
“El ladrido excesivo también puede significar que el perro está pasando por un problema emocional. Hay perros con ansiedad crónica, lo que puede revelar un pobre estado mental porque un perro bien estimulado, que tiene sus necesidades cubiertas, tendrá menos necesidad de ladrar que aquellos que están pidiendo muchas cosas”, puntualiza Ramírez.
Para entender este punto, podemos basarnos en la pirámide de necesidades del perro, creada por la adiestradora canina Linda Michaels. En la base están sus necesidades biológicas (nutrición adecuada, agua, ejercicio, refugio, etc), seguidas por sus necesidades emocionales (sentirse seguro, amor, confianza, liderazgo). Más arriba están las necesidades sociales (como el juego y el vínculo afectivo con personas y perros), y sobre ellas la necesidad de entrenamiento amable (gestión y aprendizaje de forma amable). En la cima se ubican las necesidades cognitivas (novedades, retos mentales, opciones). Puede ser que algunos de estos puntos estén deficientes, y por ende, el perro lo exprese a través del ladrido.
“El ladrido excesivo sí es señal de que algo le pasa al perro. Quiere decir, seguramente, que su estado de bienestar está comprometido”, advierte la veterinaria.
7. El espacio que merece el ladrido
Todas las profesionales coinciden en que el ladrido tiene una estigmatización o connotación negativa asociada. Puede ser porque para las personas que no entienden a los animales sea un sonido molesto. Lamentablemente, al no expresarnos en el mismo lenguaje, a veces olvidamos que esta es una forma de comunicación, y como tal merece respeto, entendimiento y espacio.
Tenemos que compararlo a cuando alguien se nos acerca y nos habla en otro idioma: hay quienes carecen de empatía (o tiempo) y puede que ignoren el mensaje, mientras que otras personas, con lenguaje no verbal, mímica o palabras en inglés, llegan a entenderse. Con los perros deberíamos intentarlo de forma similar: si hay algo que te están intentando comunicar, hay que prestarles ojos y oídos, tal y como lo hacemos con cualquier integrante de la familia.
“Me gustaría que el ladrido no fuera tan estigmatizado ni cisto como algo negativo. El ladrido es una forma de comunicar, tiene un contexto y un estado emocional detrás”, opina Josefa Ramírez. Por lo mismo, nuestra visión ante el ladrido debe ser más integral y amplia. “No categorizarlo solo como un comportamiento aislado, sino reconocer que el perro también pasa por estados emocionales que lo pueden perjudicar y que nosotros, como tutores, tenemos la responsabilidad de asegurarnos de que nuestros animales de compañía tengan bienestar”.
“El ladrido suele ser castigado y demonizado por los humanos, lo que es un grave error”, advierte Educanino. “Los perros ladran”, dicen. Que no lo hicieran sería lo raro. Lo que nos corresponde es saber escucharlos.