Boom en el precio del cobre: por qué el “sueldo de Chile” depende también de la chatarra
Ante una limitada capacidad de producción mundial e inventarios cercanos al mínimo, la refinación de chatarra de cobre se ha vuelto un factor clave para la variación de la cotización internacional del metal.
“Quedarse sin cobre”. Así se titula el último informe de Bank of America que proyecta un complejo panorama para el metal rojo durante lo que resta de este año, y que estima, entre otras cosas, un déficit respecto a los inventarios e incluso un alza de un 50% del precio del commodity en los próximos meses.
A juicio de algunos expertos, este panorama podría sonar “exagerado” en cuanto a cifras, pero en lo que sí existe consenso es que hay un elemento que hay que tener en cuenta y que durante el resto del año podría definir el futuro del precio del cobre: la chatarra.
Este elemento es clave en el suministro global, por lo que un déficit prolongado de chatarra podría implicar una caída en los niveles de oferta del metal rojo y presionar al alza su precio. Allí radica su importancia. Esto, en un contexto en el que la producción minera mundial no tiene espacios para grandes crecimientos y los inventarios se encuentran en niveles cercanos a los mínimos.
Pese a la gran cantidad de desechos provenientes de la producción de minerales que deja la industria de la minería, existen elementos empleados en la elaboración de automóviles, computadores y edificios, que puede ser reutilizados. El cobre es uno de ellos. Tiene una vida media de entre 15 y 20 años, por lo que su refinamiento resulta una técnica muy común en varios países.
¿En qué consiste el refinamiento de cobre?
Un actor clave en este proceso son las empresas que se dedican a la recolección de chatarra. En Europa y Asia son masivas debido al alto consumo de este mineral, mientras que en Chile suelen ser informales.
Este tipo de empresas son las que proveen a las compañías encargadas del refinamiento del cobre y que, según el Consejo de Competencias Mineras, se define como la “disolución de ánodos de cobre provenientes del proceso de fundición a partir de la electrólisis, que finalmente permite refinar el cobre anódico y obtener cátodos de cobre de alta pureza (99,99%)”.
De esta manera, una vez obtenido el mineral refinado, este es trasladado a compañías que le darán un nuevo uso. La gracia del mineral refinado no solo se reduce a su reciclaje, sino que también tiene directa relación con su valor. “Cuando sube mucho el precio del cobre, el diferencial entre el precio de éste y el precio de la chatarra también es muy alto. Por lo tanto, el chatarrero tiene mucho incentivo para generar chatarra y entregársela a los refinadores. Es por esto que si el precio del cobre es muy alto, va a haber mucho incentivo, y por lo tanto, cuando entra más chatarra, se acaba la situación de escasez”, explica Gustavo Lagos, académico de la Universidad Católica.
Esta es una práctica que históricamente ha sido liderada por China, el mayor consumidor del metal rojo en el mundo, y cuya producción de cobre refinado ha venido en ascenso desde 2018.
Por lo tanto, “sí importa cuánta chatarra se usa, y eso depende del precio del cobre. Pero el precio a su vez depende de los costos de su recolección”, indica Lagos, y advierte respecto a un factor adicional: las restricciones impuestas por China en cuanto a los desechos metálicos de baja calidad, y la política de comprar únicamente “chatarra muy limpia”, lo que ha reducido su uso.
“De acuerdo a las estadísticas del Grupo Internacional de Estudios del Cobre (ICSG), entre el año 2010 y el 2017 la chatarra representó el 17,4% del cobre del mundo, en tanto que en el 2020 disminuyó a 15,9%, debido a la decisión de China de reclasificar la chatarra como un ‘recurso’, eliminando así los reciclables de cobre de alta calidad de la lista de ‘desechos sólidos’”, explica por otro lado Álvaro Merino, gerente de Estudios de la Sociedad Nacional de Minería (SONAMI).
Se estima que en 2020 la importación china de chatarra de cobre se redujo 50%. En 2019, importó 1,49 millones de toneladas de chatarra de cobre, de acuerdo a un reporte de Cochilco.
El escenario actual genera preocupación y una alta incertidumbre entre los expertos respecto a cómo evolucionará el suministro de cobre a partir de la chatarra. Bofa incluso prevé que llegue a en US$9 la libra de cobre “si nuestra expectativa de un mayor suministro de material secundario (chatarra), un mercado no transparente, no se materializa”. Dice que los inventarios podrían agotarse en los próximos tres años, “dando lugar a oscilaciones de precios aún más violentas”.
Datos a los que se suma el Informe de Tendencias del Mercado del Cobre, elaborado por Cochilco a fines del año pasado, que proyectó que para el 2021 habrá un déficit de 70.000 toneladas de cobre refinado, tomando en cuenta una oferta de 23.821.000 toneladas y una demanda de 23.891.000 toneladas.
De esta manera y a partir de las proyecciones de Bank of America, el déficit en el balance de producción mundial de cobre versus demanda global alcanzaría las 186.000 toneladas en 2021, mientras que en 2022 esta cifra escalaría hasta las 369 mil toneladas, respectivamente.
Precios y sustitutos
Sin embargo, hay quienes miran con incredulidad un escenario de escasez de cobre. Gustavo Lagos opina que “los inventarios de hoy cubren menos de una semana de demanda, y hace dos meses atrás llegaron a cubrir tan solo tres o cuatro días. Eso sí es extraordinariamente bajo y aún así no hubo escasez de cobre”. Y aunque sí estima que el precio del metal rojo pueda acercarse a los US$6 la libra, cree que será un fenómeno que se extenderá “tal vez por una semana”, por lo que descarta un superciclo del cobre.
“Estamos en la recuperación de la pandemia, pero no hay fundamentos para un superciclo, como que el PIB de un país importante crezca a gran escala y por un período muy prolongado”, expresa Lagos. Y que también se condice con la visión de Merino, quien explica esta alza debido a “la rápida recuperación de China, en la segunda mitad del año pasado, y particularmente el primer trimestre de 2021 que se expandió 18,3%”.
Pero el foco no solo está puesto en el precio del cobre, sino que también el alza en su valor induce al surgimiento de dudas respecto a una eventual sustitución de este mineral. Pese a esto, el gerente de Estudios de la Sonami lo toma con calma, e indica que elementos que ya han sido usados de forma relevante en espacios antiguamente ocupados por el cobre, como el aluminio y el acero inoxidable, ha limitado sus posibilidades futuras de sustitución”.
Cautela a la que se suma Gustavo Lagos, quien asegura no ver “muchas posibilidades de que falle la recuperación mundial. Todos los países están desesperados por producir más, es muy caro para el país no trabajar”, señala.
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