Columna de Hans Eben: “Liderar es servir, no servirse”

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"Todo lo que un líder no puede transmitir y menos en posiciones de liderazgo donde los impactados es un grupo relevante o inclusive vulnerable".



Nunca me han gustado los libros sobre liderazgo y menos los del tipo de autoayuda, por lo mismo no pretendo entrar en teorías o definiciones filosóficas sobre lo que significa ser líder. La razón para escribir sobre este tema hoy, es la necesidad de liderazgos visionarios que nos inviten a construir es futuro pero también mi interés en el tema es por ejemplos que vemos a diario de líderes muy carismáticos, nada de malo, con discursos muy elocuentes, inspiradores y hasta inclusive movilizadores pero que en realidad tienen poco impacto y poca vida.

El limitado impacto está en directa relación con qué tan congruente y consecuente es ese líder con su visión trazada y con los valores que hay en la construcción de esa visión. Un líder, tomará decisiones erradas y acertadas, avanzará y retrocederá, pero la verdadera evaluación de su liderazgo está en sus acciones, pero en qué tan alineadas están esas acciones con sus convicciones y valores. Por esta razón, entregar señales equívocas es dañino para un líder. Un error que se enmienda con una disculpa, cuando son las convicciones las que están en juego, hace que se pierdan las confianzas. Y todos sabemos lo difícil que son recomponerlas.

Si las convicciones han cambiado una o dos veces, ¿no me hace pensar que cambiarán a futuro nuevamente? En un cambio de convicciones constante no hay errores, sino flaqueza, debilidad o desorientación. Todo lo que un líder no puede transmitir y menos en posiciones de liderazgo donde los impactados es un grupo relevante o inclusive vulnerable. ¿Nuestras convicciones pueden cambiar? Tal vez sí, pero por lo general, nuestras convicciones y valores no cambian y son el pilar de nuestras creencias, las cuales sí pueden y deben cambiar. Eso sí, el cambiar nuestros valores exige un alto grado de transparencia en reconocerlo. Lo que no puede un líder es saltar de una convicción a otra, ya que sin congruencia ni consecuencia simplemente no se puede liderar.

Todos los que tenemos el privilegio de tener posiciones de liderazgo hemos hecho el recorrido de aprender y desaprender, es parte del camino de todo líder. La mala noticia tal vez para los más jóvenes es que en el contexto actual de incertidumbre y volatilidad el desaprender se hace aun más urgente y la velocidad de desaprender puede inclusive tener que ser mayor a la de aprender. Para crecer como líder no hay duda alguna que se atraviesa por fracasos y se cometen errores, pero eso sí, un líder debe asegurarse que ese crecimiento sea para todos no solo para él. Muchas veces se dice que es muy rescatable que el líder reconozca sus errores. Muy bien, pero en ese camino todos deben crecer de lo contrario es muy fácil ir de error en error.

Un verdadero líder tiene agendas que hacen sentido. Entendiendo por sentido, aquellas agendas alineadas a sus convicciones, que claramente contribuyan a la visión de la empresa y que los diferentes actores asociados a la empresa crecen también. Cómo dijo Xavier Marcet: “Liderar es servir no servirse”. Aquellos líderes que se sirven más que servir, muy probablemente comenzarán a rodearse de equipos mediocres, tendrán resultados mediocres y entrarán en una inercia difícil de frenar, arrastrando a muchos otros que merecen un mejor líder y futuro.