Para 1980, la relación artística entre Brian Eno y David Byrne estaba en su máximo esplendor. El primero llevaba dos discos colaborando con la banda del segundo, Talking Heads, cosechando grandes críticas y removiendo la escena neoyorkina dominada por el emergente punk. El vigor artístico e intelectual de los músicos —ambos con estudios en escuelas de arte— derivó en lo que sería My Life In The Bush of Ghost. Un álbum ambicioso y conceptual que combinó el uso de instrumentos acústicos con aparatos electrónicos que comenzaban a tomar fuerza por aquellos años, como los sintetizadores.
Aunque en un comienzo pasó sin pena ni gloria, con los años ganaría crédito como disco de culto, así como tantos trabajos y bandas que surgieron entre las sombras de los ochenta, una década dada para la experimentación, que además tuvo nuevos soportes en instrumentos que, al igual que Eno y Byrne, buscaron expandir los límites de la música occidental. Entre ellos, la batería electrónica.
Se dice que The Moody Blues la utilizó por primera vez en 1971, en su disco Every Good Boy Deserves Favour, pero fue en la década siguiente cuando su usó se popularizó. En el rock, el fallecido Neil Peart de Rush llevó hasta sus últimas giras una enorme batería de 360 grados que incluía un set electrónico a su costado derecho. En Latinoamérica, Charly Alberti de Soda Stereo solía girar con una batería híbrida — partes acústicas y otras electrónicas—, tal como se puede apreciar en los videos de su presentación en el Festival de Viña de 1987. Hoy, bandas tan masivas como Tame Impala cuentan con un set completo de este instrumento, demostrando no sólo su vigencia y adaptabilidad sino además una evolución que la ha hecho muy compatible con el estilo de vida citadino.
Porque no sólo los músicos profesionales se sienten tentados a probar sus bondades: también los aficionados, sobre todo aquellos que sueñan con tocar una batería acústica pero que se ven impedidos por vivir en un departamento. De hecho, las ventas de baterías electrónicas se dispararon durante la primera etapa de la pandemia. En Audiomusica, por ejemplo, el crecimiento fue de un 12% entre 2019 y 2020. Y pudo ser mayor si no se hubieran agotado los productos ni hubiesen existido problemas de abastecimiento.
Según el category manager de la multitienda, Diego Calderón, el período de encierro permitió ver “en gloria y majestad” las ventajas que desde hace muchos años tiene el instrumento. “Es bastante más compacta que la batería acústica, puedes modificar los sonidos de cada platillo, de cada tambor y, como puedes ponerles tus audífonos, no molestas a nadie”.
Versátil, cómoda, sin ruido
El caso de Pablo Martínez es bastante gráfico: el baterista profesional, que actualmente forma parte de la banda en vivo de Myriam Hernández, es también profesor de batería acústica. Solía tener una sala que arrendaba para dar sus clases, pero la pandemia lo obligó a buscar nuevas alternativas. Empezó a hacer clases online desde su departamento, utilizando su batería electrónica.
“Fue la mejor opción. Me abrió las puertas para hacer clases a gente de todo el país e incluso del extranjero. Además, puedo grabar canciones o componer para mis proyectos con un sonido bastante profesional sin necesidad de una gran infraestructura”, comenta.
Para Martínez, la principal ventaja de la batería electrónica es que viene “con todo lo necesario para tocar, cabe en cualquier habitación y no tienes ruido acústico”. Ese último punto “es lo mejor”. Aunque ojo: el golpeteo igual provoca la vibración sobre el suelo, lo que puede ser bastante molesto para el vecino del piso de abajo, por lo que se recomienda aislar. “Lo ideal es usarla sobre una tarima con goma que la separe del piso”.
Otro de los beneficios del instrumento, según el baterista, es que “vienen equipadas para ser conectadas al computador y grabar casi de inmediato. Con una batería acústica, en cambio, prácticamente tienes que construir un estudio de grabación para lograrlo”.
Matías Figueroa, de la tienda especializada para bateristas y percusionistas Drumdealer, concuerda: “La batería electrónica te permite maquetear en la casa, probar distintos sonidos. También sirve para estudiar o para los que tocan por hobby, que incluso pueden escuchar la música que les gusta y tocar encima”.
Pero además de la comodidad, la versatilidad que ofrece es otro de los grandes valores del instrumento. En el aspecto sonoro, “puedes emular una batería de rock ochentera, luego una batería de jazz y una batería moderna. Puedes hacer que suene con los timbres que a ti se te ocurran, sin tener que físicamente cambiar el instrumento”, ejemplifica Calderón, quien también tiene estudios de música y basta experiencia en el ejercicio musical. Además son fáciles de armar, desarmar y transportar, al menos comparada con una batería acústica. “Es súper simple y no pesa nada”, asegura.
Un buen camino para comenzar, pero…
Dadas sus características, muchos consideran que la versión electrónica es una buena manera de aproximarse a la batería tradicional. Sin embargo, es importante entender que no es exactamente lo mismo. “En la actualidad son la mejor opción para comenzar, un poco caras con respecto a una batería acústica de gama baja, pero muy práctica. Vienen con todo lo necesario para tocar”, dice Pablo Martínez.
Aunque agrega que, “con todos los sensores del mundo, nunca va a ser lo mismo que una batería acústica”. ¿Y a qué se debe eso?
Según Martínez, en general las baterías electrónicas son más compactas y con mayores niveles de ajuste que las acústicas. A pesar de que ciertos modelos poseen un tacto muy similar al “real”, no es “perfecto”. Por ende, “el día que toques una acústica todo te puede quedar más lejos, y si no sabes sacarle el sonido, no va a sonar como las baterías que escuchas en tus canciones favoritas”.
“El sonido acústico de una batería es emulable pero imbatible”, complementa Calderón. Para él no hay cómo equiparar la experiencia “energizante” de estar rodeado de la vibración de tambores y platillos. La batería acústica, además, se compone de un cuerpo sonoro “lleno de armónicos bajos y agudos producto de la especial combinación de maderas, parches y metales”. Eso, sostiene el hombre de Audiomusica, “es muy difícil de imitar por un sonido digital”.
Pese a estas limitaciones, sería un error subestimar las capacidades y posibilidades que ofrece una batería electrónica. Como dice Calderón, una de las gracias de este instrumento es que “permite explorar muchas más texturas musicales, llegar a otros niveles de creatividad”. “Verla solo como la alternativa para no molestar a los vecinos es desestimar su gran potencial”, advierte el entendido.
El potencial de la batería acústica se centra en el módulo que incorpora cada modelo. Es “un cerebro que contiene todos los ruidos, efectos y manipulaciones que se les puede hacer”, explica Matías Figueroa. Mientras mejor el módulo, mejor la batería —y también más cara. El módulo va conectado por cable a cada pad —la pieza y superficie a percutir—, el que a su vez posee un sensor encargado de percibir el golpe y enviar la señal al módulo para que emita el sample seleccionado.
El sample es el sonido: podría ser el de un modelo de batería específico, una conga u otra percusión, e incluso, un sonido cualquiera como el ladrido de un perro si es que uno lo carga en el módulo. Las opciones son infinitas. En general, los samples que se incluyen en cada modelo son grabados por el fabricante en un estudio de grabación. “Graban un montón de sonidos de baterías reales, que después comprimen y pasan por todos los procesos para que suenen lo más listos posible”, dice Figueroa.
Y si los sonidos que incluye la batería no te satisfacen, siempre existe la opción de mejorarlos o agregar nuevos, aprovechando su protocolo MIDI, el cual permite que computadores, instrumentos musicales y hardwares puedan comunicarse entre sí. Figueroa recomienda utilizar programas como Superior Drummer o EZ Drummer, que acercarán aún más a la experiencia de tocar una batería acústica.
Lo que Pablo Martínez hizo con su batería electrónica es una muestra de las posibilidades que ofrece el instrumento: fusionó su Roland TD 15 con una batería acústica. “Cambié los pads por tambores reales, a estos les puse parches de malla para insonorizarlos y triggers, que son los sensores que envían la información al cerebro de la Roland”. El resultado es éste:
Pero estas son palabras mayores. Volvamos al inicio.
Con qué empezar
Hablemos de presupuesto. Según los entendidos, cualquier batería electrónica que vaya desde los 400 o 450 mil pesos, y que se pueda conectar a un computador, está a la altura de un buen comienzo. “Por menos de eso no recomiendo comprar una, porque en verdad el valor dice mucho de este tipo de instrumentos. Los precios, en las marcas y modelos top, pueden llegar a los 2 millones y medio de pesos”, dice Figueroa.
¿Qué debería incluir el modelo? “Al menos cuatro tambores, un bombo, tres platillos y el cerebro”, dice Martínez, que recomienda además fijarse en los materiales con que está fabricado. “La mayoría son de plástico o algo parecido al caucho. También están los pads, que tienen una malla que se asemejan mucho a los parches reales de una batería acústica, aunque esto aumenta considerablemente el valor. El resto de las estructuras y los soportes son de metal liviano”.
¿Marcas? Yamaha, Alesis y Roland son las más mencionadas, siendo esta última la líder del mercado. Cuenta con gran prestigio y modelos profesionales —como el VAD 506—, pero para principiantes la TD-07 KV o la TD-1 DMK son muy buenas alternativas.
Roland TD-07 KV
En Drumdealer trabajan con la marca estadounidense KAT Percussion. “Tiene sonidos bastante buenos y cuenta con tres gamas, que van desde los 400 mil, luego 700 mil, hasta un millón de pesos”, comenta Matías Figueroa. Actualmente están agotadas en la tienda, pero llegarán nuevas unidades justo a tiempo para Navidad.
Por su parte, Diego Calderón recomienda la SD61-5 de Avatar. “Tiene buenos reviews en internet y, por su precio, es la mejor alternativa. Es un modelo compacto que puedes tener en tu dormitorio, desarmarlo, guardarlo y armarlo cuando quieras”.
Avatar SD61-5
Ahora, antes de tomar una decisión, lo más recomendable es informarse como corresponde de las distintas marcas y modelos. Figueroa sugiere buscar reseñas, revisar comentarios, ver videos de Youtube e, incluso, leer los manuales. “Hay que conocer bien el producto, porque de lo contrario ahí vienen los errores: enchufar algo donde no corresponde, poner algo al revés y romper una pieza, etcétera”.
Amplificación y otras consideraciones
Es importante tener en cuenta que las baterías electrónicas no incluyen un parlante integrado. Necesitan de un complemento para amplificar el sonido: estos pueden ser audífonos —como se suele utilizar—, una caja activa o, incluso, se puede conectar a un equipo de audio. Considera, eso sí, que un modelo de gama alta necesita de una amplificación de calidad para sacarle el jugo a su potencial sonoro.
Asimismo, la mayoría de los modelos no incluyen pedal de bombo ni tampoco un pad de esta pieza, sino que traen un pedal con sensor en su propio soporte. Algo similar ocurre con el hi-hat: los modelos iniciales tienen el pad y un pedal, no así el atril.
Finalmente, nunca está de más asegurarse de la marca cuente con servicio técnico en Chile. Aunque los pads están hechos para ser golpeados, nunca se sabe cuándo pudiera ser necesario revisarlos.
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*Los precios de los productos en este artículo están actualizados al 22 de julio de 2022. Los valores y su disponibilidad pueden cambiar.