CGE y meta de una hora de corte de luz al año en 2050: “Para lograr eso hay que invertir cuatro veces más”
La distribuidora, controlada por la firma china State Grid, dice que ha invertido más de US$400 millones en mejorar el mantenimiento de sus redes. Ello les ha permitido pasar de 39 comunas con incumplimientos a la normativa de calidad de servicio en 2022, a 18 en 2023. Pero ningún esfuerzo permite solventar los límites de la regulación, que la firma viene alertando. “La empresa modelo, en este artificio tarifario que hace, lo que ve es suficiencia, entregar energía, pero no respaldar”, dice el subdirector de operaciones, Francisco Jaramillo.
CGE, la distribuidora eléctrica controlada por la china State Grid con un 97% de la propiedad, abastece a más de 3,3 millones de clientes en el país. Con presencia en 12 de las 16 regiones, es la compañía del segmento con mayor participación de mercado: sobre el 45%.
Desde que la compañía asiática entró a la empresa eléctrica, en julio de 2021, sus controladores han realizado inversiones por US$400 millones para enfocarse en el mantenimiento de la infraestructura. El esfuerzo se ha notado. A fines de 2023, el índice de duración de la interrupción media del sistema, el indicador denominado SAIDI, que mide el promedio de horas en que el suministro eléctrico no estuvo disponible, llegó a 5,3 horas. Pero en todo el sistema, el mismo año, fue de 16,2 horas.
Por eso, desde la empresa también han enfatizado en los límites del actual esquema regulatorio para evitar que los cortes de luz sean menos frecuentes y más acotados en el tiempo. Francisco Jaramillo, subdirector de operaciones de CGE, que lleva 24 años trabajando en la compañía, resume así la tensión entre mejorar la calidad de servicio y los límites regulatorios.
“Nosotros podemos seguir mejorando la calidad del servicio, y lo hemos hecho. El año 2022, al año siguiente de que entra el nuevo controlador, teníamos 39 comunas con incumplimientos, y ese año empieza un plan piloto en el Maule, invirtiendo $40 mil millones en calidad de servicio. Desde esa fecha se han contratado 250 personas nuevas para fortalecer la estructura de CGE en terreno. Y estos planes replicados después en O’Higgins, La Araucanía y copiando el modelo en el resto de CGE, llegamos en 2023 a 18 comunas. Por lo tanto, la mejora se puede hacer. Lo que no vamos a prometer es llegar a 1 hora de SAIDI el 2050, o las 4 horas al 2035. Eso es difícil”, comenta.
El ejecutivo alude a las metas trazadas para el segmento de distribución eléctrica en Chile, que siguen estando aún muy lejos de cumplirse. En eso, apunta a cómo la regulación, conocida como ‘empresa modelo’ -la que estima los costos de las distribuidoras de la manera más eficiente, pero sin incorporar eventos climáticos que afecten las operaciones reales- no permite reconocer las inversiones necesarias ni alcanzar las normas técnicas que sostengan una calidad servicio acorde a los objetivos para el sector.
“La empresa modelo, en este artificio tarifario que hace, lo que ve es suficiencia, entregar energía, pero no respaldar. Para poder tener una hora de SAIDI, necesitamos tener dos, tres o cuatro caminos de electricidad para poder llegar a un cliente, que son tres o cuatro formas de ser suministrado, con instalaciones redundantes sin que se estén ocupando en condiciones normales. A través de la misma red, haciéndole todos los mantenimientos, te chocan un poste y se corta la luz”, remarca.
El ingeniero, agrega que “si la empresa modelo considera lo que en jerga ingenieril se llama un N -4, sí podemos optar a tener una hora SAIDI en 2050. Pero para eso hay que invertir cuatro veces más”.
La “fórmula” CGE
Jaramillo enfatiza en los avances que han conseguido en los últimos tres años para mejorar sus tiempos de respuesta antes cortes de suministro. Cuenta que actualmente CGE tiene más de 3.500 personas abocadas a tareas de mantenimiento, totalizando cerca de 1.170 brigadas y cuadrillas enfocadas a labores como reponer postes chocados o caídos, inspeccionar y evaluar daños y fallas.
En eso, detalla que han adoptado planes diferenciados para los meses de invierno y verano, principalmente enfocados en hacer control de la vegetación cercana a los tendidos, enfocados en las zonas con bosques en el período estival ante los riesgos de incendios, y en las vías troncales en los meses con lluvias y vientos, que pueden redundar en caída de árboles.
También se han enfocado el trabajo en establecer múltiples canales de contacto para los clientes, a través de redes sociales, centrales telefónicas y chats con robots de inteligencia artificial que permiten ingresar miles de casos por minuto.
Pero para Jaramillo, el desafío es claro. “Hemos dicho en todos los idiomas que la luz se va a seguir cortando, por lo tanto, mientras tengamos la infraestructura que tenemos, que operamos, la luz se va a seguir cortando y por lo tanto lo que hay que controlar es la ansiedad. Una forma es decir en la previa que la luz se va a cortar, y que estos son los canales para informar y detallar los tiempos estimados en que se repone el suministro”, explica.
Y agrega que, tras las advertencias públicas que han realizado “hay más ocupación de las alcaldías de empezar a cortar árboles y mayor coordinación en decirnos qué árboles cortar primero”. Por ejemplo, indica que en comunas de la Región Metropolitana donde están presentes, como Peñaflor, “hay una comunicación para definir zonas críticas, y ahí vamos viendo si esas podas nos corresponden”.
Agrega casos de éxito, como lo ocurrido con el tornado registrado en Penco, donde más de 100 trabajadores atendieron la emergencia y en una jornada lograron reponer el suministro. Recuerda que en años previos, enfrentaron eventos similares. Como en Los Ángeles en marzo de 2019 y luego en Talcahuano, en mayo del mismo año.
“En el caso de Los Ángeles fue un F2 -siguiendo la escala de intensidad de huracanes, del 1 al 5- donde se registraron rachas de viento sobre los 230 kilómetros por hora. Ante eso no hay planes de mantenimiento, habría que soterrar las líneas, con los costos que eso implica, pero también con la pregunta de qué pasa con las inundaciones”, plantea.
En esa línea, recuerda que las inundaciones de 2023 ya habían dejado a localidades completas sin suministro, como Licantén, donde el desborde de ríos obligó a desconectar la ciudad por seguridad. “Había un metro 50 centímetros de agua en las casas”, enfatiza.
En esos casos, cuenta que CGE implementa generación con unidades móviles a diésel, y otras fijas en puntos críticos, por ejemplo, cercanos a Pucón, Curacaví o Alhué. Esas alternativas dan tiempos de respuesta que va “desde minutos a horas, dependiendo de si hay cortes de rutas”, como ocurrió en el caso de Licantén.
Sin embargo, recuerda que los sistemas eléctricos en Chile no están automatizados, ya que no hay redes que conversen con medidores digitales.
¿Qué los diferencia de otras compañías? Su extensión a nivel nacional. “Lo que no puede tener otra empresa y sí lo tiene CGE es la flexibilidad de poder trasladar brigadas de una región a otra”, señala. Así lo hicieron en Coquimbo para enfrenta el terremoto de 2015.
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