Fue en pleno período de confinamiento cuando María Paz Reveco ingresó a su nuevo y actual trabajo: analista de talento organizacional de ISA InterChile, una empresa que opera en el rubro de la energía eléctrica y las telecomunicaciones. La psicóloga laboral comenzó sus labores desde casa —algo muy poco usual antes de la pandemia—, sin conocer a sus empleadores ni a sus compañeros más que por lo que mostraban a través de las cámaras de sus computadores.

Pese a la distancia, María Paz dice que no tuvo problemas para integrarse a su equipo. “Me recibieron súper bien. Mantuvimos mucha comunicación por Whatsapp y reuniones a través de videollamadas”, comenta. Más de un año estuvo sin pisar el edificio corporativo al que, en otro contexto, habría asistido de lunes a viernes entre 8 y 18 horas.

“Me llevé bien con el teletrabajo, tanto así que todavía me cuesta volver a la oficina”, confiesa a propósito del retorno a la presencialidad, algo que han intentado poner en práctica sus empleadores, pero no sin dificultades. El primer intento fue en noviembre, pero vino una alza de casos y hubo que dar marcha atrás. Hace unas semanas retomaron sus planes con una modalidad híbrida y flexible, en que los trabajadores administrativos eligen qué días asistir y en los restantes se trabaja de manera telemática.

Aunque la modalidad híbrida es cómoda para María Paz, no se le ha hecho tan simple salir de su casa. Lo complicado, explica, es que durante todo el tiempo en que debió trabajar de manera remota se generó una nueva dinámica en su vida, donde tomó “más responsabilidades en la casa. Me imagino que le pasó también a otras personas, sobre todo a las que tienen hijos”.

Para Felipe Matamala, psicoanalista y docente de la Universidad Diego Portales (UDP), tras dos años de “adaptar toda nuestra vida, convivencia y espacios” a las nuevas condiciones de la pandemia, ahora entramos en un proceso cuya complejidad está en “cómo volver a ajustar estos nuevos tiempos a la presencialidad, a lo telemático y a la vida online”.

De todas maneras, si hay una modalidad que permite una transición del trabajo remoto al presencial de manera más óptima —o menos abrupta—, esa es la híbrida. Así lo sostiene Matamala, ya que por un lado “se aprovechan los espacios creados en casa pero también se retoman los ligados a lo presencial, como el encuentro con otros a nivel grupal de trabajo y cierta cultura organizacional” que desde lo remoto era imposible de replicar.

También los trabajadores parecen preferir lo híbrido. Un estudio de la empresa de coworking Wework, titulado “Redefiniendo los modelos de trabajo en Latinoamérica”, establece que el 88% de los trabajadores consultados en Chile considera este modelo como el ideal para el mercado laboral pospandemia. La cifra es incluso mayor al promedio latinoamericano, que llega al 81%.

Pero una cosa es que sea la modalidad preferida y, la otra, que sea fácil adaptarse.

Cercanía y distancia en el mundo digital

Felipe González lleva dos años y medio trabajando para una consultora y desarrolladora tecnológica. Es ingeniero civil industrial y su trabajo implica estar el 99% del tiempo pegado al computador. Por lo mismo, no le costó acostumbrarse al trabajo telemático, que realiza desde la casa que comparte junto a su pareja y la hija de ésta.

Cuenta, eso sí, que previo a la pandemia tenía habitualmente reuniones presenciales con clientes, lo que le implicaba desplazarse a distintos lugares. Eso cambió a partir de las restricciones sanitarias: las citas se comenzaron a realizar vía telemática y el tiempo que perdía en los viajes se transformó en minutos ganados para otras actividades.

Lo mismo le sucedió respecto a los traslados diarios hasta la pega: “vivo a una hora y media de la oficina. No hay metro cerca de mi casa, así que debo ir en auto hasta una estación y ahí tomar un tren hasta allá”, explica González. En total son tres horas de viaje que, a partir del trabajo telemático, pudo ocupar de otras maneras. “Me permite despertar más tarde que las 6:30 de la mañana, y cuando termino de trabajar no es de noche en mi casa, así que puedo hacer otras cosas”, comenta.

El ahorro de tiempo en los desplazamientos es considerada la principal ventaja del trabajo remoto según el 99% de los encuestados por Wework. También lo considera así González, quien en las últimas semanas ha debido retornar a una semipresencialidad que le implica hacer turnos de dos días una semana y tres a la siguiente; el resto, es teletrabajo. La dinámica le parece bien: “uno se va adaptando”.

Sin embargo, la hora y media de viaje de González no es nada en relación a quienes se alejaron de sus lugares de trabajo durante la pandemia. “Muchas personas ya no viven cerca de la oficina”, dice María Paz Reveco, puesto que tuvieron que llevar la oficina a su casa. “Muchas se fueron a vivir a la playa, al campo o al sur. Se les da vía libre para trabajar desde sus casas y vienen solo cuando se les necesita”, agrega.

Pese a los beneficios de la tecnología y la conectividad, la distancia puso nuevos desafíos, tanto a empleados como a empleadores. La comunicación expedita y eficiente es uno de ellos. “Si se lanza una nueva campaña durante una reunión, por ejemplo, no se puede excluir de la comunicación a las personas que están en teletrabajo. Hay que saber integrarlos de la misma manera que a quienes trabajan presencialmente”, explica la psicóloga.

El tema no es menor si se considera lo expuesto en el reporte “Grandes Expectativas: Hacer que el trabajo híbrido funcione” de Microsoft. Ahí se señala que entre los usuarios promedio de Teams —la plataforma de videoconferencias de la compañía que se masificó con el teletrabajo— el tiempo utilizado semanalmente para reuniones aumentó un 252% desde febrero 2020. “El trabajo flexible no significa estar siempre en línea”, apunta el informe entre sus aprendizajes.

Y uno de los problemas del trabajo online es que no todo el mundo se lleva bien con las tecnologías; algunas por desconocimiento y otras por falta de acceso en sus hogares. Por eso, cuenta Reveco, es que en medio del trabajo remoto forzado ocurrió que “muchos pedían volver a la presencialidad”. Es el caso de muchos trabajadores de la tercera edad que no son nativos digitales.

Foto: Diego Martin / Agencia UNO

Gradualidad y flexibilidad

Felipe González comenta que, entre los beneficios de ir a la oficina de vez en cuando, está la posibilidad de compartir con las compañeras y compañeros. Un punto que a Felipe Matamala le parece sumamente importante para conseguir una transición menos pesada hacia la presencialidad.

“La readaptación involucra necesariamente la posibilidad de hablar con otros sobre mi experiencia, poder comprender las situaciones por las que atraviesan los demás y no quedarme solamente con la propia. Eso permite sostener psíquicamente todos los cambios que empiezan a aparecer”, dice el psicoanalista.

Sin embargo, un retorno con pocas definiciones por parte de la empresa puede afectar también a nivel grupal, de acuerdo a Matamala. “El grupo de trabajo se puede sentir perdido o angustiado si es que la vuelta no es clara o aparecen ciertas ambigüedades. Eso termina estresando más que aclarando, lo que es perjudicial e impide que la adaptación sea la más adecuada”.

En ese sentido, agrega, personalidades con tendencia a la ansiedad o que necesitan mayor control en sus vidas pueden tener más dificultades en el formato híbrido. “Esas personas requieren de cambios claros, porque pueden tener ciertos temores de que les puede pasar algo. Para ellas, el hogar se ha vuelto un refugio donde tenían mayor control de los diversos aspectos. Por eso es importante la gradualidad, porque permite que la psiquis se adapte de mejor manera”, expone.

De acuerdo al informe de Microsoft, el 53% de los trabajadores está más dispuesto a priorizar la salud y el bienestar por sobre el trabajo, algo muy diferente a lo que ocurría antes de la pandemia. La clave detrás de eso, para Matamala y para Reveco, es la flexibilidad laboral: que la empresa escuche a sus colaboradores y les entregue beneficios psicológicos.

Esto es algo que el trabajo híbrido puede dar en mayor o menor medida, según la configuración que disponga el empleador. En el caso de ISA InterChile, cuenta la psicóloga, se da libertad a los trabajadores administrativos para asistir presencialmente cuando quieran. Para ello, deben anotarse en una lista, de manera que la empresa pueda tener control sobre el aforo. Y si alguien prefiere trabajar desde casa toda la semana, lo puede hacer sin problemas.

Pero así como es importante la flexibilidad, es fundamental también la “autogestión”, dice Reveco. “Es algo que hay que promover entre los colaboradores. Al darles flexibilidades para que se organicen y vengan a la oficina cuando ellos quieran, también se les está desarrollando la capacidad de autogestionarse”, sostiene.

El estudio de WeWork también destaca la relevancia de la autonomía: desde el inicio de la pandemia, es la más valorada por el 93% de los reclutadores chilenos en su entorno laboral.

Espontaneidad y autogestión

Si algo se perdió con el trabajo remoto es la espontaneidad, esa creatividad que podía surgir entre las personas de una oficina y tenía el potencial de convertirse en una gran idea, una solución o un proyecto. “Antes uno podía generar una iniciativa, ir a los grupos de trabajo, juntarlos a todos en una sala y comentar sobre esto, hacer un brainstorming”, comenta Reveco.

Felipe González también ve que en la presencialidad se le simplifican algunos aspectos. “Mi jefe está todo el día en reuniones; si necesito hablar con él me sale mucho más eficiente acercarme a su escritorio que mandarle un mail”.

Durante el confinamiento, el estudio de WeWork señala que el 70% de los encuestados echó de menos la interacción con sus compañeros y jefes de equipo, los llamados “encuentros espontáneos significativos”. En tanto, Microsoft sostiene el 38% de las personas que tienen actualmente un trabajo híbrido señalan que su mayor desafío es saber cuándo y por qué asistir a la oficina.

“Cuando voy a la oficina” cuenta González, “trato de hacer más cosas que tienen que ver con reuniones internas, por ejemplo, y así avanzar en ciertas soluciones o ver problemas que son más fáciles de resolver presencialmente. Y cuando estoy en la casa, priorizo cosas que dependen sólo de mí, como reuniones con los clientes”.

En definitiva, sacarle provecho al trabajo presencial y telemático depende de cada uno, en la medida que los empleadores entreguen flexibilidades que permitan a los empleados adaptar sus rutinas y necesidades al día a día. Según Microsoft, el 58% de sus trabajadores que planean pasar más tiempo en la oficina lo hacen por una sola razón: trabajar más concentrados.

Un tip extra, proveído también por la empresa norteamericana: para evitar fatigarse mentalmente entre tantas reuniones virtuales o presenciales, lo mejor es darse 10 minutos de descanso. Encontrar actividades que permitan relajarse y cambiar de mentalidad. Eso ayudará a enfrentar con mayor ánimo y enfoque el siguiente encuentro.