Seguro más de una vez saliste del cine asombrado por la experiencia envolvente que acabaste de vivir. Sobre todo si se trató de una película de acción, donde abundan las explosiones, las naves y los momentos de tensión. No se trató solo de la imagen en la pantalla sino que, también, del sonido proveniente de todos los rincones de la sala.
Ese efecto se debe, en gran medida, a las frecuencias bajas o graves integradas en el audio de las películas. Estas provocan una sensación física, una vibración similar a la que se produce durante un temblor, solo que el epicentro parece estar en tu propio cuerpo.
Pero, ¿por qué la misma película, cuando se ve en casa, no genera una sensación física como cuando se la ve en en el cine? Respuesta obvia: por un sistema de sonido colosal que jamás tendrás en tu living. Cierto. Pero si nos vamos a lo específico, la clave está en los subwoofers implementados en la sala, un tipo de parlante dedicado exclusivamente a la reproducción de frecuencias bajas.
Quienes fueron adolescentes durante el cambio de milenio —a fines de los 90 y comienzos de los 2000— y pasaban algunas horas del día frente a sus enormes computadores, recordarán esas cajas instaladas en el suelo o bajo el escritorio, que se utilizaban como complemento al sistema de audio del computador, casi siempre unos parlantes de pacotilla. Eran los subwoofers, muy de moda entonces, cuya presencia solía justificarse a la hora de jugar videojuegos tipo Doom u otros shooters cargados de explosiones.
Ahí las frecuencias graves emergían dándole mayor intensidad a la experiencia. “Uuuuuuuuh”, era la respuesta vocal para el asombro juvenil de la época. Reacciones primitivas para sensaciones primitivas, como cuando uno acompaña intuitivamente el ritmo de unos tambores. La culpa la tienen las ondas sonoras que se generan en cada golpe de la percusión y viajan por el aire hasta llegar a nuestros oídos. Pero las frecuencias bajas, además, nos golpean el cuerpo, generando una experiencia física envolvente.
Ese efecto podría replicarse en casa si contaras con subwoofers, capaces de realzar las frecuencias graves de una batería, un bajo y otros instrumentos cuyas ondas fluctúan en dicho espectro. Un dispositivo de estos puede entregar una sensación sonora similar a la que se obtendría si los músicos estuvieran en la misma habitación en la que te encuentras.
Pero, ¿no era que los subwoofers pasaron a la historia junto al PC de escritorio, los CD-ROM, los disquetes y webcam? Bueno, dicen que la moda es cíclica o tal vez esquizofrénica. Pero luego de altos y bajos desde su creación en los años 60, los subwoofers están una vez más de vuelta y con buena justificación.
Potencia y profundidad en el sonido
Pero antes demos varios pasos hacia atrás. Es importante recordar que el rango de frecuencias audible por el humano va desde los graves 20 Hercios (Hz) a los agudos 20 kilohercios (kHz), aunque somos más sensibles al intervalo entre los 2 mil y 5 mil Hz.
Generalmente, los subwoofers se encargan de reproducir las frecuencias que están bajo los 100 Hz, un espectro grave pero aún audible, dependiendo del volumen y la presión acústica. Francisco Martínez, fundador de Needle —tienda de discos y equipos de audio—, explica que un subwoofer se encarga de potenciar y enriquecer este tipo de frecuencias, haciéndolas no sólo audibles sino que también perceptibles como vibraciones. De esa manera, “complementan el rango de frecuencias reproducidas por los parlantes principales”. Así, el sonido se hace más profundo.
Diego Calderón, category manager de Audiomusica, dice que un equipo de sonido casero, con parlantes de “tamaños normales”, por lo general es capaz de reproducir “solo una pequeña parte” del espectro de frecuencias. Esto “los vuelve altamente prácticos pero con la limitante de entregar una experiencia que está lejos de ser cercana a la real”.
Por lo tanto, apunta Calderón, un subwoofer permite al oído “entender mejor los bajos”, mientras que ayuda a que el cuerpo “sienta el ‘golpe’ de sonido”, emulando la experiencia de estar frente a la fuente de dicho sonido, ya sea una banda de rock o un avión de guerra.
Subwoofer Audioengine S
Pasivos y activos
En el mercado se pueden encontrar dos tipos de subwoofers diseñados para complementar un sistema de audio en casa: los pasivos y los activos. Estos últimos son los más comunes, ya que cuentan con un amplificador integrado: es decir, no necesitan de un dispositivo externo que amplifique la señal de audio que recibe de un equipo “fuente” para que luego sea reproducida por los parlantes (como suele pasar con algunas tornamesas, que sí necesitan pasar por un equipo que las amplifique).
Un subwoofer activo, dice Martínez, “simplifica la configuración y el ajuste”. Se conecta o enlaza al equipo de audio o los parlantes que se tengan en casa y voilá, estará listo para su funcionamiento.
Los subwoofers pasivos, en cambio, no cuentan con un amplificador integrado y, por lo tanto, requieren de uno externo para reproducir sonido. Eso que puede parecer una desventaja, según explica el fundador de Needle, también resulta en una mayor “flexibilidad”, en particular para la gente audiófila que diseña su propia estética sonora. Por lo tanto, el sonido final que consigan dependerá también de otros dispositivos, como el amplificador externo, y no solamente del subwoofer en sí.
Para un público masivo, todo esto supondría mucha complejidad, tanto en la instalación como en la configuración. “Es más cacho; de hecho, no conozco a nadie que tenga un subwoofer pasivo”, comenta Martínez.
Por eso, incluso en el mercado HiFi, predominan los de tipo activo. Y estos, dice Diego Calderón, suelen ser inalámbricos, con conectividad vía Bluetooth o WiFi, radicalmente diferentes a los modelos de la época dorada del subwoofer, que incluían cables bastante extensos y gruesos, que poco aportaban al orden visual y mental. Ni las trampas láseres antirobos eran tan intrincadas como toda esa maraña de cables que recorrían las paredes y pisos de un dormitorio.
Subwoofer Bose Bass Module 500
Entonces, ¿cuándo vale la pena tener un subwoofer?
El uso de la música y el sonido incidental en las películas ha sido relevante desde los inicios de la industria. Incluso las películas mudas acompañaban las escenas con melodías que remarcaban las emociones que se querían transmitir. Cómo olvidar la música de cuerdas de Bernard Hermann para Psicosis y el protagonismo que tiene en la icónica escena de la ducha.
Pero si se trata de frecuencias graves, las implementadas por Gaspar Noé durante los primeros 30 minutos de Irreversible —en esa brutal escena donde un hombre explícitamente viola a una mujer— son, quizá, un mejor y más cruel ejemplo. Para transmitir esa violencia, el director acompaña la acción con un infrasonido de 27 Hz, ejecutado por Thomas Bangalter, uno de los miembros de Daft Punk, quien estuvo a cargo del soundtrack de la película. Aunque casi inaudible, el efecto físico que genera es incuestionable.
De hecho, la exposición de Irreversible en el festival de Cannes comenzó con tres asistentes desmayados y doscientos más que tuvieron que abandonar la sala producto de los mareos y la ansiedad que les generó este infrasonido. Algo que, para bien o para mal, no habría ocurrido sin la presencia de un subwoofer.
“La demanda de subwoofers en los hogares viene del cine”, reafirma Diego Calderón. Star Wars es otro gran ejemplo, pues su estreno en 1977 implicó también el desarrollo de la tecnología Dolby Stereo 4, que forzó a las salas del mundo a incorporarla para una experiencia sonora envolvente a la altura de las imágenes.
Hoy la tecnología imperante es Dolby Atmos, el sonido surround más poderoso registrado hasta ahora, que permite integrar hasta siete canales en la reproducción de audio. Gran parte de las plataformas de streaming de películas y series cuentan con esta característica; si te la pasas en maratones, contar con un subwoofer puede ser una gran alternativa para potenciar la experiencia.
Algo similar se da en los videojuegos, donde las frecuencias bajas cumplen un rol trascendental para una experiencia inmersiva. Las principales consolas también incluyen Dolby Atmos, por lo que contar con un sistema de sonido de cinco o siete canales, incluido un subwoofer, parece lo idóneo.
En la música se da algo particular. Algunos podrán decir que un sistema de audio sin un buen subwoofer es como una banda de rock sin bajista. Eso no es más que una exageración. Sin duda es un valor agregado pero no fundamental. “Depende de tus necesidades específicas y tus prioridades en el sistema de audio”, dice Francisco Martínez.
“Si estás comenzando con un sistema de sonido enfocado en escuchar música, podrías postergar el subwoofer y priorizar los componentes críticos, como el reproductor, el amplificador y los parlantes. También dependerá de la música que escuches. Por ejemplo, si te gusta el hip-hop o la electrónica, un subwoofer podría ser mucho más relevante que si escuchas jazz”, profundiza.
Sin embargo, la relevancia del Dolby Atmos en la música va al alza. De hecho, plataformas de alta resolución de audio, como Tidal, ya la incorporaron, y muchos artistas, como cuenta Diego Calderón, producen sus discos pensando en esta posibilidad.
No es que sea necesario contar con cinco o siete canales para disfrutar de ellos: de hecho, Calderón explica que uno puede escuchar en Dolby Atmos desde unos audífonos. Pero es el ideal que establecen.
En resumen, un subwoofer puede ser un muy buen complemento si se quiere profundizar en el sonido que entregan los equipos en casa. Por ejemplo, si se tiene parlantes Bluetooth tipo bookshelf o de librero, para complementar el audio de un televisor o, incluso, de una barra de sonido.
Subwoofer Yamaha NS-SW050 8″ 100W
¿En qué fijarse al comprar un subwoofer?
- Que sea compatible con el sistema de audio que tienes en casa.
- El tamaño del dispositivo es un buen indicador de su potencial, pero cuidado: “Un subwoofer muy grande para tu departamento monoambiente será una pérdida de dinero, ya que por falta de espacio funcionará a media capacidad”, advierte Calderón.
- Los materiales de construcción y ensamblaje. “Un parlante con muchas partes suele ser menos eficiente como caja acústica”, apunta Calderón. Lo importante es que se vea firme y cuente con materiales sólidos que no generen ruido indeseado producto de la vibración de sus bocinas.
- La potencia, la respuesta de frecuencia y las opciones de ajuste son cruciales, dice Francisco Martínez. Sin embargo, muchos modelos actuales incorporan la tecnología DSP, que permite que los dispositivos se calibren de forma inteligente y automática en relación al espacio en el que se instalan. “Es un avance superlativo y la experiencia mejora notoriamente”, sostiene Calderón. Por eso, algunas marcas dejaron de informar acerca de aspectos como la potencia de las bocinas, pues éstas son “dinámicas”.
- Calderón dice que el precio es un buen indicador de la calidad del producto, por lo que, “puedes esperar una buena experiencia si pagaste buen dinero por él”.
*Los precios de los productos en este artículo están actualizados al 19 de octubre de 2023. Los valores y disponibilidad pueden cambiar.