La experiencia de andar en scooter eléctrico es muy particular y no necesariamente para todos los gustos. A mis casi 50 años, tuve la ocasión de subirme por primera vez a uno de estos gadgets móviles, cuyos motores funcionan sin combustible sino que con baterías de litio. Cargarlo no es muy diferente que hacerlo con un celular u otro dispositivo móvil: solo hay que enchufarlo a una toma de corriente y listo. Lo único distinto son los tamaños y los tiempos de carga.
Andar en scooter es una dinámica y un tipo de experiencia de traslado muy distinta a la de una bicicleta eléctrica, por ejemplo. De partida, se va de pie, lo que eventualmente podría llegar a ser un tema para ciertos usuarios de mayor edad. Pero principalmente porque su uso implica una performance más sostenida —este modelo puede recorrer 30 km antes de descargarse— aunque también más limitada, puesto que no es todo terreno. Sin duda, su público objetivo está en los menores de 40, una generación más acostumbrada a enfrentarse a los riesgos de circular por calles y ciclovías sin más protección que un casco, como también a cargar sus aparatos y a utilizarlos de inmediato. Lo que conocemos como plug & play.
Tuvimos la posibilidad de usar por algunas semanas el Xiaomi Mi Electric Scooter 3, la tercera generación de scooters del gigante chino, que ya están disponibles en nuestro país. Se trata de un aparato muy equilibrado y mejorado respecto a sus generaciones anteriores, con nuevo diseño, sistema de frenado antibloqueo, además de un aceptable motor. A continuación, los detalles de cómo nos fue manejando este ciclo.
Especificaciones técnicas
- Dimensiones: 1.080 x 430 x 1.140 mm
- Peso: 13,2 kg.
- Pantalla: LED con velocidad / batería / km / Modo
- Conectividad: Bluetooth 4.1 BLE
- Batería: 7650 mAh
- Potencia del motor: 600 W
- Carga máxima: Hasta 100 Kg
- Autonomía de viaje: 30 km
- Velocidad máxima: 25 km/h
- Frenos: Doble eABS
- Garantía: 6 meses
Un scooter liviano y plegable
El empaque de cartón es voluminoso, mas no tan pesado de cargar. Al momento de abrir la caja, no hay mucha sorpresa: el scooter —desplegado en su totalidad—, cable de carga y enchufe. También viene una llave Allen, una boquilla de extensión, tornillos y una rueda de repuesto. Curiosamente, no vi instrucciones ni algún tipo de papel por ninguna parte dentro del paquete recibido, aunque lógicamente sí vienen incluidas, junto a la garantía y otros documentos. Tampoco es que fueran del todo necesarias, ya que no hubo problema para comenzar a usarlo.
Echar a andar el Mi Electric Scooter 3 es sumamente sencillo y no requiere mayor destreza que apretar un botón, que es justamente como la inmensa mayoría de estos aparatos funcionan.
Su diseño es sumamente clásico, por lo que no logré distinguirlo mayormente de otros modelos similares. Incluye reflectores laterales, y los frontales y traseros disponen de dos líneas reflectantes para incrementar un poco más la visibilidad.
Su construcción es de aluminio y pesa 13 kilogramos, suficientemente liviano como para levantarlo con una mano al subirlo o bajarlo de una vereda. Hay que tener algo de cuidado al hacer ese ejercicio, ya que la patineta puede desplazarse hacia el lado y golpear una pierna. Nada recomendable.
Aunque no se pliega completamente, de todas formas es súper transportable y permite ser acomodado en casi cualquier espacio donde uno vaya. Así, no hace falta dejarlo fuera de vista, lo que permite no preocuparse mayormente por su seguridad cuando no se está usando.
Como buen scooter eléctrico, tiene la clásica pantallita digital que informa la velocidad, el estado de la batería y el modo de uso. Se conecta vía Bluetooth a cualquier celular Android o Apple (9.0 y superior), y a través de la app Mi Home uno puede obtener mayores detalles de uso e información en tiempo real del vehículo.
Ancho y suave
Equipados con el casco de rigor, nos dispusimos a partir. La forma de echarlo andar es sumamente sencilla: es cosa de avanzar con un par de pasos, cual skate o monopatín, y el scooter ya se encuentra en movimiento. Se sube la pierna de apoyo sobre la plataforma —bastante ancha como para ubicar ambos pies— y ya estamos. El proceso no es para nada complejo y podríamos decir que funciona “a la primera”.
El desplazamiento en sí es suave, aunque rápidamente me di cuenta de que eso va a depender estrictamente del terreno en el que uno se mueva. Incluso, el mismo concreto se puede llegar a sentir de múltiples maneras. En ese sentido, la vibración corporal es un factor sumamente importante al momento de determinar el posible aguante que pueda tener el usuario, dependiendo de su edad y sus ganas de vivir.
En cuanto al control del aparato, no sentí la necesidad de guantes para la conducción (cosa que sí requiero cuando ando en bicicleta), ya que sus manillas son suaves pero firmes a la vez. A propósito, los controles son sumamente sencillos: una pequeña palanca que se activa con el pulgar derecho para determinar la aceleración del aparato, que puede llegar hasta los 25 km/h, y una manilla de freno —como de motos o bicicletas— a la izquierda.
Buena aceleración, moderada velocidad y brusco frenado
El scooter posee una potencia de salida máxima de 600 W, lo que asegura una conducción eficaz y cómoda. La aceleración es rápida a partir de la pulsación de esta palanquita ubicada al lado derecho del manubrio. La velocidad máxima de 25 km/h se adquiere en segundos y después ya es cosa de equilibrio, costumbre y saber sentir el viento en la cara.
Fue en este momento de placer, conduciendo por calles semivacías durante un fin de semana, cuando me di cuenta de que 25 km/h es un límite algo reducido para mi gusto. Por motivos de seguridad, exigencias urbanas europeas, autonomía y una mayor duración de la batería, se entiende que este sea el promedio establecido para este tipo de aparatos, aunque hay otras marcas que ofrecen una mayor velocidad. También es cierto que en horario punta, en medio de ciclovías o calles atestadas, la cosa cambia drásticamente y tampoco es posible ni conveniente andar más rápido. En estas condiciones, además, se usa con más frecuencia el freno.
Aparte de ser más inseguro para los peatones, andar por la vereda también implica transitar por un terreno demasiado irregular, donde es muy fácil encontrarse con un baldosón roto o fuera de su base, grietas, hoyos, desniveles y un sinfín de otros peligrosos eventos. Al contrario, la calle —o las ciclovías, si es que las hay— suele ser bastante más uniforme, aunque con menos margen de error.
Hay que destacar que las ruedas neumáticas que trae el Xiaomi MI Electric Scooter 3, de 8,5 pulgadas, logran absorber golpes de buena gana, por lo que no hay que temer demasiado ante las imperfecciones del camino. Pero al mismo tiempo, la rigidez de las mismas genera una vibración mucho más fuerte que el cuerpo absorbe.
Esta tercera generación incluye una mejora en el sistema de frenados, que es eABS, junto con un freno de disco trasero de doble pastilla que mejora la estabilidad del frenado. En la práctica, eso se tradujo en que al aplicar el freno, el scooter se detiene de manera algo brusca. Queda para cada usuario hacer el trabajo de encontrar la presión justa para acostumbrarse a un frenado efectivo y seguro.
Batería duradera (aunque algo lenta)
La batería del MI Electric Scooter 3 se carga directamente a la corriente eléctrica. El cable de carga es bastante más grueso que el de cualquier otro tipo de gadget (se entiende), pero fuera de eso, hubo sorpresas ahí. El tiempo de carga puede llegar a las 8,5 horas para completar el 100%, que es más de una noche para algunas personas. Gracias a su batería de 7.650 mAh, la autonomía es de 30 kilómetros, que alcanza para un par de viajes largos. A mí, la verdad, se me hizo poco, pero es algo que seguro mejorará en próximos modelos.
Tiene un eficaz modo de reposo como también un modo de suspensión automático —que se activa cuando la batería está en menos de 30% o no se ha cargado en más de diez días—, los que protegen y alargan su vida útil. De todas maneras, siempre conviene llevar el cable cargador a mano cuando viajemos en el scooter, pues si se acaba la batería en medio del camino literalmente hasta ahí llegamos.
Plegado sencillo
El plegado del aparato promete ser fácil y rápido, pero inicialmente cuesta. Para la tercera plegada, eso sí, ya se logra dominar de memoria el movimiento. El fabricante asegura que el ejercicio se puede realizar en tres segundos, pero eso puede llegar a ser algo exagerado. En mi experiencia, plegarlo me tomó poco más de diez segundos (apurado). Independiente del tiempo, consigue ser sencillo. Desplegarlo desde su práctica hebilla (que también se puede usar como bocina) ubicada en el manubrio, mucho menos. Se enciende, se sube, se da impulso y voilá.
Veredicto Práctico
Como era de esperarse, el combo de la filosofía Xiaomi vuelve a funcionar a partir de un aparato muy equilibrado que, si bien no destaca frente a la competencia en algunas especificaciones, sí es muy efectivo para quienes quieran aventurarse en la experiencia de andar en scooter con una excelente relación precio/calidad.
Más allá de la experiencia personal, los scooters eléctricos llevan un buen tiempo acogiendo una nueva demanda por parte de los transeúntes urbanos. Es imposible que lleguen a reemplazar a una bicicleta, pero para trayectos intermedios y en superficies estables pueden ser más prácticos y sus ventajas más notorias. Cuesta acostumbrarse a los que tenemos algo más de edad, pero es claro que la cosa va —aunque sea a 25km/h— hacia la electromovilidad.
Nota: ⭐⭐⭐⭐★
*Los precios de los productos en este artículo están actualizados al 24 de mayo de 2022. Los valores y su disponibilidad pueden cambiar.